sábado, 20 de junio de 2020

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: NUESTRA ECONOMIA EN EPOCA DE CORONAVIRUS


Como si no fuera suficiente con la pandemia del Covid 19 y su respectivo confinamiento, el efecto secundario más preocupante es la crisis económica que va dejando en el camino, y cuya recuperación llevará años.

A mucha gente le han rebajado su salario o está agotando sus ahorros, y eso es el mejor de los escenarios.

Otros, los más complicados, han perdido su trabajo o su empresa está al borde de la quiebra. Además del virus, contra todo eso tiene que lidiar nuestra mente. Sobrevivir a la pandemia es solo el primer paso. Luego viene recuperarse económicamente, y para eso se necesita la mejor disposición mental. De lo contrario, solo soñará con las deudas y otros compromisos imposibles de honrar.

No percibir ingresos -o solo un pequeño porcentaje-, al igual que tener un negocio cerrado genera un alto grado de estrés.

Eso es terrible. Los médicos lo sabemos porque trabajamos gran parte de nuestro tiempo de gratis o ganando salarios mínimos. También le sucede a artistas y a otros más.

Actualmente está siendo más doloroso y desquiciante no poder trabajar y ganar dinero para subsistir.

El debate sobre priorizar la Salud o la Economía es el mismo en todas partes del mundo, con argumentos válidos de ambos bandos. Muchos consideran la apertura de la economía un riesgo, pero de todas formas podemos morir si nos infectamos... Al menos así moriríamos en la lucha.

Si bien los problemas económicos siempre son un dolor de cabeza y atentan contra la armonía familiar, los generados por la pandemia tienen un efecto doble o triple.

Por un lado, el confinamiento dispara las tensiones. Por otro, la incertidumbre de una enfermedad inédita y de comportamiento inexplorado imposibilitan ver una salida clara en el corto plazo, sobretodo cuando a una cuarentena le sigue otra y otra...

Ya están habiendo suicidios, robos y actos de violencia que en otros casos no se hubiesen dado.

Quizás esto nos dé una perspectiva de lo que vive la gente de escasos recursos, incluso en tiempos donde no existía la pandemia. Eso sí, esta gente puede ser enseñada a optimizar mejor sus recursos y tener menos hijos o dependientes.

Siempre es fundamental la planificación. En ese sentido, ajustar el presupuesto a la realidad es el primer paso.

Es necesario priorizar gastos, en caso de que sea posible.

Otros, los de menos recursos, estarán obligados a salir a la calle y asumir riesgos. Estamos hablando de gente que no tiene para comer y sale a vender “lo que se pueda” para sobrevivir, aún sabiendo que puede contraer el virus o ser detenido por las autoridades si su argumento no convence a la policía.

La ayuda psicológica siempre es buena, aunque es poco lo que se puede hacer en casos extremos: no puede haber vida sana si la parte vital, la alimentación, no está llena.

Y este es uno de los problemas con que se topa la Salud Mental.

No solo se trata de atenerse a un presupuesto, no topar las tarjetas de créditos, pagar a tiempo y no extralimitarse, también es importante la Salud Mental para culturizarnos y volvernos ciudadanos responsables, padres responsables, hijos responsables… Cada capricho en los gastos influye en todo el entorno familiar y puede ser el detonante de una crisis. Para algunos, sobre todo aquellos con cierto grado de cultura y mucha visión, la crisis puede ser una excelente oportunidad de reinventarse y pensar en nuevos emprendimientos.  

Definitivamente, el dinero es la base de todo. Y la merma en los ingresos que está originando la pandemia en muchas familias puede tener efectos muy nocivos en el hogar.

Desgraciadamente la sociedad cada día es más consumista de cosas innecesarias y nunca estamos bien económicamente. No porque falte, sino porque nos creamos una serie de expectativas enormes en qué gastarnos el dinero antes de ni siquiera tenerlo, todo eso para mantener alta nuestra autoestima. Primero Dios que esta pandemia nos deje teniendo un sentido más profundo de lo que es importante y de lo que vale la pena disfrutar. En definitiva, eso que llaman prioridades.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

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