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lunes, 3 de enero de 2022

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: AÑO NUEVO Y EL COVID

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Al principio nos pareció algo lejano, algo que sucedía en una provincia china sin demasiada relevancia. No le dimos importancia. Pero de repente, como si se tratase de una onda expansiva, los contagios del Covid-19 se propagaron e invadieron cada rincón del planeta hasta transformarse en una pandemia de alcance global.

Hoy, casi dos años después, ya se habla de su evolución de pandemia a endemia. Es decir, una enfermedad que no será erradicada y que se volverá tan familiar como la gripe.

En otras palabras, debemos acostumbrarnos al Covid-19 para siempre. Así lo afirman las predicciones médicas científicas. Aún se desconocen las posibles nuevas mutaciones, pero así como nos sorprendieron las variantes Delta y Ómicron le seguirán otras, lo que significa que habrá más vacunas para las nuevas mutaciones. Tercera dosis, cuarta, probablemente quinta… Así hasta que todas las personas estén vacunadas -algo difícil por los movimientos anti vacunas- o hayan padecido la enfermedad, aunque ya se experimentaron casos de contagios por segunda vez. No obstante, las vacunas han probado ser altamente efectivas y reducen la letalidad a porcentajes muy bajos. 

Convivir con el Covid-19 implica adoptar algunos hábitos que pensamos que serían transitorios y que serán para siempre. Primero y principal, el uso de mascarillas. Eso que antes se lo veíamos a apenas algunos turistas japoneses para protegerse del smog hoy es de práctica universal y también llegó para quedarse. Lo mismo que la higiene profunda de manos o el uso de desinfectantes, además de mantener distancia social. Todo ello no necesariamente en casa, pero sí al salir y estar en otros ambientes. 

Deberemos acostumbrarnos a portar la cartilla de vacunación como si se tratase de nuestro pasaporte y estar preparados para someternos a tests invasivos que prueben que somos “negativos”. Por supuesto que la gente tiende a relajarse, sobre todo cuando las cifras de contagio están a la baja, con lo cual se necesitan campañas de concientización para mantenernos en alerta. 

Nadie estaba preparado para un panorama como este, con consecuencias tan letales y con cambios de hábitos tan repentinos al punto que para buscar algo parecido haya que remontarse hace un siglo atrás. Si bien muchos se han adaptado y conviven con la pandemia, también es cierto que el daño psicológico -por no mencionar el económico- ha sido grande después de meses de confinamiento obligatorio. 

Mucha gente lo ha tomado por mal, especialmente los oposicionistas. Son aquellos que están en contra de las vacunas y tratan de sumar adeptos. Precisamente los que no quisieron vacunarse son los que más están muriendo, ya que sin inmunización son víctimas fáciles de las nuevas variantes. Y todavía podría ser peor para ellos. 

Así como alguna vez el 11 de septiembre -con el atentado a las Torres Gemelas- nos cambió la forma de viajar y ahora ya nos acostumbramos que antes de abordar un avión hay que someterse a un exhaustivo control de seguridad, lo mismo sucederá con el Covid. Tendremos que convivir con él, habrá que vacunarse más veces y cada año, y se volverá una rutina que ya no cuestionaremos. A los niños se les vacunará según vayan creciendo y formará parte de un programa de vacunación como se hace para enfermedades como la poliomielitis, tuberculosis. Para los adultos, será igual como en muchos países cuando cada invierno todos reciben la vacuna contra la influenza.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

sábado, 27 de marzo de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: COVID EMOCIONES

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Un antes y un después! Definitivamente aquellos que han padecido el Covid-19 lo consideran un punto de inflexión importante en sus vidas.

Un motivo que puede provocar cambios sustanciales. La primera impresión cuando nos sabemos infectados es el clásico dramatismo del tipo "me voy a morir". Aparecen los primeros síntomas y con ellos también el pánico, asoman la angustia y la frustración y nos preguntamos: “¿por qué me toca a mí?”. A pesar de que el 99% de los enfermos superan dicha enfermedad, la duda se instala en cada uno de nosotros.

Si, por lo contrario, somos afortunados y lo tenemos con pocos o ningún síntoma, entraremos en una inevitable duda diaria. ¿Qué síntomas aparecerán? ¿Sigo en período de incubación? ¿Todavía falta lo peor? ¿A quién habré contagiado? ¿Qué secuelas tendré? Surgirán esas preguntas y también otras, incluso para muchos hasta el temor a la hora de vacunarse. 

