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miércoles, 25 de enero de 2017

Trump anunciará medidas sobre inmigración este día 25 de Enero

Por Luis Montes Brito
Buenos días, la incertidumbre iniciará a desaparecer este día (o a aumentarse). Donald Trump hizo público a través de Twitter que hoy anunciará medidas relacionadas a inmigración.

Antes de preocuparse o alegrarse a priori, es recomendable mantener la calma y esperar para conocer a ciencia cierta cuáles serán las órdenes ejecutivas a implementar por parte de la administración Trump a partir de este día.

Lo que si es innegable es la enorme inquietud que existe en la comunidad inmigrante en Estados Unidos, conozco muy de cerca la de la comunidad hispana, pero sé que la comunidad musulmana también está muy intranquila.

La preocupación no se limita a las personas indocumentadas, también los empresarios de bienes y servicios, en Estados Unidos y países de origen de los inmigrantes, cuya clientela de sus negocios pertenece significativamente a este segmento, han comenzado a experimentar bajas en sus ventas. No entiendo como en Latinoamérica algunos se alegran con este anuncio, sin conocer cuales serán las medidas anunciadas y los efectos de ellas.

Trump ha sido claro y tomará las medidas pensando únicamente en Estados Unidos, en otras palabras ciegamente no le interesa el caos que pueda causar en Latinoamérica, sobre todo en aquellos países que tienen una alta dependencia económica de las remesas (mi país El Salvador, es uno que sin ellas no es viable).

Las remesas no desaparecerían pero disminuirían en porcentajes importantes que harían tambalear la economía de esos países, agitando con ello la convulsión social ya existente. Esto sin contar que el drenaje para los desempleados que han encontrado estos países ha sido la expulsión crónica o emigración hacia Estados Unidos la cuál se da por descontado que se combatirá con mayor rigurosidad. Cuál será la nueva salida al problema del desempleo en Latinoamérica?

La crisis humanitaria debe entenderse como tal y aislarla o separarla de lo ideológico. Trump está tomando medidas prácticas que en su entender favorecen a Estados Unidos, es recomendable que los gobiernos de nuestros países hagan lo mismo. En todo caso, que los países dependientes de remesas se preparen para nuevos tiempos de vacas flacas no parece ser descabellado.

El ser humano ha demostrado tener una capacidad admirable para adaptarse a nuevos ambientes y condiciones, esta vez no será la excepción.

domingo, 1 de febrero de 2015

Desigualdad social permanece inmóvil en Latinoamérica a pesar de década dorada de altos precios de materias primas

Tomado de El País
10 de los 15 países más desiguales del mundo están en Latinoamérica

El eterno lastre de la desigualdad

Los avances en América Latina en la reducción de la pobreza peligran. El menor crecimiento económico obliga a replantear programas de inversión y políticas públicas

