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lunes, 4 de abril de 2016

4 de Abril: Día Internacional de información sobre el peligro de las minas y de asistencia para las actividades relativas a las minas

Por Compartiendo mi opinión
Hoy 4 de abril se celebra el Día Internacional de información sobre el peligro de las minas y de asistencia para las actividades relativas a las minas. Las minas y los restos explosivos de guerra constituyen una grave amenaza para la seguridad, la salud y la vida de la población local o un obstáculo para el desarrollo social y económico. 

Por ese motivo, la Asamblea General decidió en diciembre de 2005 que, todos los años se observara el Día Internacional de información sobre el peligro de las minas y de asistencia para las actividades relativas a las minas (resolución 60/97). 

El desminado es una acción humanitaria

El desminado salva vidas. Actuar contra las minas asegura que esos artefactos y otros explosivos en zonas devastadas por la guerra son hallados y destruidos, lo que permitirá la entrega de ayuda humanitaria y que los suministros lleguen a los más necesitados. El Servicio de las Naciones Unidas de Actividades relativas a las Minas (UNMAS) coordina equipos para despejar de explosivos las carreteras y pistas de aterrizaje, bloquear las zonas donde hay esos artefactos y capacitar a la población local para desminar y eliminar los explosivos. Nuestro trabajo es un primer paso crucial en el esfuerzo humanitario vital que seguirá.

Las minas terrestres no son los únicos explosivos que representan un peligro para los civiles que viven en zonas de conflicto o de post conflicto. Las bombas que no han sido detonadas, las granadas, las armas y munición sin dispositivos de seguridad, y los artefactos explosivos improvisados también pueden matar, herir e impedir el acceso a la atención médica, a la educación y al desarrollo. En Afganistán la cifra de muertes causadas por este tipo de artefactos es diez veces superior a las muertes por la explosión de minas terrestres.

La naturaleza de los conflictos también ha cambiado. El creciente protagonismo de los actores no gubernamentales y la menor frecuencia de acuerdos de paz estables han creado un entorno más complejo y peligroso para los trabajadores humanitarios.

sábado, 22 de marzo de 2014

Rusia no retrocede en anexión de Crimea. India apoya sus argumentos

Tomado de La Voz de Rusia 

Como parte de esta estrategia, con el fin de evitar que la República Popular China acudiera en ayuda de Pakistán, la India firmó un tratado de "paz, amistad y cooperación" con la Unión Soviética en agosto de 1971. Este tratado obligaba a cada parte a ayudar a la otra en caso de evidente amenaza a la seguridad nacional.

  

Crimea es el Bangladés del 71


Uno de los primeros líderes mundiales al que el presidente de Rusia, Vladímir Putin, llamó por teléfono tras la suscripción del tratado de incorporación de Crimea a Rusia fue el primer ministro de la India, Manmohán Singh.


En el comunicado oficial de la Cancillería india Manmohán Singh agradeció a Putin por el esclarecimiento de la postura rusa con respecto a los recientes hechos protagonizados en Ucrania y “destacó la invariabilidad de la posición de la India en relación a la unidad e integridad territorial de los países”. 

Entre tanto, hechos relativamente no lejanos de la historia de la propia India muestran que la integridad territorial no es, ni mucho menos, ninguna vaca sagrada, y suelen darse situaciones en que fuerzas exteriores deben intervenir necesariamente en la marcha de los sucesos en otro país. 

La posición oficial moderada de la India sobre la situación en torno a Ucrania, y, particularmente, lo referente al retorno de Crimea a Rusia, es perfectamente explicable: se trata de los problemas territoriales propios, ante todo el de Cachemira, y el hecho de que a más tardar a fines de mayo el Gobierno de Manmohán Singh depondrá sus poderes. 