El Covid-19 no solo afecta a nuestras vías respiratorias sino que, en forma mucho más sutil, impacta en nuestras emociones hasta transformarnos. Con su complejo comportamiento, este virus tiene la capacidad de convertir a la persona más segura de sí misma en un hipocondríaco de manual, de esos que siempre se sienten enfermos. 

Por lo contrario, si lo vencemos podemos ganar confianza en nosotros mismos y enfrentar la realidad de forma diferente. “Lo que no te mata, te hace más fuerte”, podría ser el lema. 

En fin, podemos volvernos timoratos o salir fortalecidos y decididos a comernos el mundo, dispuestos a afrontar todos los retos que la vida nos plantea desde una óptica distinta. 

Definitivamente hay una sensación mientras padecemos la enfermedad y otra, bastante diferente, después de superarla.

Pasamos de la angustia de morirnos a la satisfacción de ser sobrevivientes, sobre todo en una enfermedad en la cual sabemos puede afectar todos nuestros sistemas. 

En otros casos se pasa de la negación de la enfermedad, de las teorías conspirativas a ir en contra del uso de mascarillas hasta el convencimiento de que es real y hay que prevenirla siguiendo las disposiciones elementales como el distanciamiento social, uso de mascarillas, lavado de manos, etc.

Aun así, existe un buen porcentaje de gente que aún luego de padecer el Covid-19 sigue negando o minimizando la pandemia. Y más grave aún cuando estas personas son líderes de naciones como en Estados Unidos, México y Brasil. Si por algo se caracterizaron Trump, López Obrador y Bolsonaro fue por ser testarudos y no defender a sus pueblos como correspondía con medidas tan básicas como obligar el uso de las mascarillas. 

Pero a diferencia de esos líderes, gran parte de la población se ha vuelto más empática y solidaria con acciones concretas como ayudar en la distribución de mascarillas, alimentos, cuidado de niños y de hogares de los sanitarios que están trabajando en contra de la pandemia.

Además, por suerte, definitivamente se ha acabado aquella “caza de brujas” que perseguía y discriminaba a los que padecían la enfermedad o a los que luchaban contra de ella como médicos y enfermeros. 

Al final, tras un año de pandemia, somos destinos. Nuestros sentimientos han cambiado. El coronavirus nos hace entender lo débil de la humanidad y cómo nos igualan las enfermedades. 

Esta nueva realidad nos ha enseñado a que hay que apreciar la vida porque no sabemos cuándo se nos irá, y que lo que más felices nos hace no es el consumismo sino las cosas sencillas: la familia, nuestras mascotas, los amigos, y la grata sensación de ayudar a los más necesitados sin esperar nada a cambio.

  

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos 

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

sábado, 20 de junio de 2020

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: NUESTRA ECONOMIA EN EPOCA DE CORONAVIRUS


Como si no fuera suficiente con la pandemia del Covid 19 y su respectivo confinamiento, el efecto secundario más preocupante es la crisis económica que va dejando en el camino, y cuya recuperación llevará años.

A mucha gente le han rebajado su salario o está agotando sus ahorros, y eso es el mejor de los escenarios.

Otros, los más complicados, han perdido su trabajo o su empresa está al borde de la quiebra. Además del virus, contra todo eso tiene que lidiar nuestra mente. Sobrevivir a la pandemia es solo el primer paso. Luego viene recuperarse económicamente, y para eso se necesita la mejor disposición mental. De lo contrario, solo soñará con las deudas y otros compromisos imposibles de honrar.

No percibir ingresos -o solo un pequeño porcentaje-, al igual que tener un negocio cerrado genera un alto grado de estrés.

Eso es terrible. Los médicos lo sabemos porque trabajamos gran parte de nuestro tiempo de gratis o ganando salarios mínimos. También le sucede a artistas y a otros más.

Actualmente está siendo más doloroso y desquiciante no poder trabajar y ganar dinero para subsistir.

El debate sobre priorizar la Salud o la Economía es el mismo en todas partes del mundo, con argumentos válidos de ambos bandos. Muchos consideran la apertura de la economía un riesgo, pero de todas formas podemos morir si nos infectamos... Al menos así moriríamos en la lucha.