Por Alicia González

Latinoamérica es reconocida por ser una de las regiones del mundo donde la pobreza y la desigualdad se han reducido más enérgicamente en las últimas décadas y, pese a todo, no consigue dejar de liderar los ránking de pobreza y disparidad de rentas entre los países en desarrollo. Algunos estudios señalan que los avances, realmente, han sido menos vistosos de lo que pudiera parecer a primera vista y que la pobreza “persiste como un fenómeno estructural que caracteriza a la sociedad latinoamericana”, según apunta la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Entre 70 y 90 millones de personas han dejado atrás la pobreza en la última década, según el Banco Mundial, pero los ciudadanos de la región que ganan menos de cuatro dólares al día son todavía muy numerosos, demasiados. La CEPAL estima que en 2014 el 28% de los latinoamericanos vivían en la pobreza, un porcentaje casi idéntico a los de años anteriores. Son 167 millones de personas, de los cuales 71 millones viven en la indigencia, al límite de la subsistencia, que se sitúa en los dos dólares al día. Y todo ello, pese a que la región ha vivido una auténtica edad dorada gracias a la fuerte subida del precio de las materias primas impulsada en buena medida por la demanda de China y la fuerte entrada de capitales extranjeros.
 “La recuperación de la crisis financiera internacional no parece haber sido aprovechada suficientemente para el fortalecimiento de políticas de protección social que disminuyan la vulnerabilidad frente a los ciclos económicos”, admitía la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena. “Es verdad que se partía de unos niveles de pobreza y desigualdad muy elevados. Pero si observamos los ingresos que han tenido estos países gracias al auge de las materias primas, claramente se han desaprovechado los recursos para avanzar en estos objetivos, deberían haber sido mucho mayores”, sostiene desde Washington Ángel Melguizo, jefe de la unidad de América Latina del Centro de Desarrollo de la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
La frontera entre esa pobreza moderada y lo que Melguizo denomina sectores medios —“quienes ganan entre 4 y 50 dólares al día, realmente no se puede hablar de clase media”, matiza— la define básicamente tener o no tener empleo. En los países desarrollados, las políticas sociales, las transferencias del sector público y el denominado Estado del Bienestar juegan un factor muy importante a la hora de amortiguar las diferencias y garantizar unos niveles mínimos de renta para sus ciudadanos. Pero en economías emergentes, con seguro de desempleo incompleto y acceso limitado a instrumentos de ahorro, estar empleado puede marcar la diferencia entre un ingreso de nivel medio y una transferencia pública de subsistencia. Incluso en economías, como las latinoamericanas, marcadas por el elevado grado de informalidad, de economía sumergida, que persiste en la región.
Pese a que el crecimiento medio de la zona ha rondado el 5% en los últimos años, la informalidad aún representa entre el 60% y el 70% de la economía, asegura el economista de la OCDE. Eso supone que 130 millones de personas están de forma permanente o durante grandes periodos de su vida en la informalidad, lo que supone que su contribución a través del sistema fiscal es muy baja o inexistente en muchos casos. Ese grupo de personas, que no son exactamente pobres pero que se concentran en el segmento de salarios muy bajos, son los más vulnerables al cambio de ciclo. Forman el gran grupo de aquellos con mayor riesgo de perder su empleo ahora que el horizonte de crecimiento es menor, para quienes las perspectivas de movilidad social, de mayor acceso a la educación, al transporte y a los servicios sanitarios, amenazan con desvanecerse y con devolverles al nivel socioeconómico que vivieron sus padres.
167 millones de latinoamericanos viven en la pobreza. 71 millones en la indigencia
El riesgo es ahora mucho más real porque los buenos tiempos no van a volver. Al menos a medio plazo. La región parece haber entrado en una fase de bajo crecimiento y su diferencial de crecimiento respecto a las grandes economías desarrolladas prácticamente desaparece. Por primera vez en los últimos 10 años, Latinoamérica creció por debajo del promedio de la OCDE en 2014 y 2015 apunta que seguirá la misma dirección. Los organismos internacionales estiman que la actividad económica de los siete grandes países desarrollados (Japón, Estados Unidos, Alemania, Italia, Francia, Canadá y Reino Unido) aumentará el 2,1% de media este año y que Latinoamérica apenas crecerá un 2,2%, lejos del 3,8% mundial. Unos niveles que dejan a la zona lejos de los niveles de entre el 4% y el 5% de los años “dorados” previos a la crisis financiera internacional y que reducen, por tanto, las oportunidades derivadas del crecimiento, de la creación de empleo y del margen presupuestario que permiten unos ingresos generosos.
