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sábado, 23 de marzo de 2013

Seis movimientos subversivos a mantener en el radar


Tomado de esglobal
(anteriormente Foreign Policy Español)


LA LISTA: GRUPOS INSURGENTES A LOS QUE PRESTAR ATENCIÓN

Por Pablo Diez

Las insurgencias que aquí se detallan son seis exponentes de grupos armados con fuerte capacidad de desestabilización territorial y política, a veces sobre el conjunto del territorio en el que se asientan, y en otros casos sobre zonas concretas en grandes Estados. Dentro de esta pequeña selección hay grupos que se valen de la guerra de guerrillas, del terrorismo o de una confrontación militar directa con las fuerzas oficiales, pero en todo caso coinciden en su determinación de subvertir el orden establecido e imponer en el ámbito político su particular visión territorial, ideológica o religiosa. No figuran múltiples insurgencias menores, ni grandes redes terroristas con agendas políticas no definidas, ni tampoco algunos de los grupos más importantes y conocidos, como la milicia libanesa de Hezbolá o las FARC colombianas, por ejemplo.

Los seis grupos se han seleccionado por su capacidad de desestabilización, por su vigencia, porque se esperan noticias importantes relacionadas con ellos y por tener una entidad considerable, pero también porque, a pesar de ello, tienen más posibilidades de quedarse fuera del radar mediático que otros grupos mejor conocidos. 
Al Shabab (Somalia)
Al Shabab, más que un grupo insurgente, es un fiel reflejo de Somalia. El paradigma del Estado fallido sigue hoy controlado en buena medida por una inmensa constelación de milicianos radicales. Esa constelación es Al Shabab, los talibanes del Cuerno de África, permeados por Al Qaeda, dados también al pillaje marítimo, al crimen organizado y dotados de una fuerza creciente de más de 14.000 insurrectos.
La todopoderosa milicia, hasta hace poco intocable, comienza a dar señales de debilidad. Kenia, el vecino comparativamente rico, ve con cada vez más recelo el descontrol que hay en su patio trasero. Nairobi también teme que Al Shabab erosione la crucial industria turística del país, lo que le llevó en octubre del año pasado a aumentar con miles de efectivos su contribución a la operación militar de la Unión Africana en Somalia. A pesar de haber sufrido muchas bajas y de haber perdido la sensación de impunidad y dominio libre de toda oposición efectiva que ha ejercido durante años, Al Shabab mantiene importantes campos de entrenamiento y sigue en posesión de la mayor parte del territorio.
M23 (República Democrática del Congo)
La rebelión que azota el este de la República Democrática del Congo (RDC) ha adoptado varias denominaciones. El Movimiento 23 de marzo (M23, que hace referencia a la fecha del año 2009 en que sus predecesores firmaron un frustrado acuerdo de paz con el Gobierno) es la última de estas marcas. Conocidos abusadores de la población civil, los miembros de M23 tomaron la ciudad de Goma el pasado noviembre, ante la impotencia de las fuerzas congoleñas y de la MONUSCO, la mayor operación mundial de Naciones Unidas. Tras amenazar con avanzar hasta la capital del país, Kinshasa, sólo la presión internacional pudo hacerles dar un paso atrás.
Distintos gobiernos africanos, actuando bajo los auspicios de la ONU, han conseguido firmar un acuerdo de paz con el M23, pero la insurgencia tiende a regenerarse bajo siglas distintas y actores similares, ya que los problemas continúan estando ahí. La RDC sigue siendo el escenario de una guerra regional, atrapada entre los estertores de las matanzas entre hutus y tutsis que salpicaron de sangre a sus vecinos en los 90, y el ansia por las materias primas. Los cerca de 9.000 millones de dólares (unos 6.900 millones de euros) invertidos en la MONUSCO no han servido para evitar la violencia; los líderes de la misión se plantean ahora derrotar por medio de drones a los renegados del M23, pero todas las iniciativas chocan con la reticencia de Ruanda, el supuesto patrocinador de los insurgentes.
Al Houthi (Yemen)
La guerra que golpea el norte de Yemen desde que, en 2004, el líder de una secta chií  lanzara la rebelión Al Houthi para crear un Estado independiente en la región de Sa'dah, no es sólo un factor de desestabilización, sino también un escenario alternativo del enfrentamiento entre Arabia Saudí e Irán. Los rebeldes Houthi llevan años lanzando ofensivas y conquistando y perdiendo territorios. Algunas zonas han llegado a quedar de facto bajo su poder, ante la impotencia del Ejército yemení, exprimido por los esfuerzos de sofocar otro movimiento secesionista en el sur y, más recientemente, el establecimiento en su territorio de Al Qaeda en la Península Arábiga.
