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sábado, 27 de junio de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: EL EXITO DE NUESTROS HIJOS


   
La inmensa mayoría de los casos que atiendo en los que han surgido problemas con los hijos, tienen causas similares y recurrentes. Podría agrupar dichas causas en dos tipos: causas debidas a disfunción o desestructura familiar, y causas debidas a desconocimiento o no aplicación de adecuados criterios educativos. En cualquier caso, suele haber un par de denominadores comunes: falta de conciencia de la responsabilidad y compromiso que se adquiere al ser padres, y falta de conciencia de que los problemas deben corregirse cuando empiezan los primeros síntomas, o mejor aún, antes de que se presenten (prevención).

Diría que el 99% (si es que no el 100%) de las consultas que se me hacen se refieren a situaciones en las que el problema ya está ahí, y la gran mayoría de ellas, cuando el problema ya está ahí de forma grave; y de ellas, en muchos casos cuando ya es de difícil solución, porque las circunstancias que lo han provocado han estado ahí por tanto tiempo que el daño ha arraigado y se han producido otros daños indirectos; y también, y sobre todo, porque esas circunstancias familiares que lo han provocado están frecuentemente tan arraigadas y enredadas que difícilmente hay posibilidad de regenerarlas, pues el tratar de hacerlo supondría ocasionar otra serie de daños, o a veces simplemente modificar hábitos y criterios que no hay voluntad de cambiar.

Normalmente, cualquiera que haya sido madre o padre ha imaginado que sus hijos serán excelentes muchachos, y algún día, personas de éxito. Y lo de éxito no debe entenderse como fama o poder, aunque frecuentemente hasta eso imaginamos también; debe entenderse como en armonía plena consigo mismo y con su entorno; en otras palabras, feliz. Y lo imaginamos como si ello fuera a suceder por arte de magia, sin que nosotros, como padres, tengamos un plan para que ello sea posible; sin que, muchas veces, hagamos el más mínimo movimiento encaminado hacia ello.

Más bien al contrario, muchas veces planteamos nuestra vida de modo que nuestra satisfacción inmediata, nuestro orgullo y otras muchas cosas tienen más importancia que invertir en el futuro de nuestros hijos. Muchas veces pareciera que planteamos nuestra vida en sentido completamente opuesto a los intereses de nuestros hijos, arriesgando nuestra vida de forma estúpida, enredándonos en situaciones de deslealtad que tienden a destruir o impedir un marco familiar adecuado, y, sobre todo, dedicando bastante tiempo a intereses ajenos a los hijos, y casi nada a compartir con ellos y estimularles.

El que nuestros hijos sean personas de éxito, sanas y felices normalmente no es una cuestión de magia; no es una cuestión azarosa. Los padres tenemos en nuestra mano las claves; entre las principales:

·      la estructura familiar funcional, clara y estable (ver FAMILIA DISFUNCIONAL) como marco más adecuado para el sano desarrollo de los hijos.


·      Criterios educativos adecuados. En diferentes posts de este espacio se ha hablado de muchos criterios educativos y cómo aplicarlos.

·      Planificar el desarrollo de nuestros hijos a mediano y largo plazo y establecer estrategias para que se lleve a cabo lo planificado. El plan de desarrollo de nuestros hijos debería ser prioritario sobre cualquier otra cosa en nuestro proyecto de vida.

·      Compartir tiempo con ellos estimulando su propio interés en todo aquello que es para su bien, de modo que no lo sientan como algo impuesto, sino como algo en lo que encuentran satisfacción y les genera autoestima.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.


Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

sábado, 20 de junio de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: LA NECESIDAD DE LIMITES


Desde hace muchos años algunos especialistas hemos insistido repetidamente en lo necesario que es poner límites en la educación de los hijos; particularmente en la primera infancia; digamos los primeros seis años de vida. Hace algún tiempo publiqué la siguiente columna en referencia al tema LIMITES Y CONTROL DE LA FRUSTRACION que también nos ayuda a entender este asunto.

Ahora el tema parece estar de moda tras haber sido investigado por algunas universidades, que, como no podía ser de otra manera, han llegado a la conclusión de lo que es un secreto a voces: los límites son absolutamente necesarios. No es ningún secreto que tengamos guardado los especialistas. Es un secreto a voces porque de la misma manera que hay personas que no entienden ni aplican esta necesidad, y hay otras personas que no la entienden pero la tratan de aplicar porque las investigaciones así lo dictan; hay muchísimas personas que lo entienden y lo aplican bastante bien sin que ningún especialista o ninguna investigación les diga que deben hacerlo ni cómo deben hacerlo.

