sábado, 21 de febrero de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: ¿CELULARES PARA LOS NIÑOS?


Cada vez es más común que los niños manejen un celular. En Estados Unidos se estima que alrededor del 55% de los niños de hasta ocho años maneja su propio celular, porcentaje que aumenta año tras año. En El Salvador, si las cifras son menores es solamente debido a las condiciones económicas de nuestro país, pero puede adivinarse similar tendencia entre aquellos sectores con suficiente capacidad adquisitiva. En la mayoría de los casos no se trata de celulares sencillos, sino de smartphones. Y surge la duda de si un niño realmente necesita un celular; más aún un smartphone, o si se trata más bien de un juguete para el niño. Surge también la duda, (o debería surgir, porque no es tan común que surja) de si es conveniente o no que los niños manejen celulares; ventajas e inconvenientes de esta práctica.

Casi todos los especialistas coincidimos en que los inconvenientes son más que las ventajas, particularmente si se trata de smartphones o tablets. Como ventajas, pocas puede mencionarse a parte de la gran seguridad que proporcionan, lo cual, por sí sola, es una gran ventaja, tanto más cuanta mayor autonomía tiene el niño. La posibilidad de comunicarse con ellos cuando no están con nosotros, de poder decirles que nos vamos a retrasar en recogerlos, de que nos puedan avisar de que tienen que quedarse hasta más tarde en la escuela u otras actividades, o de que han tenido algún contratiempo, es realmente conveniente. A parte de eso, quizás la posibilidad de que ellos puedan comunicarse con sus compañeros y amigos de forma más autónoma o inmediata, pero llegados a este punto es donde empiezan las dudas.

En efecto, incluso para la mayoría de adultos la conveniencia de un celular no es mucho mayor de lo que lo es para un niño, es decir, la compatibilidad de la comunicación con la independencia y autonomía; y esto lo resuelve un celular normal; con lo que para bastantes de aquellos que optan por un Smartphone, éste es más un juguete que una necesidad, y el uso que le dan no es tanto un uso profesional como un uso lúdico para conectarse a las redes sociales, hacerse selfies y tomarle fotos a todo para subirlas a las redes, etc. Incluso los adultos hemos de reconocer que el uso lúdico del Smartphone nos crea cierta adicción que nos tiende a apartar o a desviar la atención de otras obligaciones o responsabilidades.

Ahora traslademos esta situación a la mente de un niño. Será bastante difícil exigirle que se centre en sus responsabilidades y no se distraiga cuando nosotros mismos como padres les proporcionamos el juguete perfecto para distraerse en cualquier momento. Será difícil explicarle a un niño que no necesita un Smartphone cuando nosotros mismos lo usamos como juguete; de hecho, en bastantes casos accedemos a su capricho con el fin de poder seguir nosotros usando nuestro juguete sin que ellos nos cuestionen. Pero el problema con los niños es mucho mayor. Ellos están en periodo de formación a todo nivel, y los padres somos muy poco conscientes de los riesgos que el excesivo e inadecuado uso de estas tecnologías puede suponer en su formación.

A parte de los riesgos generales de las modernas tecnologías, de los que ya se ha hablado sobradamente, los smartphones en particular acentúan el riesgo de adicción y aislamiento a edades cada vez más tempranas. En numerosos casos puede observarse una adicción real al uso de este aparato a edades tan tempranas como los 11 ó 12 años, tan fuerte como la adicción al alcohol o las drogas de personas mayores. La frustración de no poder disponer del aparato, aunque sea por un tiempo corto puede llegar a ocasionar depresiones.
Por otro lado, el niño no interactúa física ni psicológica ni emocionalmente con su entorno físico, sino virtualmente con amigos a veces reales y a veces virtuales también. Y esa interacción difícilmente es auténtica cuando es tan fácil esconder o fingir emociones o situaciones estando detrás de una pantallita. Y esa interacción difícilmente puede ser útil para formar a un niño en la convivencia cotidiana, en compartir cuando el niño vive metido en un mundo virtual y aislado del mundo físico, en el que está ausente, con lo que tiende a ser más individualista y egoísta. 

Y lo peor es que los padres no sólo lo permitimos y fomentamos, sino que a veces hasta se lo enseñamos con el ejemplo. Recientemente observaba en un restaurante a una familia con los padres, dos hijos adolescentes, uno preadolescente y uno más pequeño, que fue el único de los seis que no disfrutó del almuerzo en solitario frente a un Smartphone; supongo que porque aún no lo tenía; ya que, de tenerlo, no evitaría almorzar “solo”, pero sí aburrirse.


Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 




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