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lunes, 9 de octubre de 2017

Hoy segundo Lunes de Octubre se celebra en EEUU Columbus Day (Día de Colón)

Por Compartiendo mi Opinión
El Día de Colón se conmemoró por primera vez en Estados Unidos en 1792, al cumplirse los 300 años del primer viaje en que descubrió América en 1492. Se le dedicó una estatua en Baltimore y se hizo una ceremonia en Nueva York.

Pero fue la comunidad italoamericana de Nueva York, orgullosa de la nacionalidad de Colón, la que organizó, el 12 de octubre de 1866, una celebración para conmemorar la histórica llegada del primero de los exploradores europeos al Nuevo Mundo.

Pronto la celebración se dio a conocer en otras ciudades y en fue en San Francisco donde tomó el nombre de Columbus Day.

En 1909, se celebra el primer desfile oficial en Denver, Colorado. Fue Angelo Noce, un emigrado italiano a esa ciudad quien convence a la legislatura de Colorado, a través de un representante hispano, Casimiro Varela, a que declaren ese día 12 de octubre el Día de Colón. Acto seguido, Noce lidera una campaña nacional y dos décadas más tarde ya se celebraba oficialmente en más de 30 estados.

En 1937 el entonces presidente Franklin Delano Roosevelt proclamó el 12 de octubre como una celebración oficial.

En 1971 el Congreso decretó que la fecha del feriado federal se debía cambiar el segundo lunes del mes de octubre.

Los italoamericanos reviven ese día su orgullo por el genovés, que nacido en 1451 fue el primero en llegar a América, aunque fue otro italiano, el florentino Amerigo Vespucci quien dio nombre al nuevo mundo.

No hay que olvidar que los italianos eran en su gran mayoría la fuerza laboral detrás de las construcciones como los grandes puentes y rascacielos, trabajaban en las minas de oro de California y Colorado, muchas veces en condiciones paupérrimas. Pero el día que se oficializó para dignificar a una comunidad, terminó siendo blanco de acusaciones de discriminación de los indios americanos.

Críticas al Día de Colón

En el año 1992, cuando se cumplieron 500 años del primer viaje de Colón a América, arreciaron críticas contra la celebración.

Muchos acusaron a la celebración de perpetuar y honrar las crueldades cometidas contra los indios por los españoles, y en el mejor de los casos sostuvieron que no había nada que celebrar. Cuando Colón llegó al Caribe encontró una comunidad de pobladores pacíficos, los taínos, a quienes llamó indios, pues se pensaba que había llegado a la India. Fue Vespucci quien se dio cuenta de que no era el continente asiático.

Cuando Colón regresó en su segundo viaje llevó centenares de indígenas a Europa como esclavos, además los sometían a trabajos forzados, eran castigados con torturas y la muerte. En unas cuatro décadas la población indígena del Caribe quedó prácticamente exterminada por los maltratos y las enfermedades traídas por los europeos y desconocidas para ellos.

Más allá de la influencia directa de Colón, la llegada del hombre blanco significó la reducción dramática de las comunidades indígenas en las Américas, tanto en lo que es hoy Estados Unidos y Canadá como los indios de Centro y Sur América y el Caribe.

Significó el exterminio virtual de sus lenguas y culturas con episodios de inhumana crueldad.

Es por eso que activistas pro derechos de los indígenas critican duramente que se haga un reconocimiento a los conquistadores que no hicieron sino acarrear la muerte y la destrucción para las culturas nativas de las Américas.

En intentos más conciliadores se celebra como el Día de la Raza, o encuentro de dos culturas. No obstante, Colón nunca pisó el territorio de lo que es hoy Estados Unidos y sus crueldades son menos conocidas que las que provocaron el exterminio de más de la mitad de la población original de las tierras hoy estadounidenses.

A la luz de investigaciones de la genética, se ha determinado que el exterminio de indios en el Caribe no fue tan extremo como se pensaba.

sábado, 15 de agosto de 2015

Arlington: una pequeña muestra de los efectos de las medidas populistas anti inmigrantes

Tomado de The Wall Street Journal
 La escasez de trabajadores impulsa los salarios agrícolas en EE.UU.

Por ILAN BRAT

El año pasado, cerca de un cuarto de las fresas y frambuesas de Biringer Farm se pudrieron en el campo porque no pudo encontrar suficientes trabajadores. Samantha Bond estaba decidida a no dejar que eso volviera a suceder.