Los yemeníes cuentan con el apoyo de Arabia Saudí para combatir a Al Houthi, derivado del empeño de Riad en consolidar el dominio del sunismo. Irán, bastión del chíismo, es el principal sostén de los insurgentes. La caída del presidente yemení Ali Abdulá Saleh en 2011 envalentonó a los rebeldes, que desde entonces han conquistado centros gubernamentales e infraestructuras. El conflicto es difícilmente resoluble, sobre todo porque Yemen es el teatro de operaciones de grandes fuerzas regionales, porque su ínfimo nivel de desarrollo asegura un flujo de jóvenes dispuestos a la lucha, y porque los recursos militares del país están exhaustos en ese triple ariete que conforman Al Houthi, al Qaeda y los independentistas del sur.
Ejército para la Independencia de Kachin (Myanmar)
Myanmar (antigua Birmania) vive un despertar cuasi democrático. Sin embargo, sus fronteras se desangran en múltiples guerras étnicas. La más importante de todas ellas es la que enfrenta al Estado con el Ejército para la Independencia de Kachin (KIA). Creado en 1961 como reacción contra un golpe de Estado centralizador, KIA cuenta con alrededor de 8.000 soldados que aspiran a la secesión de un territorio septentrional colindante con China. Su lucha ha sido intermitente y estuvo paralizada durante 17 años, hasta que se reactivó en junio de 2011. A principios de este año se acordó otro alto el fuego, pero las fuerzas armadas oficiales, conscientes de su superioridad militar, lo incumplen repetidamente.
El desenlace de la guerra con el KIA no amenaza sólo la estabilidad del país, sino también la nueva dirección que ha tomado la administración. El hecho de que los soldados oficiales ignoren el alto el fuego plantea la duda de hasta qué punto controla el nuevo Gobierno a sus fuerzas armadas, y recuerda a los donantes que Myanmar sigue siendo parcialmente una dictadura militar. Los abusivos hábitos de unas tropas que desobedecen las instrucciones gubernamentales ponen en riesgo no sólo el proceso de paz con el KIA y con otros ejércitos étnicos, sino también la nueva idea que el mundo se ha hecho de Birmania.
Naxalitas (India)
La insurgentes maoístas en los Estados del este de India, conocidos de forma genérica como naxalitas, son considerados por el Gobierno como la mayor amenaza interna para el país. Sus alrededor de 20.000 miembros armados han dejado más de 6.000 muertos en algo más de veinte años de actividad, y su objetivo es ambicioso: controlar India. Aunque sus pretensiones parezcan  inasumibles y su efecto a escala nacional pueda ser moderado, a nivel local es enorme (actúan fundamentalmente en tres Estados, cuya población combinada es de 160 millones de personas). Además, su discurso es peligroso porque tiene un justificado armazón social; las denuncias de los naxalitas ante la injusticia del sistema les ha ofrecido cierta legitimidad que obstruye los esfuerzos para derrotarlos. Cada vez más sofisticados en sus métodos, han pasado de la guerra de guerrillas a un uso creciente de dispositivos explosivos improvisados.
Su lucha por los desheredados se traduce paradójicamente en un freno al desarrollo de los territorios en los que actúan. La amenaza de que los naxalitas atacarán cualquier iniciativa gubernamental sirve a las autoridades para eximirse de la responsabilidad de invertir en esos Estados. Los insurgentes ponen al Gobierno indio en una incómoda posición, entre quienes denuncian los abusos de sus tropas para sofocar la rebelión y quienes exigen más mano dura.
Boko Haram (Nigeria)
Boko Haram puede traducirse como "la educación occidental es pecado", pero tal denominación resulta insuficiente para retratar las ambiciones de este grupo. Su pretensión es derrocar al Gobierno y crear un Estado islámico en el norte de Nigeria, de mayoría musulmana. Los objetivos de sus ataques son dispersos, y oscilan entre lo local (repetidos atentados contra los cristianos de la región) y una incierta ambición global (su mayor atrevimiento, hasta la fecha, fue el atentado contra las instalaciones de Naciones Unidas en Abuja).
Boko Haram, cuya lucha se ha cobrado ya miles de muertos, se nutre de la desafección de los nigerianos del norte, más pobres que los del sur y, por lo tanto, más propensos a sentirse alienados por una administración central culturalmente lejana y plagada de corrupción. A medida que gana adeptos y polariza la sociedad nigeriana según criterios religiosos, los insurgentes suponen una amenaza creciente a la estabilidad del Estado. La abusiva política de mano dura de las fuerzas del orden y las ejecuciones sumarias no ayudan a sofocar esta insurgencia, sino que le confieren legitimidad. 

