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sábado, 14 de marzo de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: LOS NIÑOS E INTERNET


Frente a las indudables y deslumbrantes ventajas que ofrece la internet, existen riesgos relacionados con su uso inadecuado; algunos, evidentes; probablemente otros tácitos, y que no por no estar aún demostrados científicamente debemos ignorarlos, aunque sea a nivel de hipótesis. El tema requiere especial atención con respecto a los niños. Aquellos que tienen acceso a internet tienen la llave de un universo de posibilidades de información, recreación, etc.; la misma llave que los adultos, solo que ellos aún no tienen suficiente capacidad para asimilar adecuadamente todo lo que pueden encontrar, ni el criterio para decidir cómo deben utilizarlo. Ese criterio y esa capacidad se adquieren con la maduración, y ésta es el resultado del crecimiento, de la educación, y de las condiciones favorables del entorno. 

Tal vez el posible acceso a la pornografía sea lo que más preocupe a los padres; sin embargo, y a pesar de que se les sugiera que no entren a esas zonas, sería ingenuo pretender que nunca lo vayan a hacer. Siendo realistas, es probable que, a partir de la pubertad, en alguna o bastantes ocasiones lo hagan. Pero en función del tipo de educación de la sexualidad que hayan recibido desde la infancia lo podrán hacer simple y ocasionalmente como satisfacción de una curiosidad natural por descubrir el sexo opuesto; o podrán hacerlo en forma asidua, morbosa y obsesiva. Por ello, más que en obcecarnos en tratar de evitar lo inevitable, nuestra preocupación como padres debe enfocarse más en lo que está en nuestra mano, es decir, procurar un ambiente y una educación integral, acordes a los riesgos del modelo de sociedad que nosotros mismos, los adultos, estamos creando. 

Pero éste no es el único riesgo de internet. Uno menos perceptible, pero tal vez más peligroso, es su uso en forma evasiva. El chateo, los miles de jueguecitos que contiene, u otras múltiples posibilidades que ofrece, puede invitar a nuestros hijos a pasar las suficientes horas como para no pensar en otra cosa, evadiéndose de la realidad y de sus responsabilidades cotidianas. Este es un tema al que los padres debemos poner atención. Internet puede ser una herramienta útil, pero si no se usa con prudencia, puede crear adicción, obsesión por realidades virtuales y aislamiento de las “realidades reales”. De este modo, internet puede convertirse en un elemento distractor más, de los muchos que ya existen, y que tienden a ahogar el valor del esfuerzo y el espíritu de superación.

Por último, hay un riesgo asociado a la utilidad de internet para las tareas de nuestros hijos en los casos en que tienen acceso a ello. Es frecuente que busquen una determinada información, y simplemente la copien, la peguen y la impriman, sin una comprensión, sin un análisis, sin tan siquiera su lectura; y con ello “ya está hecha la tarea”, así de sencillo. Esto es algo que ya ha sido detectado en colegios, y se han desarrollado ya programas para detectar estos fraudes. Sin embargo, en nuestro medio no muchas veces se dispone de los recursos para ello. En todo caso, es tarea nuestra, como padres, el hacerles conscientes de que lo valioso de cada tarea no es el simple hecho de cumplir con su entrega, sino el aprendizaje que se consigue mediante el ejercicio de la materia vista en clase o el trabajo de investigación que se hace. El valor no es aprobar, sino saber. Aprobar es, o debería ser, la consecuencia lógica de saber.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.


Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

sábado, 21 de febrero de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: ¿CELULARES PARA LOS NIÑOS?


Cada vez es más común que los niños manejen un celular. En Estados Unidos se estima que alrededor del 55% de los niños de hasta ocho años maneja su propio celular, porcentaje que aumenta año tras año. En El Salvador, si las cifras son menores es solamente debido a las condiciones económicas de nuestro país, pero puede adivinarse similar tendencia entre aquellos sectores con suficiente capacidad adquisitiva. En la mayoría de los casos no se trata de celulares sencillos, sino de smartphones. Y surge la duda de si un niño realmente necesita un celular; más aún un smartphone, o si se trata más bien de un juguete para el niño. Surge también la duda, (o debería surgir, porque no es tan común que surja) de si es conveniente o no que los niños manejen celulares; ventajas e inconvenientes de esta práctica.

