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sábado, 9 de abril de 2016

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: LOS CANGREJOS


       Cuentan que un cocinero tenía una olla pacha, llena de cangrejos, destapada; y unos pocos cangrejos en otra olla, alta y tapada. Al preguntarle sobre la paradoja, explicó que los pocos de la olla alta y tapada eran alemanes y se ayudaban hasta que salía el último, mientras que con los del montón de la olla pacha y destapada no había cuidado, porque eran salvadoreños, y en cuanto uno asomaba la cabeza, los demás se encargaban de bajarle.

       Por supuesto, ni los alemanes son únicos en su forma de entender las cosas, ni nosotros tampoco en la nuestra, pero ambos son muestras elocuentes de por qué hay un primer mundo y un tercero. Es cierto que estas características culturales no son la única causa, y que hay otras circunstancias que tienden a perpetuar esos status, pero dichas circunstancias precisamente encuentran terreno fértil en las culturas.

       Vivimos en un mundo cada vez más competitivo, pero si siempre nos hemos caracterizado por competir en lo pequeño, a nivel individual, y la mayoría de las veces de una forma absurda e desenfocada; hoy día, ante fenómenos como el de la globalización, mantener esa táctica, tan arraigada en nuestra cultura, supone perder totalmente la referencia de cuál es la cancha de competencia, y quedar definitivamente condenados al fracaso y al subdesarrollo.

       Para nuestra cultura, el simple hecho de ver ojos en cara ajena ya es motivo de competencia. Tan baja autoestima tenemos, que cuando otro destaca y tiene éxito, lo sentimos como un fracaso propio. Quien debería ser un modelo lo convertimos en un rival. Y esa misma baja autoestima es la que hace que en vez afrontar la situación en forma positiva y tratar de superarnos para estar al nivel de ese modelo, no creamos en esa posibilidad, y manejemos la situación a la inversa, tratando de desacreditar u obstaculizar el éxito de los otros para que caigan por debajo de nuestro pobre nivel.

       En vez de ser parte de la tripulación de un gran crucero, preferimos ser capitanes de un tronco flotando, con tal de tener un mando que ni sabemos manejar. Por ello es mucho más fácil que un salvadoreño destaque fuera del país que dentro de él, porque se le corta la influencia negativa que la propia cultura ejerce sobre él, y se detectan y aprovechan sus valores y talentos para incorporarlos a esfuerzos conjuntos que realmente miran hacia arriba sin el temor de que otros los vean competitivamente y los saboteen.
        Participando en el éxito de otros se ayuda a levantar y fortalecer la imagen y credibilidad de una comunidad o país, lo que supone abrir una puerta para todo aquello que tenga su sello, con lo que todos ganan, y ganan a otro nivel más elevado que el del suelo, que es al que estamos acostumbrados. El verdadero subdesarrollo tiene fundamentos educativos y culturales; el subdesarrollo económico no es más que una consecuencia de ello.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.


sábado, 26 de marzo de 2016

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: APRENDER DE LOS ERRORES



Esto es algo que suena bonito, y que todos hemos escuchado infinidad de veces, pero que no tan fácilmente llevamos a la práctica, y menos aún en esta vida moderna en que el error está tan mal visto y tan penalizado, porque viene a ser sinónimo de fracaso. Si de los errores se aprende, y si equivocarse es de humanos, y todos somos humanos, ¿Por qué están los errores tan mal vistos? Pues por esa mentalidad tan cortoplacista que impera últimamente. Siempre se buscan resultados, éxitos inmediatos, como si éstos fueran posibles por arte de magia; y un error, desde ese punto de vista, supone un fracaso.

El resultado de todo ello es muy negativo desde varios puntos de vista. En primer lugar porque tratar el error como un fracaso, de algún modo le da una connotación negativa definitiva, de forma que no deja mucho espacio para el análisis, la rectificación, la continuidad, y el crecimiento, sino que más bien pone un punto y aparte en la situación o en el individuo, y los margina. También porque genera en el individuo una tensión y una caída en su autoestima, al sentirse responsable de un fracaso. El individuo pierde el estímulo por analizar el error para aprender de él.

