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sábado, 21 de febrero de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: ¿CELULARES PARA LOS NIÑOS?


Cada vez es más común que los niños manejen un celular. En Estados Unidos se estima que alrededor del 55% de los niños de hasta ocho años maneja su propio celular, porcentaje que aumenta año tras año. En El Salvador, si las cifras son menores es solamente debido a las condiciones económicas de nuestro país, pero puede adivinarse similar tendencia entre aquellos sectores con suficiente capacidad adquisitiva. En la mayoría de los casos no se trata de celulares sencillos, sino de smartphones. Y surge la duda de si un niño realmente necesita un celular; más aún un smartphone, o si se trata más bien de un juguete para el niño. Surge también la duda, (o debería surgir, porque no es tan común que surja) de si es conveniente o no que los niños manejen celulares; ventajas e inconvenientes de esta práctica.

Casi todos los especialistas coincidimos en que los inconvenientes son más que las ventajas, particularmente si se trata de smartphones o tablets. Como ventajas, pocas puede mencionarse a parte de la gran seguridad que proporcionan, lo cual, por sí sola, es una gran ventaja, tanto más cuanta mayor autonomía tiene el niño. La posibilidad de comunicarse con ellos cuando no están con nosotros, de poder decirles que nos vamos a retrasar en recogerlos, de que nos puedan avisar de que tienen que quedarse hasta más tarde en la escuela u otras actividades, o de que han tenido algún contratiempo, es realmente conveniente. A parte de eso, quizás la posibilidad de que ellos puedan comunicarse con sus compañeros y amigos de forma más autónoma o inmediata, pero llegados a este punto es donde empiezan las dudas.

En efecto, incluso para la mayoría de adultos la conveniencia de un celular no es mucho mayor de lo que lo es para un niño, es decir, la compatibilidad de la comunicación con la independencia y autonomía; y esto lo resuelve un celular normal; con lo que para bastantes de aquellos que optan por un Smartphone, éste es más un juguete que una necesidad, y el uso que le dan no es tanto un uso profesional como un uso lúdico para conectarse a las redes sociales, hacerse selfies y tomarle fotos a todo para subirlas a las redes, etc. Incluso los adultos hemos de reconocer que el uso lúdico del Smartphone nos crea cierta adicción que nos tiende a apartar o a desviar la atención de otras obligaciones o responsabilidades.

Ahora traslademos esta situación a la mente de un niño. Será bastante difícil exigirle que se centre en sus responsabilidades y no se distraiga cuando nosotros mismos como padres les proporcionamos el juguete perfecto para distraerse en cualquier momento. Será difícil explicarle a un niño que no necesita un Smartphone cuando nosotros mismos lo usamos como juguete; de hecho, en bastantes casos accedemos a su capricho con el fin de poder seguir nosotros usando nuestro juguete sin que ellos nos cuestionen. Pero el problema con los niños es mucho mayor. Ellos están en periodo de formación a todo nivel, y los padres somos muy poco conscientes de los riesgos que el excesivo e inadecuado uso de estas tecnologías puede suponer en su formación.

A parte de los riesgos generales de las modernas tecnologías, de los que ya se ha hablado sobradamente, los smartphones en particular acentúan el riesgo de adicción y aislamiento a edades cada vez más tempranas. En numerosos casos puede observarse una adicción real al uso de este aparato a edades tan tempranas como los 11 ó 12 años, tan fuerte como la adicción al alcohol o las drogas de personas mayores. La frustración de no poder disponer del aparato, aunque sea por un tiempo corto puede llegar a ocasionar depresiones.
Por otro lado, el niño no interactúa física ni psicológica ni emocionalmente con su entorno físico, sino virtualmente con amigos a veces reales y a veces virtuales también. Y esa interacción difícilmente es auténtica cuando es tan fácil esconder o fingir emociones o situaciones estando detrás de una pantallita. Y esa interacción difícilmente puede ser útil para formar a un niño en la convivencia cotidiana, en compartir cuando el niño vive metido en un mundo virtual y aislado del mundo físico, en el que está ausente, con lo que tiende a ser más individualista y egoísta. 

