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sábado, 9 de abril de 2022

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: LA SATURACION NOTICIOSA Y LA ANSIEDAD

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Todos, absolutamente todos, en algún momento hemos tenido síntomas de ansiedad. Es normal. Ese estado de tensión o ansiedad anticipatoria es un principio básico de supervivencia y no es otra cosa que una respuesta natural que prepara el organismo y la mente para encarar cualquier situación difícil que se nos presente. 
El problema surge cuando esta tensión se convierte en algo permanente y sin una verdadera razón aparente. Es como un mecanismo activado que no podemos apagar. 

Todos los seres humanos padecemos de ansiedad, pero las personas con poca actividad, como las retiradas o sin trabajo por alguna razón la sufren más. Lo mismo ocurre con las que tienen exceso de trabajo, con las que manejan mucha información como un periodista o alguien que vive pendiente de las noticias. 

En menores de edad, los niños inquietos, asustadizos y consentidos la padecerán más, ya que su control emocional es más leve y no saben cómo manejarla, controlarla o expresarla ante alguien que les pueda ayudar. Su ansiedad se refleja en la conducta, el sueño, el retraimiento y el no querer compartir con otros, etc.

Además, en niños o adolescentes puede haber dificultades para dormir menos o más apetito, inhibición o, por el contrario, actividad extrema y con poco sentido. 

Si bien no necesariamente depende de la edad, la pubertad o adolescencia es una época creadora de ansiedad debido a los cambios físicos y mentales. Es la búsqueda de su identidad la que lleva muchas veces a los adolescentes a ser agresivos, especialmente ante los mayores, en un intento de marcar su nuevo espacio y necesidades.

No se debe confundir ansiedad con ataque de pánico. El ataque de pánico es un momento de ansiedad profunda en el que puedes llegar a sentir que estás al borde del colapso, con las palpitaciones aceleradas y que te falta el aliento. Los síntomas alcanzan su punto máximo después de 10 minutos y suelen disminuir después de 30 minutos. La ansiedad, en cambio, es persistente y hay una desazón constante con cierta angustia.

El ataque de pánico se manifiesta a través de palpitaciones, sudoración, aumento de la tensión muscular y de la respiración, dolores físicos, dilatación de la pupila, temblores, inquietud, preocupación excesiva y desproporcionada. 

A veces se suele confundir los síntomas de un ataque de pánico, con la inminente sensación de un ataque cardiaco. Si lo que ha tenido es un ataque de pánico que le ha generado una sensación inminente de muerte como de un infarto, en Emergencias le dirán que no fue un amago de ataque cardiaco sino un problema ansioso, una crisis de ansiedad extrema.

En realidad, la ansiedad se considera una epidemia. No es para menos. Actualmente las formas de vida son tan aceleradas, con exigencias grandes y mucha competencia que la vuelven un peligro. 

Además, los medios de comunicación y las redes sociales nos bombardean con noticias de nuestro entorno y de todo el mundo en el instante que suceden, en la mayoría de los casos de forma gráfica, alarmista y amarillista. 

La ansiedad es, con diferencia, la condición psiquiátrica más común en Europa, con una prevalencia del 14%, siendo las mujeres, en la mayoría de las ocasiones, el grupo más afectado. Según la Organización Mundial de la Salud, 264 millones de personas sufren de ansiedad en todo el mundo.

A pesar de todo, la ansiedad se puede prevenir. Se recomienda hacer deporte, ejercitarse, llenar nuestra vida de actividades placenteras como caminar por un parque tranquilo o pasear. En fin, cualquier cosa que nos desenchufe de las preocupaciones diarias. También se recomienda ver menos noticias, hacer relajación y/o meditación.

Ante cualquier duda lo mejor es consultar a un profesional de la salud mental, pero por sobre todo centrándonos en el aquí y ahora sin observar tanto lo que ocurre en el mundo sino enfocarse en nuestra propia vida y bienestar.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

sábado, 26 de marzo de 2022

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: EL ABURRIMIENTO Y LOS NIÑOS

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos


A veces los padres nos rompemos la cabeza para tratar de llenar los tiempos vacíos de nuestros hijos, de manera que no les quede ningún espacio libre. Tememos escuchar la frase “me estoy aburriendo”. Pero sin saberlo, estamos cometiendo un error. 
Algo es cierto: a los niños les cuesta gestionar su tiempo libre. Por un lado, es propio de la inmadurez, de su edad. Conocen poco sobre actividades que podrían elegir en vez de aburrirse, e incluso hay personas que llaman" vagos'' a niños que aprovechan el tiempo libre para solo leer o para pensar en cosas que no entendemos. 