Un factor adicional que explica ese cierto alejamiento de la sociedad india y de las autoridades oficiales de los sucesos en torno a Ucrania, es que hoy ninguna agencia informativa india, sino solo el importante periódico The Hindu, tiene corresponsales en Moscú (sin hablar ya de Kiev). Como consecuencia, las informaciones que publican los medios indios se reducen a la reimpresión de las noticia de las agencias occidentales, lo cual se traduce en una cobertura unilateral y en su percepción unilateral por los lectores indios. De ahí que estos reciban informaciones sobre que aparentemente el referéndum en Crimea se celebró a punta de fusiles y en medio de la ocupación rusa. 

Entre tanto, hace unos cuarenta años la India no era tan cautelosa cuando se trataba del destino de todo un pueblo, que se vio casi en la misma situación en la que se vieron los habitantes de Crimea y en la que hoy están los pobladores del sureste de Ucrania. Se trata de los hechos acaecidos en 1971 en Bangladés (entonces Pakistán Oriental). 


La similitud de las situaciones obedece aunque sea al hecho de que, al igual que las fronteras administrativas entre las repúblicas de la antigua Unión Soviética (que se convirtieron en fronteras estatales en 1991) fueron trazadas de forma bastante convencional, sin que se tuvieran en cuenta los nexos económicos, histórico-culturales, idiomáticos y otros, que se habían conformado entre las poblaciones de las partes divididas. Como resultado, en el marco de una formación estatal (Pakistán de los años 1947-1971 y Ucrania) se vieron incluidas partes históricamente no relacionadas entre sí: en ambos casos había (en el caso de Ucrania perdura hasta ahora) una división bien clara en Oriente y Occidente. Y en la historia de ambos estados se dio que una de las partes procuraba por medio de la fuerza privar a la otra de su peculiaridad étnica, idiomática y cultural. Y cuando la población de Pakistán Oriental se rebeló, el Gobierno de la India no lo pensó mucho e introdujo sus tropas en esa parte de Pakistán. 

La derrota de Pakistán en la guerra de 1971 llevó a la creación de Bangladesh. La India fue el primer país que reconoció a Bangladesh como estado independiente.

Por cierto que existen diferencias entre la actual situación en Crimea y los sucesos de 1971 en Bangladés. No se llegó a una violencia abierta contra la población de Crimea por parte de las nuevas autoridades ilegítimas de Ucrania ni tampoco se incrementó el contingente militar ruso en Crimea más de lo que determina el tratado sobre emplazamiento de la Flota del mar Negro. Bastó la resolución del Consejo de la Federación (Senado) sobre la posibilidad de iniciar operaciones militares más allá de las fronteras de Rusia y el deseo de los propios crimeos de regresar a Rusia claramente expresado en el referéndum. 

De todos modos, al evaluar los actuales sucesos en Crimea no hay que olvidarse de las situaciones similares en otras regiones del mundo. Si no fuera por la ayuda militar india difícilmente la lucha de liberación nacional de los bengalís de Pakistán Oriental hubiese sido coronada por el éxito y en el mapa de la Tierra no existiría hoy el Estado independiente de Bangladés.  

domingo, 16 de marzo de 2014

Crimea fue la última guerra antigua y la primera moderna. Hoy podría ser la primer gran guerra del siglo XXI

Tomado de El Mundo

HISTORIA Empezó en 1853 como la enésima guerra ruso-turca

La guerra de Crimea

Por Luis Reyes

Rusia y Occidente ya libraron una guerra en Crimea a mitad del siglo XIX (1854-1856), la primera guerra europea desde las napoleónicas. La excusa fue acudir en auxilio de Turquía, invadida por los rusos; la auténtica razón, sin embargo, era impedir que Rusia alcanzara una salida al Mediterráneo. Inglaterra y Francia mandaron a la península potentes ejércitos, a los que se sumaría uno menor del Piamonte, embrión de Italia. Mientras que Austria y Prusia se quedaron en las amenazas. Hasta España estuvo presente, pues el general Prim acudió al frente de un numeroso grupo de observadores... que intervinieron en los combates.