Cierto es que la desaceleración actual no viene de la mano de las crisis que solían poner fin a las etapas de crecimiento de otras décadas, que venían además impulsadas por el endeudamiento externo. América Latina aprendió aquella dolorosa lección y sus fundamentos económicos y financieros son mucho más estables y saneados, pese a la persistencia de un déficit crónico de baja productividad. “Si consideramos como guía el registro histórico del crecimiento en Latinoamérica, sin reformas vigorosas en favor de la productividad, es realista prever una “nueva normalidad” para la región en su conjunto de alrededor del 3% de crecimiento anual”, subraya el economista jefe del Banco Mundial para la región, Augusto de la Torre, en su informe Desigualdad en una América Latina con menor crecimiento. Por lo pronto, la región no parece que alcanzará esa nueva normalidad en los dos próximos ejercicios y que su crecimiento será inferior a esa meta.
"La recuperación no se ha utilizado para reducir la vulnerabilidad frente a los ciclos económicos"
Si no se hace nada para compensar ese menor margen de crecimiento y gasto público, es previsible pensar que el ritmo de reducción de la pobreza y de la desigualdad de estos últimos años se frenará considerablemente. Aunque hay quien advierte que puede que ni siquiera las mejoras registradas en la reducción de la desigualdad sean tan espectaculares como se da a entender. De hecho, según recordaba Arif Naqvi, fundador de The Abraaj Group, 10 de los 15 países más desiguales del mundo están en Latinoamérica. De media en la región, los ingresos del 10% más rico suponen 27 veces los ingresos del 10% más pobre, una relación que es de 15 veces en el caso de Estados Unidos o de 9 veces en la media de los países de la OCDE.
El economista jefe del Banco Mundial para la región, Augusto de la Torre, sostiene, en su informe que el problema de origen es que la desigualdad no se ha medido con propiedad en la región y que si se amplían las mediciones a las rentas de capital, las diferencias en la cesta de la compra entre hogares de diferente renta y las declaraciones de impuestos, los datos revelan “un nivel mucho más alto de desigualdad” pese a que la tendencia haya seguido una senda a la reducción parecida.
La explicación es bastante sencilla. Según el coeficiente de Gini, una de las medidas más utilizadas para medir la desigualdad de rentas dentro de los países, la caída de la desigualdad de ingresos de los hogares en Latinoamérica desde 2003 fue significativa en magnitud, sin precedentes en la historia de la región y única en el mundo. Esa caída se produce al medir la evolución de los ingresos salariales que, gracias a las mejoras en la educación, han permitido reducir las diferencias entre los más educados y los menos. Pero Latinoamérica, a diferencia de otros países emergentes, calcula ese indicador a partir de encuestas de ingresos salariales y no de encuestas de gastos. De esa forma, se subestiman los ingresos derivados de los rendimientos de capital de los más ricos, fuente muy importante de ingresos en las clases altas. Si a ello se le añaden los todavía escasos datos disponibles públicamente de declaraciones de impuestos, el nuevo coeficiente Gini sitúa la desigualdad en un nivel mucho más elevado.
Pese a todo, “Latinoamérica está en la actualidad mucho mejor posicionada, desde el punto de vista de la política macroeconómica, para responder al ciclo sin descuidar la equidad”, sostiene De la Torre. Ahí, “la inversión en formación del capital humano y en infraestructuras son la principal prioridad de la región, que ha dependido en exceso del consumo y las exportaciones” en los últimos años, sostenía Alicia Bárcena en una de las sesiones del último Foro Económico Mundial reunido en Davos, Suiza. Según los datos desgranados por la responsable de la CEPAL, la inversión supone el 21,7% del PIB de la región, frente al 40% de Asia o el rango del 32% al 36% que registran la mayoría de los países de la OCDE. Esos niveles, defendía Bárcena, ni siquiera cubren las necesidades en infraestructuras, educación y sanidad de estos países, cuanto menos para reducir las diferencias con otras regiones.
Por primera vez en una década, la región creció en 2014 por debajo de la media de la OCDE
En tiempos de restricciones presupuestarias las políticas de gasto público deben afinar sus objetivos y seguir el ejemplo de aquellas que han demostrado más eficiencia en estos años. Brasil, por ejemplo, ha condicionado determinados subsidios a las familias a que los padres garantizaran la asistencia de sus hijos a la escuela. Ahí parece estar la clave. “El 40% de las empresas latinoamericanas no encuentran a los trabajadores que buscan. Es necesario impulsar las políticas educativas, sobre todo la educación técnica y vocacional, lo que en otros sitios se conoce como formación profesional. Solo así la gran masa de trabajadores informales serán menos vulnerables a la pérdida de empleo y al cambio de ciclo”, sostiene Melguizo. Aunque los gobiernos han reconocido la importancia de la educación, los recursos públicos destinados al sector apenas han pasado del 3,4% del PIB en los años 90 hasta el 5,3% en 2011.
Para aumentar esos niveles, sostiene el economista de la OCDE, hay que cambiar las bases del sistema, modificar la relación entre lo que aportan los contribuyentes y los servicios que reciben a cambio. “Es necesario reescribir un nuevo contrato social. Hay que reducir la carga tributaria que soportan los trabajadores pero que contribuyan un mayor número de ciudadanos, para financiar con esos recursos unos servicios de calidad en educación, en sanidad y en transporte”, asegura Melguizo. De lo contrario, las mejoras sociales de décadas en Latinoamérica corren peligro. 

