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sábado, 27 de febrero de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: BURBUJAS, HELICOPTEROS, AGENDAS

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Las estadísticas no mienten: en el mundo cada vez hay más padres sobreprotectores a la hora de educar a sus hijos.


Por temor, excesiva precaución o lo que fuere que impulse a sus padres, los niños de hoy disponen de menos libertad que los de antaño y cada vez son más dependientes de sus padres.

 

Esta tendencia global ha propiciado nuevos términos psicológicos como “niños burbuja”, “padres helicópteros” o “madres agendas” que aquí trataremos de identificar. 

 

En realidad, cuando se refieren a un “niño burbuja” describen a aquellos a los que sus padres mantienen bastante aislado de cualquier problema o situación de frustración que puede darse a su alrededor. También son los que cuidan en exceso su integridad física, muchas veces no dejándolos participar en juegos, actividades o paseos que creen que pueden terminar lastimándose. 

 

Si existe un “niño burbuja”, gran parte de la culpa será de un “padre helicóptero”. ¿Quiénes son estos? Se trata de los progenitores que monitorean todas las actividades, amistades y todo lo que tenga que ver con sus hijos, no dejando que estos interactúen sin su tamiz ni aprobación. 

 

Es decir, sin que sus padres hayan analizado primero las situaciones. Se les llama helicópteros porque están constantemente sobrevolando sobre sus hijos y todo lo que tiene que ver con ellos. 

 

Y la ecuación se cierra con las “madres agendas”. Son las que acostumbran a llevar al día las agendas de sus hijos, no importa si tienen 6 años y estén empezando la escuela o tengan 17 y estén a punto de graduarse.

 

Se sienten con la misión de revisar cada una de las tareas, actividades, calendarios y organizar cada uno de los días. Con esa obsesión por el control, el niño o joven jamás conseguirá autonomía y generará una dependencia hacia los padres que puede ser enfermiza.   

 

A veces el instinto de los padres para sobreproteger a sus hijos es inevitable, sobre todo si son primerizos o muy tardíos. Los motiva la inseguridad, el miedo a que algo grave les suceda. Pero está claro que la necesidad casi obsesiva por tener cada aspecto de la vida del niño bajo control es un gran error.

 

Pretender ofrecerles una vida perfecta, sin traumas y sin errores es propio de un mundo irreal, y tarde o temprano tendrán que afrontar la realidad. 

 

A raíz de esa sobreprotección, nuestros hijos han involucionado en muchos aspectos respecto a generaciones anteriores. Actualmente, y debido a que la sociedad es cada vez más peligrosa y a que nos enteramos hasta con un grado demasiado amplio de cualquier situación negativa, tendemos a sobreproteger más a nuestros hijos. Y ni hablar en estos tiempos de pandemia, por lo tanto criamos niños más débiles ante la vida o el mundo en el cual tendrán que desenvolverse. Seguramente su hijo puede manejar a la perfección cualquier teléfono celular, pero a la vez sea incapaz de montar una bicicleta, saber cómo cerrar un grifo o preparar un desayuno simple. 

 

Esto definitivamente hace a nuestros hijos más dependientes. 

 

Al ser hijos inseguros dependen más de sus padres y de cualquier otra persona que puede aconsejarle o protegerla de malas consecuencias. Desgraciadamente esto hará que mucha gente se aproveche de ellos y sus debilidades.  

 

Pero nada de esto supone un drama si la situación se detecta y se trata. Lo recomendable es trabajar una terapia con los padres, abuelos y grupo familiar para que permitan a los niños tener alivio de tanta sobreprotección. Esto implica llevar a cabo actividades que le pueden frustrar, pero que sin duda le servirán para madurar y analizar las consecuencias de sus actos y decisiones. 

 

Claro, a mayor edad de los hijos, más difícil será tratar de hacerlos independientes, ya que habrán interiorizado más todos estos defectos en su educación. Si educamos a alguien temeroso, aislado y demasiado consentido por su entorno, el golpe de la realidad puede ser muy grande, sobre todo cuando estalle la burbuja

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

domingo, 31 de julio de 2011

¿Cuál sería la única decisión que tomarías diferente?