Como adultos tendemos a llenar sus vacíos, y del resto se encargan los dispositivos electrónicos. Si antes la niñera era la televisión, ahora lo son las computadoras y las tablets. Ni hablar de los teléfonos celulares inteligentes, que proveen entretenimiento y distracción ilimitada: es TV, es radio, es redes sociales, es reproductor de música y la vez es una consola de juego. Todo en un aparatito que sostenemos en nuestra mano. 

¿Pero qué pasaría si en vez de darle una tableta para que no moleste con su reclamo, los padres les enseñamos a divertirse y entretenerse por sí mismos? Es decir, no de darles el entretenimiento servido sino incentivarlos a ser creativos. 

Sin embargo, el “mamá, estoy aburrido” siempre surgirá en algún momento. La razón es que tienen menos preocupaciones que los adultos y también menos responsabilidades. Además, a no ser por el entretenimiento ya mencionado del celular, muchas veces dependen de los adultos y generalmente estos están ocupados. 

En los niños de clase media a alta, los padres suelen llenar ese tiempo con actividades extracurriculares, incluso a veces en contra de la voluntad de sus propios hijos, lo cual provoca frustración de ambos lados. En nuestros países, además, es difícil distraerse en lugares públicos, ya sea por la falta de estos o por la poca seguridad que brindan. 

En realidad, el debate no debe centrarse si es bueno o malo que los niños se aburran sino cómo gestionar mejor su tiempo libre, sin estar atados a esquemas ni horarios. Aprovechar para leer, para meditar e incluso para dialogar con sus padres. 

A veces tienes la impresión de que no se concibe que un niño se aburra, cuando en realidad no ocurre nada si eso sucede. “Se trata de una oportunidad para fomentar la creatividad. No la menospreciemos, es una cualidad muy positiva a la hora de manejarse en el mundo. La creatividad puede ayudar a ser más observador, más comunicativo y resolutivo”, comenta la psicóloga española Cristina de la Rosa Tineo. 

Por supuesto, mucho dependerá de la personalidad y la naturaleza de cada niño: a los más inquietos, ahora llamados hiperactivos, se les dificultará esas actividades de contemplación. 

Ni los videojuegos ni Netflix ni las redes sociales están exentas de provocar aburrimiento: cuando uno pasa tantas horas, casi a modo de rutina, ya pierde la gracia. Al final, una tarde libre, sin ningún programa, puede convertirse en un reto para padres e hijos del que pueden salir fortalecidos.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

sábado, 13 de noviembre de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: EL JUEGO DEL CALAMAR

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Cruel, sangrienta y despiadada son tres de los adjetivos con que se puede etiquetar a El juego del calamar.

Se trata de la serie surcoreana que está siendo sensación en Netflix, donde sus nueve capítulos han sido vistos por más de 111 millones de personas, lo que la convierte en la serie más vista en la historia de la plataforma.

 

Lo curioso es que si bien es una producción pensada para mayores ha sido muy popular entre los niños y adolescentes. 

El argumento es sencillo: involucra a una serie de personas con serios problemas económicos -la mayoría acuciados por las deudas- que deciden participar en una competición donde el sobreviviente se lleva una enorme cantidad de dinero.

 

La consigna de la competencia es ir eliminando contrincantes a través de juegos tradicionales de niños en Corea del Sur adaptados a una versión letal: el que gana avanza a la siguiente fase, el que pierde es ejecutado sin piedad. 

 

Si la temática ya es disruptiva para los niños, lo es aún más lo explícito de las escenas. 

 

Por supuesto que es nociva para cualquiera impresionable, y mucho más para los niños, pues la viven con gran intensidad, inmadurez y con una idea de falsos ídolos o modelos a seguir. 

Nadie menor de 16 años debería verla y esa es la restricción que anuncian en Netflix. 

