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martes, 6 de enero de 2015

Aprobación de oleoducto Keystone XL primer punto de agenda republicana en el congreso

Tomado de La Voz de América


Republicanos listos para confrontar con Obama
Como primer punto de la agenda del Congreso, los republicanos piensan forzar la aprobación del oleoducto Keystone XL y frenar las políticas en inmigración y las relaciones con Cuba.

El nuevo Congreso de Estados Unidos inicia este martes con los republicanos en control tanto de la Cámara de Representantes como del Senado, y los conservadores decididos a revertir algunas de las principales políticas del presidente Barack Obama.
Como primer punto de la agenda del Congreso, los republicanos piensan forzar la aprobación del oleoducto Keystone XL, una iniciativa que ha estado entrampada durante años, pendiente de una decisión del presidente.
El oleoducto ayudaría a transportar petróleo desde los campos de Canadá hacia la costa estadounidense del Golfo de México, algo que los demócratas ven como una amenaza al medioambiente y los republicanos como una oportunidad de crear empleo y aumentar la seguridad energética de EE.UU.
Batallas legislativas similares también podrían frenar los cambios de política del presidente en inmigración y el relanzamiento de las relaciones con Cuba.
El líder entrante de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, dijo a la cadena CNN que solo porque los estadounidenses votaron por tener un Congreso dominado por los republicanos y un presidente demócrata, no significa que vaya a haber entrampamiento.
De igual manera opina el senador electo Thom Tillis.
 “Solo ser capaces de tomar lo que venga de la Cámara y del Senado y enviarlo al escritorio del presidente para su firma es algo que no hemos visto durante varios años. Con solo hacer que el Congreso se enfoque en funcionar, podemos lograr sanear la economía”, dijo Tillis al programa de la cadena ABC, This Week.
Pero mientras el presidente dice que está ansioso por trabajar con los republicanos, hay cosas que la Casa Blanca considera superadas, como es el caso de la reforma sanitaria, también conocida como Obamacare.
 “Finalmente hemos acabado con el debate en este país de si el seguro de salud es o no es un derecho o un privilegio. Creemos que todos en EE.UU. tienen el derecho a recibir un seguro de salud adecuado, y la ley de cuidados de la Salud les da justamente eso”.
Como quiera que terminen estas batallas en este año que comienza, lo republicanos ya van un paso adelante enfocados en la elección presidencial de 2016.

domingo, 4 de enero de 2015

Derecha EEUU: Conservadores Reformistas viven debate interno para empujar a Republicanos hacia el centro

Tomado de El País
La derecha de EE UU redefine su ideología al asumir más poder
El nuevo “reformismo conservador” empuja a los republicanos a abordar la pobreza y las desigualdades


