Tomado de The Wall Street
Journal
El argentino Sergio Agüero, delantero del Manchester City.
Ante la escasez de centro
delanteros en Europa, Sudamérica se vuelve potencia exportadora
Ahora que acaba de comenzar la Liga
de Campeones de la UEFA y la crema y nata del fútbol de clubes europeo comienza
su arduo trayecto de 10 meses, la élite del continente se empieza a percatar
que les hace falta algo: el clásico número 9 europeo.
Esos hombres de países como
Italia, Alemania e Inglaterra cuyo solo propósito en la vida parecía ser anotar
goles —al carajo con el juego bonito y las camisetas limpias— son una raza en
extinción en el nivel más alto del fútbol en Europa.
El argentino Carlos Tevez
En su lugar, se han convertido en
la exportación futbolística más significativa de Sudamérica.
Eso no quiere decir que Europa ya
no está produciendo impresionantes delanteros. Thomas Müller del Bayern Munich
crea peligro en cualquier lugar que surja en la cancha. Sin embargo, según el
técnico del Arsenal Arséne Wenger, el continente no está produciendo
masivamente "tipos que se metan en el área y se lancen de palomita en el
minuto 90 para anotar el gol, incluso si eso significa clavar su cabeza en el
poste. Esto ya no existe".
De los 15 clubes que terminaron
la temporada pasada entre los cinco primeros lugares en Inglaterra, España e
Italia, ochos jugaron con un centro delantero sudamericano en el tradicional
puesto número 9.
El colombiano Jackson Martínez
Esto incluyó entre otros al
Manchester City con el argentino Sergio Agüero, el Atlético Madrid con el
oriundo brasileño Diego Costa, el uruguayo Luis Suárez, en ese entonces del
Liverpool, y Juventus con el también argentino Carlos Tévez.
Y si excluimos a Lionel Messi y
Cristiano Ronaldo, dos virtuosos únicos que desafían la definición convencional,
cinco de los seis goleadores más frecuentes en la Liga de Campeones del año
pasado eran de Sudamérica.
Se trata del colombiano Jackson
Martínez del Porto, los argentinos Matías Suárez del Anderlecht, Alejandro
Domínguez del Olympiakos, y Tévez de la Juve, y por último el paraguayo Óscar
Cardozo del Benfica. La única excepción fue Mario Balotelli, entonces del AC
Milán, cuyo estilo a menudo lo lleva a bajar al medio campo y modifica los
esquemas de lo que se puede considerar un número 9.
El paraguayo Oscar Cardozo
Wenger señaló a Alemania como un
buen ejemplo. Hace 20 años, dijo, todo equipo en la Bundesliga parecía jugar
con centro delanteros puros casi intercambiables. Hoy en día, Alemania tiene
una generación de jugadores ofensivos técnicamente brillantes y orientados
hacia la ofensiva que se mueven cerca de la delantera (Müller, Mario Götze,
Mesut Özil, Toni Kroos, y la lista continúa), pero tan pocos centro delanteros
que la selección alemana de fútbol se fue a Brasil con un solo número nueve de
tiempo completo, Miroslav Klose. Y tenía 35 años.
Un motivo, indicó Wenger, es que
en los últimos 20 años, la educación europea de fútbol se ha concentrado en
cultivar genios para pasar el balón. La técnica, la velocidad y la visión en la
cancha son las principales prioridades.
El uso discreto del codo en un
área de penalti poblada de defensas contrarios no figura en la lista.
El ex mediocampista del Real
Madrid Xabi Alonso, ahora del Bayern Munich, lo describió de la siguiente
manera en una entrevista con The Wall Street Journal hace unos meses: "El
prototipo del jugador español es un jugador que le gusta mantener el balón, que
comprende el juego. Le gusta tener buenas asociaciones con los jugadores que lo
rodean. No es egoísta".
Es como si estuviera exponiendo
el ideal al que aspiran los sistemas juveniles alrededor de Europa. La academia
de Barcelona, La Masia, se convirtió en la versión futbolera de Oxford, Harvard
y un internado suizo combinados. El problema es que ninguna de estas cualidades
describe a los atacantes puros más peligrosos del mundo: el cazagoles egoísta
que busca ganar a toda costa que se mete de cabeza "a las zonas en dónde
hiere", como lo describió Wenger.
El uruguayo Luis Suárez
"El fútbol del centro
delantero es el fútbol de la calle", agregó. "Es el tipo que intenta
empujarte, que juega al borde de las reglas. Suárez es un ejemplo de un jugador
que no recibió una educación clásica en el fútbol".
Wenger podría bien haber
mencionado al similarmente combativo Costa, nacido en Brasil e importado por
España para llenar el vació en la punta. La Roja estaba tan hambrienta de
talento para el puesto de centro delantero, incluso al mismo tiempo que
dominaba el fútbol mundial, que sus opciones normalmente se limitaban al
desatinado Fernando Torres, o reinventar la posición tan a fondo que Cesc Fábregas
jugaría de "falso nueve".
La aventura del Mundial de Costa
en su equipo adoptivo terminó siendo una experiencia miserable tanto para el
jugador como para el equipo. Pero su forma hasta ahora en la Liga Premier
—siete goles en cuatro partidos con el Chelsea— sugiere que dará fruto a largo
plazo.
Brasileño nacionalizado Español Diego Costa
El otro motivo que Europa no ha
producido sus propios Costas últimamente es táctico. Equipos como España,
Bayern Munich, Real Madrid y Barcelona marcan la pauta para el fútbol europeo
con sistemas que giran en torno a laterales veloces y pases complejos por el
centro. Las amenazas de ataque vienen de más direcciones.
Y esto significa que el centro
delantero en una formación 4-2-3-1 o 4-3-3 se convirtió en un engrane más en la
máquina de ataque en lugar de su foco de atención.
Por tanto los centros delanteros
ahora son lo que el director atlético del Barcelona Andoni Zubizarreta llamó
"delanteros en un sentido más general… significa que hacen mucho más que
disparar".
Pese a todo el talento goleador
que está saliendo de Colombia, Argentina y Uruguay, hay una sola excepción:
Brasil.
"Ya no producen nada",
dijo Wenger antes del Mundial (y mucho antes de la debacle de Belo Horizonte).
Incluso en el mediocampo son buenos, pero no son los grandes brasileños del
pasado.