miércoles, 23 de enero de 2013

La guerra de guerrilla y algunos de sus mitos


Tomado de The Wall Street Journal
 Che Guevara

 Los mitos de la guerrilla

Por Max Boot

Para un estudiante de la historia militar, el aspecto más asombroso de la actual coyuntura internacional es la ausencia de un conflicto donde se enfrenten dos fuerzas armadas uniformadas. El último fue una breve escaramuza entre Rusia y Georgia en 2008. En la actualidad, el fantasma de la guerra convencional, que ha dominado la imaginación de Occidente desde los días de los hoplitas griegos casi ha desaparecido.
El mundo, sin embargo, dista de haber alcanzado la paz. Argelia combate a quienes secuestraron a un grupo de personas en una planta gasífera. Francia lucha contra islamistas extremistas en Malí. Israel enfrenta a Hamas. Estados Unidos y sus aliados combaten a los talibanes en Afganistán, mientras que en Siria, el presidente Bashar Al-Assad pelea contra los rebeldes que tratan de derrocarlo. Colombia sigue confrontando, y negociando, con las Farc, al paso que México lucha contra las bandas de narcotraficantes. Eso sin olvidar a los países africanos que pelean contra el Ejército de Resistencia del Señor.
Son guerras sin frentes de batalla, sin fechas de inicio ni fin claramente definidas. Son conflictos enredados y sangrientos en los que los atacantes, a menudo sin uniformes, realizan emboscadas y atacan a la población civil. Se trata, en suma, de guerras de guerrillas y son mortales. Más de 60.000 personas han muerto desde 2011 solamente en Siria, según la Organización de Naciones Unidas. Casi 50.000 han perecido en la guerra contra las drogas en México desde 2006. Las guerras civiles africanas han cobrado cientos de miles de vidas. Los últimos 10 años han sido testigo de atentados terroristas sin precedentes, desde los ataques del 11 de septiembre hasta los bombardeos suicidas en Irak. Para entender la realidad actual, hay que entender a las guerrillas y las organizaciones terroristas que son sus parientes cercanos.
Fidel Castro da instrucciones de tiro en Sierra Maestra, Cuba.