 Por Marc Bassets

Los últimos seis años han transformado al Partido Republicano. Son los años del demócrata Barack Obama en la Casa Blanca, pero también del auge del movimiento conservador y populista Tea Party. Los republicanos asumirán el martes el control del Congreso de Estados Unidos en plena discusión sobre su orientación política.
Un grupo de intelectuales denominados conservadores reformistas —muchos de ellos menores de 40 años y procedentes del mundo académico— son el motor del rearme ideológico de la derecha.
Los nuevos republicanos, abiertos a cuestiones como la pobreza o las desigualdades, tradicionalmente un monopolio de los demócratas, se preparan para gobernar en el Senado y en la Cámara de Representantes, a partir de esta semana, y en Estados Unidos cuando Obama abandone el poder tras las elecciones presidenciales de 2016.
Las elecciones legislativas de noviembre dieron al Partido Republicano la mayoría en el Senado. Desde 2011, era mayoritario en la Cámara de Representantes. El martes, cuando se constituya el 114º Congreso, los republicanos ocuparán el mayor número de escaños en la Cámara de Representantes desde 1928.
Desde que el antecesor de Obama, George W. Bush, ganó su segunda elección presidencial en 2004, el Partido Republicano no había sido tan poderoso. Pero el Partido Republicano de 2014 es distinto del de Bush.
“Ha sufrido varias sacudidas. No es el mismo partido que al final de los años de Bush”, dice Yuval Levin, director de la revista National Affairs y cabeza pensante de los conservadores reformistas. “En la política exterior es mucho más cauto ante las ambiciones agresivas y la implicación en los asuntos internos de otros países. En la política interior es un partido mucho más conservador, mucho más comprometido con un papel reducido del Estado y con un gasto público inferior, y más preocupado por el déficit”.
EE UU es un país donde la política es indisociable de las ideas: a fin de cuentas, se fundó sobre la base de la filosofía de la Ilustración. Algunas de las iniciativas que más huella han dejado se gestaron en círculos de intelectuales y economistas.
Difícilmente habría existido la revolución económica de Ronald Reagan sin las propuestas y teorías del American Enterprise Institute (AEI), la Heritage Foundation o el Nobel de Economía Milton Friedman. Y la invasión de Irak en 2003 no se explicaría sin los neoconservadores, el movimiento que tiene su origen en una elite de intelectuales izquierdistas que en los años sesenta y setenta se distanciaron del Partido Demócrata.
Los años de Obama han sido para los conservadores una travesía del desierto que les ha forzado a reformular sus bases ideológicas. El Tea Party actuó como un combustible para una derecha deprimida, pero falló a la hora de presentar alternativas. Convirtió a los republicanos en el partido del no: eficaz a la hora de torpedear cualquier proyecto del presidente Obama, pero inútil a la hora de gobernar.
Ahora llega el reformismo conservador, que no reniega del Tea Party, pero lo corrige. Yuval Levin, nacido hace 37 años en Israel y emigrado a EE UU cuando era niño, se declara un “fan” del Tea Party, pero señala que tanto este movimiento como el Partido Republicano, “se han centrado demasiado en lo que había que frenar y no en lo que había que hacer”.
Al inicio de una conversación reciente en su despacho de National Affairs, Levin dejó claro que él no cree que la política de Estados Unidos se resuma en la oposición entre capitalismo y socialismo. Puede parecer una obviedad, pero no lo es: uno de los mensajes recurrentes del Tea Party ha sido que Obama era un socialista o incluso un comunista. “Los americanos, de izquierdas y derechas, son todos capitalistas”, dice Levin.
Levin —autor de El gran debate, un ensayo que traza el origen de la división entre izquierda y derecha en los pensadores y políticos británicos del siglo XVIII Edmund Burke y Thomas Paine— se distancia de Ronald Reagan, el santo patrón de la derecha norteamericana. Su generación se ha liberado de la nostalgia del presidente que decía que “las palabras más terroríficas de la lengua inglesa son: ‘Trabajo para el Estado y he venido a ayudarle”.
“Parte de lo que hacemos”, explica Levin, “es lograr que los conservadores hablen de temas que solíamos dejar para la izquierda”.
El legado de Reagan, lamenta el intelectual conservador, sigue definiendo las propuestas republicanas en política fiscal, que prohíben cualquier subida de impuestos y protegen a los emprendedores y a los más ricos como origen de la riqueza que después se expande al resto de la sociedad. “Hablamos demasiado de propietarios de empresas y de impuestos a las empresas y de tipos impositivos que afectan a los más ricos, y no hablamos lo suficiente de los impuestos que afectan a las familias de clase media”, dice Levin.
Para algunas figuras emergentes del Partido Republicano, intelectuales como Levin o Arthur Brooks, el presidente de AEI, son interlocutores frecuentes. National Affairs es lectura obligada en el Capitolio. “Sin duda, es importante e influyente”, dijo el senador Mike Lee a The New York Times, en alusión a Levin. Los planes dePaul Ryan, congresista y candidato a la vicepresidencia en 2012, para combatir la pobreza responden a este nuevo espíritu.
No todo lo que dicen y escriben Levin y sus compinches intelectuales se traduce en propuestas del Partido Republicano, pero ellos son hoy una inspiración: el disco duro ideológico.
“Parte de lo que hacemos”, explica Levin, “es lograr que los conservadores hablen de temas que solíamos dejar para la izquierda”. Menciona la educación, la sanidad o la pobreza.
Levin, como Brooks, se esfuerza por recuperar una retórica que parecía propiedad de la izquierda. Insisten en la dimensión moral, espiritual de la política. Brooks ha recibido al Dalai Lama en el AEI, templo del conservadurismo norteamericano. Levin lamenta el carácter economicista y utilitario de los debates en Washington.
“No hablamos lo suficiente en la vida pública de las virtudes que permiten una vida floreciente”, dice. Instituciones como la familia y la religión son fundamentales en esta visión arraigada en los valores de la derecha.
La política es una lucha de poder, y la batalla de los próximos dos años será doble: entre el Partido Republicano, mayoritario en el Congreso, y Obama; y entre candidatos y facciones republicanos por la nominación a las presidenciales de 2016.
¿Cómo gobernar a partir del martes en el Congreso? ¿Y en la Casa Blanca? Ahí entran en juego las ideas: de Lincoln a Reagan, de Roosevelt a Johnson, han transformado Estados Unidos. Los perfiles de la próxima batalla ideológica empiezan a dibujarse.
Tres batallas para la oposición a Obama
§  Estado de bienestar. Pese a la retórica contraria al intervencionismo del Estado y a las promesas de acabar con la reforma sanitaria de Obama, se busca la preservación de alguna red de protección social.
§  Inmigración. El debate sobre la necesidad de regularizar a millones de inmigrantes en un país más diverso y más hispano puede forzar al Partido Republicano a apoyar la reforma.
§  Matrimonio gay. Los republicanos se han visto desbordados por la legalización del matrimonio homosexual en decenas de Estados. Algunos sostienen que hay que abrir una institución tradicional como el matrimonio a muchos más ciudadanos.