A principios de este año, Bond, gerente de recursos humanos para esta granja de 14 hectáreas en Arlington, estado de Washington, ofreció aumentos de 20% a los trabajadores más productivos de la pasada cosecha. Publicó ofertas de empleo en Craigslist, a los costados de las carreteras y en la puerta del baño en una iglesia. También tuvo éxito al lograr que las escuelas secundarias locales difundieran su pedido de trabajadores durante los anuncios matutinos.

Pero a pesar de los esfuerzos de Bond, Biringer volvió a enfrentar una escasez de trabajadores al atraer menos de 60 de los aproximadamente 100 empleados que necesitaba para la cosecha. “Nos halábamos el pelo”, dijo.

Las tribulaciones de Bond reflejan el problema más amplio que enfrentan los agricultores de frutas y vegetales y las granjas lecheras para conseguir trabajadores, a medida que el descenso de la inmigración ilegal desde México y una economía estadounidense fortalecida hacen que sea más fácil encontrar un trabajo menos agotador, a menudo en zonas donde la vivienda es más barata. En una industria conocida por sus pobres condiciones de trabajo, las empresas agrícolas están cortejando empleados con salarios que suben más rápido que la inflación y mejoras de las prestaciones médicas y otros beneficios. Aun así, muchas granjas dicen que estos esfuerzos no han generado soluciones significativas a sus déficits de trabajadores.

En EE.UU. el descenso de la disponibilidad de mano de obra se refleja en una caída de la producción anual de frutas y vegetales de cerca de 9,5%, o US$3.100 millones, según un análisis de datos del gobierno recientemente publicado por la organización Partnership for a New American Economy (algo así como Alianza para una Nueva Economía Estadounidense), un grupo no partidista que apoya una política de inmigración más flexible.

El problema comenzó años atrás y se exacerbó temporalmente hace unos meses por un error técnico que interfirió con el procesamiento de visas para empleados estacionales y retrasó la llegada a EE.UU. de miles de trabajadores agrícolas legales, provocando millones de dólares de pérdidas en los cultivos de California y otros estados.
En términos más generales, los productores dicen que se llevan la peor parte de la lucha del gobierno federal contra la inmigración ilegal, ya que carecen de una fuerza de trabajo alternativa adecuada. Los trabajadores nacidos en EE.UU. que no están acostumbrados al trabajo agrícola abandonan esas labores después de unos días en el campo, dicen los agricultores, y la oferta de trabajadores, en su mayoría mexicanos, que antes representaban el grueso de la mano de obra, se ha reducido en los últimos años. Esto se debe en parte a un mayor control de EE.UU. de su frontera sur pero también a una tasa de natalidad en descenso en México que ha disminuido la emigración de trabajadores jóvenes hacia EE.UU.

Algunas compañías están construyendo viviendas y ofreciendo oportunidades educativas para atraer trabajadores agrícolas. Limoneira Co., el mayor productor de limones del país, dice que en los últimos cinco años comenzó a pagar a los trabajadores para que aprendan inglés u obtengan títulos de formación técnica en una universidad local. La compañía, con sede en Santa Paula, California, también aumentó los beneficios de jubilación en 20%, además de construir y alquilar a sus empleados 65 viviendas de dos y tres dormitorios por debajo del precio de mercado en el condado de Ventura, dijo Alex Teague, director de operaciones de la firma. Limoneira, que cotiza en bolsa, también ha aumentado los salarios 20% a alrededor de US$16 a US$17 por hora para sus 2.000 trabajadores, en su mayoría en California y Arizona.

Aun así, la compañía perdió aproximadamente 5% de sus cultivos el año pasado debido que su disminuida fuerza de trabajo no pudo cosechar en forma suficientemente rápida, dijo Teague. En unos pocos casos, los trabajadores abandonaron sus puestos, atraídos por mejores salarios en otras granjas a unos pocos kilómetros de distancia. Este año, Limoneira, que tiene unos ingresos anuales de alrededor de US$ 100 millones, ya ha perdido 8% de la producción de fruta que se pudrió y cayó al suelo, dijo.

“No vemos un final (de este problema laboral) a la vista”, dijo Teague.

Hace dos años, California Artichoke & Vegetable Growers Corp., que cultiva hortalizas en cerca de 8.100 hectáreas en California, Arizona y México, descubrió que sus equipos de trabajo tenían frecuentemente de 10% a 15% menos de las 30 personas que necesitaban, dijo Joe Pezzini , director de operaciones de la compañía. Así que esta aumentó sus jornales 17% a un promedio de US$14 por hora, muy por encima del salario mínimo de California, de US$9 por hora.

