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sábado, 9 de marzo de 2019

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR. EDUCACION FAMILIAR: VERTICAL U HORIZONTAL


Debido a que uno de los debates más interesantes por estos días tiene como protagonista a la educación familiar.

Me gustaría exponer mi punto de vista y experiencia personal a la misma. Por un lado están los fervientes creyentes del sistema vertical, que es el más tradicional. Este funciona como una empresa: los padres son los jefes y los hijos son los trabajadores, quienes obedecen. Las indicaciones y las órdenes son dadas en forma vertical y muchas veces sin otro argumento que un enfático "porque lo digo yo".

Esto se refleja en la población en general y queda explicado en la investigación :"EVALUACIÓN DEL CONOCIMIENTO Y MANEJO SOBRE PROBLEMAS DE SALUD MENTAL EN EL HOSPITAL NACIONAL DE NIÑOS BENJAMÍN BLOOM. DEMANDAS EXISTENTES EN EL MISMO. RESULTADOS EXTRAPOLABLES AL MEDIO HOSPITALARIO PUBLICO SALVADOREÑO, Y A LA POBLACIÓN SALVADOREÑA, EN GENERAL”. Siendo la mencionada la primera investigación sobre Salud Mental llevada a cabo en El Salvador, en ser publicada por la Organización Panamericana de la Salud (O.P.S.)

Por otro lado yo ensayé aplicar el sistema horizontal, en el que desde pequeños a los niños se les hace pensar y tomar parte en su disciplina. Se les explica y se les da a elegir, decidiendo en consenso. Por supuesto, habrá ocasiones en que no sea tan sencillo y otras en que será necesario ser tajante, pero serán solo excepciones a la regla.

Desde mi perspectiva, y como madre de mellizos exitosos, funciona mejor la horizontal. No solo te obedecerán porque eres su padre sino porque van aprendiendo a razonar, a pensar, a tomar decisiones por sí mismos. Te verán como un aliado y no como un tirano del que desean escapar a la brevedad posible. Tus hijos aprenderán a elegir pensando cuando les toque estar solos y no a darle la vuelta a la tortilla y hacer todo lo que simplemente les dijiste que no podían hacer.

Por eso es necesario enseñarles a pensar más que a obedecer. A medida que vayan creciendo, van a ir siendo más amigos y tratarán de escucharte, más aún cuando a veces discrepen.

Algunos me preguntan si los padres no pierden algo de autoridad en el sistema horizontal. Quizás en apariencia un poco, pues los hijos le cuestionarán más, además de demandar dosis mayores de tiempo y entrega. Pero si el respeto existe en casa, éste nunca llegará a límites extremos o al menos muy pocas veces. Al final, el saldo siempre será positivo.

Con el vertical, en cambio, se corre un riesgo muy grande, sobre todo cuando los niños ya sean mayores. Estos tratarán de ir bajando a los padres a la situación que ellos tuvieron antes y más si estos han sido menos exitosos de lo que están siendo los hijos.

La discusión de cómo educar a los hijos es fundamental y debe darse en el seno de la pareja. Hay una reflexión de Napoleón Bonaparte que me gusta tanto y que es el consejo perfecto para esta situación: "Los hijos se educan 20 años antes de que nazcan". Es decir, los padres debemos prepararnos para serlo, porque el experimento de serlo pasará una vez -y solo una vez- con cada hijo. 

Si bien existen padres y madres con tendencias autoritarias, no debería ser la personalidad de éstos lo que determine el tipo de sistema de educación familiar. El camino del consenso, como expresé antes, es la mejor opción. Tampoco debería influir demasiado la personalidad de los hijos, aunque si tienen cierto grado de inmadurez podrían reaccionar con algo así como “ya soy adulto para que me des órdenes". En ese caso, tu respuesta será: “Nunca te he dado órdenes, sino sugerencias y tú elegirás lo que desees". Es una buena manera de aplicar esa educación horizontal. De alguien más maduro, en cambio, se espera una reacción del tipo: “Aunque me enoje, me gusta escuchar y razonar, pues me he dado cuenta que al final acabas teniendo la razón". Y sí, es que más sabe el diablo por viejo que por diablo.