Entre el cambio y el mantenimiento del ‘statu quo’
M. B., WASHINGTON

Yuval Levin, el ideólogo de la nueva derecha norteamericana, es el heredero de una rica tradición. National Affairs —la sesuda publicación trimestral que él mismo dirige— es la sucesora de The Public Interest, la revista de referencia de los neoconservadores. A partir de los años sesenta, esta plataforma sirvió a intelectuales como Irving Kristol, el pope del neoconservadurismo, o el sociólogo Daniel Bell para influir en el debate público. A Levin le han llamado el “pequeño Kristol”.

Levin, con experiencia en la Casa Blanca de George W. Bush, sabe enmarcar las querellas políticas en una perspectiva filosófica que trasciende las pequeñas peleas en Washington. En el ensayo El gran debate, fruto de su estancia en el Comité sobre el Pensamiento Social de la Universidad de Chicago, sostiene que los actuales debates entre derecha e izquierda, entre conservadores y progresistas, entre republicanos y demócratas, se fraguaron entre 1770 y 1800.

Todo empezó en la pelea entre los políticos y pensadores británicos Edmund Burke y Thomas Paine, un reflejo de la tensión entre cambio y preservación del statu quo. Burke, autor de la crítica más demoledora de la Revolución Francesa, era alérgico a los cambios bruscos y a la idea de que la humanidad podía empezar de cero. Abogaba por la cautela y el progreso paulatino. Al contrario que Paine, que se entusiasmó con la Revolución.

“Burke refleja una visión de la sociedad fundamentada en la tradición, que respeta las instituciones establecidas porque estas poseen una mayor sabiduría de la que pueda alcanzar nuestra destreza técnica”, dice. La de Burke es la tradición de la derecha, aunque políticos como el presidente Barack Obama —un político cauto y partidario de los pequeños pasos— se han declarado burkeanos.


Y, aunque Levin identifica a Paine con la izquierda, la derecha de EE UU es paineana en su afán transformador: la invasión de Irak o los deseos en algunos sectores de abolir el Estado del bienestar retoman la retórica revolucionaria del siglo XVIII. “En América”, dice Levin, “los conservadores conservan una tradición que empezó en la revolución”.

domingo, 28 de diciembre de 2014

Tema Cuba exhibe grietas entre Republicanos

Tomado de El Tiempo
Republicanos. Senador por Florida Marco Rubio enfrentado públicamente con el Senador por Kentucky y posible aspirante a la presidencia 2016 Rand Paul. 

El tema de Cuba causaría fracturas entre republicanos

El senador Rubio criticó el reinicio de relaciones diplomáticas. Otros sectores del partido apoyan.

Por SERGIO GÓMEZ MASERI

Hallar un frente común para bloquear al presidente Barack Obama ha sido una de las principales preocupaciones del partido republicano a lo largo de sus seis años en la Casa Blanca. De hecho, a la hora de darle garrote, sus miembros hasta se pelean por encabezar la embestida.
Pero curiosamente, y para sorpresa de muchos, este no ha sido el caso con Cuba, un tema que durante años fue caballo de batalla para los conservadores en el país, pero que podría causar fracturas en el partido del elefante que, por lo visto, aún no tiene un consenso en torno al tema.

