miércoles, 22 de mayo de 2013

Más allá de los tres escándalos de Mayo en Washington


Tomado de Suburbano
 El verdadero escándalo en Estados Unidos
Por Pedro Caviedes*
Mayo del 2013 ha sido para muchos un mes escandaloso en la presidencia de Barack Obama. ¿Los tres detonantes? Benghazi; la prestigiosa Assosiated Press; y el Departamento de Rentas Internas, o IRS (por sus siglas en inglés). 
A pesar de lo doloroso que fue la muerte del valiente embajador Chris Stevens y otros tres funcionarios estadounidenses, la noche de Septiembre 11 del 2012 en Benghazi, llama mi atención el despliegue y la insistencia del partido de la oposición, que indaga en cada detalle, buceando entre emails y declaraciones de funcionarios. Más parece que su fin es desprestigiar al gobierno, cuya diplomacia en ese entonces estaba a cargo de Hillary Clinton (casualmente quien, con un amplio margen, lidera las encuestas para las próximas presidenciales), que tomar correctivos que impidan que un hecho tan atroz, suceda nuevamente.
Uno de los puntos que señalan, una y otra vez, es que cuatro americanos murieron, y eso es absolutamente inaceptable.
Y sin duda lo es. Y lo es cuando cualquier persona inocente, cae en medio de las balas y los ataques del terrorismo organizado. Pero me pregunto por qué, durante los ocho años del anterior presidente, George W. Bush, cuando fueron atacados trece puestos diplomáticos de los EEUU en el mundo, sin contar los de Irak, ¿esas mismas voces no se alzaron por las víctimas?
Puestos diplomáticos y delegaciones de los EEUU fueron atacados en Calcuta, India; Karachi, Pakistán; Denpasar, Indonesia; Islamabad, Pakistán; Riad, Arabia Saudita; Taskent, Uzbekistán; Yeda, Arabia Saudita; Damasco, Siria; Atenas, Grecia; Saná, Yemen; y Estambul, Turquía; sin que ninguno de los que ahora se muestran tan indignados por Benghazi, emitieran una sola palabra de protesta.
Y lo grave es que esa misma deferencia para con las víctimas de Benghazi, tampoco llega hasta las veinte indefensas criaturas y seis adultos que murieron dentro del país, masacradas en su propia escuela (Sandy Hook Elementary), los doce adultos en un cine (en Aurora, Colorado), los doce adolescentes y un profesor en una secundaria (Columbine, Colorado), a manos de psicópatas armados, entre otras muchas matanzas de este tipo que se repiten año tras año, y los miles que también mueren al año en otros actos criminales, repito, dentro de estas fronteras. Por el contrario, una mayoría republicana se encargó de bloquear la ley que buscaba regular la compra y venta de armas haciendo más estricta la verificación de los antecedentes.
Hace unas pocas semanas, el viernes 19 de abril en la madrugada, los terroristas que perpetraron el atentado de la Maratón de Boston, Tamerlan y Dzhokar Tsarnaev, en su violenta huida por las calles de la ciudad, acribillaron a un policía e hirieron gravemente a otro, con armas que nadie sabe dónde ni cómo compraron.
¿Cómo puede ser que sigan permitiendo que se lleve a cabo esta carnicería en la nación más poderosa del planeta?
El siguiente ‘escándalo’ se asomó a las ventanas del IRS. Dijo John Boehner, Presidente de la Mayoría en la Cámara de Representantes, que alguien tiene que ir a prisión por el enfoque de este departamento, en el escrutinio a organizaciones que apoyaban al Tea Party. Sí, habrá que investigar, hasta dónde, quienes lo hicieron, violaron la ley. Pero de nuevo, me pregunto por qué no reciben esa misma atención, los miles que tienen cuentas ocultas en paraísos fiscales y evaden al tesoro público sin castigo alguno. Por qué, cuando los bancos en sus prácticas irresponsables llevaron a la economía al borde del abismo, ¿no hubo un solo encarcelado, ni representante de la Cámara que pidiera un castigo? ¿No les pareció igual de grave que el candidato a la presidencia por el GOP no mostrara su declaración de renta, por no exponer que pagaba muchísimo menos en impuestos que el resto de los ciudadanos? ¿Por qué no llamar la atención sobre cientos de organizaciones supuestamente de ayudas sociales, que en realidad son un tapadero de patrocinio político, que evade informar a las autoridades sobre sus donantes?
¿Por qué no buscar en el fin a la evasión, una solución a su tan cacareado problema del déficit, en lugar de que, en su afán de proteger a toda costa un pequeño porcentaje de los impuestos de un reducido grupo de ciudadanos (entre los que muchos evaden en paraísos fiscales), recorten en programas de alimentación a niños, escuelas públicas, atención a los ancianos y seguridad nacional, desacelerando la recuperación, y manteniendo a millones desempleados?
¿No tienen más relevancia esas preguntas, que el pedido de encarcelamiento?
Sobre lo ocurrido con la AP, que el Departamento de Justicia quiera capturar a funcionarios irresponsables que ponen en peligro a los que lo arriesgan todo por su seguridad, revisando los records telefónicos de algunos periodistas, abre el debate de cuál es el límite, entre la libertad de prensa y la seguridad nacional. Un debate que enriquecería el dialogo, sobre las leyes que se implementaron después de los atentados del 11 de septiembre del 2001. Pero existe una gran diferencia entre lo ocurrido con la AP, y la declaración de guerra a Irak, en base a la mentira de las armas de destrucción masiva. Y a que todo aquel que se opuso, fue tildado de antipatriota, desde las filas del gobierno.
De aquella época tan oscura, todavía queda viva la medieval cárcel de Guantánamo, cuyas puertas el Congreso no permite que el presidente cierre para siempre.

* Nació en Cartagena de Indias, Colombia. Empezó a colaborar con el periódico El Universal de su natal Cartagena, publicando columnas de opinión política. Trabajó como redactor y periodista para la firma editorial Mercado de Dinero y actualmente como editor en español de Copy Write Agency Inc. También es columnista semanal para el diario El Nuevo Herald de Miami, FL, Voces del Huffington Post e Infobae. Es autor de la novela, La otra mirada.

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