Pero yendo al grano, ¿cómo se aplican los límites? Bueno, es que no es una cuestión de fórmulas matemáticas o recetas de cocina. Debe entenderse primeramente qué es el límite y por qué hay que ponerlo. Es lo más básico en educación; enseñar al niño lo que está bien y lo que no; lo que sí puede hacer, lo que debe hacer, y lo que ni puede ni debe. Y hacerlo con absoluta claridad y sin ambivalencias, y, en la medida de lo posible, explicando por qué. Normalmente no se enseña con lecciones magistrales, sino simplemente corrigiendo acciones y actitudes incorrectas. No hay nada malo en estar corrigiendo con alguna frecuencia a un niño, siempre que se haga de buena forma y con cariño, se le explique por qué, y, sobre todo, muy importante, nosotros mismos tengamos claro qué es lo que debemos corregir y qué no. Porque sucede muchas veces que al niño se le corrigen constantemente cosas que realmente no ameritan, y se pasan por alto otras cosas importantes; o bien, se le corrige absolutamente todo, y luego el niño desarrolla una enorme inseguridad porque piensa que cualquier cosa que haga puede estar mal.

El niño, en el fondo, agradece que se le corrija con cariño, porque eso le va enseñando referencias y le va dando seguridad en sí mismo. Puede que a veces se resista o se rebele, particularmente entre la edad de dos a cuatro años en la que tenderán a hacer berrinche por todo. Hay que mantenerse firmes y hacerles entender que la palabra NO, significa eso, y solo eso, NO; así de claro. Ello tenderá a provocarle cierta frustración, que debe aprender a controlar. Ver también LIMITES Y CONTROL DE LA FRUSTRACION. En la medida en que se haga bien la tarea en los primeros años de vida será más sencillo después.
Poner límites no es solo corregir, prohibir y decir que no cuando amerita; es también no fomentar hábitos o actitudes que no son convenientes para el hijo en el presente o en el futuro. Pero aquí nos encontramos con otro problema. Muchas veces los padres no sabemos qué es bueno y que no para nuestro hijo, o que cosas deben ser corregidas y que cosas no, y así es difícil hacer buena labor de padres. Cierto, pero siempre se puede buscar asesoría sobre ello. Y con esto no me refiero simplemente a buscar ayuda cuando el problema ya está ahí; me refiero a buscar asesoría para hacer las cosas bien desde un principio.

Pero ello requiere de un cierto nivel de conciencia de la necesidad de saber cómo hacer bien las cosas desde un principio, y, probablemente, esta conciencia es lo que más falta. Es demasiado común que cuando se tiene un hijo se sea absolutamente inconsciente de la tarea que se tiene por delante. Y es demasiado común también que uno asuma que no necesita asesoría porque, con seguridad, uno lo va a hacer bien, así, solo porque sí. Y, lamentablemente, también es demasiado común que no exista ningún recurso asequible, a nivel institucional, para obtener esa asesoría.

sábado, 13 de junio de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: EL CASTIGO


        "La madre del año" Imagen que dio la vuelta al mundo, generando controversia acerca del método utilizado por la citada madre de Baltimore , quién sacó a golpes a su hijo enmascarado en plena villa pública, dónde éste junto a otras personas cometían actos vandálicos para protestar contra el abuso policial
El castigo es uno de los temas más controvertidos en lo que a educación se refiere, y que con mayor discrepancia de criterios se aplica. Muchos padres castigan con dureza, o con demasiada frecuencia o con poco criterio, generándose la duda de si realmente la intención es educar, o vengarse, o proyectar contra los hijos la agresividad que uno guarda por otras problemáticas. Por el contrario, otros padres son demasiado permisivos, no quedando claro con ello si tratan de educar, o es comodidad o desinterés por su parte. En general, hay bastante desconocimiento sobre el papel que el castigo juega en la educación.

Actualmente hay voces que proclaman la supresión del castigo como método educativo a los hijos. Yo no estoy de acuerdo. La educación es la preparación de los hijos para saber integrarse el día de mañana de una forma positiva a la sociedad. Entonces, los criterios que sirven de modelo a nivel social no pueden descartarse en una educación que persigue precisamente la integración armónica en la sociedad. Y la sociedad ha contemplado el castigo siempre. No ha existido nunca una sociedad que no haya contemplado el castigo contra quienes le causan perjuicios. En lo que sí ha habido muy diferentes criterios, muchos equivocados y pocos acertados, es en el tipo de castigo y la forma de aplicarlo.