Crimea fue la última guerra antigua y la primera moderna. Las tácticas de combate de los ingleses o el armamento de los rusos eran como en el siglo XVIII, pero se usaron nuevas armas mucho más mortíferas, como la artillería de sitio de gran calibre y los fusiles rayados de los aliados, y sobre todo, aparecieron por primera vez en el frente enfermeras, periodistas o fotógrafos, y aunque las famosas fotos de Fenton son retratos posados que no transmiten la crudeza de la guerra, las crónicas de los corresponsales sí lo hicieron, y en Inglaterra tuvieron tal impacto en la opinión pública que causaron la caída del gobierno.

En realidad, el conflicto empezó en 1853, como la enésima guerra ruso-turca. El ejército zarista avanzó a través de Rumanía, entonces unos principados vasallos del Imperio Otomano, y llegó hasta el Danubio, donde fue eficazmente frenado por los turcos. El objetivo ruso era Constantinopla, el preciado balcón al Mediterráneo. Alarmadas ante esta posibilidad, Inglaterra y Francia acudieron a salvar la capital otomana, pero cuando sus cuerpos expedicionarios llegaron, el peligro había sido conjurado y la guerra ruso-turca había terminado. Ahora iba a comenzar la guerra europea.

París y Londres no aceptaron llegar tarde a la fiesta, tenían que aprovechar los 56.000 hombres enviados a Oriente -los franceses llamaban al conflicto 'Guerra de Oriente'- para neutralizar el poderío naval ruso, y decidieron invadir la Península de Crimea, donde estaba la gran base naval rusa del Mar Negro, Sebastopol. El desembarco fue el 14 de septiembre de 1854. Así comenzó propiamente la Guerra de Crimea.

Fue un conflicto desastroso por la pésima planificación de la campaña, la mala intendencia, la falta de cuidados médicos y la incuria de buena parte de los mandos, todo lo cual produciría una cifra monstruosa de bajas. Los rusos perdieron 450.000 hombres, aunque solamente 100.000 en el campo de batalla, el resto fue por epidemias y malas condiciones de vida. Francia sufrió 100.000 bajas, el 60% por enfermedades, que provocaron también el 80% de los 20.000 muertos ingleses.

En Inglaterra existe toda una leyenda romántica sobre las batallas de Alma, Inkerman y Balaclava, con la famosa carga de la Brigada Ligera que cantó el poeta Tennyson, pero entre errores tácticos y caos logístico, al poco tiempo del desembarco el ejército inglés había dejado de existir como fuerza operativa, y solamente salvó la situación el primer invierno el cuerpo expedicionario francés, mayor y más experimentado en la guerra moderna por la reciente conquista de Argelia. En cambio ningún comandante inglés tenía currículum posterior a la batalla de Waterloo.

La peor rémora de Moscú, sus mandos
Rusia sin embargo no pudo aprovechar estos fallos de los invasores. Aunque Crimea fuera parte de Rusia, en la práctica estaba más lejos de Moscú o San Petersburgo que de París o Londres. Las malas comunicaciones y las enormes distancias de Rusia hacían más difícil la llegada de los efectivos militares y suministros rusos que la de los franceses e ingleses, que venían por mar. Además el ejército del zar estaba mal armado, muy atrasado táctica y organizativamente. Pero su peor rémora fue el mando. El comandante en jefe, príncipe Menshikov, era como la caricatura de un aristócrata, despreciaba tanto a sus inferiores que ni siquiera podía hablar ruso, pues en San Petersburgo la nobleza hablaba francés.

En cambio la Marina de guerra rusa organizó muy bien la defensa de Sebastapol, que mantuvo durante un año frente a unas fuerzas muy superiores, pues Francia e Inglaterra aumentaron exageradamente su implicación en la guerra, hasta movilizar un total de 400.000 soldados franceses y 250.000 británicos, a los que había que añadir unos 20.000 italianos y 30.00 turcos -no se contabilizan los turcos que combatieron fuera de Crimea, muchísimo más numerosos-. Cuando la defensa de Sebastopol se hizo insostenible, la Marina lo evacuó eficazmente, en una sola noche, construyendo puentes de barcas a través de la rada de Sebastopol.