Por Waldemar Serrano

Así fue como comencé el conversatorio que tuve con 45 hombres que están cumpliendo tiempo en una institución gubernamental de mínima custodia, en donde no solo se están rehabilitando de sus adicciones, sino que tienen una nueva oportunidad de vida.

Durante la actividad en donde la diversidad de edades –fluctuaban entre 18 a 45 años- era muy marcada, fue muy interesante observar la amplia gama de expresiones que tenían al llegar al salón. La importancia de estar allí no era para dar una charla mas, sino que deseábamos dejar una semilla en el terreno fértil de estos hombres, el cual estábamos seguro que tendría una cosecha con mayores posibilidades.

El silencio –el cual no es parte de su subcultura- estaba ausente del salón, los suspiros eran la orden del día, el ambiente se sentía cargado y se respiraba un consenso que entendían que éramos uno más como en el pasado, que venían a decirles lo que tienen que hacer.

Otros tenían su mirada fija a la ventana que estaba al costado del salón, otros aguantaban sus cabezas en la mesa, ya que era obvio que estaban obligados a estar allí y curiosamente la minoría estaban con libreta y lápiz en mano listos para hacer apuntes.

Inmediatamente la pregunta levantó a todo aquel que estaba aguantándose la cabeza, al que estaba mirando al horizonte y los que estaban en la primera fila, levantaron sus manos como si lo hubiésemos planificado.

Dentro del conversatorio que duro una hora y media, se pudo establecer una dinámica en donde el juicio no existía, escuchar al que estaba hablando era mandatorio –ya que así acordamos- y cada uno de los presentes estaban abiertos a compartir libremente.

Los primeros que tomaron las palabras fueron los adultos, aquellos que han sido reincidentes y que parecía que esta vez estaban entendiendo la importancia de la toma de decisión.

A su vez los más jóvenes, aunque sencillos en su vocabulario, dejaron saber que ahora entendían la importancia del famoso refrán “dime con quién andas y te diré quien eres” y como tiene una importancia mayor, ya que determinará al salir su sobrevivencia.

Al tomar la palabra uno que tenía una lágrima tatuada al lado izquierdo de su ojo, expresó que gracias a las malas decisiones que había tomado estaba allí, pero lo que si estaba aprendiendo era que cuando saliera iba a estar consciente de las decisiones diarias que estará tomando, ya que esas serían las que lo pudieran llevar a tener una nueva vida o volver a lo conocido.

Otros compartieron la soledad en la que se encuentran, ya que la confianza que sus familiares habían depositado en ellos había desaparecido, debido a las malas decisiones del pasado.

Las historias de cómo habían llegado allí y el porqué del uso de drogas en general fueron muy conmovedoras todas, que iban desde abuso infantil, abandono, hasta que era un mecanismo de sobrevivencia de la pobreza.

Lo que todos –incluyéndome- pudimos aprender del conversatorio, fue que gracias a las decisiones del pasado estábamos en donde estábamos en ese momento y que ahora todos estábamos claros que no importaba las decisiones del pasado, ese momento era un nuevo día para volver a empezar y escoger de nuevo.

Hoy les dejo el mismo reto que les deje a nuestra nueva familia extendida, no es importante el enfocarnos ¿cuál sería la única decisión que tomarías diferente?, sino es el estar conciente que nuestras decisiones diarias son las que nos pondrán en una mejor posición de la que estamos hoy.

Concluyo con esta frase “Enfoquémonos en nuestro camino, ya que al final del día, ese el único que nos debe de importar”.

Waldemar Serrano-Burgos, CEC, ACC es Life Coach Internacional Certificado, que trabaja en los mercados de Estados Unidos, Puerto Rico y República Dominicana. Sígalo en Twitter: wserranob o visite su página www.waldemarserrano.com

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sábado, 26 de marzo de 2011

Incapacidad de concentrarse es una ventaja creativa

Tomado del Wall Street Journal

Vivimos en un mundo que adora la atención. Cuando necesitamos trabajar, nos obligamos a concentrarnos, a clavar la mirada en la computadora que tenemos al frente. Tomamos mucho café —la cafeína nos ayuda a concentrarnos— y cuando el café no alcanza, recurrimos al Red Bull.