Más aún, desde que el presidente Obama anunció su intención de normalizar relaciones con La Habana y suavizar el embargo, un nutrido e importante grupo de republicanos le ha dado su bendición, y con aplausos, desde senadores y representantes a la Cámara hasta exfuncionarios y otras voces conservadoras en medios de comunicación y la clase empresarial.
Otro sector, en cambio, lo ha criticado duramente, como el senador Marco Rubio, que aspira a ser candidato a las presidenciales. Cubanoamericano, Rubio ha criticado con dureza la decisión de Obama y ha prometido usar su poder para bloquear su iniciativa desde el Congreso.

Tan solo en la Cámara Alta al menos cinco senadores republicanos salieron a respaldar la iniciativa y un grupo cercano a 20 hizo lo propio en la Cámara.
En su mayoría, todos expresaron apoyo, pero advirtieron antes que Obama no era santo de su devoción ni compartían sus políticas en otras áreas.
Para usar un ejemplo, esta frase del Senador republicano Jeff Flake: “Por lo general no estoy de acuerdo con Obama, pero en esta ocasión estuvo en lo correcto. En estos 50 años la política de aislamiento no ha producido las esperadas reformas democráticas. Lo que si ha logrado es darle una excusa a los Castro para justificar el fracaso del socialismo”.
El caso de Cuba, incluso, ha dado para peleas entre miembros del mismo partido. Rand Paul, senador de Kentucky y posible aspirante a la nominación del partido republicano en el 2016 atacó al senador Rubio.
“El senador Rubio está actuando como un aislacionista que quiere retroceder a las fronteras y quizá construir una fosa alrededor para protegernos”, le dijo Paul a través de un trino en Twitter.

El mismo líder de los republicanos en la Cámara Alta, Mitch McConnell, ha sido ridiculizado por su respuesta ante el tema de Cuba. Cuando se le preguntó su opinión dijo que de eso “no sabía mucho” y que por lo tanto lo mejor era creerle a Rubio.
La traducción política de sus palabras es que no hay consenso al interior del partido y mejor no casarse con una posición de momento.
Eso quizá tenga que ver con el hecho de que la mayoría de los estadounidenses parecen querer el fin del embargo (según las encuesta) y que la clase empresarial está ávida por aumentar sus negocios con la isla.
Tanto la Cámara de Comercio como la Federación de Agricultores del país, por lo general alineados con los republicanos, salieron a respaldar la iniciativa. Y se sabe que les preocupa cómo otros, entre ellos la Unión Europea, negocia acuerdos comerciales con la isla mientras ellos están maniatados.

Pero el apoyo no se detiene allí. Varias figuras del partido, que en el pasado fueron defensores del embargo y cero tolerancia frente a los Castro, hoy ven las cosas de manera diferente.
Entre ellos Colin Powell, secretario de Estado de EE.UU. durante el gobierno de George W. Bush.
“He visto y sido parte de la política hacia Cuba en estas cinco décadas y como secretario de Estado la respaldé y hasta trabajé por fortalecer las sanciones. Pero creo que ha llegado la hora de voltear esa página. No le veo nada de malo a entablar relaciones diplomáticas con Cuba. Las tenemos con otros países que no son modelo de democracia”, dijo.
Proyecto conjunto

En el Congreso estadounidense el tema cubano ha generado toda clase de reacciones, algunas de ellas inesperadas.
Incluso, senadores y representantes republicanos se han aliado con demócratas para presentar un proyecto legislativo en enero del año entrante que busca levantar totalmente las restricciones que hoy existen para viajar a Cuba.
En enero, los republicanos asumen las mayorías tanto de senado como de cámara.
Si bien todo el mundo coincide en que el Congreso no está cerca de aprobar una ley para acabar con la totalidad del embargo, las grietas que ya han surgido en el partido republicano demuestran que no se está frente a una misión imposible.
El tema comercial es un tema que preocupa a los republicanos, por lo que la apertura hacia la isla puede tener seguidores. 

jueves, 4 de diciembre de 2014

Republicanos contraatacan Acción Ejecutiva que favorece a millones de inmigrantes

Tomado de La Voz de América
El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, somete este jueves a votación un proyecto de ley que rechaza la orden ejecutiva de Obama sobre inmigración.
Cámara somete a voto orden ejecutiva migratoria
La medida es de carácter meramente simbólica y tiene pocas posibilidades. No es el caso con una demanda presentada por 17 estados que piensan que la medida los afecta.