Con la estratégica base en manos aliadas la guerra dejó de tener sentido, pues los rusos no podían soñar en recuperarla por las armas. Además se produjo un cambio de zar, y Alejandro II no era un belicista como su padre. Austria y Prusia entraron en juego, amenazando a Rusia con entrar en la guerra si no aceptaba las condiciones de paz que se le ofrecían: independencia para los principados otomanos de Moldavia y Walaquia (Rumanía), libertad de navegación por el Danubio, neutralización del Mar Negro y protección del zar para los cristianos en el Imperio Otomano. Sebastopol sería desmantelado, pero Rusia ganaba territorios en el Cáucaso a costa de Turquía. Sobre estas bases el 30 de marzo de 1856 se firmó la Paz de París. Así se resolvió la Guerra de Crimea.

Luis Reyes es periodista y miembro de la Crimean War Research Society. 

domingo, 9 de marzo de 2014

Salida diplomática cada vez mas lejos en Ucrania suenan fuerte los tambores de guerra

Tomado de La Voz de Rusia

¿Qué está dispuesto a hacer Occidente para impedir el referéndum de Crimea?

 

Por  Xenia Mélnikova

 

Tan solo una semana queda hasta el referéndum en Crimea. En la autonomía se preparan para tomar una resolución trascendental: ingresar en el seno de Rusia o permanecer en el marco de Ucrania y ampliar sus poderes.

Por otra parte, Sevastópol tras el referéndum puede ingresar en Rusia por separado como sujeto de la Federación. Entre tanto, la exprimera ministra de Ucrania, Yulia Timoshenko, está dispuesta a iniciar en la península una guerra de guerrillas, a la vez que los países occidentales amenazan a Rusia con sanciones. 

En Crimea y Sevastópol se están desarrollando a toda marcha los preparativos del referéndum: se están acondicionando los lugares para la votación, se está comprobando la lista de los electores y se imprimen un millón y medio de papeletas. El destino de la península y de la ciudad de Sevastópol se definirá el próximo domingo 16: permanecerán en el seno de Ucrania o serán miembros de la Federación de Rusia. Estas dos preguntas han sido formuladas en ruso, ucraniano y en la lengua tártara de Crimea o cremortártara. 

Mientras tanto, en Ucrania ahora también están luchando contra la lengua rusa en internet. Alexánder Turchínov, designado presidente interino por la Rada Suprema (Parlamento) prescribió a todos los órganos de poder de Ucrania bloquear el acceso a las versiones en ruso de sus sitios. Al día de hoy los enlaces en ruso han sido eliminados en catorce ministerios del país, solo funcionan las páginas web en ucraniano e inglés, pese a que en el sur y este del país hablan mayoritariamente en ruso. 

De acuerdo con los sondeos de opinión, la mayoría de los habitantes de Crimea y Sevastópol quieren adherirse a la Federación de Rusia. Si el plebiscito confirma este deseo al cabo de un mes dos territorios a la vez quedarán bajo jurisdicción rusa, informa el presidente del Consejo Supremo de la República Autónoma, Vladímir Konstantínov: 

Estoy seguro de ello. En este sentido hemos realizado sondeos de opinión: los crimeos ya se sienten ciudadanos de otro país. Nosotros, sin salir a ninguna parte, hemos regresado a la patria. Todos los veintidós años que permanecemos en el seno de Ucrania han sido años de lucha por nuestra independencia, por nuestra identidad, de lucha por la lengua, por nuestra cultura, por nuestros héroes. 

Por recomendación de Rusia, la autonomía ha invitado al referéndum a observadores internacionales para que puedan convencerse de la transparencia y legitimidad de la votación. No obstante, lamentablemente, los observadores extranjeros igualmente pueden alterar el estado real de cosas en Crimea, señaló Vladímir Konstantínov. 