Por desgracia, nuestra ignorancia sobre la guerra de guerrillas es profunda, pese a que nos vemos enredados cada vez más en esta clase de conflictos. Contrario a lo que muchos creen, ni el Che Guevara, ni Mao Zedong inventaron la guerra de guerrillas y el terrorismo es mucho más antiguo que los Juegos Olímpicos de Berlín en 1972. La insurgencia tampoco es, como algunos han sugerido, un tipo de guerra "oriental", algo que a los occidentales les cuesta entender.
Un examen del extenso historial de la guerra de guerrillas no sólo desempolva numerosos personajes interesantes y medio olvidados, sino que echa por tierra muchos mitos y nos permite abordar el tema de seguridad más apremiante de nuestra época. A continuación, las lecciones que debemos aprender, pero no hemos aprendido, de la historia de la guerra de guerrillas.
1. La guerra de guerrillas no es nueva. La guerra tribal, en la que una fuerza guerrillera se enfrentaba a otra, es tan antigua como la humanidad. Una nueva modalidad de la guerra de guerrillas, en la que un grupo subversivo luchaba contra un ejército convencional es solamente un poco más reciente: se originó en la Mesopotamia hace 5.000 años. Denominar a la guerra de guerrillas "irregular" o "no convencional" es entender el concepto al revés: es la norma del conflicto armado.
Muchas de las actuales fronteras y formas de gobierno en el mundo fueron determinadas por batallas entre ejércitos y grupos insurgentes. El Reino Unido, por ejemplo, fue "unido" cuando los ingleses derrotaron a movimientos guerrilleros escoceses e irlandeses centenarios. El repliegue del imperio británico fue en parte el resultado de una resistencia armada exitosa de grupos insurgentes, desde el Ejército Republicano Irlandés en los años 20 hasta los sionistas en los años 40. Incluso antes, la guerra librada por los colonos estadounidenses, algunos de los cuales peleaban como guerrilleros, formaron EE.UU., que alcanzó sus actuales fronteras al librar una guerra implacable contra los insurgentes indígenas del país.
Cuesta pensar en cualquier país en el mundo que se haya salvado de los estragos provocados por la guerra de guerrillas, al igual que cuesta pensar en cualquier organización militar que no haya dedicado una parte considerable de su energía a combatir las guerrillas.
2. La lucha guerrillera es la forma de conflicto universal elegida por los débiles, no una forma de guerra "del oriente". Gracias en mayor parte al éxito de los comunistas chinos y vietnamitas para tomar el poder en el siglo XX, hubo una tendencia a presentar las tácticas guerrilleras como la expansión de Sun Tzu y otros filósofos chinos que supuestamente se enfrentaron a las tácticas convencionales adoptadas por próceres occidentales como Carl von Clausewitz.
En realidad, los antiguos ejércitos chinos e indios eran tan enormes y convencionales en su orientación como las legiones romanas. No fueron los chinos los que eran culturalmente proclives a la guerrilla sino más bien sus enemigos nómadas.
Pero incluso poblaciones tribales como la turca, árabe y mongola, quienes usaron tácticas de guerrilla en su ascenso al poder, recurrieron a ejércitos convencionales para proteger los imperios que tanto les costó ganar. Su experiencia sugiere que son pocos los que eligieron la guerra de guerrillas de forma voluntaria. Es la táctica de última instancia de aquellos que son demasiado débiles para crear ejércitos regulares. Asimismo, el terrorismo es la táctica de última instancia para los que son demasiado débiles para crear movimientos guerrilleros.
3. La guerra de guerrillas ha sido tanto subestimada como sobreestimada. Antes de 1945, el valor de las campañas guerrilleras en general era subestimado, lo que llevó al desastre a oficiales demasiado confiados como George Armstrong Custer en su batalla contra los indígenas estadounidenses en 1874. Debido a que los irregulares se rehúsan a pelear cara a cara, no han recibido el respeto que merecen, a pesar de su capacidad consistente, desde los asaltos bárbaros a Roma, de humillar a los mayores imperios del mundo.
Desde 1945, la opinión ha ido demasiado lejos al otro extremo al considerar que los movimientos guerrilleros son invencibles. Esto se debe en mayor medida al éxito que disfrutaron un puñado de rebeldes como Mao Zedong, Ho Chi Minh y Fidel Castro. Pero estos casos distraen del ignominioso final que tuvieron la mayoría de los insurgentes.
En realidad, aunque las guerrillas a menudo han podido luchar durante años y causar grandes pérdidas a sus enemigos, rara vez han alcanzado sus objetivos. Los terroristas han sido aún menos exitosos.
4. Los insurgentes han tenido más éxito desde 1945, pero siguen perdiendo casi siempre. Según una base de datos que compilé, de 443 insurgencias desde 1775, los guerrilleros tuvieron éxito en 25,2% de las guerras concluidas mientras que los ejércitos oficiales se impusieron en 63,8%. El resto fueron empates.
Desde 1945, la tasa de victorias de los subversivos ha de hecho subido, a 39,6%. Pero las campañas contrainsurgentes vencieron en 51,1% de los casos. Como muchas empresas que empiezan, la mayoría de las organizaciones guerrilleras fracasan.
5. El evento reciente más importante en la guerra de guerrillas ha sido el ascenso de la opinión pública. ¿Por qué las guerrillas se han vuelto más exitosas desde 1945? Gran parte de la explicación se puede encontrar en el poder creciente de la opinión pública, impulsada por la expansión de la democracia, la educación, la tecnología de comunicación, medios masivos y organizaciones internacionales, todos los cuales han socavado la voluntad de los estados para involucrarse en campañas de contrainsurgencia prolongadas, en especial fuera de su propio territorio, y aumentado la capacidad de los insurgentes para sobrevivir incluso después de sufrir reveses.
Un ejemplo ocurrió en la Guerra de Vietnam, donde Estados Unidos fue vencido no porque fue superado en el campo de batalla, sino porque la opinión pública se puso en contra del país. Lo mismo casi ocurrió en Irak en 2007, y puede pasar en Afganistán.
Un miembro de las fuerzas insurgentes de Siria.