La Cámara de Representantes dominada por los republicanos someterá a votación este jueves un proyecto de ley que rechaza la orden ejecutiva del presidente Barack Obama sobre inmigración, declarándola “nula, sin valor y sin efecto legal”.

La medida es de carácter meramente simbólica puesto que tendría que superar otra votación en el Senado, dominado todavía por los demócratas, y el más que probable veto presidencial que impediría que una medida así entrara en efecto.

Sin embargo, la votación del jueves es una preparación para el duelo real sobre la aprobación de un presupuesto cuyos fondos expiran el 11 de diciembre. Algunos republicanos han demandado que el presupuesto incluya lenguaje que impida diferir la deportación de más de 4 millones de inmigrantes indocumentados que se verán favorecidos por la orden de Obama.

Estados demandan a Obama

Más seria puede ser la demanda entablada por una coalición de 17 estados, la mayoría conservadores del sur y el centro norte del país, que lidera Texas, la cual alega que la orden ejecutiva “atropella” la Constitución de Estados Unidos.

Los estados argumentan además que la orden ejecutiva del mandatario “exacerbará la crisis humanitaria a lo largo de la frontera sur, lo cual afectará el incremento en la inversión estatal en fuerzas policiales, cuidado de la salud y educación”.

Obama reconoció el miércoles la reacción opositora a su acción, pero dijo que es posible alcanzar una solución legislativa al problema inmigratorio, aunque probablemente no a corto plazo.

“La temperatura tiene que bajar un poco tras la acción ejecutiva”, dijo en declaraciones a la organización de negocios Business Roundtable.


miércoles, 5 de noviembre de 2014

Apatía de votantes y descontento con Obama dan victoria electoral a Republicanos

Tomado de El País

Mitch McConnell será  a partir de Enero el líder de la mayoría (Presidente) del Senado o Cámara Alta

Los republicanos logran la mayor victoria de la era Obama
Impulsados por el descontento con el presidente de Estados Unidos y por la apatía de los votantes demócratas, los republicanos conquistan el Senado

Por Marc Bassets

El Partido Republicano obtuvo este martes su mayor victoria electoral desde que el demócrata Barack Obama llegó a la Casa Blanca en 2009. Impulsados por el descontento con el presidente de Estados Unidos y por la apatía de los votantes demócratas, los republicanos conquistaron el Senado, hasta ahora con una mayoría del Partido Demócrata, y ampliaron su mayoría en la Cámara de Representantes.

Las elecciones de medio mandato, las últimas antes de que Obama abandone el poder en 2017, conceden a la oposición el control absoluto del Congreso y aíslan a un presidente debilitado y en retirada. En las elecciones al cargo de gobernador, el Grand Old Party —el partido de Lincoln y Reagan, de Nixon y los  Bush— se impuso en bastiones progresistas como Maryland, Massachusetts e Illinois.

La victoria culmina seis años en los que, elección tras elección, los republicanos han ocupado nuevas parcelas de poder en Washington. En 2009 el Senado y la Cámara de Representantes eran demócratas. En 2010, los republicanos ganaron la mayoría la Cámara de Representantes. El último paso sería la conquista de la Casa Blanca dentro de dos años.

La victoria culmina seis años en los que los republicanos han ocupado nuevas parcelas de poder en Washington

Pero las legislativas raramente anticipan los resultados de las presidenciales. La batalla para suceder a Obama ha empezado e incluye a pesos pesados del Senado —los republicanos Rand Paul, de Kentucky, o Marco Rubio, de Florida son figuras emergentes— y a la favorita, la demócrata Hillary Clinton.

El resultado de las elecciones, tras una campaña en la que se han gastado cerca de 4.000 millones de dólares, no es una sorpresa por la identidad del partido vencedor pero sí por las dimensiones del triunfo. La mayoría de sondeos pronosticaba que el Partido Republicano sumaría los seis escaños que necesitaba para hacerse con la mayoría.