Yulia Timoshenko llama a Occidente a impedir la celebración del referéndum. Ella insiste en que se intensifique la presión contra Moscú y ya confeccionó la lista de sanciones económicas que la Unión Europea y EEUU deben, según ella, imponer a Rusia. La exprimera ministra ucraniana también amenaza con iniciar una guerra de guerrillas en Crimea en caso de que esa región vote por su adhesión a Rusia.  

Pro-rusos se apresuran en impedir que una activista del grupo feminista ucraniano Femen se manifestase semidesnuda contra el presidente Putin, coincidiendo con una protesta en favor de Rusia celebrada cerca del Parlamento de Crimea en Simferópo

Por tradición, en Washington esperan un pretexto para emprender operaciones bélicas. El secretario de Estado de EEUU, John Kerry, en conversación telefónica con el titular ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, manifestó que la adhesión de Crimea a Rusia cerrará las puertas a la diplomacia. Y el general Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor Conjunto de EEUU, entrevistado por un canal de la televisión norteamericana, dijo que no excluye un conflicto armado en Ucrania: 

Tenemos compromisos ante los aliados de la OTAN y les hemos aseverado que, si las cosas atañen a estos compromisos, por nuestra parte habrá respuesta. 

El que Ucrania no sea miembro de la OTAN y que los estados occidentales junto con los nacionalistas radicales y EEUU estén agravando la situación en el país, por lo visto, no incomoda a nadie.  

Rusia pareciera estar ganando el pulso al quedarse con Crimea

Tomado de Revista Semana 

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, parece ganar en el complicado ajedrez geopolítico en el que está empeñado. Su movida de controlar militarmente a Crimea parece darle resultados. O recupera la estratégica península, o usa su ventaja para presionar un desenlace favorable en Ucrania.


Vladimir Putin parece salirse con la suya: a pesar de las sanciones internacionales que lo amenazan, pocos se atreven a pronosticar que devolverá Crimea. O al menos que lo hará sin sacar una buena tajada.




Las manifestaciones prorrusas en Crimea reemplazaron esta semana a los violentos disturbios de signo contrario que habían monopolizado en Kiev la atención mundial. Los habitantes de la península del mar Negro, mayoritariamente de origen ruso, parecieron confirmar con su entusiasmo lo que muchos
 en Occidente comienzan a reconocer: que el presidente Vladimir Putin les va ganando la partida a sus adversarios y que podría sacar un premio mayor: recuperar un recurso de enorme importancia estratégica para el imperio que quiere reconstituir.

Y es que los habitantes recibieron con alborozo a las tropas rusas que, sin insignias y bajo la apariencia de fuerzas de autodefensa, controlan de hecho su territorio, el mismo que los rusos consideran suyo pues solo en 1954 el entonces secretario general del Partido Comunista de la URSS, Nikita Jruschov, se lo transfirió a Ucrania en un acto que hoy Moscú considera ilegal. 

El jueves pasado, la suerte de la península parecía echada, pues el gobierno de la República Autónoma de Crimea, una dependencia administrativa de Ucrania, anunció que adelantaría para el 16 de marzo un referéndum de independencia que incluiría la unificación con la Madre Rusia. “Es ahora o nunca”, afirmó el vice primer ministro Andrei Kozenko, consciente de que el triunfo corresponderá con seguridad a los partidarios de regresar al regazo de Moscú.  

La noticia tomó por sorpresa a los líderes de Occidente. “Un referéndum en Crimea violaría el derecho internacional”, dijo en Washington el presidente de Estados Unidos, Barack Obama. “No debe haber ningún intento de redibujar las fronteras en Europa”, advirtió el secretario general de la Otan, el danés Anders Fogh Rasmussen. Y los analistas consultados por esta revista están de acuerdo. “La invasión de Ucrania por Rusia es una agresión. No se pueden reconocer los resultados de un referéndum que se desarrolló en una región ocupada por fuerzas militares”, le dijo a SEMANA G. Daniel Caron, especialista asociado al instituto HEI de la Universidad Laval en Quebec, Canadá, y exembajador de ese país en Ucrania.