6. Pocas campañas de contrainsurgencia han tenido éxito al causar terror en masa. Cuando se enfrentan a enemigos escurridizos, los ejércitos a menudo han recurrido a torturar sospechosos en busca de información, como hizo EE.UU. luego del 11 de septiembre de 2001, y a tomar sangrientas represalias contra los civiles, como están haciendo ahora las fuerzas de Bashar Al-Assad en Siria. Ese tipo de estrategias ha funcionado de vez en cuando (a menudo cuando los rebeldes dejan de recibir apoyo externo), pero con la misma frecuencia ha fracasado.
Incluso en el mundo antiguo, cuando no había activistas de derechos humanos o canales de noticias por cable, los imperios descubrieron que pacificar poblaciones inquietas a menudo involucraba garrote y zanahoria. Hubo beneficios considerables de participar en la Pax Romana, que ganó poblaciones al ofrecer "pan y circo", caminos, acueductos y (lo más importante) seguridad frente a guerrillas y bandidos.
7. "Ganar corazones y mentes" suele tener éxito como estrategia antiguerrilla, pero no es tan emotivo como se suele suponer. El hecho de que EE.UU. y otros estados democráticos no puedan ser tan brutales como regímenes dictatoriales —o más bien, elijan no serlo— no significa que no puedan tener éxito en desactivar insurgencias. Simplemente tienen que hacerlo con un estilo más humano. En Irak en 2007-2008, el general David Petraeus mostró lo exitosa que podía ser una estrategia "centrada en la población", al menos en términos de seguridad reducidos, al enviar tropas a vivir en áreas urbanas y al cortejar tribus sunitas.
El término mejor conocido para esta estrategia es "ganar corazones y mentes", una frase popularizada por el general británico Gerald Templer, quien salvó a Malaya de una insurgencia comunista en la década de 1950. Pero el término es engañoso, ya que sugiere que una campaña de contrainsurgencia intenta ganar un concurso de popularidad. En realidad, el pueblo apoyará al gobierno sólo si es menos peligroso que apoyar a la insurgencia. Por eso las políticas centradas en la población que son exitosas buscan controlar a la gente con un despliegue de fuerzas de seguridad las 24 horas del día, no para ganarse su amor y gratitud al entregar pelotas de fútbol, insumos médicos u otros artículos.
8. La mayoría de las insurgencias son duraderas, los intentos de ganar una victoria rápida podrían resultar contraproducentes. La insurgencia promedio desde 1975 ha durado siete años. La cifra es incluso mayor para movimientos subversivos posteriores a 1945: casi 10 años. La duración de los conflictos de baja intensidad podría ser un motivo de frustración para ambos lados, pero los intentos de reducir el proceso normalmente provocan efectos indeseados. EE.UU. intentó hacer precisamente eso en los primeros años de las guerras de Vietnam e Irak usando su fuerza acostumbrada para cazar a los insurgentes y producir lo que John Paul Vann, un asesor legendario en Vietnam, denominó como "resultados superficiales y rápidos". Fue solo cuando EE.UU. abandonó la esperanza de una victoria fugaz que comenzó a obtener resultados.
Una versión particularmente seductiva de la estrategia de "victoria rápido" es intentar eliminar a los líderes guerrilleros, como EE.UU. e Israel normalmente lo hacen con ataques aéreos contra grupos como al Qaeda y Hamás. Estas estrategias a veces funcionan
Pero existe el mismo número de casos en que los líderes fueron eliminados pero el movimiento prosiguió más fuerte que nunca, como ocurrió con Hezbolá tras la pérdida de su secretario general en un ataque aéreo israelí en 1992. La caza de los cabecillas tiene mayor eficacia cuando se incorpora a un plan más amplio de ataque contra la insurgencia, con el fin de separar a los insurgentes del resto de la población. Si se realizan de forma aislada, estos ataques son prácticamente igual de eficaces que podar el césped: la organización habitualmente se regenera.
9. La tecnología ha tenido relativamente poca importancia en la guerra de guerrillas, aunque eso podría cambiar. Todas las tácticas guerrilleras y terroristas, desde secuestros de aviones y terroristas suicidas hasta el secuestro y emboscadas en carreteras, están diseñadas a socavar las ventajas de armamento de las fuerzas convencionales. En este tipo de guerra, la tecnología vale menos que en los enfrentamientos tradicionales. Ni siquiera la posesión de armas nucleares salvó a la Unión Soviética y a EE.UU. de sufrir derrotas humillantes a manos de las guerrillas. Si la tecnología ha influido en los conflictos de baja intensidad, ha ocurrido con mayor frecuencia en los conflictos sin disparos.
No obstante, el papel de la tecnología destructiva podría crecer en el futuro, si los insurgentes llegan a tener acceso a armas químicas, biológicas o nucleares. Una célula terrorista del tamaño de un pelotón podría contar con mayor capacidad destructiva que un ejército entero de países sin armas nucleares como Brasil o Egipto. Las armas cibernéticas también tienen la habilidad de causar estragos.
Este es un pensamiento aleccionador con el que podemos concluir. Sugiere que en el futuro, la guerra de guerrillas podría causar problemas incluso mayores que en el pasado para los líderes del mundo. Y estos problemas han sido sustanciales, variados y duraderos.
—Boot es miembro del Consejo de Relaciones Exteriores (Council on Foreign Relations) y autor del libro 'Invisible Armies: An Epic History of Guerrilla Warfare from Ancient Times to the Present' (algo así como, Ejércitos invisibles: una historia épica de la guerra de guerrillas desde la antigüedad hasta la actualidad), en el que se basa este ensayo.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Egipto media entre Israel y Palestina por un alto al fuego