Si bien los problemas económicos siempre son un dolor de cabeza y atentan contra la armonía familiar, los generados por la pandemia tienen un efecto doble o triple.

Por un lado, el confinamiento dispara las tensiones. Por otro, la incertidumbre de una enfermedad inédita y de comportamiento inexplorado imposibilitan ver una salida clara en el corto plazo, sobretodo cuando a una cuarentena le sigue otra y otra...

Ya están habiendo suicidios, robos y actos de violencia que en otros casos no se hubiesen dado.

Quizás esto nos dé una perspectiva de lo que vive la gente de escasos recursos, incluso en tiempos donde no existía la pandemia. Eso sí, esta gente puede ser enseñada a optimizar mejor sus recursos y tener menos hijos o dependientes.

Siempre es fundamental la planificación. En ese sentido, ajustar el presupuesto a la realidad es el primer paso.

Es necesario priorizar gastos, en caso de que sea posible.

Otros, los de menos recursos, estarán obligados a salir a la calle y asumir riesgos. Estamos hablando de gente que no tiene para comer y sale a vender “lo que se pueda” para sobrevivir, aún sabiendo que puede contraer el virus o ser detenido por las autoridades si su argumento no convence a la policía.

La ayuda psicológica siempre es buena, aunque es poco lo que se puede hacer en casos extremos: no puede haber vida sana si la parte vital, la alimentación, no está llena.

Y este es uno de los problemas con que se topa la Salud Mental.

No solo se trata de atenerse a un presupuesto, no topar las tarjetas de créditos, pagar a tiempo y no extralimitarse, también es importante la Salud Mental para culturizarnos y volvernos ciudadanos responsables, padres responsables, hijos responsables… Cada capricho en los gastos influye en todo el entorno familiar y puede ser el detonante de una crisis. Para algunos, sobre todo aquellos con cierto grado de cultura y mucha visión, la crisis puede ser una excelente oportunidad de reinventarse y pensar en nuevos emprendimientos.  

Definitivamente, el dinero es la base de todo. Y la merma en los ingresos que está originando la pandemia en muchas familias puede tener efectos muy nocivos en el hogar.

Desgraciadamente la sociedad cada día es más consumista de cosas innecesarias y nunca estamos bien económicamente. No porque falte, sino porque nos creamos una serie de expectativas enormes en qué gastarnos el dinero antes de ni siquiera tenerlo, todo eso para mantener alta nuestra autoestima. Primero Dios que esta pandemia nos deje teniendo un sentido más profundo de lo que es importante y de lo que vale la pena disfrutar. En definitiva, eso que llaman prioridades.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

sábado, 6 de junio de 2020

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: FIEBRE DE LA CABAÑA, ADICCIONES QUE DEJARA EL CONFINAMIENTO


“Que el remedio no sea peor que la enfermedad”.

Esa frase, tan repetida en estos días, la utilizan aquellos que sostienen que el confinamiento y el cierre de la economía puede tener peores consecuencias que la propia pandemia.

“Si no nos mata el virus, nos matará el hambre”, afirman, urgiendo a que la vida comercial e industrial vuelva a su curso lo antes posible.

Es probable que sea una exageración y que la parálisis económica provocada por el COVID 19 no nos mate de hambre.

Lo que sí es más factible es que ese remedio que es la cuarentena obligatoria nos deje graves trastornos psicológicos.  

Además de exacerbar muchos problemas de conducta y alimentarios, por poner algunos ejemplos, también podría haber creado adicciones en las personas, como una forma de "evadirnos" o distraernos en el confinamiento.

La ludopatía es una de ellas, aunque ante el cierre de casinos solo quedó la opción de apuestas y juegos online.

No es un secreto que en varios países se disparó la venta de bebidas alcohólicas. En México se incrementó el consumo un 63%, principalmente de cerveza. En Rusia, las ventas de vodka en las mayores cadenas minoristas aumentaron un 31% mientras que el whisky y la cerveza escalaron un 47% y un 25%.

España tiene números similares. Los que tenían dependencia a los narcóticos seguramente han sufrido la abstinencia a raíz de la escasez de muchas drogas en el mercado, como la heroína. Algunos, incluso, han hecho el paso forzado a la metadona.

Después de dos meses de encierro, uno de los trastornos más comunes es el llamado “Síndrome de la cabaña”. Se empezó a usar a principios del siglo XX, en Estados Unidos, en aquellas zonas donde debido a los largos inviernos, sus habitantes se veían obligados a pasar un extenso período sin salir de su casa.