Y lo peor es que los padres no sólo lo permitimos y fomentamos, sino que a veces hasta se lo enseñamos con el ejemplo. Recientemente observaba en un restaurante a una familia con los padres, dos hijos adolescentes, uno preadolescente y uno más pequeño, que fue el único de los seis que no disfrutó del almuerzo en solitario frente a un Smartphone; supongo que porque aún no lo tenía; ya que, de tenerlo, no evitaría almorzar “solo”, pero sí aburrirse.


Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 




sábado, 31 de enero de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: PREPARANDOSE PARA LA ADOLESCENCIA



       

Muchos padres tienen serios problemas con sus hijos al llegar éstos a la edad de la adolescencia. Desde el punto de vista opuesto, los propios adolescentes dirían que son ellos los que tienen problemas con sus padres. De una u otra forma, tiende a producirse un distanciamiento basado en la falta de entendimiento mutuo y deterioro de la comunicación. No les falta razón a los padres al quejarse de la dificultad de entendimiento con sus hijos adolescentes, pero tampoco les falta razón a éstos cuando se quejan de que sus padres no saben entenderles, porque... ¿Realmente estamos los padres preparados para entender esta etapa, tan complicada como inevitable?.

       Siempre pretendemos que sean ellos los que cambien; para hacer más sencilla nuestra labor, supongo. Pero ellos difícilmente van a cambiar, precisamente porque son adolescentes. ¿Por qué será que nos resulta tan difícil entenderlo, si nosotros mismos también pasamos esa etapa hace algún tiempo?. Podemos verlo desde el punto de vista práctico. En primer lugar, los adultos somos nosotros; no ellos. Los padres somos nosotros; no ellos. Entonces nos corresponde a nosotros crear soluciones. Segundo, nosotros somos adultos y fuimos adolescentes, y podemos entender ambos puntos de vista. Ellos solo son adolescentes; aún no han sido adultos, y difícilmente pueden ponerse en nuestros zapatos. Tercero, si permitimos el distanciamiento, los grandes perjudicados serán ellos, pero ellos no son nuestros enemigos; son nuestros hijos, y por tanto, nosotros somos igualmente perjudicados.

       Muchos padres reconocen que es cierto que ellos también fueron adolescentes, y ahora, como adultos, comprenden los riesgos a los que estuvieron expuestos y que entonces quizás no eran capaces de reconocer, y no quieren que sus hijos corran los mismos riesgos. De acuerdo, muy lógico. Pero el problema es la forma en que frecuentemente manejamos la situación, casi reprimiéndoles su adolescencia. ¿No sería más sencillo dejarles ser adolescentes y educarles sobre los riesgos existentes y sobre la naturaleza del proceso biológico y psicológico de la adolescencia? Se sorprenderían de cómo es capaz de comportarse un adolescente educado en estos aspectos.

       Sí, pero ¿Cómo hacerlo? Bueno, este es el primer paso, aceptar que, por lo general, no estamos bien preparados para ser padres, y menos aún, padres de adolescentes. No es para sentirse culpable, porque nunca tuvimos oportunidad de aprender, y además, quizás asumíamos que el talento para ser buenos padres es instintivo, o que los hijos se educan solos, quizás porque así nos tocó a nosotros mismos. Luego nos damos cuenta de que los hijos nacen sin manual de instrucciones. 
Pero eliminar la culpa no elimina el problema. De alguna manera tenemos que aprender. Ese talento para ser buenos padres es como otros talentos; es instintivo en parte, y en parte se desarrolla. Y aún la parte instintiva es notable en algunas personas, pero no tanto en otras. Pero estar preparado no significa solamente conocer qué es lo que podemos esperar en ellos, sino también qué es lo que se espera de nosotros como padres, para que esta etapa transcurra con normalidad y cumpla su objetivo de convertir un niño o niña en una persona adulta. Comenzar temprano, antes de que llegue, es la mejor forma de prepararse para la adolescencia.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.  

sábado, 17 de enero de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: NIÑOS VICTIMAS DE CHANTAJE EMOCIONAL