La firma, que cada año emplea entre 800 y 1.000 trabajadores agrícolas, también comenzó a ofrecer bonos de US$250 a los empleados estadounidenses que recluten a trabajadores que permanezcan en el puesto por lo menos tres meses. Ese programa de referencia pagó US$20.000 el año pasado, pero la compañía, con sede en Castroville, California y propietaria de la marca Ocean Mist Farms, aún siente la escasez de mano de obra. Cerca de 2% de la los cultivos de la reciente temporada, por valor de millones de dólares, no han sido cosechados por falta de empleados, dijo Pezzini.

“La mano de obra ha sido una parte importante de lo que hacemos, aunque había otros problemas de recursos que también eran centrales, como la seguridad alimentaria o el agua”, dijo Pezzini. “Pero ahora la cuestión de la más alta prioridad es la disponibilidad de mano de obra”.

A nivel nacional, el salario promedio por hora para los trabajadores que los agricultores contratan en forma directa ha subido 5,3% a US$11,33, ajustado a la inflación, en los últimos cuatro años, según datos del Departamento de Agricultura de EE.UU. Ese aumento contradice la tendencia general a largo plazo para la mano de obra de baja calificación en el comercio minorista y otras industrias de EE.UU., donde ha habido poco crecimiento de los salarios.

Mientras tanto, la edad promedio de los trabajadores agrícolas en EE.UU. se ha elevado a 38 años, de 33 en 2000, según datos del gobierno federal, lo que los hace menos propensos a buscar los trabajos más arduos.

Trabajadores como Luis Nuñez han visto un cambio de actitud entre los propietarios de fincas y supervisores. Cuando este hombre de 41 años, comenzó a trabajar en los viñedos del Valle de Napa, California, hace tres años, los supervisores a menudo veían con malos ojos potenciales distracciones tales como las largas conversaciones entre trabajadores o las radios con música a todo volumen, dijo. Pero ahora toleran mejor las conversaciones animadas y la música, aunque no muy fuerte. También, su salario se ha incrementado 16% a US$12,75 la hora, mientras que su empleador ha comenzado a pagar en las clínicas locales cualquier tratamiento de salud que necesite.

“Las cosas están cambiando para mejor”, dijo Nuñez. “Si te tratan sólo un poco mal, vas a otra empresa diferente. Hay trabajo en todas partes”.

Manuel Cunha, presidente de la Liga de Agricultores Nisei, una asociación de agricultores, contratistas de mano de obra y empacadoras de frutas y verduras con sede en California, dijo que en los últimos tres años cuatro de sus 900 miembros han construido clínicas de salud para mantener saludables a los trabajadores y sus familias, y también para generar lealtad.

El programa federal de visas H2-A, que ofrece visas temporales para trabajadores agrícolas, ha ayudado en parte a llenar la brecha. El Departamento de Trabajo de EE.UU. certificó un récord de 116.689 empleados temporales, en su mayoría procedentes de México, en los 12 meses hasta septiembre de 2014, un aumento de 50% frente a los 77.246 de 2011. Sin embargo, los productores dicen que el programa es caro, oneroso e inadecuado porque cubre sólo una fracción de las necesidades de mano de obra de los agricultores.

Un portavoz de la agencia dijo que procesa las solicitudes H2-A de manera eficiente y a la vez garantiza que tanto los trabajadores extranjeros como los estadounidenses tengan protecciones laborales básicas.

Algunos defensores de los trabajadores agrícolas dicen que ven poca evidencia de una mejora generalizada de las condiciones laborales. Pese a la escasez de mano de obra en algunas áreas, las violaciones de los derechos laborales persisten y “en general, los empleadores agrícolas todavía pueden hacer un mucho mejor trabajo para atraer y retener a los trabajadores mediante la mejora de las condiciones laborales”, dijo Bruce Goldstein, presidente de Farmworkers Justice (algo así como Justicia para los Trabajadores Agrícolas), con sede en Washington, un grupo que trabaja para proteger a los trabajadores del campo.



domingo, 4 de agosto de 2013

Que tanto sabe usted sobre los alimentos transgénicos?

Agencias Noticiosas  

"Los mitos que Monsanto quiere que creamos"

 

Los activistas no se rinden ante los gigantes transgénicos y, a pesar de que poseen menos recursos, hacen lo posible para llamar la atención sobre el problema de los organismos genéticamente modificados, conocidos también como OGM.