El peor error que puede existir es tener un padre aplicando educación vertical y una madre horizontal al mismo hijo. No lo recomendaría, pues eso puede crear confusión y de hecho eso es lo más común en las relaciones verticales. ¿Cuántas veces no hemos escuchado decir la frase famosa “Ya vas a ver cuando se entere papá”? (o mamá, según el más fuerte de carácter de la familia). La autoridad va más allá de ensordecedores gritos o castigos ejemplares, es el arte de educar desde el consenso y el raciocinio.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Consultas on line
--> www.dramendozaburgos.com

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades. 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

sábado, 5 de enero de 2019

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: Propósitos de Año Nuevo: ¿Autoengaño, justificación, metas o sueños?


Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

A partir del 2 de enero empiezo la dieta. Este año dejo de fumar. En 2019, prometo, que ya no gastaré tanto. Ya no beberé. Retomaré la universidad. Volveré a la Iglesia. Buscaré trabajo. Terminaré la tesis. Me anotaré en el gimnasio… 

Nuestros propósitos indudablemente están cargados de buenas intenciones, sobre todo en estos últimos días del año. Sin embargo, el sueño de cumplirlos no es otra cosa que la licencia que necesitamos para pasar los últimos días de diciembre sin demasiado remordimiento.

Para eso tenemos la justificación perfecta: si me excedo en las comidas de Navidad no hay problemas, es la última oportunidad que me queda antes de someterme a un estricto régimen alimenticio. Y lo mismo con los últimos cigarros, las últimas compras inútiles, los últimos días de ocio antes de enfocarnos en nuestro verdadero objetivo......pero todos sabemos que no es así, sobre todo porque la escena se repite cada diciembre con los mismos resultados: no somos capaces de cumplir con nuestros propósitos. No llegamos ni a febrero. Nos engañamos a nosotros mismos y volvemos a caer en la trampa año tras año. ¿Qué nos hace pensar que el comenzar un año haremos las cosas que antes no pudimos hacer?

Yo lo atribuyo a una especie de ritual mágico en nuestra cabeza. Creemos que al terminar un ciclo de vida, como el que marca el fin de año, las circunstancias y los proyectos fluirán con mayor facilidad. En realidad, el tiempo es una creación del hombre y no todos coinciden en qué momento comienza el año. Chinos y judíos, entre otros, no nos dejan mentir.

Es cierto que los ciclos que empiezan y terminan sirven al ser humano para organizar su tiempo, ya que de otra forma sería más caótico. Aún así, muchas personas administran su tiempo de forma bastante desordenada, como si el tiempo y la vida fueran eternos y dejan casi siempre para mañana lo que deben hacer hoy.

Gracias a eso es que Enero es, para la mayoría de nosotros, el mes que marca un antes y un después. El de la redención. Sirve para confirmar lo que no hicimos y redoblar la apuesta para el siguiente. “Este año sí”, nos decimos con una marcada convicción que con el correr de los días irremediablemente se irá evaporando. 

Una de las explicaciones para esos continuos fracasos tiene que ver con las metas. De entrada nos proponemos hacer cosas que sabemos que no vamos a cumplir. Se entiende que las metas son más bien deseos o sueños y no objetivos reales. Tampoco las elaboramos de manera realista, con plazos y pequeños logros, sino como por arte de magia. Uno no pasa del sedentarismo total a correr los 42 kilómetros de un maratón. Hay pasos intermedios que deben contemplarse y que ayudarán a lograr el objetivo final. Primero habrá que correr 5 kilómetros, luego 10...porque de nada sirve prometerse a sí mismo que adelgazará el próximo año si no incluye acciones concretas. Por ejemplo, es mejor plantearse no comer pan e incluir verduras en la alimentación.

A la voluntad hay que ayudarla con métodos. No basta con decir “no gastaré tanto” si no se elabora un presupuesto. 

Las metas son apenas el nombre que damos a lo que queremos obtener, luego deben desglosarse y planificar una serie de pasos de corto, mediano y largo alcance para irlas logrando.