Sin embargo, la Unión Europea se limitó a expresar su enérgico rechazo y a anunciar acciones contra Rusia, sin que al cierre de esta edición se hubiera mencionado más que la suspensión de algunas negociaciones ya en curso. Estados Unidos anunció que cancelaría la visa a los responsables de las acciones rusas en Ucrania, mientras hacía carrera la idea de que una serie de sanciones económicas podrían hacer recapacitar a Putin.

Pero para que funcionen deben ser enérgicas y, sobre todo, unánimes. Como dijo a SEMANA Nicolás de Pedro, investigador principal del Centro de Investigación y Documentación de Barcelona, “no parecemos ir por la senda de unas sanciones que puedan hacer reaccionar a Rusia, pues el entusiasmo es escaso y no hay voz común. Mientras que los países del Báltico y Polonia buscan un enfrentamiento más duro, España y otros países con buenas relaciones con Rusia tienen una actitud diferente”. “La relación de Europa con Rusia es de interdependencia y romper relaciones sería como dispararse un tiro en el pie”, agregó. De hecho, las economías de la región están tan interconectadas, que medidas de ese tipo afectarían prácticamente a todos. (ver recuadro). 

Con el telón de fondo de las infructuosas conversaciones entre los ministros de relaciones exteriores Sergey Lavrov y John Kerry, los analistas se inclinaban cada vez más a pensar que nada de lo que haga Occidente sacará a los rusos de Crimea. Y que a estas alturas, será un éxito que no amplíe sus aspiraciones al este de Ucrania. Porque, además, “aunque un bloqueo económico sería muy costoso para Rusia y sobre todo para sus aspiraciones de jugar un papel central en el ámbito internacional, ese país tiene socios como China, que le permitirían aliviar las sanciones”, le dijo a SEMANA Guillaume Devin, especialista en Relaciones Internacionales del Instituto de Estudios Políticos de París.

Para algunos analistas, el referendo previsto para el próximo domingo va a confirmar la realidad de la ocupación rusa. Según dijo a SEMANA el profesor Marvin Kalb de la Universidad de Harvard, “hay que contar con tres hechos: primero, Crimea será parte de Rusia. Segundo, se dará un regreso a un estado de ánimo geopolítico propio de la Guerra Fría. Y tercero, la aventura de Crimea representa una nueva forma de nacionalismo ruso, que se mantendrá mientras Putin esté en el poder”.

Un ejemplo muy mencionado es el del caso de Georgia, que en 2008 perdió, tras una guerra con Rusia, a las regiones de Abjasia y Osetia del Sur. En esa época los países occidentales impusieron sanciones, Rusia se comprometió a retirar sus tropas, pero el tiempo pasó y hoy por hoy esos territorios siguen bajo control de Moscú. 

Aunque nada indica que Putin esté dispuesto a dar su brazo a torcer en Crimea, algunos analistas suponen que solo una fórmula diplomática  podría llevarlo a devolver las cosas a su estado anterior: que un nuevo gobierno ucraniano asegure que ese país no quedará bajo la órbita occidental. Pero esa es la baza que sus adversarios no quieren soltar. De modo que, por ahora, el ajedrez continúa. 

Obama bajo la lupa

El presidente norteamericano ha soportado una lluvia de críticas de los republicanos, que lo culpan de la arrogancia de Putin. Pero no tienen razón.

Barack Obama no ha dormido bien las últimas diez noches. Desde el 28 de febrero, cuando hombres armados, con el respaldo de Rusia, se tomaron la sede del parlamento de Crimea en Simferopol, al presidente le han llovido críticas del Partido Republicano por la forma como ha enfrentado la crisis.   

