Tomado de El País
El PP da un rotundo portazo a Aznar
No se ha confirmado si José María Aznar mantiene aún vigente su sociedad empresarial con Francisco
Flores ex presidente de El Salvador y principal asesor de ARENA
El entorno de Rajoy ve desleal al
expresidente y dolido por la falta de apoyo en Gürtel
El presidente ignora a su mentor
pero contesta: “No cambiaré mi política”
Por Carlos E. Cué
La relación entre José María Aznar y Mariano Rajoy, entre aznaristas ymarianistas, explica buena parte de la
historia reciente del PP. Y ese complejo lazo, ya muy debilitado, pareció
romperse definitivamente este miércoles, después de que el expresidente acusara
a Rajoy de no tener un proyecto definido y amagara con volver. La indignación era
palpable entre los fieles del presidente. Muchos salieron en tromba a mostrar
la soledad de Aznar. Otros, como el propio Rajoy, prefirieron ignorarle y
asegurar que diga lo que diga van a seguir por la misma ruta. Pero todos
dejaron claro una cosa: Aznar está solo y este miércoles el PP le cerró
cualquier puerta a la idea de que vuelva. Es más, el expresidente se llevó un
portazo del partido que prácticamente creó a su imagen y semejanza en los 90,
tras la refundación. Al menos de la mayoría de sus dirigentes.
El análisis más extendido entre los marianistas consultados era muy duro: Aznar fue
desleal, irresponsable, decían, pero sobre todo le veían con una motivación oscura: enrabietado
porque nadie del PP ni del Gobierno ha salido a defender su imagen cuando se
están publicando informaciones que le afectan directamente y muestran su
vinculación y la de su familia con Francisco Correa, el cabecilla de la trama,
y los importantes sobresueldos del PP —legales y declarados a Hacienda,
según explicó— que cobró quien llegó al poder con el lema “paro, despilfarro y
corrupción”.
Los aznaristas,
por el contrario, agazapados, en minoría en el PP y más silenciosos, estaban
satisfechos al ver que alguien se había atrevido a decir en alto lo que ellos
piensan: esto es, que Rajoy no está cumpliendo el programa electoral, que no
tiene proyecto claro, que no se atreve a hacer las reformas más duras por miedo
a un estallido social. Que no se anima a usar la mayoría absoluta que tiene.
Sin embargo la realidad es que Rajoy, que lleva casi 10 años
al frente del PP y ha ido cambiando las estructuras de poder nacional y
territorial con personas de su confianza —solo se le escapa la isla de Madrid y
ya parece más controlada con un Ignacio González más dispuesto a colaborar que
Esperanza Aguirre— controla de momento el PP. González, que hasta hace poco era
el más crítico con Rajoy pero ha suavizado su discurso, fue el único de los barones que reivindicó al expresidente, aunque
con cierta cautela.
Pero el control de los marianistas es evidente. Y por tanto Aznar, que
tiene fieles históricos pero cada vez más detractores, ya no tiene peso en la
organización para montar ninguna revolución interna, analizan diversos
dirigentes de varias sensibilidades. Revolucionará a los medios, descolocará a
muchos militantes que le consideran aún un referente, pero no puede atacar el
poder de Rajoy, y menos ahora en La Moncloa, insisten. Y la reacción de este
miércoles, no solo de diputados importantes e históricos que fueron muy cercanos
a Aznar como Jesús Posada —“las cosas se van para no volver” llegó a decir—
sino sobre todo de dirigentes regionales, prueba esa soledad, explican. El
lunes, en cualquier caso, habrá una nueva prueba de fuego: Aznar tiene previsto
intervenir en una sala del Congreso en la presentación de tres libros de FAES
sobre grandes líderes como Cánovas del Castillo. Presencias, ausencias y
discursos serán analizados con lupa.
Hay algo en lo que
coincidenmarianistas y aznaristas:
el expresidente está muy molesto, aseguran. No le gusta lo que hace Rajoy, le
parece que está desperdiciando la mayoría absoluta. Querría, como otros muchos
en el PP, no solo aznaristas,
también liberales fieles a Rajoy, bajadas de impuestos ya, reformas más duras,
sobre todo de pensiones y seguro de desempleo, y un recorte radical de la
administración que implique reducción de empleo público y más despidos. Eso
abocaría al enfrentamiento social, justifican en el entorno del presidente.
Todo se hará con más calma y buscando la paz social, explican.
Pero además Aznar está dolido, dicen los que le conocen,
porque ve que nadie le defiende cuando hay escándalos de Gürtel que afectan a su etapa o a su familia. Muchos
dirigentes se han acordado ahora de que nada más empezar el escándalo, en 2009,
Ana Botella, reclamó a Rajoy y a los demás, en un Comité Ejecutivo, que se
defendiera “el legado” de Aznar y su etapa al frente del PP. Nadie le contestó,
pero no se hizo. Y varios años después, Dolores de Cospedal, en enero de este
2013, pronunció su frase: “Que cada uno aguante su vela”. Eso abrió aún
más las heridas.
Los marianistas ven ahora que el epicentro de Gürtel
está en el entorno de Aznar y tratan de salvar al presidente. Y los aznaristas recuerdan que es Rajoy quien estaba
entonces y sigue ahora en la cúpula y quien nombró a Luis Bárcenas como
tesorero y le protegió durante mesescuando estalló el escándalo. Además Rajoy
también cobró esos polémicos sobresueldos del PP —en 2011 declaró 240.000 euros
brutos, 200.000 del PP y 40.000 del Congreso—.