Casi todos los especialistas coincidimos en que los inconvenientes son más que las ventajas, particularmente si se trata de smartphones o tablets. Como ventajas, pocas puede mencionarse a parte de la gran seguridad que proporcionan, lo cual, por sí sola, es una gran ventaja, tanto más cuanta mayor autonomía tiene el niño. La posibilidad de comunicarse con ellos cuando no están con nosotros, de poder decirles que nos vamos a retrasar en recogerlos, de que nos puedan avisar de que tienen que quedarse hasta más tarde en la escuela u otras actividades, o de que han tenido algún contratiempo, es realmente conveniente. A parte de eso, quizás la posibilidad de que ellos puedan comunicarse con sus compañeros y amigos de forma más autónoma o inmediata, pero llegados a este punto es donde empiezan las dudas.

En efecto, incluso para la mayoría de adultos la conveniencia de un celular no es mucho mayor de lo que lo es para un niño, es decir, la compatibilidad de la comunicación con la independencia y autonomía; y esto lo resuelve un celular normal; con lo que para bastantes de aquellos que optan por un Smartphone, éste es más un juguete que una necesidad, y el uso que le dan no es tanto un uso profesional como un uso lúdico para conectarse a las redes sociales, hacerse selfies y tomarle fotos a todo para subirlas a las redes, etc. Incluso los adultos hemos de reconocer que el uso lúdico del Smartphone nos crea cierta adicción que nos tiende a apartar o a desviar la atención de otras obligaciones o responsabilidades.

Ahora traslademos esta situación a la mente de un niño. Será bastante difícil exigirle que se centre en sus responsabilidades y no se distraiga cuando nosotros mismos como padres les proporcionamos el juguete perfecto para distraerse en cualquier momento. Será difícil explicarle a un niño que no necesita un Smartphone cuando nosotros mismos lo usamos como juguete; de hecho, en bastantes casos accedemos a su capricho con el fin de poder seguir nosotros usando nuestro juguete sin que ellos nos cuestionen. Pero el problema con los niños es mucho mayor. Ellos están en periodo de formación a todo nivel, y los padres somos muy poco conscientes de los riesgos que el excesivo e inadecuado uso de estas tecnologías puede suponer en su formación.

A parte de los riesgos generales de las modernas tecnologías, de los que ya se ha hablado sobradamente, los smartphones en particular acentúan el riesgo de adicción y aislamiento a edades cada vez más tempranas. En numerosos casos puede observarse una adicción real al uso de este aparato a edades tan tempranas como los 11 ó 12 años, tan fuerte como la adicción al alcohol o las drogas de personas mayores. La frustración de no poder disponer del aparato, aunque sea por un tiempo corto puede llegar a ocasionar depresiones.
Por otro lado, el niño no interactúa física ni psicológica ni emocionalmente con su entorno físico, sino virtualmente con amigos a veces reales y a veces virtuales también. Y esa interacción difícilmente es auténtica cuando es tan fácil esconder o fingir emociones o situaciones estando detrás de una pantallita. Y esa interacción difícilmente puede ser útil para formar a un niño en la convivencia cotidiana, en compartir cuando el niño vive metido en un mundo virtual y aislado del mundo físico, en el que está ausente, con lo que tiende a ser más individualista y egoísta. 

Y lo peor es que los padres no sólo lo permitimos y fomentamos, sino que a veces hasta se lo enseñamos con el ejemplo. Recientemente observaba en un restaurante a una familia con los padres, dos hijos adolescentes, uno preadolescente y uno más pequeño, que fue el único de los seis que no disfrutó del almuerzo en solitario frente a un Smartphone; supongo que porque aún no lo tenía; ya que, de tenerlo, no evitaría almorzar “solo”, pero sí aburrirse.


Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 




sábado, 14 de febrero de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: PUBERTAD PRECOZ

 Nos referimos con “pubertad adelantada” a la aparición de las características sexuales secundarias propias de la pubertad a una edad temprana en relación a lo que suele ser habitual. Esto es, en las niñas, la aparición de senos y vello púbico a la edad de nueve o diez años de edad, y en los niños el desarrollo testicular y el vello púbico a los diez u once. Hay casos en los que estas características aparecen a una edad incluso más temprana, y entonces hablamos de pubertad precoz. No se considera anormal la pubertad adelantada, pero sí la pubertad precoz, y debe consultarse por ello. En cualquier caso, existen procedimientos para detener temporalmente la pubertad.

       Es un hecho, por otra parte, que en los últimos tiempos la edad de la pubertad se ha ido adelantando cada vez más; mucho más en las niñas que en los niños. Aunque se investigan las causas de ello y hay múltiples hipótesis, no parece haber todavía conclusiones definitivas. En todo caso, lo que se está adelantando significativamente en las niñas es la aparición de las características puberales; no tanto la edad de la menarquía o primera menstruación.

      No me corresponde a mí, por no ser especialista en endocrinología, profundizar más en las causas y/o consecuencias biológicas de esta situación, pero sí me compete comentar las consecuencias psicológicas y sociales de estas anomalías. Debe aclararse, antes que nada, que no está comprobado que existan serios riesgos psicológicos posteriores, aunque sí existe una situación temporal de incomodidad psicológica, de inadaptación, que debe conocerse y saber manejarse. Al hablar de ello vamos a referirnos particularmente a las niñas, por ser en ellas la situación más marcada, más visible, y mucho más común que en los niños.

      Efectivamente, suele haber una situación incómoda de la niña consigo misma, porque detecta perfectamente que su cuerpo empieza a no corresponderse con su mente infantil. Y, sobre todo, pueden existir problemas de relación con su grupo de amigas o de compañeras de clase, pues es común que algunas de ellas tiendan a burlarse o a segregarla. Esto puede originar problemas de afirmación personal, especialmente si es una niña insegura. Debe aclararse también que el grado de seguridad de los hijos en sí mismos no es algo azaroso, sino que los padres lo vamos modelando día a día, año a año, a veces conscientemente para bien, fortaleciendo esa seguridad; otras muchas veces inconscientemente para mal, fomentando la inseguridad. Si hemos fallado en este sentido, tal vez no sepamos manejar adecuadamente esta nueva situación que se presenta.

       Otro error que a veces cometemos los adultos es guiarnos por la realidad física y no por la realidad cronológica y mental para tratar a la niña. Algunos padres empiezan a tratarla y a exigirla como jovencita; a vestirla como jovencita, incluyendo el uso de brasieres que no van a hacer sino incrementar el problema. Mientras la niña siga sintiéndose niña debe seguir vistiéndose como niña, procurando el uso de prendas de lycra o similares para disimular el busto. Será la niña por sí misma la que en un momento determinado empezará a mostrar síntomas de que su mente también está haciendo la transición a la adolescencia, y ahí es cuando empezaremos a considerarla adolescente. Es su mente y no su cuerpo la que marca la pauta.

       El precoz desarrollo hormonal no necesariamente implica un incremento en la libido que despierte un precoz interés sexual. Hay casos en que sí es así, pero no es lo más común. Depende de muchas circunstancias, como su madurez  psicológica, su carácter, el modelo educativo que haya tenido, y también de factores ambientales. En este sentido, la creciente invasión de contenido sexual en todos los medios de comunicación, y la tendencia cada vez mayor del marketing a “acortar la niñez” y a estimular la adolescencia donde aún no la hay, sí puede inducir a la niña, a pisar el acelerador y querer quemar etapas antes de tiempo; más por seguir la corriente y no quedarse atrás que por otra cosa. No olvidemos que este es un riesgo muy común en los adolescentes actuales. En todo caso no veamos señales de alarma innecesariamente. Solo estemos cerca de la niña; observemos atentamente sus conductas, y actuemos en consecuencia.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.  