Si bien realmente no es un término psicológico aceptado, ilustra el temor a salir a la calle después de un confinamiento mayor de 50 días. Se sentirá miedo, desconfianza, sobretodo estando aún latente el temor a ser contagiado con coronavirus.

Cuanto más amena haya sido la cuarentena, más difícil será volver a salir a la calle sin miedos ni prejuicios.

Algo que influye mucho es la actitud de cada uno, y dependiendo de cómo nos hayamos organizado, el confinamiento puede dejarnos hábitos muy beneficiosos. A partir de ahora podemos ser más higiénicos, más económicos, más seguidores de rutinas y más preparados académicamente, además de haber mejorado nuestras relaciones familiares. Pero también, en caso de afrontarla de manera negativa, se verá reflejado en el aumento de peso, el caos en las rutinas, el abandono físico, la falta del deseo de lucir bien, malas relaciones familiares, nuevas manías y obsesiones.

El COVID 19 nos puede cambiar. Una estancia tan grande entre cuatro paredes hará brotar todo aquello que el tiempo fuera del hogar mitigaba y pueden aparecer nuevos trastornos.

Si logramos “sobrevivir” a la cuarentena, probablemente nos volveremos más prácticos y resolveremos más cosas desde el hogar, una de las grandes enseñanzas que nos dejó la pandemia. Además, ya estaremos mejor organizados. Si somos padres de familia de niños pequeños ya estos habrán regresado a la escuela y solo eso será un gran respiro para trabajar mejor

Al final, la pandemia nos puede hacer más fuertes o más vulnerables, dependiendo de cómo cada ser vive esta experiencia tan atípica. Si sentimos que nos ha dejado de bajo estado, debemos buscar un terapeuta para ayudarnos. Difícilmente se nos olvidara, ni siquiera a los más pequeños.

Se ha vivido -y aún lo estamos- en una condición de inminente peligro y eso se clava en la memoria a menos que padezcan de una especie de “Belle indiferencia”, lo cual también es nocivo. Normalmente algo de prevención nos quedará y con ella deberemos vivir el resto de nuestros días.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

sábado, 9 de mayo de 2020

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: CUANDO EL CORONAVIRUS NOS SEPARA

 

Encierro. Hastío. Temor. Incertidumbre.
Como si todos esos ingredientes no fueran suficientes en este tiempo de cuarentena prolongada, en algunos casos se le agrega otro elemento que puede resultar demoledor: que este confinamiento forzado sorprenda a una familia separada.

Es decir, por ejemplo, un padre o una madre que estaban de viaje por trabajo y ya no pudieron regresar a casa antes del cierre de las fronteras y la reducción del tráfico aéreo.

La pandemia del Covid19 ha dejado muchas historias como estas. O, lo que es peor, ambos padres en el exterior y los hijos a cargo de la abuela.   

Existe una gran sensación de frustración, miedo y temor a ser olvidados. Esa situación provoca una angustia por el bienestar de unos y otros, angustia de separación en los hijos y en los adultos, además de estrés postraumático.

Cuanto más abrupta es la separación, más difícil de asumir.

Cuando la separación es, como hoy, por una causa natural, se puede entender más que si es por un hecho de violencia.

En el caso de los niños, dependerá de su edad. Si los hijos son pequeños, la rutina más fácil, pero alrededor de los 6 años en adelante, y más si tenían cercanía con el padre que está alejado, pueden llegar a sentir cólera, gran ira, por algo que entienden, pero a medias.

En los adolescentes, si era el padre menos estricto, quizás deseen que regrese lo antes posible. Pero aún si se tratase de alguien exigente, igualmente se resentirá su falta.

Esta separación afecta a padres e hijos por igual, aunque seguramente los padres se sentirán más frustrados por tener mayor responsabilidad.

En el caso de padres separados o divorciados, la rutina de visitas puede verse alterada, sobre todo por las limitaciones de movilidad que impone la cuarentena en algunos lugares. Eso sí, probablemente estarán un poco más acostumbrados, pues de alguna manera la separación ha sido paulatina, pero igual sentirán y resentirán ese distanciamiento.

Peor aún es si la separación familiar involucra a algún adulto mayor, sin duda los más vulnerables en esta crisis del Coronavirus.

