Nos referimos con
“pubertad adelantada” a la aparición de las características sexuales
secundarias propias de la pubertad a una edad temprana en relación a lo que
suele ser habitual. Esto es, en las niñas, la aparición de senos y vello púbico
a la edad de nueve o diez años de edad, y en los niños el desarrollo testicular
y el vello púbico a los diez u once. Hay casos en los que estas características
aparecen a una edad incluso más temprana, y entonces hablamos de pubertad
precoz. No se considera anormal la pubertad adelantada, pero sí la pubertad
precoz, y debe consultarse por ello. En cualquier caso, existen procedimientos
para detener temporalmente la pubertad.
Es un hecho, por otra parte, que en los últimos tiempos la edad de la pubertad se ha ido adelantando cada vez más; mucho más en las niñas que en los niños. Aunque se investigan las causas de ello y hay múltiples hipótesis, no parece haber todavía conclusiones definitivas. En todo caso, lo que se está adelantando significativamente en las niñas es la aparición de las características puberales; no tanto la edad de la menarquía o primera menstruación.
No me corresponde a mí, por no ser especialista en endocrinología, profundizar más en las causas y/o consecuencias biológicas de esta situación, pero sí me compete comentar las consecuencias psicológicas y sociales de estas anomalías. Debe aclararse, antes que nada, que no está comprobado que existan serios riesgos psicológicos posteriores, aunque sí existe una situación temporal de incomodidad psicológica, de inadaptación, que debe conocerse y saber manejarse. Al hablar de ello vamos a referirnos particularmente a las niñas, por ser en ellas la situación más marcada, más visible, y mucho más común que en los niños.
Efectivamente, suele haber una situación incómoda de la niña consigo misma, porque detecta perfectamente que su cuerpo empieza a no corresponderse con su mente infantil. Y, sobre todo, pueden existir problemas de relación con su grupo de amigas o de compañeras de clase, pues es común que algunas de ellas tiendan a burlarse o a segregarla. Esto puede originar problemas de afirmación personal, especialmente si es una niña insegura. Debe aclararse también que el grado de seguridad de los hijos en sí mismos no es algo azaroso, sino que los padres lo vamos modelando día a día, año a año, a veces conscientemente para bien, fortaleciendo esa seguridad; otras muchas veces inconscientemente para mal, fomentando la inseguridad. Si hemos fallado en este sentido, tal vez no sepamos manejar adecuadamente esta nueva situación que se presenta.
Otro error que a veces cometemos los adultos es guiarnos por la realidad física y no por la realidad cronológica y mental para tratar a la niña. Algunos padres empiezan a tratarla y a exigirla como jovencita; a vestirla como jovencita, incluyendo el uso de brasieres que no van a hacer sino incrementar el problema. Mientras la niña siga sintiéndose niña debe seguir vistiéndose como niña, procurando el uso de prendas de lycra o similares para disimular el busto. Será la niña por sí misma la que en un momento determinado empezará a mostrar síntomas de que su mente también está haciendo la transición a la adolescencia, y ahí es cuando empezaremos a considerarla adolescente. Es su mente y no su cuerpo la que marca la pauta.
Es un hecho, por otra parte, que en los últimos tiempos la edad de la pubertad se ha ido adelantando cada vez más; mucho más en las niñas que en los niños. Aunque se investigan las causas de ello y hay múltiples hipótesis, no parece haber todavía conclusiones definitivas. En todo caso, lo que se está adelantando significativamente en las niñas es la aparición de las características puberales; no tanto la edad de la menarquía o primera menstruación.
No me corresponde a mí, por no ser especialista en endocrinología, profundizar más en las causas y/o consecuencias biológicas de esta situación, pero sí me compete comentar las consecuencias psicológicas y sociales de estas anomalías. Debe aclararse, antes que nada, que no está comprobado que existan serios riesgos psicológicos posteriores, aunque sí existe una situación temporal de incomodidad psicológica, de inadaptación, que debe conocerse y saber manejarse. Al hablar de ello vamos a referirnos particularmente a las niñas, por ser en ellas la situación más marcada, más visible, y mucho más común que en los niños.
Efectivamente, suele haber una situación incómoda de la niña consigo misma, porque detecta perfectamente que su cuerpo empieza a no corresponderse con su mente infantil. Y, sobre todo, pueden existir problemas de relación con su grupo de amigas o de compañeras de clase, pues es común que algunas de ellas tiendan a burlarse o a segregarla. Esto puede originar problemas de afirmación personal, especialmente si es una niña insegura. Debe aclararse también que el grado de seguridad de los hijos en sí mismos no es algo azaroso, sino que los padres lo vamos modelando día a día, año a año, a veces conscientemente para bien, fortaleciendo esa seguridad; otras muchas veces inconscientemente para mal, fomentando la inseguridad. Si hemos fallado en este sentido, tal vez no sepamos manejar adecuadamente esta nueva situación que se presenta.
Otro error que a veces cometemos los adultos es guiarnos por la realidad física y no por la realidad cronológica y mental para tratar a la niña. Algunos padres empiezan a tratarla y a exigirla como jovencita; a vestirla como jovencita, incluyendo el uso de brasieres que no van a hacer sino incrementar el problema. Mientras la niña siga sintiéndose niña debe seguir vistiéndose como niña, procurando el uso de prendas de lycra o similares para disimular el busto. Será la niña por sí misma la que en un momento determinado empezará a mostrar síntomas de que su mente también está haciendo la transición a la adolescencia, y ahí es cuando empezaremos a considerarla adolescente. Es su mente y no su cuerpo la que marca la pauta.
El precoz
desarrollo hormonal no necesariamente implica un incremento en la libido que
despierte un precoz interés sexual. Hay casos en que sí es así, pero no es lo
más común. Depende de muchas circunstancias, como su madurez psicológica, su carácter, el modelo educativo
que haya tenido, y también de factores ambientales. En este sentido, la
creciente invasión de contenido sexual en todos los medios de comunicación, y
la tendencia cada vez mayor del marketing a “acortar la niñez” y a estimular la
adolescencia donde aún no la hay, sí puede inducir a la niña, a pisar el
acelerador y querer quemar etapas antes de tiempo; más por seguir la corriente
y no quedarse atrás que por otra cosa. No olvidemos que este es un riesgo muy
común en los adolescentes actuales. En todo caso no veamos señales de alarma
innecesariamente. Solo estemos cerca de la niña; observemos atentamente sus
conductas, y actuemos en consecuencia.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones
en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y
Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi
actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos
direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica
privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de
comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de
extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional
estigma.
Fui
la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en
ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La
tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y
teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del
mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia
regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes
que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos
acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.
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