En tercer lugar, porque nos hace cada vez más falsos e hipócritas. Si nos cuesta reconocer un simple error, reconocer un fracaso resulta inaceptable, por lo que nuestros esfuerzos irán dirigidos más a enmascarar el supuesto fracaso que a corregir el error, y, sobre todo, que a aprender de él, porque ¿Cómo vamos a aprender de algo que no queremos ver? Más aún, en ese intento por enmascararlo, alteraremos situaciones paralelas, culparemos a otros, y generaremos enredadas situaciones que concentrarán nuestra atención y la de otros más que otras cosas mucho más importantes, con lo que no solo no avanzaremos por no aprender de los errores, sino por dedicar nuestro esfuerzo a taparlos.

En una sociedad en la que está tan de moda presumir de excelencia, el resultado de todo ello es que gran parte de los individuos de esta sociedad son perpetuos mediocres disfrazados de excelencia. Resulta sorprendente que en una sociedad con tanta excelencia haya tantas cosas que funcionen tan mal. Analizar si el problema está en la cultura social que condiciona a sus individuos, o está dentro de ellos mismos, que son los que forman la sociedad y su cultura, es entrar en un círculo vicioso indescifrable.

Sin embargo, es necesario romperlo y salir de él con la conciencia de que error no es fracaso; al contrario, error es oportunidad de aprender a través de su análisis; error es experiencia acumulada. Y aprendizaje y experiencia forman parte del camino al éxito. El error es parte del éxito. Nadie que conozca el éxito puede decir que no ha cometido errores; al contrario, desde la tranquilidad de su posición de éxito más fácilmente reconocen que en su camino ha habido multitud de errores; errores que fueron asumidos y que se convirtieron en lecciones de lo que no debían hacer. 
Es necesario eliminar la injerencia externa en el juicio de un error, de la misma forma que el niño que aprende a caminar lo hace de forma natural después de caerse y golpearse al menos unas cuantas veces sin que nadie le juzgue de inútil y fracasado por ello; al contrario, se le alienta a seguir intentándolo. Pero claro, equivocarse y aprender de los errores es un proceso que toma un tiempo, y que frecuentemente requiere de una inversión, y ello no encaja bien en la visión actual del resultado inmediato con la mínima inversión, que se ha convertido en el objetivo de esta sociedad. Más pronto que tarde nos daremos cuenta de que la penalización y condena del error es, precisamente, el mayor error que se puede cometer.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.  

sábado, 19 de marzo de 2016

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: LOS LIBROS DE SUPERACION PERSONAL


Los libros de crecimiento y superación personal están de moda desde hace ya algún tiempo. Se han publicado miles de ellos. Digo yo que en todo este tiempo deberían haber servido de algo, y haber provocado la superación en suficientes personas como para que la sociedad de hoy día sea un poquito mejor que la de principio de siglo. Sin embargo, me temo que tal cosa no ha sucedido. ¿Por qué?

Hay varias explicaciones. La principal es que los consumidores de libros de superación personal son, en gran parte, personas que buscan salida a algún tipo de crisis, y personas que buscan la fórmula del éxito. Sin embargo, los primeros suelen buscar como quien busca una receta de cocina para cocinar algo diferente porque ya se aburrió de comer de todo. Y los segundos buscan fórmulas que les den la combinación de variables que conducen al éxito y la felicidad.

Incluso, la mayoría de este tipo de libros son puramente comerciales, y están escritos con esa orientación, es decir, no pensando en lo que el lector necesita, sino pensando en lo que el lector busca y espera leer. Así, partiendo de que existe un error en lo que el lector busca, el error es correspondido por los autores. El resultado es que muchos de estos libros son una colección de recetas de vida, ecuaciones y experiencias personales que no tan fácilmente se aplican a la situación individual de cada quien; y que cada quien, a su vez, hace muy poco esfuerzo por adaptarlas a su propia situación.

Y es que, en realidad, formas de entender y alcanzar la superación hay miles de millones; tantas como personas en el mundo, y los ingredientes básicos son solo unos cuantos, pocos. Y no están exclusivamente en estos libros; están en la sabiduría humana desde que el hombre es hombre, y nadie los descubre en estos libros porque todos los conocemos desde que somos niños, aunque algunos solo los conozcan de oídas. Me refiero al esfuerzo, la visión, la planificación, la constancia, la disciplina, etc.