¿Tendrán razón? Obama, en vez de meterse en otra guerra, envió a su secretario de Estado, John Kerry,  a Kiev, donde dijo que la injerencia rusa es “inaceptable”, luego a París para hablar con el canciller ruso Sergey Lavrov y propiciar un diálogo entre Kiev y Moscú. Anunció 1.000 millones de dólares de ayuda a Ucrania y respaldó de viva voz los 15.000 millones que la Unión Europea le ofrecieron a Kiev. El jueves, Obama, cinco días después de haber hablado por teléfono hora y media con Putin, firmó una orden ejecutiva para quitarles la visa y congelarles las cuentas bancarias a altos funcionarios rusos y ucranianos (sin Putin). Dijo que el referendo sobre el futuro de Crimea debe contar con la aprobación del gobierno de Ucrania.  

Sectores moderados han valorado positivamente a Obama. Para The New York Times, el presidente ha transitado “el camino correcto”: “El liderazgo y la credibilidad en una crisis se traducen en reacciones frías y racionales y no en cruces de sables y rayas rojas que el contrincante pueda cruzar impunemente”. Eric Farnsworth, vicepresidente del prestigioso think tank Council of the Americas, le dijo a SEMANA: “La verdad es que las opciones para Europa y Estados Unidos en Ucrania son limitadas. El presidente Obama no tiene todas las herramientas a su disposición, incluyendo el uso de la fuerza”.

Y hay un factor adicional que podría explicar la reacción cautelosa de la Casa Blanca. La dio Kathryn Stoner, experta en asuntos rusos de la Universidad de Stanford. “Rusia no entiende qué hacen en Ucrania la Unión Europea y Estados Unidos. Es como si el presidente Putin fuera a México y le dijera al gobierno que lo respalda en las diferencias que tienen los mexicanos con Washington”.
  
La ONU al margen

El máximo organismo multilateral parece impotente para enfrentar crisis como la de Ucrania con Rusia.

En la crisis de Ucrania las Naciones Unidas han jugado un papel secundario. Además de sus dificultades de financiación y del descrédito que sufrió tras la invasión de Estados Unidos a Irak –emprendida ilegalmente– el tema de Ucrania tiene un elemento adicional que limita enormemente su margen de maniobra. Rusia es junto a China, Estados Unidos, Francia y Reino Unido uno de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, lo que le da el derecho de vetar cualquier decisión, un privilegio que se les atribuyó a los ganadores de la Segunda Guerra Mundial. “Entre la estrategia de no intervención de Obama y un Consejo de Seguridad obligado a jugar el papel de testigo pasivo, Vladimir Putin sabía que no estaba asumiendo muchos riesgos”, le dijo a SEMANA la periodista Alexandra Geneste, corresponsal en Naciones Unidas del diario Le Monde. En gran medida, esa organización es víctima de su anacronismo y esta crisis aporta nuevos argumentos a quienes quieren una reforma del Consejo de Seguridad, que piden que el derecho a veto no aplique para las graves violaciones de los derechos humanos. 

El efecto cascada

Nadie se salvaría de las consecuencias económicas de la crisis

Los efectos económicos del conflicto no son menores. Los vínculos financieros y comerciales de Ucrania y Rusia con la zona euro son muy fuertes y si la situación se descontrola tendría también repercusiones sobre la economía mundial. 

La principal alerta se siente en el mercado del gas. Un 30 por ciento del que consume Europa procede de Rusia y de él un 50 por ciento pasa por Ucrania. Alemania, Polonia, Austria, Francia e Italia son los destinatarios en un 80 por ciento, a través de Ucrania. Si Rusia corta el suministro, el precio del gas se dispararía.  La empresa energética rusa Gazprom anunció que dejará de vender gas a precio reducido a Ucrania. Además, se estima que la deuda de Kiev a Rusia por el gas asciende a unos 2.000 millones de dólares.

Esto es una presión demasiado grande para Ucrania que necesita un apoyo financiero por 35.000 millones de dólares, y que busca un salvavidas del Fondo Monetario Internacional, a través de un programa de financiación rápida. 