Esta semana ha estado marcada por varias noticias relevantes en el campo de los productos transgénicos. En Francia el Consejo de Estado anuló el decreto que prohibía desde marzo de 2012 cultivar en territorio del país semillas de maíz transgénico de la multinacional estadounidense Monsanto.

La polémica entre los partidarios y los opositores de este tipo de productos no cesa ni en el espacio virtual. Así, esta semana un grupo de empresas biotecnológicas, incluida Monsanto, creó un foro en línea para combatir las crecientes críticas a las que son sometidas por parte de los movimientos sociales que se oponen a los productos modificados genéticamente a causa de sus efectos nocivos.
 

Daisy Luther, una activista y escritora independiente de EE.UU., ha compilado en su sitio web la lista de los mitos más relevantes sobre los transgénicos que "Monsanto quiere que creamos".



Mito 1: Nadie ha comprobado que los OGM sean nocivos para la salud 

Los portavoces de Monsanto han afirmado muchas veces que es falso que se haya demostrado que los organismos genéticamente modificados son perjudiciales para la salud.

La realidad: Varios estudios realizados por expertos asocian las dietas basadas en OGM a tumores grotescos, fallos de los órganos, lesiones gástricas, daños hepáticos y renales, reacciones alérgicas severas e incluso con la muerte prematura. 


Mito 2: La tecnología empleada para obtener OGM es comparable a los cruces tradicionales para mejorar la resistencia de los cultivos

"¿Quiere oír algo interesante? Es posible que todo lo que usted ha comido durante toda la vida fuera genéticamente modificado. Y lo mismo se puede decir de sus padres... y de sus abuelos. Durante más de 10.000 años los seres humanos han criado selectivamente plantas y animales. Las vacas que usted ve en los campos tienen poco parecido con los antiguos uros de los que descienden. Y el maíz que usted come es la versión doméstica de una planta salvaje llamada 'teocinte'", dice la página oficial de Monsanto. 

La realidad: "A diferencia de las semillas híbridas, las semillas de los OGM no se crean con métodos naturales de baja tecnología. Las variedades genéticamente modificadas de las semillas se obtienen en un laboratorio con sofisticados métodos de alta tecnología como la manipulación genética. […] Por ejemplo, Monsanto ha cruzado el material genético de una bacteria conocida como 'Bt' ('Bacilo thuringiensis') con el maíz. El objetivo era crear una planta resistente a las plagas. Esto significa que cualquier parásito que intente comer la planta de maíz morirá, ya que el pesticida forma parte de las células de la planta", se explica en un artículo del portal The Food Renegade

Mito 3: No hay diferencias nutritivas entre los OGM y los alimentos tradicionales

Las empresas de biotecnología insisten en que no hay ninguna diferencia entre los nutrientes que contiene la comida genéticamente modificada y los de los productos orgánicos 

La realidad: Un informe publicado en el blog Moms Across America este marzo indica que sí existen diferencias nutricionales entre el maíz transgénico y el orgánico. El informe realizado por la compañía productora de maíz orgánico De Dell, la única de este tipo en Canadá, mostró que no solo los valores nutritivos son diferentes, sino que los niveles de elementos tóxicos también varían. 


Mito 4: Los OGM no dañan el medio ambiente 

Las compañías transgénicas insisten en que el cultivo de organismos genéticamente modificados no es más perjudicial para el medio ambiente que el cultivo de productos orgánicos. 

La realidad: Como ejemplo la autora del artículo cita la isla de Molokai, en Hawái, donde la calidad del agua y del aire es deplorable por culpa de una instalación para experimentos de Monsanto de casi 800 hectáreas ubicada en esa zona.

Esta semana  'Süddeutsche Zeitung' ha publicado un artículo que describe cómo los partidarios y exempleados de las compañías transgénicas han declarado una 'ciberguerra' contra los ecoactivistas y los científicos independientes, poniendo como ejemplo la multinacional Monsanto, cuyos empleados a veces ocupaban altos cargos en el Gobierno de EE.UU. y varias instituciones oficiales, y algunos de los cuales tienen estrechos vínculos con el estamento militar e incluso la CIA. 
 