       Lo mismo sucede en la educación de los hijos. El castigo debe existir, al menos potencialmente, aunque lo ideal es no tener que aplicarlo, o hacerlo solo ocasionalmente, de modo que el hijo sienta que realmente se trata de un castigo. Si se vuelve frecuente deja de ser un castigo y se convierte en una forma de vida a la que los hijos se acostumbran, perdiendo con ello su efecto. Más aún, los hijos descubren que portándose mal es como consiguen llamar la atención de los padres, y el castigo les da la sensación de que, efectivamente, lo consiguieron, con lo que se convierte más bien en un premio.
Y que el hijo sienta que se trata de un castigo no debe interpretarse como que el castigo debe ser severo; al contrario, si es severo el hijo sentirá una desproporción entre la infracción y el castigo, y que los padres son demasiado implacables e injustos. En esas condiciones, aunque se aprenda a obedecer, se aprende más por temor que por razón. Pero por el contrario, si no suele haber castigo cuando se merece, el hijo sentirá que los padres son aguados o despreocupados, y dejarán de ser la guía y referencia que necesita.
       El castigo debe guardar relación con la infracción, tanto en la magnitud, como en la forma, y el tiempo. En lo posible, debe ser como una consecuencia lógica y natural de la infracción, y debe ser lo más inmediato posible. Debe ser solo ocasional, y, en general, debe cumplirse, aunque excepcionalmente pueda ser retirado, pero haciendo ver que el castigo se merece aunque se retire, mostrando con ello benevolencia y tolerancia, y a la vez firmeza. En este caso, el ser conscientes de merecer el castigo, ya es suficiente castigo para ellos.
       Pero estos criterios deben aplicarse desde pequeños. Si las cosas se han hecho de otra manera hasta llegar a una dinámica nociva, podría no valer simplemente con cambiar de criterio. Un cambio repentino de criterio va a provocar confusión e incertidumbre. No van a tener nada claro. Debe hacerse poco a poco y explicándoles el por qué del cambio, sin temor alguno a reconocer que tal vez antes estaban equivocados. No van a perder autoridad por ello.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.


sábado, 30 de mayo de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: EDUCACION DE LOS HIJOS




      Numerosas veces he hablado de diferentes criterios educativos con los hijos, pero mucha gente pregunta por la forma correcta de educarlos, en general, es decir, como solicitando un kit completo con manual incluido. Pero eso es algo que no puede hacerse en pocas líneas, sino que requeriría el espacio de una enciclopedia completa contemplando las casi infinitas posibles circunstancias. Sin embargo sí es posible ofrecer en pocas líneas algunos tips e ideas generales básicas.


       La primera es que cada hijo es un mundo a parte, y eso significa que el modelo educativo no tiene por qué ser igual para todos, sino que, partiendo de un modelo general, debe particularizarse para cada uno; significa también que hay que conocerlos bien a todos y cada uno de ellos, lo cual requiere tiempo y presencia, y que el ser justo y equitativo con ellos no significa darles a todos lo mismo, sino a cada quien lo que realmente necesita, ni más ni menos, que no necesariamente es lo mismo.

       Un segundo punto importante es conocer y estar atentos a la evolución de la sociedad y a los riesgos y problemas generales de niños, adolescentes y jóvenes, porque en base a ellos tendremos que educarles. Para evitar los riesgos ya he explicado repetidamente que la educación no debe ser violenta, ni restrictiva, ni tampoco irresponsablemente permisiva. La mejor forma es adelantarse un poquito a cada etapa evolutiva, y afrontar con un lenguaje asequible a su edad, pero con absoluta naturalidad e interactuando, los posibles riesgos u oportunidades típicos de la siguiente etapa.

       Por ejemplo, si a los cuatro o cinco años pueden empezar a tener miedo a los relámpagos y los truenos, puede aprovechar cuando haya una tormenta y chinearlos junto a la ventana para que  los vean de frente con usted, a la vez que les explica tranquilamente que son naturales y por qué suceden. En otro ejemplo, más adelante, especialmente a las niñas, antes de que empiece el riesgo de anorexia en la pubertad se les puede empezar a hablar del tema, debatiendo sobre el problema que tienen las anoréxicas, y cómo y por qué han llegado a esa situación, analizando las condiciones socioculturales que provocan ese problema. Un poco después se pueden introducir temas referentes a sexualidad, tabaco, alcohol y drogas; después temas referentes a su proyecto de vida en el futuro, conducta al manejar un vehículo, etc.

       No se trata de enseñarles las cosas de una forma magistral, sino de forma natural e interactiva, aprovechando cualquier circunstancia cotidiana, noticia o tema de actualidad que los padres detecten que ellos ya podían tener un poquito de interés; no tratando de decirles (dictarles) cómo son las cosas, sino provocando que ellos expresasen libremente su punto de vista.

       Probablemente se sorprendan de cómo espontáneamente pueden expresar ideas muy atinadas, y si no es así, puede introducir nuevos criterios para que ellos los consideren en su reflexión, pero siempre de forma objetiva e imparcial, sin tabúes ni dogmas y sin esconder nada; incluso criterios con “trampa”, poniéndose en un punto de vista opuesto al que pretende llegar. La cuestión es que a cada asunto ellos mismos le “saquen punta” por el derecho y el revés, y lleguen a sus propias conclusiones.

       Comprobará que normalmente llegarán a las conclusiones que uno pretende; a veces incluso mejoradas, haciendo ellos alguna nueva aportación. Y cuando no, habrán formado su propio criterio, quizá diferente al de los padres, pero igualmente sano; simplemente diferente. Lo importante es que son valoraciones a las que ellos han llegado POR SI MISMOS (es fundamental que ellos sientan eso), no porque nadie les haya impuesto nada, ni los padres, ni siquiera los compañeros o amigos. Después ya pueden tener un margen de libertad suficientemente amplio porque sabrán usarla con responsabilidad. E incluso a veces nos sorprenderemos de que en esa interacción hay un valor añadido para nosotros mismos, y es que son ellos quienes nos enseñan algo a nosotros.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.