Habiendo pocos ingredientes básicos, lo que hace que haya tantas formas diferentes de superación son las circunstancias personales de cada quien. De ahí que el conocimiento y el análisis de dichas circunstancias es una parte muy importante, y eso es algo que solo uno mismo, tal vez con ayuda del entorno íntimo, puede hacer, pero no nos lo puede enseñar un libro. Y ahí es donde muchas personas fallan; asumen que están en una posición en la que no están, asumen recursos que no tienen, o desestiman los que sí tienen, no conocen bien sus talentos, que casi todas las personas tienen alguno, y tampoco conocen bien sus debilidades y lo que éstas pueden condicionarles en su perspectiva.

Por otro lado, los libros nos hablan mucho de lo que nos debe impulsar a crecer, pero nos hablan poco de lo que nos frena en ese crecimiento, a parte de las circunstancias personales desfavorables; me refiero fundamentalmente al miedo y la envidia. El miedo puede ser debido a algún fracaso previo, o, precisamente, al desconocimiento del terreno que pisamos, o bien a haber formado parte de nuestro proceso de desarrollo desde la niñez o adolescencia, de modo que se ha hecho crónico, y no tan fácilmente va a desaparecer.

La envidia… bueno, eso es otra cosa. Es un mal endémico en nuestra cultura latina, y es la principal responsable de que siempre estemos igual, ni para atrás ni para adelante. La envidia tiende a frenarnos cuando es de los demás a nosotros, por razones obvias, pero nos frena mucho más aún cuando es de nosotros hacia los demás, porque la envidia no estimula en absoluto el crecimiento personal para subir al nivel de las personas envidiadas, sino que, por el contrario, tiende a obstaculizar y derribar el crecimiento de las otras personas para que caigan a nuestro pobre nivel.
El éxito pocas veces llega de repente y sorpresivamente, que es como la mayoría de las personas lo imagina y lo sueña; por eso difícilmente les llega. Y cuando llega de repente, lo más probable es que también se vaya de repente. En general, en la inmensa mayoría de los casos, el éxito no llega, sino que se consigue, y no sucede de repente.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.  

sábado, 27 de febrero de 2016

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: MENORES ACOSADORES



       Recientemente publicaba un blog sobre el acoso escolar, en el que llamaba la atención de padres e instituciones educativas por la forma en cómo se manejan tales situaciones de acoso, convirtiendo al acosado no solo en víctima del problema, sino también en víctima de la solución, mientras que la verdadera raíz del problema, el acosador, suele quedar impune, y hasta victorioso. Y mientras esto sea así, el problema no parará de crecer.

Es necesario crear mecanismos en las instituciones educativas para prevenir estas situaciones y para detectarlas en forma temprana, porque continuamente suceden infinidad de ellas que, o pasan desapercibidas, o no se toman en serio hasta que el caso se vuelve extremadamente grave. Es como no prestar atención a alguien que va por ahí apuntando a la gente con una pistola hasta que ya mató a alguien. Pero sobre todo, es necesario crear conciencia en los propios padres sobre la gravedad del problema, pero no en el sentido de la gravedad de la situación del acosado, sino en la gravedad del problema que tiene el acosador, y del daño que causa, de modo que los padres no sólo se pregunten si su hijo será víctima de acoso, sino si su hijo será un acosador.

E insisto en que la conciencia de los padres es fundamental, y no solo porque es un claro problema educativo de valores, que es responsabilidad de los padres, sino porque frecuentemente sucede que la actitud de los padres tiende a atar de manos a los centros educativos y a inhibirlos de hacer lo que deberían hacer, y también porque esos padres tienen entre sus manos un pequeño delincuente escolar y un potencial futuro delincuente social, maltratador o acosador laboral, o maltratador doméstico. Si los síntomas que ya son graves siendo menor de edad no se atajan a tiempo, muy difícilmente se podrán frenar en la vida de adulto.