Cerca de las once y media de la noche, los republicanos proclamaron la victoria tras confirmarse que habían arrebatado a los demócratas los seis estados necesarios para la mayoría de 51 escaños: Colorado, Arkansas, Montana, Virginia Occidental, Dakota del Sur y Carolina del Sur (el Estado que le dio la victoria final). Minutos más tarde, los republicanos declararon la victoria en Iowa.

Obama invita a la Casa Blanca a los líderes de ambos partidos en el Congreso, según anunció la Casa Blanca, antes de conocerse el resultado final

El senador por Kentucky Mitch McConnell, actual líder de la minoría, debe convertirse en el nuevo líder de la mayoría del Senado. Junto al presidente de la Cámara de Representantes, el también republicano John Boehner, será el principal interlocutor de Obama a la hora de gobernar la primera potencia mundial.

Obama ha invitado el viernes a la Casa Blanca a los líderes de ambos partidos en el Congreso, según anunciaron, incluso antes de conocerse el resultado final, fuentes de la Administración de Obama. En un discurso tras proclamarse vencedor en la elección por el escaño de Kentucky, McConnell tendió la mano a Obama y dijo que ambos deberán buscar puntos de coincidencia para trabajar juntos.

"Sólo porque tengamos un sistema con dos partidos no significa que debamos vivir en un conflicto perpetuo", dijo.

En lo esencial, el dominio republicano en ambas cámaras de Congreso no altera los equilibrios de poderes. Desde que el Partido Republicano asumió el control de la Cámara de Representantes hace casi cuatro años, la oposición ya disponía de un derecho de veto sobre las iniciativas de la Casa Blanca. Con el Senado y la Casa Blanca en manos demócratas y un ambiente de polarización ideológica, la política federal quedó bloqueada. En los últimos años el Congreso, uno de los más improductivos de la historia, no ha adoptado ninguna ley de calado.

La parálisis puede acentuarse tras la victoria republicana. Este partido es hoy más poderoso y dispone de más resortes para impedir nombramientos de altos cargos, iniciar investigaciones por casos de mala gestión o corrupción y desmontar leyes como la reforma sanitaria. El presidente preserva el poder de vetar las leyes del Congreso.

Otra hipótesis, a partir de ahora, es que el Partido Republicano —derechizado en los últimos años bajo el influjo del movimiento populista Tea Party— abandone la política del no y se convierta en un partido de gobierno. Ya no podrá escudarse en que el Senado es demócrata. Todo el poder legislativo es suyo.

Las elecciones renovaron los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 36 escaños del Senado. La victoria republicana refleja el rechazo de los votantes conservadores a Obama y el desencanto de sus bases tradicionales.

Las legislativas fueron en parte un referéndum sobre Obama y sus políticas. No es inusual que sirvan de castigo: desde Franklin D. Roosevelt todos los presidentes, con contadas excepciones, han perdido escaños en las elecciones de medio mandato. Los logros económicos de Obama —la tasa de desempleo, de un 9,5% en 2010, es ahora de un 5,9%— significan poco para unas clases medias que en la última década han perdido poder adquisitivo y que no se sienten beneficiadas por un ritmo de crecimiento que la mayoría de países europeos envidiaría.

Las legislativas fueron en parte un referéndum sobre Obama y sus políticas: desde Franklin D. Roosevelt todos los presidentes, con contadas excepciones, han perdido escaños en las elecciones de medio mandato

Además de la impopularidad de Obama, la baja participación, habitual en las legislativas, perjudicó a los demócratas. La amplia coalición de votantes que el presidente sacó a votar en 2008 y 2012 —jóvenes y minorías, entre ellas la más pujante: la hispana— se ha quedado en casa.

Que estuviesen en juego más escaños demócratas que republicanos ha influido: entre los derrotados se encuentran senadores que ganaron en 2008 aprovechando la ola de la obamamanía en estados conservadores.

Pero las elecciones arrojan signos preocupantes para Obama y su partido: el Partido Republicano vence en Colorado y roza la victoria en Virginia, estados tradicionalmente conservadores que Obama convirtió en demócratas en las presidenciales de 2008 y 2012. Es arriesgado extrapolar los resultados de estas elecciones a unas presidenciales, pero la coalición y el mapa de Obama parece desde hoy más frágiles que nunca.