lunes, 1 de septiembre de 2014

PNUD: Aumento de clase media latinoamericana lograda en última década en riesgo de retroceder

Tomado de BBC Mundo
Por qué América Latina podría sumar millones de nuevos pobres
Por Marcelo Justo

El crecimiento de la última década permitió una reducción a casi la mitad de la pobreza en América Latina, pero creó también una población extremadamente vulnerable a la actual desaceleración económica regional.

El Salvador desciende 4 posiciones en el ranking de países con aumento de clase media

La clase media

Uruguay, Argentina, Chile y Costa Rica se mantienen en este orden como los países con mayor proporción de clase media, mientras que Nicaragua se encuentra al fondo de la tabla.

En el medio ha habido cambios significativos.

República Dominicana descendió ocho posiciones, seguida de El Salvador y México (-4), Paraguay (-3), y Honduras y Guatemala (-1), mientras que Bolivia avanzó seis posiciones, seguido de Perú (5), Ecuador y Venezuela (3), Brasil (2), y Panamá y Colombia (1).

Disminuye la pobreza pero aumenta población extremadamente vulnerable

El estudio más reciente sobre el tema del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que abarca a 18 países de la región, señala que el 38% de la población se encuentra en este limbo social de vulnerabilidad.

Se trata de unos 200 millones de personas que no son pobres, pero tampoco ingresaron a la clase media y corren peligro de perder sus conquistas de la última década.

"Hay dos noticias buenas y una mala", afirma Alfredo González, especialista en Pobreza y Desarrollo Humano del Departamento de América Latina del PNUD.

"Las buenas son el aumento de la clase media y la disminución de la pobreza. La mala es que aumentó el número de personas vulnerables a caer nuevamente en la pobreza. Hoy tenemos un amesetamiento de un modelo que se basó en el crecimiento económico, pero también en políticas focalizadas desde el Estado para combatir la pobreza".

Las protestas de 2013 en Brasil fueron en gran parte protagonizadas por pobres que ascendieron a la clase media pero están insatisfechos con la economía del país.

Un solo peldaño


El estudio del PNUD se concentra en tres sectores definidos por sus ingresos: pobres, clase media y vulnerables.


La clase media (con ingresos entre US$10 y US$50 diarios) creció en 82 millones de personas, pasando del 21% de la población en 2000 al 34% en 2012.

Los pobres (ingresos de US$4 o menos) disminuyeron en 16,4 puntos, del 41,7% al 25,3%: 56 millones salieron de la pobreza.

La parte vacía del vaso

 son los vulnerables que aumentaron un 3,4%, del 34,4% al 37,8%, equivalente a unas 43 millones de personas.

"Una proporción de las personas que abandonaron la pobreza pasó a formar parte de la clase media, que también se puede haber visto engrosada por sectores que estaban en una situación de vulnerabilidad y dieron el salto", dice González.

Pero durante esta década, para muchos el salto fue de un solo peldaño, de una situación de pobreza a otra de vulnerabilidad".

Panorama regional

Dado que el estudio es de 18 países, equivalente a un 90% de la población total de América Latina, hay variaciones en el desempeño 2000-2012 que el PNUD enmarca en tres sectores:

·       Perú y Bolivia lideran a las naciones que más redujeron la pobreza en este período. En Perú buena parte de este sector que abandonó la pobreza pasó a la clase media. Bolivia registró la mayor reducción de la pobreza de la región, pero al mismo tiempo tuvo el mayor aumento de población vulnerable.

·       Un segundo grupo de países son los que no registraron cambios en niveles de pobreza como Honduras y República Dominicana, o la pobreza aumentó, como Guatemala, donde se produjo un crecimiento de casi siete puntos de la pobreza.

·       El tercer grupo son países que al mismo tiempo redujeron la pobreza y la vulnerabilidad, como Argentina, Chile, Costa Rica y, en menor medida, Uruguay.

La elusiva clase media


Una marca del desarrollo económico-social de un país o región es la densidad de la clase media.

Durante décadas, el mantra sobre América Latina era que estaba dividida entre élites minoritarias con acceso a todos los factores de poder económico y político, y las grandes mayorías excluidas con una finísima capa en el medio conformada por una débil clase media.

Este panorama está cambiando.

En 2000-2012 la clase media a nivel regional tuvo un incremento espectacular de más de 80 millones de personas.