 

Hay que recordar que a partir de los 14 años aparecen las enfermedades mentales en los prepúberes con predisposición, o sea que puede ser un detonante de enfermedad mental.

 

No es casualidad de que en Bélgica, Reino Unido y España algunos colegios hayan dado la voz de alarma y recomiendan a los padres que no se la dejen ver a sus hijos porque se ha comenzado a detectar que los pequeños están empezando a imitar algunos de sus juegos en el recreo y a los perdedores se los trata con violencia.

 

También ha abierto otro debate: si acceden a ver la serie es porque sus familias no controlan el acceso de sus hijos a la plataforma de Netflix, basta un celular inteligente y algo de privacidad para romper ese cerco. 

 

Lo que ha causado impacto es la crudeza de las imágenes, ya que los surcoreanos no tienen otra forma de sacar sus demonios que en series como esta. Cualquier otro de ellos que siente que tiene problemas, para no perder el status quo de silencio, rectitud, van y se suicidan en vez de hablar y pedir ayuda.

 

Ellos guardan todo para sí y se avergüenzan de tener problemas y más de ir adonde alguien a hablar de los mismos. Precisamente eso es lo que plantea la serie, entrar al Juego del Calamar sin que nadie se entere y regresar con los millones del premio que les redime ante la sociedad. 

 

Increíblemente hay una explicación por la cual a los niños les llama la atención series como la surcoreana: están en formación y todo lo truculento les despierta interés como una forma de prueba. Probar todo y cuanto más raro, obtuso y/o retorcido, mejor. Eso los hace sentir poderosos y con capacidad de aguante, como si se tratase de un viaje en la montaña rusa. 

 

Mas allá de algún consejo que puedan recibir en los colegios, la responsabilidad de intervenir en esto le corresponde a los padres, que tienen que hacerle ver lo nocivo y el daño que eso puede generar.

 

Explicarles que va más allá de la vida de fantasía y se puede volver real si lo ejercemos convirtiéndose en algo tan grande como una desgracia. Y lejos de lanzar una campaña mediática para evitar que los niños jueguen ese tipo de juegos, lo que en breve seguramente veremos será el lanzamiento de todo el merchandising de la serie: muñecos, juegos de cartas o prendas con penitencias…  Lo morboso vende y eso interesa a los fabricantes, caiga quien caiga. 

 

Por eso es fundamental que los padres y maestros “agarren al toro por los cuernos". Incluso, si ya son adolescentes, hasta ver la serie con sus hijos o alumnos e ir matizando esa fantasía grotesca con la realidad...

 

Es que si cerramos los ojos y queremos acallar lo inevitable, solamente crearemos más interés y más morbo. Al final, de alguna forma o de otra, la verán sin nadie adulto que les explique sus más y sus menos, y eso es mucho más grave.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

domingo, 26 de septiembre de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR. ODIOSAS COMPARACIONES

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Las comparaciones son odiosas. Eso ya lo sabemos. Sin embargo, desoyendo nuestra voz interior, lo seguimos haciendo. Como padres, por ejemplo, tendemos a comparar a nuestros hijos, tanto entre ellos mismos como con el resto.

  

Sin darnos cuenta, lo que estamos haciendo es etiquetarlos en una serie de aspectos que deseamos para ellos sin contar con lo que son y lo que les gustaría ser. No les permitimos ser ellos mismos. De esa manera los convertimos en seres inseguros, con baja autoestima y con una relación en cierto modo conflictiva con los padres al punto de que puedan pensar que jamás llegarán a complacernos en su totalidad. 

 

Peor aún es cuando la comparación es entre hermanos, porque eso inevitablemente crea rivalidades y celos en la familia. En el afán de motivarlos, se les exige que sean iguales o mejores en ciertos aspectos y a lo mejor el hijo no está interesado o tiene otras cualidades. 

 

Uno puede sobresalir en el desarrollo físico y ser muy bueno en los deportes mientras que otro puede destacar en las matemáticas o literatura. “La personalidad comienza donde las comparaciones se terminan”, solía decir el genial diseñador alemán Karl Lagerfeld, que por años estuvo a cargo de la casa Chanel. 