 Tomado de El País 


El Ejército israelí golpea a la población civil de la franja de Gaza
Barcos de guerra israelíes bombardean Gaza desde el mar
Londres advierte que una ofensiva terrestre debilitaría el apoyo internacional a Israel.

Las fuerzas israelíes golpean la sede de varios medios de comunicación en Gaza



La destrucción avanza a paso de gigante sobre la franja de Gaza y a golpe de misil del Ejército israelí. Las noticias sobre un posible alto el fuego mediado por los egipcios cobran cierta intensidad, pero no acaban de cuajar. Este domingo, quinto día de la operación Pilar Defensivo, ha sido especialmente sangriento. Los niños se han llevado la peor parte. Hasta siete han muerto por los bombardeos; cuatro de ellos eran miembros de una misma familia. Son parte de los al menos 26 palestinos, muchos de ellos civiles, que han muerto solamente este domingo por las bombas, que de momento no dan tregua, y que mantienen aterrorizada a la población en Gaza.
Mientras, los cohetes palestinos han vuelto a sobrevolar la frontera que separa Israel de este territorio palestino, en dirección a Tel Aviv. Ahora despegan desde casi cualquier lugar de la Franja causando un enorme estruendo. Desde detrás de un hotel, al lado de un edificio de viviendas… Las próximas horas se perfilan decisivas.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, advirtió al Gabinete de ministros que está listo para “ampliar la operación”. No ofreció mucho más detalles, pero la posibilidad de una invasión terrestre cobra fuerza con el paso de las horas. A media tarde, se podía ver a nubes de soldados merodeando por el sur de Israel. Era además constante el trasiego de tanques subidos a camiones. El sonido de las sirenas cada vez que sale disparado un cohete palestino y que marca el inicio de las carreras a los refugios, completan un paisaje que cada vez se parece más al de un país en guerra.
El ministro de Exteriores británico, William Hague, ha alertado entre otros del peligro de una operación terrestre y de las dificultades que supondría para parte de la comunidad internacional apoyar una invasión, que previsiblemente se cobraría numerosas víctimas civiles. Incluso el presidente estadounidense, Barack Obama, volvió a expresar su apoyo a Israel, pero también consideró “preferible” evitar la entrada de los tanques.
Las noticias sobre una posible incursión terrestre hace que los vecinos del norte de la Franja huyan despavoridos. Las calles de Beit Hanún y de Beit Lahia, al norte del territorio, ofrecían el domingo una imagen fantasmal. No había ni un alma. Era como si hubiera caído una bomba, pero esta vez nuclear.
Un poco más al sur, a las afueras de la ciudad de Gaza, ha sido donde la aviación israelí ha destrozado la casa de Mohamed Dalu, un supuesto miembro del movimiento islamista Hamás, el que gobierna en Gaza y a cuyos líderes apenas se escucha estos días. Nueve miembros de su familia murieron junto a él, entre ellos cuatro niños.
Las fuerzas armadas israelíes cifraron en medio centenar el número de objetivos alcanzados el domingo. Entre ellos “puestos subterráneos de lanzamiento de misiles y túneles con fines terroristas”. En total, al menos 72 palestinos y tres israelíes han muerto desde el miércoles, cuando el asesinato selectivo del jefe militar de Hamás dinamitó el precario alto el fuego que Israel y los islamistas palestinos habían mantenido en los últimos meses. Hay también más de 500 heridos, según fuentes hospitalarias palestinas.
El jefe del estado mayor israelí, Benny Gantz, había ordenado el domingo intensificar los bombardeos sobre la franja, en medio de rumores sobre la inminencia de un posible alto el fuego mediado por Egipto. Los hechos sobre el terreno contradicen —al menos de momento— las filtraciones procedentes de El Cairo. Lo que ocurrió en Gaza la noche del sábado al domingo, cuando mayor intensidad cobraron los rumores, fue sin duda lo menos parecido a una tregua. El Ejército israelí atacó sin freno por mar y aire. A los bombazos de los F-16 le acompañaron los bombardeos de la marina israelí sobre la costa de Gaza. Primero se escuchaban tres o cuatro disparos seguidos. Después, transcurridos unos segundos de máxima tensión, llegaba el impacto que hacía temblar la costa. El ministro israelí de Exteriores, Avigdor Lieberman, afirmó más tarde en una rueda de prensa tras reunirse con su homólogo francés, Laurent Fabius, que la primera condición para cualquier acuerdo de alto al fuego es el completo cese de los ataques con cohetes contra Israel.
Los ataques han paralizado la vida de una Franja archi acostumbrada a todo tipo de ataques. Las escuelas están cerradas. La gente no acude a trabajar. Siguen al minuto las explosiones, mientras tratan de confirmar que los suyos están bien. Hay quienes el miedo o quizá la precaución les impide salir de casa. Otros se encierran en sótanos, a falta de refugios como los de los israelíes. Los hay que se atreven a salir durante el día. pero que cuando cae la noche ni se les ocurre pisar la calle. Viven a la espera de saber quién se impondrá en las próximas horas, si los tanques o las artes diplomáticas egipcias.
Golpe a los medios de comunicación