sábado, 25 de octubre de 2014

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: OBESIDAD INFANTIL




            En la actualidad, la cantidad de niños que tienen un peso por encima de lo normal es mayor que nunca, y lo peor es que la tendencia es a aumentar. Quizás los riesgos de la obesidad durante la niñez son más psicológicos que físicos, al verse expuestos en el medio social y escolar a burlas y marginación, pero el mayor problema va más allá de todo eso. El mayor problema es la falta de conciencia de las causas que la provocan, condiciones que la mantienen, e indeseables consecuencias que puede tener en el futuro. Esta falta de conciencia hace que un niño obeso sea, probablemente, un adulto obeso. De hecho, las estadísticas muestran que en el 80% de los casos, así es. Y en la adultez, los riesgos físicos derivados de la obesidad son serios, tanto más cuanto más se avanza en edad.

       Niños con sobrepeso, u obesos, en alguna medida, los ha habido siempre, y en algunos casos debido a causas naturales. Sin embargo, que el porcentaje aumente significativamente en los últimos tiempos solo puede ser debido a causas ambientales, es decir, hábitos modernos que lo provocan o lo fomentan. Entre ellos, sobre todo, están los hábitos alimenticios y los hábitos lúdicos, o sea, de diversión. La infancia actual es cada vez más tendente, casi adicta, a ciertos tipos de bebidas y alimentos procesados, de atractivo sabor (artificial, por supuesto), y fácil consumo, que a parte de no aportar prácticamente nada desde el punto de vista nutritivo, tienden a provocar obesidad.

       En efecto, una bolsa de papas fritas, por ejemplo, no va a provocar problemas por sí sola, pero sí puede iniciar una adicción de la que el niño, a su corta edad, es completamente inconsciente. El solo es consciente de que le gusta, y, por tanto, la quiere comer. Si los padres no son conscientes del riesgo, el niño consumirá abundantes cantidades de esos productos. Y para que el niño no se aburra de ellos, el fabricante saca al mercado las mismas papas fritas con veinte sabores diferentes. En la medida en que el niño empieza a ganar peso, si los padres no son conscientes del problema, o son indiferentes ante él, o son del tipo de padres comodones que dan al niño lo que pide para que esté contento y no moleste, el consumo de estos productos se vuelve un hábito cada vez más difícil de detener, que continuará en el futuro porque ha generado sólidas raíces.

      
De igual forma puede hablarse de los hábitos lúdicos. Hace décadas los niños eran felices jugando en la calle o en casa de una forma dinámica. Después, el televisor empezó a cambiar hábitos. Los niños encontraban la diversión que necesitan de una forma estática, sin moverse del sofá. El control remoto hace que no tengan ni que levantarse a cambiar de canal. Al mismo tiempo, los juguetes que salían al Mercado eran juguetes que jugaban solos, y el niño era simple espectador. Posteriormente, los videojuegos no han hecho más que añadir aliciente a la diversion estática. No pasa nada porque los niños pasen una tarde frente a una pantalla, pero ellos, por sí mismos son incapaces de reconocer el riesgo de abusar de esta práctica. Si no lo hacen los padres, por inconsciencia, indiferencia, o comodidad, satisfacer el ocio sin quemar calorías se convertirá igualmente en hábito para el resto de la vida, y la posibilidad de obesidad será mucho más alta.

       Los hábitos se suelen generar y se corrigen en la niñez. En la adolescencia es ya un poco más difícil corregirlos, a no ser que alguna circunstancia genere la consciencia de la inconveniencia al adolescente. Ya en la juventud es más difícil, aunque, al igual que en la adolescencia, la conciencia de la imagen física personal, especialmente en las mujeres, es un fuerte aliciente para modificar ciertos hábitos; mucho más que la conciencia de los riesgos para la salud. Ya en la adultez, es bastante difícil, y frecuentemente sucede solo después de que nuestro organismo ya nos ha dado un muy serio aviso.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.