Pero la desaceleración económica regional aumenta el peligro de que ese universo pueda volver a la pobreza.

"Hay una clase media asentada durante generaciones que ha acumulado patrimonio heredable y ha tenido acceso a la salud y educación. Esta clase media tiene una solidez mucho mayor que los sectores que acaban de dar el salto desde la pobreza", puntualiza González.

Según el especialista, la "nueva clase media" está mucho más expuesta a los avatares económicos o personales.

"Un cambio de viento económico o en las circunstancias personales como son los llamados gastos catastróficos, sea por enfermedad grave de un familiar o pérdida de trabajo, pueden obligar a la venta del coche o del departamento y a un brusco deterioro de su situación social", añade.

Crecimiento y política social


El crecimiento económico de la llamada década dorada (2002-2012) ha sido clave para este nuevo panorama social.

De la mano del aumento de las materias primas y la demanda china, la región creció un 3,7% de promedio anual, cuatro veces más que en las dos décadas previas (1980-2000).



En América Latina existe el riesgo de que quienes superaron la pobreza vuelvan a caer en ella.

Al mismo tiempo, se financiaron planes focalizados del Estado para combatir la pobreza.
Un ejemplo de estos planes son las transferencias condicionales en los que la ayuda económica depende de que la familia garantice la escolaridad y la atención sanitaria de los niños.
Estos planes permiten al mismo tiempo mejorar los ingresos de los pobres y allanar el camino para que una nueva generación crezca con mejor acceso a bienes sociales básicos, como la salud y la educación.
El Plan Familias y el Jefes y Jefas de Hogar en la Argentina, el Bono Juancito Pinto y el Madre Niño-Niña en Bolivia, el Chile Solidario, el Familias en Acción en Colombia, el Bono de Desarrollo Humano en Ecuador y Oportunidades en México son algunos de los ejemplos de este tipo de ayuda focalizada y condicional.
"El tema es cómo moverse a partir de ahora, como lograr que esta población que salió de la pobreza pueda dar un nuevo salto como para afianzar su nueva situación social y dejar de pertenecer a este sector vulnerable dependiente de estas ayudas sociales", indica González.

El futuro


La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) recortó este agosto su pronóstico de crecimiento anual para la región del 2,7% al 2,2%, una caída respecto a 2013.


Con esta caída del crecimiento se pone en peligro uno de los pilares de estos cambios pero, según el PNUD, el problema que enfrenta la región va más allá de la cuestión meramente económica.

"Hemos entrado en otra etapa en la que para seguir avanzando habrá que tocar intereses específicos con el peligro de generar tensiones políticas. Ahora se viene lo más difícil"
Alfredo González, especialista en Pobreza y Desarrollo Humano del Departamento de América Latina del PNUD

"Las políticas sociales tuvieron un éxito indudable, pero ahora se necesita avanzar hacia núcleos más duros y resistentes de nuestra estructura económico-social como la política impositiva que es claramente regresiva", señala González.

Los impuestos pueden ser directos (a la renta y la propiedad) o indirectos (al consumo).

Mientras los primeros favorecen la equidad bajo el principio de que el que más tiene más paga, el impuesto al consumo -también llamado al valor agregado o IVA- tiene un impacto regresivo: el rico y el pobre pagan lo mismo por el precio de un producto.

Un reciente trabajo sobre la política fiscal regional de la Cepal halló que en América Latina menos de un tercio de la recaudación corresponde a impuestos directos. Europa es el ejemplo inverso.
A esto se suma la enorme evasión fiscal que hay en la región, como se ve en la presencia de México y Venezuela entre los diez países con mayor fuga de capitales, según la ONG Global Financial Integrity (GFI).


Un estudio específico sobre el impacto en Argentina -"Fuga de Capitales III (2002-2012)"- halló un aumento del Coeficiente Gini, que mide la desigualdad social, de 0,42 a 0,49 puntos una vez que se contabilizaban los fondos fugados a paraísos fiscales.

El modelo económico-social de la última década en América Latina podía aspirar a la cuadratura del círculo: gracias al mayor crecimiento se podían lanzar políticas redistributivas que no afectaban a las élites.

"Hemos entrado en otra etapa en la que para seguir avanzando habrá que tocar intereses específicos con el peligro de generar tensiones políticas. Ahora se viene lo más difícil", concluye González.