Y, lo más importante, ir midiendo dichos pasos. “Lo que no se mide, no se puede mejorar”. Dicha frase, cuya autoría se le atribuye al abogado y filósofo austríaco Peter Drucker, es la clave. Si no logramos medir nuestros progresos será difícil alcanzar la meta, por eso es bueno trazarse plazos y medir su cumplimiento. Un estudio realizado por la Universidad de Scranton, Pensilvania, es revelador: el 92% de las personas que establece propósitos de año nuevo fracasa. Esto es como consecuencia de la ausencia de un plan para lograrlo: no hay método ni plazo.

Existen muchas fórmulas prefabricadas que nos quieren vender. Libros de dietas o de consejos para hacer todos los cambios que nos propongamos hacer y que nunca logramos, pero la verdad es que si el deseo no viene de nosotros mismos, de nada servirán las palabras de los gurúes. Está comprobado: las personas que más logran sus metas son aquellas que las deciden por sí mismos, porque están convencidos de que necesitan un cambio en su vida.

Hay una delgada línea entre las metas y los sueños. Lo que los separa es la planificación del objetivo a lograr e iniciar pasos para el mismo. Es preferible tener menos metas y cumplirlas que muchas y fracasar en el intento. Enero de 2019 ofrece una nueva oportunidad: mismos objetivos, pero diferentes métodos.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

domingo, 8 de noviembre de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: FIRMEZA


     
El blog anterior dedicado a la disciplina, la ubicábamos como uno de los fundamentales criterios educativos a nivel familiar, y mencionábamos otros criterios que tienen relación con ella, y que suelen ser malinterpretados y aplicados inconvenientemente: la firmeza, la tolerancia y la flexibilidad. Todos ellos se refieren a la forma adecuada de manejar la disciplina a nivel familiar, por lo que es difícil analizar cada uno independientemente de los otros. En este espacio vamos a clarificar el concepto de firmeza, y su relación con la disciplina, y con la tolerancia y la flexibilidad.

Firmeza es la claridad de la actitud comprometida del educador, en este caso los padres de familia, con respecto al conjunto de normas generales establecidas por ellos mismos, que rigen la convivencia y adecuada relación familiar. Suele interpretarse por firmeza una actitud de defensa férrea de las normas y principios impuestos, invulnerable a cualquier actitud o iniciativa diferente a las mismas, y sancionadora de la indisciplina a ellas. No es del todo erróneo este concepto de firmeza, pero es en su forma cerrada y radical donde pierde gran parte de su verdad, donde se hace incompatible con la flexibilidad y la tolerancia, cosa que no debería ser, y donde no debe ser aplicada a la educación.

En educación, firmeza no es rigidez. El conjunto de normas debe ser como un árbol que se planta; y para que sirva como punto de referencia, es necesario que permanentemente esté ahí, firme, en el mismo sitio; y eso no significa que el árbol sea rígido e inamovible. Al contrario, el viento (la actitud de los hijos) puede mover sus ramas, pero el árbol sigue en su lugar. Sin embargo, quien plantó el árbol, ocasionalmente sí puede trasplantarlo a una mejor ubicación si lo considera conveniente, en función de las circunstancias, y en función de si la ubicación que tenía era o no realmente el mejor punto de referencia. Y en la nueva ubicación seguirá siendo firme.


Muchos padres establecen unas normas que con frecuencia ellos mismos no cumplen, descuidan también la atención a su cumplimiento por parte de los hijos, y, de vez en cuando se dan cuenta de que la relación familiar degenera y tratan de encauzarla con una actitud radical. No hubo referencia; no hubo firmeza porque el arbolito se plantó en una maceta que todos movieron a su conveniencia. Otras veces los padres, arbitrariamente, con su actitud, pareciera que tienen un criterio diferente cada día. Ahí tampoco hay firmeza; no se sabe ni dónde está el árbol. Otras veces los padres plantan el árbol en función de criterios inadecuados, o que ya perdieron vigencia, y lo defienden en su sitio contra viento y marea, recurriendo a sanciones drásticas, aún cuando sea evidente que de ese modo, la relación familiar no funciona. Esa es la firmeza mal entendida.
Los criterios educativos deben tener un por qué, y deben hacerse respetar, pero también deben ser revisados, y modificados si es justificable, y en tal caso, los nuevos criterios deben hacerse respetar igualmente. Mantener criterios que no están funcionando conduce al fracaso. Pero los cambios deben ser pocos, lo menos posibles y bien justificados, y, por tanto, bien pensados; de lo contrario pierden su sentido, se transmite el mensaje de que no se sabe qué pretenden dichos cambios ni por qué se hacen; se transmite el mensaje de falta de referencias claras; en definitiva, se transmite el mensaje de falta de firmeza en los criterios. La habilidad para revisar y modificar criterios y normas sin perder la firmeza se explicará en el siguiente blog, dedicado a la flexibilidad, y es clave para el éxito educativo.


Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.  

sábado, 31 de octubre de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: DISCIPLINA

   
       Existen cuatro conceptos fundamentales referentes a la educación, todos ellos diferentes, necesarios y complementarios; que a menudo suelen ser confundidos, malinterpretados, y aplicados inconvenientemente. Se trata de la disciplina, la firmeza, la tolerancia y la flexibilidad.

       Se tiene tendencia a agrupar los dos primeros por un lado, y contraponerlos a los dos últimos, como si unos y otros constituyesen diferentes y opuestos criterios de educación, es decir, que donde imperan la disciplina y la firmeza no caben la tolerancia y la flexibilidad; y donde predominan estas últimas, fracasan la disciplina y la firmeza. No debe ser así. Los cuatro son necesarios y deben aplicarse en armonía; a veces uno, a veces otro. Dedicaré éste y los próximos blogs  a hablar de cada uno de ellos y su relación con los otros, con objeto de entender la importancia de todos ellos, y cuál es el lugar que cada uno ocupa en la educación de los hijos.

       En esta ocasión voy a referirme a la disciplina por ser el elemento central de todos ellos. Disciplina es la actitud de acatamiento de las normas que pretenden hacer lo más armónica y funcional posible, tanto la convivencia e interrelación entre los miembros de cualquier tipo de grupo humano, como, a nivel individual, la relación de uno mismo con el medio y con su propio ser. Puesto que estamos hablando de educación en el ámbito familiar, tomaremos en cuenta la versión individual de la disciplina como algo importante a inculcar en los hijos, pero nos referiremos, sobre todo, a la versión colectiva de la disciplina, tomando como grupo humano a la familia. 
       La familia tiene unas determinadas normas para su óptimo funcionamiento; algunas de las normas son generales; otras son particulares de cada familia, pero, en definitiva, lo que todas pretenden, normalmente, es lo que son los objetivos fundamentales de la familia, es decir, buscar el equilibrio emocional y satisfacer la necesidad afectiva mediante la relación armónica entre sus miembros, y ser transmisora de valores éticos y educativos a la siguiente generación. Estas normas, implícitas o explícitas, deben existir siempre.

       Los padres son los principales responsables de establecer estas nomas, y de procurar el acatamiento, el respeto y la actitud positiva hacia las mismas, tanto por parte de los hijos, como, por supuesto, de ellos mismos. Nunca cometamos el error de confundir dichas normas con exigencias caprichosas puntuales que los padres podamos tener a veces con los hijos. Por ejemplo, si el padre "ordena" al hijo que le traiga un vaso de agua, eso no es una norma familiar, y el padre no tiene ningún derecho a exigir disciplina al hijo con el pretexto de que la obediencia a los padres sí es una norma que requiere disciplina.

       Los padres están también obligados a la misma disciplina a las normas familiares, y además, deben dar ejemplo, y en el caso anterior el padre está abusando de su autoridad al tratar al hijo de forma esclavista, sin considerar que una de las normas básicas en la familia es el respeto mutuo; no solo de hijos a padres, sino de padres a hijos igualmente. Si en vez de ello, el padre le pide el vaso de agua por favor y con cariño, probablemente el hijo estará encantado de satisfacer a su padre. 
       Un problema demasiado común es que en los hogares no haya unas normas básicas claras, ni explícitas, ni siquiera implícitas. Y no existen esas normas claras porque no hay unos valores claros. Cuando existen los valores definidos, las normas aparecen por sí solas, aunque sea solo implícitamente. En estas condiciones, es imposible pedir una disciplina a algo que no existe, y frecuentemente se aplica la disciplina, completamente fuera de lugar, a situaciones puntuales caprichosas, cayendo en el despotismo. De este modo, es imposible que los hijos aprendan el sentido y la conveniencia de la disciplina.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.