domingo, 16 de junio de 2013

Entendiendo la industria azucarera y el mercado mundial actual

Tomado de esglobal


LA NUEVA GEOPOLÍTICA DEL AZÚCAR

Por Nazaret Castro y Laura Villadiego

La industria azucarera, uno de los mercados más protegidos del mundo, está inmersa en un proceso de liberalización que ha revolucionado el sector.
Durante siglos, el azúcar ha sido un sector estratégico para gobiernos y élites de medio mundo. Desde la época de la colonización americana, los dulces cristales han formado parte de las políticas nacionales de muchos países y hoy en día los Estados siguen protegiendo sus intereses en el sector como si de un tesoro se tratase. Es, sin duda, uno de los mercados más distorsionados del mundo y uno de los más suculentos. Pero las reglas están cambiando y Europa ha iniciado un proceso de liberalización que ha alterado toda una cadena de intereses.
Hoy en día se producen más de 160 millones de toneladas de azúcar anuales que mueven cerca de 70.000 millones de dólares (unos 54 millones de euros) en todo el mundo, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Cada persona consume una media de 24 kilos anuales, tres veces más que hace 50 años. El dato no es uniforme; en Cuba, isla azucarera por excelencia, ingieren hasta 60 kilos al año. Australia, Brasil y México están también en el ránking, superando los 50 kilos anuales. En el caso de España se ha pasado de 5 a 30 kilos por persona y año en un siglo, aunque el aumento se ha experimentado sobre todo durante los últimos 40 años. Es, por tanto, un mercado con una demanda creciente y la misma FAO calcula que en la campaña 2021-2022 la producción será de 207 millones de toneladas, un 26% más que diez años antes.
Europa había sido el centro de este mercado desde el descubrimiento de las Indias, territorio en el que el mismo Cristóbal Colón introduciría la caña. Tras perder el control de muchas de sus colonias azucareras, Europa había incentivado la remolacha en sus territorios y blindado sus fronteras para protegerse del azúcar exterior, a menudo más barato. Con la construcción del mercado común europeo, esta política se reforzó y a principios del siglo XXI, Europa, a pesar de tener los costes de producción más altos del mundo, acaparaba el 40% del total de las exportaciones mundiales, debido a las subvenciones indirectas del sector.
El resto de países productores protestaron durante años por unas prácticas que desplomaban los precios internacionales. En 2005 Tailandia, Australia y Brasil denunciaron finalmente a Europa ante la Organización Mundial del Comercio, que condenó a la UE por sus prácticas en el mercado del azúcar y le instó a liberalizar el sector. La Unión Europea comenzó a abrir su mercado en 2006, en un proceso gradual que durará probablemente hasta 2020. Estados Unidos, que también ha protegido su mercado azucarero con políticas de precios mínimos para los agricultores y aranceles a la importación, abrió sus fronteras en 2008 al azúcar mexicano, mientras que un año antes firmaba un acuerdo con Brasil para conseguir biocombustible de los cañaverales del país sudamericano.
En los últimos años, el escenario ha cambiado de manera sustancial. Europa ha pasado de ser exportadora neta a importadora y otros países, principalmente Brasil y Tailandia, han llenado su hueco. “El precio en el mercado mundial lo pone ahora el azúcar brasileño”, asegura Javier Narváez, secretario del consejo rector de Acor, una cooperativa con base en Valladolid (España). Paradójicamente, tanto el país de la samba como Tailandia protegen y subvencionan sus propios mercados participando en esas prácticas que tanto criticaban a Europa. Ninguno de los dos parece dispuesto a dejar caer sus barreras, pero otros Estados ya se lo plantean. India, el segundo productor global y el primer consumidor en términos absolutos, ha anunciado que será el siguiente que se lance a la liberalización del sector.  Al igual que tantos otros países, la producción ha estado controlada durante décadas por el gobierno, pero las autoridades no han sido capaces de hacer el sector rentable en un lugar donde el azúcar se consume principalmente crudo y elaborado de forma casera.
A pesar del juego de países, las más beneficiadas por el proceso de liberalización europeo han sido las multinacionales. La protección de los mercados había hecho que el azúcar se inmovilizara, es decir, que se consumiera en el mismo país de fabricación y que apenas se vendiera internacionalmente. Aún hoy en día sólo el 30% del azúcar mundial sale al mercado internacional, pero la proporción aumenta de forma constante. “Han sido las empresas que han conseguido una integración vertical de sus procesos de producción las que se han impuesto en el sector”, asegura Jorge Chullén, analista de la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación (UITA) especializado en el sector azucarero. Las empresas se han concentrado tanto que el pasado mes de abril la Comisión Europea investigó a varias de ellas por haber encontrado indicios de violación de las leyes de competencia comunitarias.
Se puede pensar que en un mundo cada vez más preocupado por la imagen y la figura, la industria azucarera morirá lentamente. Pero el cambio en los patrones de consumo, con productos cada vez más industriales, y el desarrollo en ciertas partes del planeta seguirán incrementando la demanda. “Se ha dado una disminución del consumo directo de azúcar, pero al mismo tiempo se ha incrementado mucho el azúcar escondido en productos elaborados”, asegura Luis Serra, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. En los países desarrollados, sólo el 25% del consumo de azúcar es directo. El rechazo hacia las grasas también ha supuesto una ventaja para los productos azucarados, cuyo etiquetado a menudo recalca la ausencia de este tipo de lípidos, si la hubiere, para dar una apariencia de saludable.
Además, los dulces cristales ya no son el único trofeo de este mercado. Se dice que la caña es uno de los conversores más eficaces de luz solar en materia orgánica. Crece rápido y la fibra resultante tiene cientos de usos diferentes. Es lo que se ha llamado un flexiproducto. La remolacha tampoco se queda atrás y es posible encontrar una utilidad a cada una de sus partes y residuos. Durante siglos, estos subproductos no habían sido más que una parte secundaria del mercado. Lo principal era conseguir el azúcar. Pero la aparición de los biocarburantes ha revolucionado el sector. “Los biocombustibles han cambiado la manera de estructurar el precio azucarero”, afirma Chullén. Así, la caña de azúcar y la remolacha pueden utilizarse para producir el llamado etanol, un eficaz sustituto de la gasolina (en contraposición a los aceites que sustituyen al diésel). En un mundo sediento de energía, los que tienen la infraestructura para fabricar lagasolina verde tienen ahora un buen precio asegurado, pero aquellos menos poderosos dependen de los intereses de los grandes. 

