Por Dra. Margarita Mendoza Burgos
Siempre, y aún en estos tiempos, se ha
subestimado la importancia de la salud mental. Mientras que la mayoría cuida su
cuerpo con ejercicios y buena alimentación para evitar enfermedades, no siempre
sucede lo mismo con la salud mental. Se trata de un aspecto que la mayoría
tiene descuidado. Es muy simple, la gente no ve la salud mental como algo
palpable, como sí ve a los catarros, la diabetes e incluso el cáncer, por
ejemplo. Cuando se trata de la mente, parece que la concepción es distinta.
Creen que eso de “ser locos” es algo lejano, ajeno. Eso les pasa a otros, no a uno
mismo. Muy pocos son conscientes de que el cuidado de la salud mental que es
algo del día a día, ya que, en definitiva, todo afecta la salud mental.
Quizás
no le dediquemos demasiada importancia a situaciones cotidianas que van minando
nuestra mente. No dormir bien es una de ellas. Lo mismo si la vecina nos
hizo mala cara, se nos quemó la comida o nos tocó viajar apretado en el bus.
Afecta si nos robaron algo, si el jefe nos regañó, si nuestro hijo no va bien
en la escuela y se porta mal. También le pasa a los adolescentes con
experiencias para ellos traumáticas, como cuando le salen barros, lo
cacharon copiando o no es aceptado por el “bicho” o “bicha” que le gusta.
Todo influye en nuestra salud mental. De
niños, cuando tienen que dejar de tomar pacha, Cuando los padres los
malacostumbran a los brazos para dormirlos, o peor aun los duermen dando vueltas
en el carro, pues de otra forma no lo logran; cuando no desean prestar
un juguete; o la resistencia inicial a ir al kinder. En los adultos, peligros
inminentes como la falta de trabajo, el alto costo de la vida, la inseguridad
ciudadana, la frustración por los políticos y corrupción. Todo eso, de algún
modo, contamina nuestra mente. Yo, personalmente, siempre comparo a la salud
mental con el catarro, porque va y viene. No es algo constante, aparece y
desaparece. Es como la salud general de nuestro organismo.... a
veces mejor, otras peor.
El primer paso es tomar conciencia del tema, porque se trata de algo que se puede prevenir y también tratar, dependiendo de los casos. Si se tratan adecuadamente todas estas “pequeñeces” evitaremos que eso se vuelva un complicado marasmo mental difícil de desenredar. Como toda enfermedad, las dificultades de nuestra mente tienen su tratamiento. Si usted tiene catarro, toma aunque sea una aspirina. Si tiene un problema, puede desde hablarlo o escribirlo en una nota. Se le puede hacer frente con relajación, ejercicio -existe una gran variedad de técnicas- o decidir buscar ayuda profesional.
Es probable que mucha gente sufra de
trastornos mentales y no se dé cuenta. Otros, sin embargo, no desean “darse
cuenta”. A nadie le gusta tener a alguien así en la familia, así que es mejor
mirar para otro lado para no ahuyentar a las amistades. Así como uno puede
admitir públicamente que tiene catarro, neumonía o diabetes -algunos hasta
presumen de ello-, cuando se trata de salud mental la tendencia es siempre a
ocultarla o negarla.
Esto es una reacción lógica, ya que
es poco lo que se divulga de este tipo de problemas y a veces hay
mala información. Se ve como tabú, como algo negativo y no hay espacio para la
prevención. Hay
varios casos emblemáticos que nos pueden ayudar a entender los riesgos en la
salud mental. Uno de ellos puede ser el de la cantante británica Amy Winehouse,
que padecía un trastorno bipolar y que murió a los 27 años, víctima de un
colapso por el síndrome de abstinencia.
Así como ella, muchos cantantes de rock
se acabaron suicidando o murieron por sobredosis. Pudieran pensar que eso
tiene relación con las drogas y no con la salud mental. No es correcto. Cuando
se abusa de las drogas sabiendo el daño que nos está causando es un síntoma
claro de daño en la salud mental. Es muy común que las drogas sean el refugio
para olvidarse de los problemas que están dañando nuestra salud mental. En la
vida cotidiana, hay tantos que mueren de forma “confusa”, por decirlo de algún
modo, y que en el fondo tienen una relación con la salud mental deteriorada. Lo
mejor, ante el menor síntoma, es acudir a los especialistas; para eso están.
Porque como en toda enfermedad, cuando antes se diagnostique, mucho más fácil
será combatirla.
Acerca de la
Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología
Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la
Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El
Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio
de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los
diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también
internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud
mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
Fui la
primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer
dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones
en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación,
Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también
acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su
personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento
especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la
labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida,
Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras
actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer
métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a
pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad
para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera
permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de
terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de
absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la
prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y
dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de
experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el
desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy
fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió
en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se
independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.