En
el anterior blog FAMILIA, CRISIS
INSTITUCIONAL planteaba la situación de crisis en que se encuentra la familia como
institución social, y señalaba como una de las causas a la mayor conciencia que
tienen las nuevas generaciones sobre la escasa preparación que sienten para
afrontar el reto. Pero apuntaba también al creciente interés que existe por
otro tipo de retos para los cuales, normalmente, la familia puede representar
un lastre, un compromiso que nos frena.
Efectivamente,
ahondando un poquito más en ello, encontramos que paralelamente al interés
decreciente en formar familias, existe un interés creciente en retos de tipo
más individual y material. El joven actual es cada vez más individualista y
materialista, y aunque, como mencionábamos, la idea de la familia estructurada y
funcional no desagrada a nadie, tampoco es algo que enamore a las nuevas
generaciones como enamoran los principales valores actuales, tales como el
dinero, el poder, el sexo, el éxito profesional y social, el lujo, etc. Muchos
jóvenes consideran que esto es lo que realmente desean, y que el compromiso que
supone una familia sería un gran obstáculo para lograrlo.
¿Y
por qué estos nuevos valores son cada vez más atractivos y tienden a desplazar
el valor fundamental que tenía antes la familia, o tienden a frenarla o a
romperla? Los medios de comunicación tienen mucho que ver en ello. La imagen
que suelen presentarnos de la persona exitosa es precisamente la imagen de la
persona poderosa y exitosa social y profesionalmente, con dinero, y promiscua a
más no poder, quien, además, no tiene muchos reparos en hacer lo que sea para
conseguirlo. Nunca nos presentan como alguien exitoso a aquella persona que
logra formar una familia bien estructurada y funcional. Y puede que la persona
exitosa tenga también una familia funcional, pero si es exitosa no será por
eso, por supuesto.
Veamos,
para hacer dinero (limpiamente, se entiende) suele necesitarse bastante
dedicación y esfuerzo, en muchas formas, pero, definitivamente, ello no permite
brindar a la familia la debida dedicación. Y, además, el dinero permite más
lujos para uno mismo cuando no hay que compartirlo con una familia. Algo
parecido sucede con el éxito social y profesional; frecuentemente requiere de
una dedicación y de situaciones que no son tan fácilmente compatibles con la
vida familiar. Con respecto al poder, lo mismo; a fin de cuentas, el poder
suele venir como consecuencia del dinero y del éxito social y profesional. Y ni
hablar del sexo; el valor de la promiscuidad es absolutamente incompatible con
la requerida fidelidad conyugal.
Aparentemente,
estos valores lo buscan bastante más los varones, mientras que las mujeres, en
su mayoría siguen deseando un matrimonio y una familia; pero esto es equívoco,
puesto que el modelo de hombre que cada vez más tienden a buscar ellas es
precisamente ese, el hombre exitoso, o sea, que los valores son similares, y el
deseo de familia por parte de ellas pretende en alguna medida ser partícipe de
ese éxito. En definitiva, parece que hay cierta incompatibilidad entre éxito y
familia; y aunque pueden encontrarse numerosos casos que demuestran que la
compatibilidad es posible, creo que son bastantes más los casos que parecen
confirmar que, si existe, es bastante difícil, o no la saben encontrar.
Pero
eso es según el concepto de éxito que estemos manejando. Yo creo que el
concepto de éxito que deberíamos manejar es el de éxito personal. ¿Y qué es el
éxito personal? ¿Acaso no es el éxito social o profesional? No, para nada. El
éxito personal es algo tan simple como conseguir ser feliz, que es lo que, en
el fondo, todos perseguimos; así de sencillo. El éxito social y profesional son
caminos a través de los cuales se busca la felicidad; y en algunos casos se
encuentra; pero en la mayoría se fracasa (qué contradicción eso de fracasar a
través del éxito, ¿verdad?). Sin embargo, las personas que son capaces de
formar una familia estructurada y funcional es más probable que sean capaces de
encontrar ese éxito personal.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología
Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la
Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El
Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio
de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los
diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también
internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud
mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
Fui la
primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer
dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras
instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de
Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido
también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a
su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de
reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El
Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008
resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional
con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer
métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a
pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad
para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera
permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de
terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de
absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la
prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y
dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de
experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el
desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy
fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió
en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se
independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol
fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el
futuro.