jueves, 16 de mayo de 2013

Roya disminuye producción de café en Centroamérica


Tomado de The Wall Street Journal 

Un trabajador fumiga con fungicida cafetos en una cooperativa de El Salvador.


La roya azota los cafetales de Centroamérica


Ha provocado una escasez de granos gourmet y causaría US$500 millones en pérdidas

 

Por Leslie Josephs


Colleen Anunu se percató de que algo andaba mal cuando levantó la taza de café hondureño hacia sus labios. Los granos de café de este país normalmente producen sabores con "mucha fruta" y "azúcares fuertes muy desarrollados", dice Anunu, la principal compradora de Gimme! Coffee, una tostadora y cadena de cafeterías de Ithaca, en el estado de Nueva York.
Sin embargo, en las degustaciones que realizó en marzo en la zona montañosa occidental de Honduras, "el café estaba muy inmaduro", recuerda.
El culpable: la roya, un hongo que azota cafetales a lo largo de América Latina. La roya está mermando la producción y se prevé que provoque pérdidas en la cosecha de US$500 millones y elimine 374.000 empleos en Centroamérica este año, indica la Organización Internacional del Café (OIC).
El hongo ha generado una escasez de algunos de los granos más codiciados e impulsado sus precios. Algunas variedades de café guatemalteco ahora cuestan cerca de 70 centavos más por libra que el contrato global de referencia que se transa en el mercado International Exchange Inc., frente a una prima de 60 centavos hace un año, señala Andrew Miller, propietario de Café Imports, un importador de café de Mineápolis.
El mayor costo hace que los consumidores de café gourmet no puedan beneficiarse por completo de la fuerte caída en los precios durante el último año. El declive ha permitido a grandes tostadoras como J.M. Smucker, CoStarbucksCorp. y Kraft Foods Group Inc.  bajar sus precios. Los contratos de futuros de café arábica han descendido 19% a US$1,44 la libra en el último año, en gran parte debido a una cosecha abundante en Brasil. 