La noche del sábado al domingo y la madrugada fueron especialmente violentas en Gaza. Los bombardeos tuvieron, además, dos objetivos inéditos. La aviación israelí atacó sendas oficinas de medios de comunicación locales y extranjeros. Los ataques causaron heridas a ocho periodistas y suscitaron la condena de organizaciones profesionales.

Los habitantes de Gaza siguen con atención las informaciones que emiten las televisiones y radios locales sobre el conflicto. Cuando cae un misil, a los pocos minutos ya hay un equipo de periodistas palestinos recogiendo el testimonio de los supervivientes.

El primer bombardeo a las sedes de los medios se produjo en medio de la noche contra el piso 11 del edificio Al Shawa, en la ciudad de Gaza. Allí trabajan, entre otros, la agencia palestina de noticias Maan, la cadena alemana ARD y la televisión Al Quds. A uno de los reporteros de esta cadena le han tenido que amputar una pierna a consecuencia de las heridas.

El segundo ataque se produjo a primera hora de la mañana en el edificio Al Shuruq, sede de la televisión Al Aqsa del movimiento islamista Hamás, al frente del gobierno de la Franja. Sam Kiley, reportero de Sky News, una cadena británica que como otras occidentales, comparte edificio con los palestinos cuenta cómo fue el ataque: “Eran las 6.45 de la mañana. Estábamos durmiendo cuando un misil impactó contra el piso de encima del nuestro. Hubo un fogonazo de luz tremendo. Las ventanas estallaron y los cristales cayeron al suelo”, explica dos horas después del ataque.

El Ejército israelí aseguró que tan solo dispararon “contra la antena, el resto del edificio no fue alcanzado”, según dejaron escrito los militares en su cuenta de Twitter, que estos días actualizan constantemente para ofrecer su versión de los hechos. En un comunicado indicaron que los objetivos habían sido identificados tras meses de información obtenida a través del espionaje.

El director de Reporteros sin Fronteras, Christophe Deloire, consideró que “los ataques constituyen una obstrucción a la libertad de información. Recordamos a las autoridades israelíes que los medios disponen según el derecho humanitario de la misma protección que los civiles, y que no pueden ser considerados objetivos militares”.

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