De hecho, la capacidad de prestar atención se califica como una destreza tan esencial en la vida que cuando se carece de ella se considera un problema médico. Por ejemplo, en Estados Unidos, casi 10% de los niños ahora son diagnosticados con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).

En los últimos años, sin embargo, científicos comenzaron a destacar los sorprendentes beneficios de no prestar atención. A veces, demasiada concentración puede ser contraproducente; toda esa cafeína puede resultar un obstáculo. Por ejemplo, investigadores descubrieron una relación sorprendente entre soñar despierto y la creatividad; la gente que sueña despierta también es mejor para generar nuevas ideas. Otros estudios descubrieron que los empleados son más productivos cuando se les permite "navegar en Internet" y que las personas que no logran concentrarse debido a daños cerebrales severos de hecho consiguen calificaciones por encima del promedio en distintas tareas de resolución de problemas.

Un nuevo estudio encabezado por investigadores de la Universidad de Memphis y la Universidad de Michigan extiende este tema. Los científicos midieron el éxito de 60 estudiantes en varios campos, desde artes visuales a ciencia. Les preguntaron a los alumnos si alguna vez habían ganado un premio en una feria de arte o si habían recibido un premio en una feria de ciencias. En cada campo, los estudiantes a los que les habían diagnosticado trastorno por déficit de atención consiguieron mejores resultados: su incapacidad de concentrarse resultó ser una ventaja creativa.

Y esta lección no sólo se aplica a personas con un desorden de atención. Hace unos años, científicos de las universidades de Toronto y Harvard realizaron una breve prueba mental a 86 estudiantes de Harvard. La prueba estaba diseñada para medir su capacidad de ignorar estímulos irrelevantes, como el ruido del aire acondicionado o una conversación cercana. Esta capacidad suele considerarse un componente esencial de la productividad, ya que logra que la gente no se distraiga con información superflua.

Aquí es donde se ponen interesantes los datos: los estudiantes que tuvieron más dificultades para ignorar las distracciones también tuvieron siete veces más probabilidades de ser calificados de "eminencias creativas" según sus logros previos. (La asociación fue especialmente sólida entre estudiantes propensos a distraerse que tenían altos coeficientes intelectuales).

Según los científicos, la incapacidad de concentrarse ayuda a asegurar una mezcla más rica de pensamientos en el conocimiento. Debido a que estas personas tenían problemas para filtrar el mundo, terminaron dejando que todo ingresara. No podían evitar tener una mentalidad abierta.

Este tipo de lapsus de atención resulta ser una capacidad creativa crucial. Cuando nos enfrentamos con un problema difícil, la solución más obvia —esa primera idea en la que nos concentramos— probablemente no es la correcta. En ese tipo de situaciones suele ayudar considerar posibilidades improbables para encarar la tarea desde una perspectiva no convencional. Y por eso la distracción ayuda: es más probable que la gente que no puede concentrarse considere información que podría parecer irrelevante al principio pero que luego inspirará un descubrimiento. Cuando no sabemos dónde buscar, debemos buscar en todos lados.

Esto no significa, por supuesto, que la atención o la capacidad de concentrarse no sea una destreza mental importante, o que los trastornos de atención no sean un problema serio. Claramente, tener dificultad en el aula no tiene ventajas, como tampoco las tiene no poder seguir instrucciones.

Vale la peña señalar que todos estos estudios involucran estudiantes universitarios, lo cual no nos dice nada sobre los niños con TDAH que no logran graduarse de la secundaria. La distracción podría ser un lujo cognoscitivo que no todos pueden darse.

Sin embargo, esta nueva investigación demuestra que, para un cierto segmento de la población, distraerse de hecho puede ser positivo. Aunque pensamos que más atención puede resolver todo —que la mejor estrategia es siempre la concentración estricta alimentada por cafés dobles— no es así. A veces, lo más productivo que podemos hacer es navegar por Internet y parar la oreja sobre la conversación del vecino.