Ellos tendrán un gran miedo de ser abandonados, sobretodo si el hijo que está lejos es quien tiene una gran parte la responsabilidad de su cuidado y su sostén económico, por no hablar del aspecto sentimental. Por tratarse de los más proclives a sufrir consecuencias letales a raíz de la edad, toda expresión física de afecto, ya sea un beso o un abrazo, puede ser motivo de contagio.

La tecnología, esa que tanta veces nos aleja y nos distrae de los más cercanos, en circunstancias así puede ayudar enormemente. Aplicaciones como Skype, Zoom, Meet y Whatsapp hacen que las distancias sean cortas y menos dolorosas. Con los adultos mayores, sobre todo aquellos con dificultades para manejar un teléfono inteligente, hay que ser más didácticos y pacientes.

A diferencia de un viaje programado, donde el ausente tiene una fecha de regreso ya determinada, este confinamiento promete eternizarse y eso genera una lógica incertidumbre.

Se necesita de mucha resiliencia. Aún sufriendo, a veces uno puede aguantar distanciado de los seres queridos más de lo que uno cree, pero siempre y cuando exista la idea de que el distanciamiento es temporal. Si la separación es debida a algo más definitivo, obviamente se llevar peor.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

sábado, 25 de abril de 2020

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: RECHAZO Y ESTIGMA EN EPOCA DE CORONAVIRUS


En primera línea frente al Coronavirus. Irremediablemente expuestos al contagio y en muchos casos sin la protección necesaria.

Así afrontan la pandemia los héroes de estos días: médicos, enfermeros, policías, personal de limpieza, empleados de farmacias y supermercados. Sin embargo, no faltan aquellos que los discriminan y tratan de alejarlos de entorno.

Sobran casos, en El Salvador y en el mundo, donde han sufrido discriminación simplemente por el hecho de haber estado cerca de los contagiados.

Así, hay enfermeras que no les permiten subirse a un bus, médicos a los que quieren quitar de sus propias residencias o cajeras de supermercados cuyas vecinas ya no quieren tenerlas cerca. En ese sentido, el Covid 19 no solo mata, sino también provoca una absurda división entre los humanos. De repente, todos parecen sospechosos. Quizás no entienden la importancia de todos aquellos que están en la primera línea de trabajo. Y que gracias a ellos podemos mantener comida en la mesa y disponer de nuestras medicinas.

Claro, además están los médicos y las enfermeras que velan por nuestra salud.

Reacciones así, de rechazo y discriminación, obedecen a la falta de conocimiento y de agradecimiento.

Eso es egoísmo total. El coronavirus no se transmitirá por vivir al lado de alguien que continúe trabajando. Bastará que estos y los que les rodean se laven manos, se cubran la boca y sigan todos los protocolos sanitarios. Suficiente.

Hartos de la tediosa cuarentena, todos desean volver a trabajar, pero no se ponen en el lugar de los que están aún laborando, agotados y con miedo al igual que ellos, solamente que más expuestos. En vez de llevarles algo para comer o ayudarles con sus seres que dejan por servir a otros, los atacan o los excluyen.

En El Salvador, un cobrador de una ruta de buses de Usulután bajó a una enfermera a media calle, en una zona inhóspita, simplemente por la presión del resto de pasajeros, que temían ser contagiados. El colmo.

En Barcelona, España, a una doctora le escribieron en su carro “Rata Contagiosa”.

También en ese país, otro médico se encontró con una nota anónima al volver a su vivienda: "No vuelvas a casa, el Estado tiene refugios para el personal de salud" y "hay lugares donde les están alojando”.

Sin dudas que la pandemia está generando pánico, sobre todo en aquellos poco o mal informados.

Si la gente tiene buen conocimiento, sigue las medidas que están dando los medios y los expertos. La intolerancia tiene mucho que ver con el desconocimiento y la incultura, lo cual exacerba más la discriminación hasta encontrarnos con casos como los mencionados.

De repente, nos volvemos más egoístas. Eso tiene mucho que ver con la escasez y la cultura... A más escasez y menos cultura, más egoístas nos volveremos.

Además, sin que suene a una justificación, esta situación atípica altera psicológicamente a mucha gente, que al final termina sacando lo peor de sí.

En ese sentido, los hogares con poca estructura sufrirán más que aquellos que desde siempre han seguido patrones más ordenados y de rutinas en casa.