 

El motivo de esta tendencia está relacionado con lo que hemos vivido culturalmente y eso explica por qué lo usamos como referencia de nuestras aspiraciones. Los latinos somos muy proclives a eso, incluso se extrapolan en artistas, deportistas y escritores. Así, con facilidad podemos decir que alguien es la Marilyn Monroe salvadoreña, el Messi cuscatleco o el Michael Jackson vernáculo. 

 

Como conglomerado de una cultura y valores latinos nos comparamos sobremanera con los sajones, teutones, nórdicos o cualquiera que nos pueda aventajar. Normalmente esa tendencia a usar la comparación la usamos también para sentirnos mejor con alguien que consideramos inferior.  A la larga es falta de seguridad en nosotros mismos.

 

Debemos reconocer que algún tipo de comparación podría no resultar nociva, sobre todo si no lo usamos como recurso trillado una y otra vez. Sin embargo, desgraciadamente siempre terminamos cayendo en la repetición, ya sea para ponderar o para minimizar. Y de repente entonces surgen frases como “Mira tu primo, obedece a su mamá y no protesta” o “deberías de aprender de Fulanito, que siempre trae buenas notas”. 

 

La psicóloga estadounidense Rebecca Schrag Hershberg, autora de The Tantrum Survival Guide, afirma que “vivimos en una cultura que fomenta la competencia y el individualismo sobre la comunidad y el colectivismo, y esto ciertamente no excluye a los padres”. Para ella, “siempre habrá otro niño que sea más inteligente, más atlético, más talentoso, más obediente que el tuyo, así como niños que no sean tan inteligentes, atléticos, talentosos y obedientes como el tuyo. Pero comparar a sus hijos con los demás nunca es una buena idea, y oponerse a esta tendencia requiere intencionalidad y práctica".

 

Podemos, en cambio, hablar de valores, actitudes que nos agradan o disgustan en general. Sobre ellos se puede tratar de percibir qué es lo que los define y qué les gustaría adquirir. En síntesis, aceptar tal cual son, disfrutando de sus virtudes y desafiando sus defectos. 

 

Por lo general, a cualquier joven las comparaciones le harán sentirse inseguro y dudoso de su identidad, lo que provocará una incomodidad para moverse en todos los ámbitos.

 

Lo bueno es que con una terapia adecuada esa inseguridad puede desaparecer con cierta facilidad.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

domingo, 1 de agosto de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR. VERGUENZA: PROS Y CONTRAS

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

 

“No tenga pena”. La frase, muy escuchada y repetida hasta el hartazgo, se replica como si bastaran esas simples palabras mágicas para controlar la vergüenza. No, definitivamente es algo más complejo. La vergüenza es parte tanto de la naturaleza animal como  humana.

Está muy conectada con los principios y valores, con el agrado o desagrado que causamos para nosotros mismos y para el resto. Por eso tememos  enfrentarnos al miedo, al juicio negativo de los otros y el propio.

 

Gran parte de esa pena interior es aprendida a través de la crianza. Y así, cuanto más represiva sea la crianza, mayor serán los sentimientos de vergüenza. Esta es una consecuencia lógica: la represión mina nuestra autoestima.

 

Definitivamente hay una relación entre la autoestima y la vergüenza. 

 

Lo que normalmente nos provoca vergüenza son aquellas situaciones en las cuales nos sentimos humillados y cuanto más personas se dan cuenta, mayor será el grado de la misma. Hacer algo incorrecto es una de ellas, ya sea de forma involuntarias o porque fue a propósito y alguien nos haya descubierto.  

 

Es curioso porque los seres humanos nacemos sin vergüenza. Esa sensación de pena la adquirimos a medida que crecemos. Esto ocurre entre los dos y tres años de vida, cuando el niño ya es consciente de sí y sabe que las personas que se encuentran a su alrededor consideran que algunos de sus comportamientos son impropios.  De hecho, no es casualidad que la gente suela desinhibirse con el alcohol o las drogas, porque precisamente esas sustancias provocan la pérdida de contacto con la realidad.   

 

Algo es seguro: la vergüenza condiciona nuestro actuar, y en muchos casos puede ser una mochila pesada de llevar.

 

Hay personas que pueden sentir excesivo temor a quedar en ridículo o a ser rechazados y debido a ello se aplican una especie de autocensura. Es decir, dejan de intentar muchas situaciones o actos en los cuales sienten que no darán el ancho y quedarán expuestos a la humillación.