Un informe del banco Barclays señala que el verdadero problema de Ucrania no es tanto su deuda que equivale al 40 por ciento del PIB, sino su escasa liquidez que la puede asfixiar.

Otra gran alarma es el petróleo. La mayor preocupación de los países desarrollados es la subida en los precios del crudo, que ya alcanzaron niveles máximos. Rusia es uno de los tres mayores productores del planeta. 

El Deutsche Bank dice que los mayores efectos para la economía mundial se verían si Rusia vuelve a la recesión. Anota que incluso si la Unión Europea y Estados Unidos no sancionan a Rusia, el mayor aislamiento de este país y la caída en la inversión podría reducir el crecimiento y retrasar las reformas estructurales pendientes y afectar a su integración en el sistema económico mundial.

Por otro lado, Rusia es un gran productor de paladio, níquel y aluminio, mientras que Ucrania es el tercer exportador mundial de maíz después de Estados Unidos y Brasil y el sexto mayor de trigo. Un deterioro del conflicto podría elevar los precios.

Todos estos riesgos explican la volatilidad que se ha sentido en las principales bolsas del mundo que siguen el pulso a este conflicto, pues temen que la débil recuperación de la economía mundial se vaya al traste una vez más.

Desde Rusia 

Para los rusos, Occidente plantea un juego peligroso, mientras permite que Ucrania quede en manos de neonazis

En Moscú las declaraciones occidentales suenan a pura hipocresía: el secretario de Estado John Kerry dijo que la incursión rusa a Crimea fue “un increíble acto de agresión”, y que, en el siglo XXI no se invaden países con “un pretexto totalmente inventado”.  Kerry, señalan los rusos, olvidaba las guerras con Irak, Afganistán y Libia. 

La prensa occidental tampoco refleja la angustia provocada en Rusia por el acceso al nuevo gobierno de Kiev de los dirigentes de la organización de derecha nacionalista Svoboda, que con cinco ministerios, llamaron a luchar contra la alianza ‘ruso-judía’, y del militante Sector de Derecha, cuyo líder Dmitro Yarosh llamó al Emirato del Cáucaso, la organización que ha provocado los últimos atentados en Rusia, a “activar su lucha” contra Moscú. Nadie prestó atención, en diciembre, a los abrazos del senador republicano John McCain con Oleg Tiahnibok, el líder de Svoboda, y a las reuniones de Victoria Nuland, del Departamento de Estado, con ‘representantes’ de la oposición, entre los cuales estaba Tiahnibok.

El apoyo popular a Putin es muy alto y la unanimidad de la elite política es total alrededor de la decisión de enviar fuerzas a Crimea, incluyendo al Partido Comunista y al Partido Liberal Democrático de Vladimir Zhirinovsky. La muy cuestionada decisión de la Rada ucraniana de prohibir el ruso como segunda lengua, propagada por la prensa oficial en Moscú, hace que la mayoría de la población considere al nuevo gobierno una amenaza para la amplia comunidad rusa en Ucrania. 

Sin embargo, la posibilidad de una guerra con el país hermano ya ha generado reacciones negativas. Además, la incursión en Crimea ya ha tenido consecuencias, con una caída récord del rublo frente al dólar y al euro, y con un ‘lunes negro’ en la Bolsa, en el cual las acciones cayeron un 12 por ciento.

En cuanto a la población, la mayoría está a favor de las decisiones del presidente. Lisandro Platzer, vicepresidente ejecutivo de la cadena de hoteles Korston, dijo a SEMANA desde Moscú que “comentan que Putin estuvo muy bien, porque gracias a lo que hizo, les dio a entender que hay que tener en cuenta a los rusos”, agrega. 

Entre telones, existe una intensa discusión entre los representantes de la Unión Europea y Rusia, buscando una salida más de fondo a la crisis, que podría incluir la federalización de Ucrania tras la adopción de una nueva Constitución, para evitar el riesgo de división, pero para permitir, al mismo tiempo, que las regiones de mayoría rusa mantengan sus relaciones con el país vecino.