Con una comisión promedio que ronda el 75% anual, el precio del crédito es poco relevante.
El próspero negocio de financiar a los pobres
Más
de 2.000 empresas aprovechan la falta de crédito en México a la población de
menos recursos para cobrar intereses por encima del 50%
Por Oscar
Granados
Pilar tiene los zapatos llenos de lodo. Hace más de una
semana que no ha parado de llover en Toluca, Estado de México, un municipio a una
hora del Distrito Federal. Aquí el 42% de los 407.000 habitantes son pobres. En
el portal de la casa de esta mujer, de 58 años, tres pequeños perros flacos y
una gallina pelirroja hacen guardia. Las risas y los murmullos inundan el
pequeño hogar. Más de 20 mujeres han acudido a la cita de todos los jueves.
Todas son microempresarias: venden zapatos, verduras, ropa de cama, cosméticos.
Se han reunido para pagar un crédito de 365.000 pesos (casi 28.000 dólares) que
han pedido en conjunto a Compartamos Banco y que debe estar saldado en cuatro
meses. Pilar ha pedido tres mil pesos (228 dólares) para surtir su tienda de
dulces y refrescos.
Unas abonan 100 o 200 dólares, otras hasta 1.000, depende
del dinero que hayan solicitado. Cirene es dueña de una papelería. Pertenece a
este grupo de mujeres que desde hace cuatro años son clientas del banco. En
2010, pidió 3.000 pesos (230 dólares) prestados a Compartamos. Actualmente su deuda asciende a
más de 2.000 dólares.
“Ahora quiero más”, dice Cirene, de 50 años, con orgullo.
No es la única. La mayoría de mujeres han mejorado la condición de sus negocios
gracias al dinero que se les da a crédito. “No cualquiera presta”, arguye esta
señora. En 24 años de historia, Compartamos se ha hecho de casi tres millones
de clientes, el 90% son mujeres, de las cuales un 66% apenas han terminado la
educación básica y un 6% son analfabetas.
Las microfinancieras, como Compartamos, han sabido
aprovechar el hueco que han dejado los grandes bancos en México: la población
de escasos recursos, explica Óscar Pfeiffer, portavoz de Prodesarrollo,
una red que agrupa 87 firmas financieras dedicadas al sector popular. En
México, este mercado es enorme. De acuerdo con Consejo Nacional de Evaluación
de la Política de Desarrollo Social, el número de personas en situación de
pobreza supera los 53 millones. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(Cepal) expone que son 60,6 millones de mexicanos los que
sufren esta condición.
Compartamos, que controla el 40% del mercado
de las microfinanzas, se ha convertido en la estrella del sector. Ha pasado de
ser una ONG, como nació en 1990, a un banco que entró a cotizar en la Bolsa
Mexicana de Valores en 2006. Una señal de que el negocio va viento en popa es
la confianza que ha puesto el público inversor en esta institución. Tan solo en
los tres primeros años en el mercado, la acción de Compartamos creció un 98%.
En 2013, sus ganancias fueron de casi de 189 millones de dólares y ahora opera
en Guatemala y Perú.
En el país, según datos del Banco Interamericano de
Desarrollo (BID), existen cerca de 2.000 microfinancieras que atienden a casi
seis millones de mexicanos, todos ellos de escasos recursos. Debido al
crecimiento que han tenido en la última década, algunos organismos
internacionales han criticado las tasas de interés que estas empresas cobran
por sus préstamos. De acuerdo con el BID, en México la comisión promedio supera
el 50%, cuando la media en el resto de América Latina es de 30%.
Para
algunos clientes de Compartamos, con una comisión promedio que ronda el 75%
anual, el precio del crédito es poco relevante. Andrés no ha parado de
trabajar. Lleva toda la mañana en su taller, en donde el olor a pintura es
penetrante, pero este material es esencial para elaborar las figuras de resina.
Junto a su madre, que ha sido la responsable del préstamo, lleva en el negocio
más de cinco años y acaba de pedir prestado más de 3.000 dólares para hacerlo
crecer. “La tasa de interés es alta, pero no hay otra manera de acercarnos
dinero”, dice.
Compartamos
ha recibido fuertes críticas del premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus
La tasa está justificada, dice Carlos Danel, presidente del
consejo de administración de Compartamos. “Para darle servicio a un cliente hay
que abatir los costos operativos: la contabilidad, la publicidad, el
transporte”, destaca. En 2008, esta institución recibió una fuerte crítica del
economista y premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus. “Su
prioridad ha sido la generación de dinero”, dijo. Yunus fue uno de los pioneros
del concepto de las microfinanzas. Su empresa, el Banco Grameen, en Bangladesh,
tiene una tasa de interés por debajo del 20%.
“Estos negocios ofrecen servicios a personas que para la
gran banca comercial no serían potenciales clientes, ya que no cumplen con los
requisitos”, comenta Óscar Pfeiffer, portavoz de Prodesarrollo. "Aunque
hay tasas más altas que en otros países, en México se opera con bajos márgenes
de ganancia”, resalta.
A
la pregunta de si las microfinancieras hacen un buen negocio a costa de los
pobres, Carlos Danel, de Compartamos Banco, busca una respuesta: “Lo que diría
es que hacemos es un mejor México”.