 

Es cierto que la vergüenza nos evita, muchas veces, hacer el ridículo. Pero también es la excusa perfecta para evitar esforzarnos por intentar algo para lo cual al final hasta podemos ser muy buenos. 

 

Entonces se convierte en un lastre para nuestro desarrollo. Por ejemplo, cuando evitamos determinadas situaciones que realmente nos harían bien solo porque tenemos miedo a cometer un error y quedar expuestos.

 

Para eso es importante identificar si la nuestra es una vergüenza funcional o disfuncional. La primera es la que nos ayuda a evitar errores y protegernos en determinados contextos amenazantes. La otra, en cambio, es la que tiende a invadirlo todo para bloquearnos y no dejarnos progresar. 

 

Un buen ejemplo de cómo superar una vergüenza disfuncional es el caso de Demóstenes, gran orador griego, quien era tartamudo. Sin embargo, esa incapacidad no le paralizó ni le frustró. Todo lo contrario, se metía piedritas en la boca para practicar hasta lograr vencer su impedimento y llegar a ser un renombrado orador. Recordemos que la tartamudez aumenta con el temor y/o ansiedad de quedar mal al hablar. Por eso es importante, antes que nada, identificar cuáles son las cosas que nos dan vergüenza y trabajar en ellas. 

 

Puede ser hablar en público, bailar, ser más sinceros con los demás, etc. Si la vergüenza es debido a baja autoestima o temores infundados se puede mejorar muchísimo. 

 

Será más difícil cuando sea provocada por algo que realmente hemos hecho mal y queda en evidencia. El tiempo y el tratar de resolver la situación de la mejor manera posible también pueden ayudar.

 

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

 

sábado, 17 de julio de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: AMAXOFOBIA: LA PADECES?

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos


Probablemente no sea una de las patologías más famosas, pero la amaxofobia puede complicarnos la vida, precipitar nuestras ansiedades y desafiar nuestro autoestima hasta bloquearnos mentalmente.

Del griego “amaxos” (carro) y “phobos” (miedo), se trata del temor irracional que muchos sufren al conducir un vehículo. 

 

Tampoco es casualidad que esta particular fobia la sufran más las mujeres que los hombres. La cultura machista y tercermundista de Latinoamérica imposibilita acabar con el paradigma del slogan “mujer al volante, peligro constante”. Por lo tanto, ese tipo de etiquetas no hace más que transmitirles miedo e inseguridad.    

 

En España, la Fundación CEA comprobó que la amaxofobia es un problema al que tiene que hacer frente más del 28% de los conductores. Dentro de ese universo, el 55% son mujeres frente al 45% de los hombres. Además, el estudio afirma que es un problema que tiende a agravarse con la edad.

 

Aquí pareciera que subirse a un automóvil y manejar equivale a subirse a un ring de boxeo y pelear por sobrevivir en un mundo agresivo y sin reglas, donde todo vale.

 

 Por eso el miedo podría ser una respuesta lógica ante semejante escenario y predispone a la persona al punto de ver peligro donde no lo hay.

Alguien que padece amaxofobia no solo sobrestima el peligro que podría tener enfrente sino que además subestima sus propias capacidades para conducir. Y eso le anula y le limita, provocando pánico y descontrol a través de sudores, vértigos, mareos, taquicardias, depresión y agarrotamiento muscular. 

 

Según estadísticas globales, uno de cada 9 conductores tienen episodios de ansiedad al volante, y uno de cada 5 deja de conducir a causa de ello. 

 

En muchos casos, el origen de la fobia está relacionado con experiencias pasadas negativas, especialmente si han protagonizado accidentes viales traumáticos. Sin embargo, también hay gente primeriza que no desea tomar esa responsabilidad con todos los riesgos que conlleva.  

 

También influye la manera en que aprendimos a manejar. Es importante que quien nos enseña nos infunda no solo conocimiento sino también seguridad. Curiosamente, aquellos que aprenden a conducir solos son los menos temerosos.