Sólo en México se han contabilizado 35 de casos de agresiones al personal médico desde que estalló la pandemia. Sin embargo, esto no es nuevo. La revista The Lancet, especializada en medicina, publicó en 2014 un estudio donde detallaba los inusitados niveles de agresiones que los trabajadores de salud sufren con respecto a colegas de otras profesiones. Médicos y enfermeras están expuestos a diversas formas de ataques físicos y psicológicos: intimidación, golpes y hasta tiroteos.

En este caso puntual se les excluye y ataca por su riesgo de contagio. Así lo explicó, por ejemplo, el médico colombiano Andrés Osorio, que vive en un edificio de Bogotá: “Me prohibieron el uso del ascensor, me toca subir los seis pisos por escalera para llegar a mi casa, y además no puedo hacer uso de las zonas comunes”.

Actitudes discriminatorias como las mencionadas por suerte son solo excepciones y contrastan enormemente con escenas conmovedoras como los ya clásicos aplausos al personal médico desde los balcones, un rito que empezó en Europa y que traspasó fronteras. Así como hay gente intolerante, también hay más que son solidarios.

En muchos países, y aun en los nuestros, existe muchas personas que están trabajando de gratis o regalando cosas de primera necesidad sin nada a cambio.

Ellos, al igual que todos los que trabajan en la primera línea, son auténticos héroes. Es inconcebible que se les trate como villanos.
 Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

domingo, 22 de marzo de 2020

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: CORONAVIRUS Y SALUD MENTAL


Cuando el nombre “coronavirus” empezó a ser algo más que un virus que se propagaba en China, se encendió la alerta roja a nivel global. “Nada sucederá”, fue la especulación de la mayoría del mundo. Se trataba, por supuesto, del período de negación, un paso inevitable dentro de un proceso natural para asimilar las crisis.

Sin embargo, cuando esa amenaza se convierte en realidad, como el caso de la pandemia actual, nos invade la ansiedad.
En cierto modo, eso nos empuja a tomar las medidas convenientes, como huir, neutralizar, afrontar o atacar, según la circunstancia lo requiera. Otros, sin embargo, se paralizan de la impotencia.

Como alguna vez escribí, los mecanismos ansiosos tienen dos componentes: físico y psíquico.

Los físicos aparecen ante un detonante, preparando el cuerpo para la situación de defensa ante el mismo. Pero en muchos casos la negación sigue al punto que somos capaces de ignorar las medidas e instrucciones que dan las autoridades en casos de crisis.

A pesar de que nos dicen que hay que quedarse en casa y evitar cualquier contacto humano, hacemos caso omiso, actuando irresponsablemente.

Por eso es importante obedecer las medidas y tener ciertas rutinas en casa para estar mas seguros y preservar nuestra integridad mental.

Cuando nos invade el miedo es cuando más obediente nos volvemos. Pero ese es el miedo sano, el que nos vuelve buenos ciudadanos y prudentes. En medio de la adversidad, somos capaces de sacar lo mejor de cada uno, nuestro lado más solidario: donamos, nos sensibilizamos por las historias ajenas, abrimos nuestros corazones. En este caso de la pandemia, especialmente colaboramos con los dos grupos más afectados: los ancianos y los inmunodeprimidos.

Pero también puede aflorar lo que llaman “el miedo tóxico”, ese que desborda nuestra ansiedad hasta llevarla a límites extremos. Es cuando, presas del pánico, somos capaces de ir a un supermercado y acabar con la existencia de alcohol en gel, comprar una tonelada de papel higiénico o llenar las alacenas de latas de atún “por si acaso se viene el fin del mundo”.

En todo caso, en crisis como las del coronavirus normalmente la fase del miedo suele ser breve, e inexorablemente conduce a una etapa de desesperanza. Es cuando la cifra de infectados y muertes calan psíquicamente en nuestra mente. Y de aquel “a mí no me va a tocar, esto sucede en China” pasamos al “de esta no me salvo, seré la próxima víctima...”

De esa desazón, sin embargo, tarde o temprano también se sale. Y cuando esto ocurre, normalmente el individuo emerge reforzado anímicamente.

Esto viene acompañado de una autoestima alta y nuevos hábitos. Entonces ayudamos a otros desde la serenidad y ya no desde el miedo. Al final, la crisis será una anécdota y un invalorable aprendizaje.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.