sábado, 18 de febrero de 2017

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: CANSANCIO DE VIVIR



Dedicaba un espacio anterior a introducir la propuesta de Holanda de legalizar la eutanasia para personas que estén cansadas de vivir, aun cuando no estén físicamente enfermas. Parece que ya hemos ido aceptando un poco la idea de la eutanasia en el caso de enfermos terminales, pero suena escandaloso tener que aceptarlo también en el caso de personas que ni siquiera están enfermas, pero nos olvidamos de que el sufrimiento no es solo físico; el hecho de desear la muerte porque ya se está cansado de vivir, y ya no hay perspectivas de recuperación es suficiente argumento para diagnosticar una enfermedad psíquica irreversible y terminal. Nadie que no sufre desea morir.

¿Y cómo puede alguien estar tan cansado de vivir como para desear ya morir? Esa es una pregunta que no deberíamos hacerles a ellos, sino a nosotros mismos. ¿Qué estamos haciendo como sociedad para que haya cada vez más personas mayores agotadas y sin deseo de vivir? La respuesta es muy simple: hemos construido un mundo para los jóvenes (y no para todos), en el que los mayores no tienen cabida. En el mercado laboral solo tienen cabida los jóvenes; hemos aprendido a sobrevalorar el dinero, el sexo, el poder, la energía, la belleza, la brillantez, la rapidez, la habilidad, particularmente con las nuevas tecnologías… precisamente todo aquello que las personas mayores no pueden ofrecer. Y nos hemos acostumbrado a la cultura de “usar y tirar”; usamos lo que nos es útil, y lo marginamos o descartamos cuando ya no lo necesitamos o nos estorba.

La propia desestructuración y disfuncionalidad de las familias contribuye también a esa marginación. Construimos relaciones familiares y humanas en las que prima el placer, el consumismo y el status; y trabajamos y hacemos lo que sea para cumplir con ello, de modo que difícilmente podemos dedicar la atención adecuada ni siquiera a nuestros hijos. ¿Y nuestros mayores? Bueno, para ellos ya no queda nada de tiempo. ¿Es tan difícil entender por qué cada vez más personas mayores tienen la sensación de no tener cabida en la sociedad, y quieran escaparse de ella?

Todos dirán que entonces habría que cambiar todo eso… Pues sí, claro; de hecho, no había que haber construido un mundo así, pero eso es lo que hemos hecho; eso es lo que hay. Y no debemos mirar hacia afuera buscando a los culpables de haber hecho un mundo así. El mundo así lo hemos hecho cada uno de nosotros desde dentro de nuestras propias familias. La persona mayor cansada de vivir generalmente no se siente así porque ahora el mundo es así, sino porque su propia familia es así. La persona mayor que se siente aceptada e integrada en su familia o en su círculo íntimo no tiene deseo de morir.

Y de todos los que sienten algún remordimiento, o dicen que habría que cambiar todo eso, solo alguno hará algún intento, pero la gran mayoría solo lo dice y luego mirará para otro lado, y, llegado el momento hará un viaje a Holanda, para un familiar, o para uno mismo, como solemos hacer con los abortos. Creamos y permitimos el problema y luego nosotros mismos nos escandalizamos y prohibimos las soluciones que cada quien busca espontáneamente para solucionarlo. Pura hipocresía. Los holandeses son más francos, y por eso se les critica.

¿Y cómo puede alguien querer ayudar a morir a otra persona? Es una cuestión de conciencia. Habrá muchos que nunca lo harían porque no están de acuerdo, lo cual es muy respetable, o bien porque, aun estando de acuerdo, no tengan el valor de hacerlo, lo cual es muy comprensible. Quien lo hace debe tener una increíble empatía y valor, pero no creo que esté atentando contra nada ni contra nadie. Está simplemente ayudando a otra persona a cumplir su deseo, su último deseo, lo cual también es muy respetable. Los holandeses ya tienen la suerte de poder elegir entre las diferentes opciones respetables y comprensibles.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

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