La roya ha devastado plantaciones desde México a Panamá, dónde se cultivan algunos de los granos más exóticos y caros del mundo. El hongo crece en las hojas de los cafetos, ahogando la fuente de nutrición de los frutos que encubren los granos. Los cafetos infectados producen menos frutos, y los granos cosechados pierden sabores como el "limón Meyer" que atraen a tostadores gourmet como Anunu.
"Era muy agresivo", cuenta Aida Batlle, una caficultora de quinta generación en la zona occidental de El Salvador. El hongo resistió tres fumigaciones de fungicidas.
En toda Centroamérica, se prevé que la producción disminuya 16% interanual en la temporada de cultivo que va de octubre a septiembre, indica la OIC.
La región produce cerca de 10% de la oferta global de café y algunas de las variedades más dulces. Preocupadas por esta amenaza al suministro, Starbucks, J.M. Smucker, Green Mountain Coffee Roasters Inc.  y otros grandes vendedores se reunieron en abril con entidades gubernamentales y agrónomos en Ciudad de Guatemala para una cumbre de "emergencia".
Las empresas no acordaron un plan inmediato. Por ahora, los gobiernos lideran la batalla contra la roya, gastando millones de dólares para proporcionar fungicidas a los productores cafeteros.
Científicos y caficultores afirman que la roya será una amenaza incluso mayor el próximo año conforme la condición de los cafetos infectados empeore y el hongo se extienda a otras plantaciones. 
Un productor muestra granos dañados en Guatemala.

Organismos como la Corporación Financiera Internacional, del Banco Mundial, estudian medidas como préstamos de bajo costo para ayudar a los productores a comprar herramientas de cultivo y plantas resistentes a la roya.

Es difícil para los productores rescatar una cosecha una vez que la roya es detectada en la mayoría de las hojas, explica Timothy Schilling, director ejecutivo de World Coffee Research, una organización sin fines de lucro financiada por grandes empresas cafeteras.
Si el hongo destruye más de la mitad de las hojas de un cafeto, su propietario probablemente tendrá que cortar el arbusto desde el tronco. Estos cafetos no pueden producir granos durante tres años.
En Colombia, una temporada más lluviosa de lo normal en 2008 provocó un brote de roya que se convirtió en epidemia. La cosecha de Colombia, el segundo mayor productor de café en América Latina después de Brasil, cayó y en 2011 los precios alcanzaron su nivel más alto en 14 años. En los últimos cinco años, los productores han reemplazado cerca de la mitad de sus cultivos con cafetos resistentes a la roya, según la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia.
Las tostadoras de café gourmet dicen que pueden compensar el déficit de producción centroamericano comprando granos de Colombia y Brasil, que juntos producen más de un tercio de los granos de café del mundo.
Para Anunu, la roya significa que tendrá que poner más esfuerzo en su búsqueda del grano perfecto. "Es mucho trabajo", asegura.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Museo de Historia Natural de Nueva York exhibe "Nuestra cocina global: Comida, naturaleza, cultura"


Tomado de The New York Times


La muestra "Nuestra cocina global: Comida, naturaleza, cultura", que se exhibe en el Museo de Historia Natural de Nueva York, muestra la diversidad cultural del mundo de los alimentos, pero también saca algunas conclusiones contundentes sin pruebas suficientes.

Por Edward Rothstein

"Nuestra cocina global: Comida, naturaleza, cultura", que puede verse en el Museo de Historia Natural de Nueva York sin duda refuerza la necesidad de invocar metáforas culinarias. Pero para el momento en que se digiere la fascinante oferta y se llega al postre multicultural liviano ­una película sobre la forma en que las diferentes culturas combinan comida y festivales–, ya tenemos una actitud expansiva para interpretar el mundo y una comprensión más cabal de nuestro lugar en éste. 

Nos enteramos de que todos los años se compran y se venden alimentos por valor de 4 billones de dólares: en 2010 se produjeron casi 2.000 millones de toneladas de maíz, arroz y trigo. La muestra abarca la inmensidad del tema, lo que comprende los desechos de alimentos (un 30% en el mundo) y su ausencia (870 millones de personas, una de cada ocho, padecen hambre).

Vemos erizos de mar salteados como se le habrían servido a Livia Drusila, la esposa del emperador Augusto, en la antigua Roma. En un elaborado diorama de un mercado azteca, se ofrece un cesto de langostas tostadas. Uno de los alimentos más importantes en las regiones tropicales, se nos informa, es la mandioca, cuyas raíces tuberosas saborean de forma periódica 900 millones de personas. 

¿Qué les gusta desayunar a los australianos? Vegemite (una pasta para untar a base de extracto de levadura y verduras). ¿Cuál era la dieta de un hombre al que se halló momificado en los Alpes 5.000 años después de su muerte? Carne (probablemente íbice, a juzgar por el ADN de las fibras animales preservadas), trigo silvestre molido (una antigua variedad de trigo que todo indica se usaba en la preparación del pan) y, tal vez, fruta seca. 