Aunque no es fácil establecer un perfil típico del acosador escolar, hay ciertos patrones que tienden a repetirse en casi todos ellos. Suelen tener liderazgo, aunque lo apliquen en forma negativa; suelen tener cierta gracia social, ser lo que llaman “populares” y arrastran sus seguidores, de quienes tiene su reconocimiento; pero carecen de empatía y de razonamiento moral. Tienen afán de protagonismo, pero suelen carecer de habilidades que les hagan sobresalir, y si las tienen no creen en ellas, normalmente por baja autoestima. Básicamente, el liderazgo que muestran, y en el que creen, es el basado en la fuerza, el dominio y la sumisión.

Suelen ser impulsivos, faltos de límites, y con muy baja tolerancia a la frustración. Suelen ser prepotentes y mostrar falta de respeto hacia las normas y dificultad en la relación con las figuras de autoridad. No tienen pensamiento autocrítico ni remordimiento o sentimiento de culpabilidad; más bien al contrario, el daño provocado les fomenta sensación de victoria. Curiosamente, los acosadores no suelen pertenecer a las clases sociales más desfavorecidas; al contrario, la conciencia de pertenecer a una familia bien posicionada económica y socialmente con respecto al entorno les crea una errónea autoestima, una sensación de superioridad que alimenta esa prepotencia.

¿Por qué lo hacen? No hay una respuesta única. Las circunstancias que llevan a un menor a actuar de esta manera pueden ser múltiples, pero en todas y cada una de ellas se refleja una falta de control por parte de los padres, y ello es también la razón por la que los padres difícilmente aceptan que su hijo ser un acosador. Pueden hacerlo simplemente porque han encontrado en la burla una forma de diversión y no son conscientes del daño que hacen. Estos son los casos con mejor pronóstico.
Otros lo hacen como una forma de trasladar a los demás algún tipo de situación de maltrato o deficiencia educativa en casa, o bien como una forma de reaccionar ante una sensación de fracaso, aunque no haya una situación de fracaso tangible; simplemente sentirse fuera de lugar en la vida. En cualquier caso, es un claro síntoma de baja autoestima. Una persona con buena autoestima no acosa. En el peor de los casos puede tratarse de pequeños psicópatas, que simplemente, disfrutan haciendo daño solo porque sí.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 




sábado, 20 de febrero de 2016

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: EL AMOR A NUESTROS HIJOS

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos
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Cuando hablamos de amor hacia nuestros retoños casi siempre pensamos en un amor incondicional, que lo perdona todo y no cuestiona nada. Sin embargo, esto no es suficiente, y, en ocasiones hasta es incompatible con la adecuada forma de amar a nuestros hijos, es decir, en la racionalidad, en la educación de valores, premios, consecuencias y castigos. Frecuentemente creemos que eso no es amor, y, por otro lado, a veces pensamos que es más difícil amarlos de esta manera, ya que si accedemos a todo lo que piden, pasamos por alto malas acciones y rehuimos los regaños, la disciplina y el establecimiento y cumplimiento de límites, nos resulta más cómodo, menos complicado.
Sin embargo, nada más equivocado. Amar a un hijo implica educarlo; y educarlo implica amarlo, porque el esfuerzo y la dedicación que requiere una buena educación solo se hace por alguien a quien se ama; difícilmente se hace por alguien a quien no se ama, y si se hace, al hacerlo automáticamente se le ama, porque la educación es una entrega a él (ella), y él(ella) se convierte en la obra de nuestro esfuerzo, dedicación y entrega. Amar con el corazón, y educar con la razón. Y la razón nunca puede ir por detrás del corazón; muchas veces tiene que ir por delante, y esa es la parte dolorosa y difícil de la educación, pero nos debe reconfortar el pensar no en el hijo que tenemos delante, sino en el que queremos tener en el futuro.
Educar a un hijo no es consentirlo, sino prepararlo para ser en el futuro un miembro valioso de la sociedad, que la enriquezca, que aporte sus valores, su esfuerzo y conocimiento; y que disfrute de su integración a la misma. Amar a un hijo es hacerlo feliz cada día, si fuera posible; educar a un hijo es hacerlo feliz mañana y cada día del futuro, aun cuando ello implique no hacerlo feliz hoy. ¿Cuántos sacrificios somos capaces de hacer por nosotros mismos en el presente para tener un futuro mejor? Pues la educación de nuestros hijos no es una excepción; es simplemente el más importante y más grato de todos ellos.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.