Desde Madrid, los fieles al ahora presidente atacaban de una
u otra manera a Aznar. Cristóbal Montoro, aludido por el expresidente, defendió
en el pleno del Congreso que no hay margen para bajar impuestos y criticó las
“nostalgias” de Aznar, sin mencionarlo. Otros dejaban caer esa idea de la
deslealtad, entre ellos Alfonso Alonso, portavoz parlamentario y hombre de la
absoluta confianza de la cúpula actual.
Aznar está haciendo con Rajoy algo que Manuel Fraga nunca
hizo con él, explicaban algunos diputados. Otros dirigentes y miembros del
Gobierno señalaban la enorme irresponsabilidad que en su opinión implica tratar
de debilitar a Rajoy en un momento tan delicado para España.
La vicepresidenta, de forma taimada, también lanzó un golpe
contra el expresidente al decir que el Gobierno acepta todas las ideas que
sirvan para crear empleo. Esto es, no los ataques a su líneas políticas básicas
como el que hizo Aznar. El mensaje en cualquier caso, también de Soraya Sáenz
de Santamaría, era claro: el Gobierno va a seguir con su política diga lo que
diga el presidente de honor del PP.
Y tras lanzar a su tropa a amortiguar a Aznar y el enorme
impacto que tuvieron sus palabras no solo en el PP sino en todo el mundo
político —el PSOE lo aprovechó en el Congreso para asegurar que a Rajoy “se le
va el país de las manos” porque hasta su presidente de honor dice que no tiene
proyecto— el presidente Rajoy comparecía en Bruselas visiblemente tranquilo y
dispuesto a jugar con los periodistas.
Rajoy exhibió su resistencia, una de las virtudes que más le
destacan los suyos. Estaba decidido a no hablar de Aznar, y esquivó hasta seis
preguntas sobre el asunto, al final con un gran punto de ironía también
característica suya. Por no decir, ni siquiera quiso aclarar si vio la
entrevista, aunque es poco probable que no lo hiciera: “No van a encontrarme en
ninguna polémica con un expresidente y menos con el presidente Aznar. Me tengo
que preocupar de lo que me tengo que preocupar”. Pero sí lanzó una respuesta
clara: “No voy a cambiar mi política, si no estaría engañando a los españoles,
estoy haciendo lo que hay que hacer. Voy a mantener el rumbo y el ritmo”. Esta
semana Rajoy aprobará la ley de emprendedores. Y esperará a que escampe este
aguacero.
Todos le dan la espalda
Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Ejecutivo: “El Gobierno trabaja para sacar adelante el país. Agradecemos
especialmente todas las aportaciones que se puedan hacer para que en este país
se vuelva a crear empleo”.
Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda: “Lo digo para las voces que insisten en que hay que bajar
impuestos ya. Les aseguro que yo estaría encantado de promover a la Cámara y a
la sociedad española que bajemos impuestos ya, pero no hay margen... Esta es la
cuenta. Las añoranzas y melancolías me las dejo para otro día”.
Luis de Guindos, ministro de Economía: Rajoy “es un presidente con las características adecuadas para
sacar a España de la crisis y hacer frente a los problemas y retos que tiene el
país, que son graves y profundos... Antes del 2015 revertirá totalmente la
subida del IRPF aprobada a finales de 2011”.
Jesús Posada, presidente del Congreso de los Diputados y
exministro de Aznar: “Las cosas se van para no
volver y ahora los tiempos van por otro camino... Es que el ser humano es como
es, y cada uno piensa lo que piensa de sí mismo. Yo digo mi opinión desde
fuera, él [Aznar] opina visto desde sí mismo, desde dentro”.
Alberto Núñez-Feijóo, presidente de Galicia: “El PP es un partido de lealtades. Ha sido leal con el
presidente Aznar, es leal con el expresidente Aznar y eso significa, en
consecuencia, que tiene una lealtad inquebrantable con el presidente Rajoy”.
Alfonso Alonso, portavoz del PP en el Congreso de los Diputados: “Todo el mundo puede realizar aportaciones y, por supuesto,
Aznar. Un sistema democrático se basa en el debate público informado y en las
opiniones... Lo que ayuda a la recuperación del país es el proyecto reformista
que lidera Mariano Rajoy”.
Iñaki Oyarzabal, número dos del PP vasco: “El PP respalda mayoritariamente las políticas de Mariano
Rajoy. Pido lealtad... Me choca que [Aznar] esté con ganas, pero todo el mundo
es libre de tener todavía esos anhelos vitales”.
Alicia Sánchez-Camacho, presidenta del PP catalán: “El Gobierno está haciendo la agenda reformista que nos sacará
de la crisis, y aplicaremos nuestro programa en la medida en que España empiece
a salir de la crisis y podamos bajar impuestos”.
Borja Sémper, portavoz del PP en el Parlamento vasco: “Zapatero se consolida como el mejor expresidente del
Gobierno”.
Josep Antoni Duran, portavoz de CiU en el Congreso: “Aznar no le ha hecho ningún bien. Rajoy no se merece esas
declaraciones”.
Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid: “Todas las expresiones, manifestaciones y opiniones de Aznar
me parecen de enorme interés. Probablemente [fue] el mejor presidente del
Gobierno que ha tenido España en estos años”.
Elena Valenciano, vicesecretaria del PSOE: La posibilidad del regreso es una mezcla entre “el túnel del
tiempo y el túnel de los horrores”.
Cayo Lara, coordinador general de IU: “Aznar ya nos dejó una herencia. Dejó al país en una guerra y
con las consecuencias tan dramáticas que vinieron después de ella”.