Se ha reunido una variedad maravillosa: a los gatos no les gustan los dulces y las aves no soportan los ajíes; se usa más azúcar brasileña para biocombustibles que para alimentos; y en Japón las sandías se cultivan en recipientes de vidrio que les dan forma de cubo. Hay un vívido modelo del tipo de desayuno que prefería en su adolescencia el campeón olímpico de natación Michael Phelps: un omelette de cinco huevos, una pila de panqueques con almíbar y más. 


Y nadie que se entere de la existencia de las unidades Scoville, o SHU por la sigla en inglés, que "nos dicen 
cuánta azúcar y agua hay que agregar a un pimiento molido hasta que se lo pueda probar", volverá a insistir en que los jalapeños son picantes. Su SHU es de entre 2.500 y 5.000, pero en Trinidad hay una variedad de ají que registra hasta dos millones de unidades en la escala Scoville.

Detalles sorprendentes aparte, un tema mayor recorre la muestra: la forma en que las culturas transforman la naturaleza y cómo esas transformaciones pueden haber fracasado.


 Al principio nos enteramos de que casi ningún alimento que se cultiva de forma natural está del todo libre de la domesticación humana. Las frutas silvestres son mucho más chicas que las que comemos habitualmente porque, por lo general, las más grandes son las que se ha seleccionado para el cultivo. 

Esa práctica de modificación genética selectiva es antigua. En el transcurso de los siglos se ha cultivado de forma selectiva una sola especie de repollo silvestre, Brassica oleracea, para crear repollitos de Bruselas, repollo crespo, brócoli, coliflor y colirrábano. 

Las papas eran venenosas antes de que los pueblos de los Andes las transformaran en cultivos comestibles hace entre 7.000 y 10.000 años. 

En la época actual, métodos similares han derivado en gallinas que ponen más huevos, tomates de piel más resistente para facilitar su transporte y un bacalao del Atlántico cada vez más chico. (Se desecharon los genes de los representantes de mayor tamaño para que sólo se reprodujeran los más chicos. A fines del siglo XIX los bacalaos tenían más de 1,8 metros de largo, mientras que en la década de 1980 ya no medían más de 45 centímetros.) Las tecnologías agrícolas prometen grandes oportunidades: la mitad de todos los peces y moluscos que se comen ahora es producto de la "acuacultura". Pero también se nos informa sobre los peligros de limitar la diversidad, lo que hace más vulnerables los cultivos. (Un solo hongo atacó una única variedad de papa y generó la hambruna devastadora del siglo XIX en Irlanda.) Ahora casi todas las bananas, "la fruta más popular del mundo", proceden de un mismo grupo genético, y también se ven amenazadas por un hongo. "¿Adiós, banana?" se lee en la etiqueta. 

La diversidad no sólo se celebra en los alimentos, sino también en las culturas que los cocinan, sirven y modifican. Se puede ver la constancia con que se ha preparado algunos platos a lo largo de los siglos en países como China, Marruecos y Corea. 

Pero esa diversidad cultural, se nos dice, también enfrenta momentos difíciles en la cocina global: un 26% de los alimentos envasados del mundo sale de las plantas de apenas diez compañías. Un enorme contenedor transparente lleno de lo que parece ser basura sugiere que la cantidad de comida que desecha una típica familia estadounidense de cuatro integrantes es de 750 kilos por año.

Al lado se compara lo que desechan los países de altos y bajos ingresos y se destacan curiosas diferencias. 

Pero en líneas generales, nos enteramos de que los ricos descartan por la despreocupación de la abundancia (como desechar verduras imperfectas o mostrarse rígidos en cuanto a fechas de vencimiento) y los pobres lo hacen por ausencia de condiciones adecuadas (falta de refrigeración o de rutas en buen estado). 


También se presentan algunas conclusiones contundentes sin pruebas suficientes. En un breve video, "El futuro de los alimentos", científicos sugieren que la agricultura contemporánea contribuye al calentamiento global. La curadora, Eleanor J. Sterling, directora del Centro para la Biodiversidad y la Conservación del museo, dice (como lo hace la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y los Alimentos, FAO por la sigla en inglés) que el 18% del gas de invernadero del mundo procede de la cría de ganado para consumo. 

Dos asesores del Banco Mundial van aun más allá y sostienen que la cifra es de 51%, lo que significaría que el Protocolo de Kioto debería haber tenido más en cuenta el vegetarianismo que los combustibles fósiles.

La exposición, sin embargo, que puede verse hasta el 11 de agosto de 2013, es demasiado diversa como para aspirar a un mensaje simple.