Tomado de Suburbano
El verdadero escándalo en
Estados Unidos
Por Pedro Caviedes*
Mayo del 2013 ha sido para muchos un mes escandaloso en la
presidencia de Barack Obama. ¿Los tres detonantes? Benghazi; la prestigiosa
Assosiated Press; y el Departamento de Rentas Internas, o IRS (por sus siglas
en inglés).
A pesar de lo doloroso que fue la muerte del valiente embajador
Chris Stevens y otros tres funcionarios estadounidenses, la noche de Septiembre
11 del 2012 en Benghazi, llama mi atención el despliegue y la insistencia del
partido de la oposición, que indaga en cada detalle, buceando entre emails y
declaraciones de funcionarios. Más parece que su fin es desprestigiar al
gobierno, cuya diplomacia en ese entonces estaba a cargo de Hillary Clinton
(casualmente quien, con un amplio margen, lidera las encuestas para las
próximas presidenciales), que tomar correctivos que impidan que un hecho tan
atroz, suceda nuevamente.
Uno de los puntos que señalan, una y otra vez, es que cuatro
americanos murieron, y eso es absolutamente inaceptable.
Y sin duda lo es. Y lo es cuando cualquier persona inocente, cae
en medio de las balas y los ataques del terrorismo organizado. Pero me pregunto
por qué, durante los ocho años del anterior presidente, George W. Bush, cuando
fueron atacados trece puestos diplomáticos de los EEUU en el mundo, sin contar
los de Irak, ¿esas mismas voces no se alzaron por las víctimas?
Puestos diplomáticos y delegaciones de los EEUU fueron atacados
en Calcuta, India; Karachi, Pakistán; Denpasar, Indonesia; Islamabad, Pakistán;
Riad, Arabia Saudita; Taskent, Uzbekistán; Yeda, Arabia Saudita; Damasco,
Siria; Atenas, Grecia; Saná, Yemen; y Estambul, Turquía; sin que ninguno de los
que ahora se muestran tan indignados por Benghazi, emitieran una sola palabra
de protesta.
Y lo grave es que esa misma deferencia para con las víctimas de
Benghazi, tampoco llega hasta las veinte indefensas criaturas y seis adultos
que murieron dentro del país, masacradas en su propia escuela (Sandy Hook
Elementary), los doce adultos en un cine (en Aurora, Colorado), los doce
adolescentes y un profesor en una secundaria (Columbine, Colorado), a manos de
psicópatas armados, entre otras muchas matanzas de este tipo que se repiten año
tras año, y los miles que también mueren al año en otros actos criminales,
repito, dentro de estas fronteras. Por el contrario, una mayoría republicana se
encargó de bloquear la ley que buscaba regular la compra y venta de armas
haciendo más estricta la verificación de los antecedentes.
Hace unas pocas semanas, el viernes 19 de abril en la madrugada,
los terroristas que perpetraron el atentado de la Maratón de Boston, Tamerlan y
Dzhokar Tsarnaev, en su violenta huida por las calles de la ciudad, acribillaron
a un policía e hirieron gravemente a otro, con armas que nadie sabe dónde ni
cómo compraron.
¿Cómo puede ser que sigan permitiendo que se lleve a cabo esta
carnicería en la nación más poderosa del planeta?
El siguiente ‘escándalo’ se asomó a las ventanas del IRS. Dijo
John Boehner, Presidente de la Mayoría en la Cámara de Representantes, que
alguien tiene que ir a prisión por el enfoque de este departamento, en el
escrutinio a organizaciones que apoyaban al Tea Party. Sí, habrá que
investigar, hasta dónde, quienes lo hicieron, violaron la ley. Pero de nuevo,
me pregunto por qué no reciben esa misma atención, los miles que tienen cuentas
ocultas en paraísos fiscales y evaden al tesoro público sin castigo alguno. Por
qué, cuando los bancos en sus prácticas irresponsables llevaron a la economía
al borde del abismo, ¿no hubo un solo encarcelado, ni representante de la
Cámara que pidiera un castigo? ¿No les pareció igual de grave que el candidato
a la presidencia por el GOP no mostrara su declaración de renta, por no exponer
que pagaba muchísimo menos en impuestos que el resto de los ciudadanos? ¿Por
qué no llamar la atención sobre cientos de organizaciones supuestamente de
ayudas sociales, que en realidad son un tapadero de patrocinio político, que
evade informar a las autoridades sobre sus donantes?
¿Por qué no buscar en el fin a la evasión, una solución a su tan
cacareado problema del déficit, en lugar de que, en su afán de proteger a toda
costa un pequeño porcentaje de los impuestos de un reducido grupo de ciudadanos
(entre los que muchos evaden en paraísos fiscales), recorten en programas de
alimentación a niños, escuelas públicas, atención a los ancianos y seguridad
nacional, desacelerando la recuperación, y manteniendo a millones desempleados?
¿No tienen más relevancia esas preguntas, que el pedido de
encarcelamiento?
Sobre lo ocurrido con la AP, que el Departamento de Justicia
quiera capturar a funcionarios irresponsables que ponen en peligro a los que lo
arriesgan todo por su seguridad, revisando los records telefónicos de algunos
periodistas, abre el debate de cuál es el límite, entre la libertad de prensa y
la seguridad nacional. Un debate que enriquecería el dialogo, sobre las leyes
que se implementaron después de los atentados del 11 de septiembre del 2001.
Pero existe una gran diferencia entre lo ocurrido con la AP, y la declaración
de guerra a Irak, en base a la mentira de las armas de destrucción masiva. Y a
que todo aquel que se opuso, fue tildado de antipatriota, desde las filas del
gobierno.
De aquella época tan oscura, todavía queda viva la medieval
cárcel de Guantánamo, cuyas puertas el Congreso no permite que el presidente
cierre para siempre.
* Nació en Cartagena de Indias, Colombia. Empezó a colaborar con
el periódico El Universal de su natal Cartagena, publicando columnas de opinión
política. Trabajó como redactor y periodista para la firma editorial Mercado de
Dinero y actualmente como editor en español de Copy Write Agency Inc. También
es columnista semanal para el diario El Nuevo Herald de Miami, FL, Voces del
Huffington Post e Infobae. Es autor de la novela, La otra mirada.
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