 

Si bien conducir un vehículo es algo sencillo, lo que a veces provoca temor es la peligrosidad que representa la interacción con otros choferes en un ambiente caótico, la estrechez de las calles, la mala señalización, la imprudencia y/o el exceso de peatones. En ese sentido, la persona con miedo que inevitablemente está obligada a conducir tiene muchas más posibilidades de sufrir un accidente: sus reacciones tenderán a ser más lentas e inseguras. 

A pesar de todo, muchos de estos problemas se pueden resolver practicando hasta ir soltándose y tomando confianza. Pero si ya es parte de una fobia desarrollada, el panorama es más complicado, en ese caso requerirá una terapia más a fondo con técnicas cognitivo conductuales y relajación.


Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

sábado, 8 de mayo de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: PADRES QUE ODIAN

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Es bastante común escuchar a hijos que odian a sus padres, y las razones pueden ser múltiples. Sin embargo, es difícil encontrar procesos inversos. 

Es decir, padres que odian a sus hijos. Difícil, pero no imposible… Por supuesto que se puede rechazar a un hijo y hay un abanico de posibles argumentos: nos recuerda a alguien no querido, pensamos que puede quitarnos el amor de pareja o porque verdaderamente ha incurrido en una falta grave, entre otros.

 

El sentimiento surge del amor entrelazado con la vergüenza por sentir esa emoción. “Este proceso tiene una base científica, ya que el amor y el odio comparten los mismos circuitos cerebrales”, explica en su libro el psicólogo británico Simon Baron-Cohen.

 

La intensidad y algunas razones probablemente dependerá de la edad de los hijos, pero la animadversión puede ser producto de una violación o de una relación romántica de la cual ya no deseamos ni acordarnos. Cuando ocurre que el odio puede ocasionar daño -incluso físico- en un hijo. “Amor y odio son dos emociones intensas que circulan en dirección contraria por la misma carretera”, agrega Baron-Cohen.

 

Un buen ejemplo de una relación tóxica entre madre e hija está muy bien representada en la reciente película Corre (Run), disponible en Netflix y entre las 10 más vistas en El Salvador en las últimas semanas.

 

En dicha historia, una madre somete a todo tipo de daños físicos a una hija que va un poco más allá de la típica relación inestable entre padres e hijos. Pero la posibilidad de un daño está latente, sobre todo cuando es provocado por factores ajenos al hijo o sobre los cuales éste no tiene posibilidad de hacer nada. 

 

En algunas ocasiones el odio puede ser generado por una decepción. Es decir, el hijo no cumple las expectativas que se planteaban sus padres. Definitivamente en estos casos estará mezclado con una dosis de culpa, además de la vergüenza.  El progenitor puede sentir que no logró darle a su hijo herramientas para lograr lo que él o ellos esperaban de este hijo. Además, es probable que haya cargado en las espaldas de su hijo todo lo que él quiso y no pudo ser.  

 

La psicóloga estadounidense Susan Forward escribió un libro llamado 'Padres que odian' que describe algunos de sus comportamientos. 

 

Se trata de emociones bastante comunes de desagrado, que no se identifican con cierto  odio por la connotación tan negativa de esta emoción hacia un hijo, pero esto llevará a pleitos sin explicación o incluso a sabotear inconscientemente a este hijo.  “Creo que los padres también odian a sus hijos.

 

Lo que pasa es que no es lícito decirlo”, afirma la colombiana Pilar Quintana, autora de la novela La Perra, en la que trata con crudeza las frustraciones de la maternidad.

 

En algunos casos, los más extremos, ese odio hacia los hijos puede llegar al asesinato, algo que técnicamente se llama filicidio. 

 

Según un estudio de la revista Forensic Science International, cada año hay al menos 500 casos en los Estados Unidos. Casi el 72% de los niños que fueron asesinados por sus propios padres tenían 6 años o menos. Otro dato: el 41,7%% de los asesinos fueron mujeres, mientras en el 58,3% de los casos fueron hombres. Pero quizás lo que llama la atención es que apenas el 10% de las víctimas fueron asesinadas por sus padrastros o madrastras, por lo que el 90% de las víctimas fueron hijos e hijas biológicos de los asesinos. 

 

Por eso lo recomendable es un buen terapeuta que no tome partido sino que sea bien objetivo y pueda hacer entender estas emociones negativas o sea identificarlas para ir pasando luego a su mitigación.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.