El chantaje emocional es la manipulación de emociones y sentimientos sobre otra u otras personas para conseguir algo concreto, o como castigo o venganza. El chantaje emocional es una de las conductas humanas más habituales que existen. En uno u otro momento, en una u otra forma, todos la tenemos o hemos tenido, desde niños; desde muy pequeños incluso. Es discutible que sea una conducta que los niños aprenden de los padres u otros adultos. Más me inclino a pensar que es una inclinación instintiva del ser humano, de la misma manera que lo es la tentación de mentir para evitar un castigo, por ejemplo, y es la educación la que modifica esa conducta instintiva. Un niño de tres años, por ejemplo, le puede decir a su madre “ya no te quiero” porque ésta le acaba de regañar, y hacerlo sin necesidad de que previamente hayan tenido una conducta similar con él.
Sin embargo, sí es probable que los padres tengan una conducta similar con él, porque es demasiado común condicionar el amor que se le tiene a la conducta que muestre, como forma de tratar de forzar un comportamiento determinado, como forma de educar, en definitiva. Y esto es un gran error. Se les puede motivar o incentivar, o incluso castigar de diferentes maneras, pero nunca condicionando el amor por ellos, ya que no solo nos estamos poniendo a su nivel, sino que les estamos reafirmando que esa inclinación que ellos tienen es aceptable (los estamos deseducando), y, lo que es peor, les estamos haciendo un fuerte daño con la inseguridad e incertidumbre que les infundimos. Es difícil imaginar el grado de violencia emocional que ello supone. No podemos pensar que ellos lo interpretan de la misma manera que nosotros cuando ellos nos dicen “ya no te voy a querer”. Los niños son ellos; nosotros somos adultos.
Pero no es esta la única forma en que los niños son víctimas de chantaje o violencia emocional. Cuando las relaciones de pareja entre los padres no son adecuadas, y se utiliza mutuamente el chantaje emocional, incluyendo la búsqueda de “consuelo” en otra pareja, lo hijos sienten ese chantaje igualmente contra ellos porque provoca inestabilidad, inseguridad e incertidumbre en la capacidad de los padres para darles amor y protección. De algún modo, los cimientos sobre los que los hijos se apoyan, se convierten en arenas movedizas.
Pero la situación puede ser aún peor, y, lamentablemente, lo es en muchos casos. Bastantes de los padres que utilizan el chantaje emocional entre sí como forma de manejar sus desavenencias lo utilizan también sobre los hijos envenenándoles la cabeza, de forma más o menos sutil, contra el otro progenitor, tratando con ello de ganarse su favor a la vez que generar odio hacia la otra parte. Con ello, no solo ponemos en evidencia nuestra incapacidad de manejar estas situaciones, sino que les involucramos a ellos mismos en un conflicto que es lo que menos desean en el mundo, los estamos utilizando simplemente como herramienta o como arma para vengarnos y castigar a la otra parte, y les estamos dando un pésimo ejemplo.
Lo he dicho ya bastantes veces, y lo repito. Podemos dejar de ser cónyuges, pero nunca padres de nuestros hijos. Nuestra responsabilidad para con ellos, es decir, para hacer una buena labor como padres, no se termina con un divorcio; al contrario, se hace aún mayor, porque tenemos que sujetar con puntales aquello a lo que nosotros mismos hemos roto los cimientos.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 


sábado, 3 de enero de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: HIJOS UNICOS




Generalmente, cuando la gente se plantea tener hijos suele pensar que al menos le gustaría tener la parejita, esto en el entendido de tener dos, de sexo diferente, o sea  niño y niña. Realmente, lo más responsable es elegir aquella cantidad de hijos con los que nos sintamos cómodos y a los que podamos proporcionar atenciones básicas como cariño, alimentación, vivienda, educación, y un mínimo de diversión. Sin embargo, y debido a los altos costes de la vida, y las crecientes dificultades para ofrecer adecuadamente esas atenciones, las parejas empiezan a considerar, cada vez más, la opción del hijo único.

Se ha debatido bastante sobre la conveniencia o no del hijo único, y sobre las ventajas e inconvenientes de ser hijo único respecto a tener hermanos. Tradicionalmente, la mayoría de opiniones vertidas al respecto han tendido a desaconsejar la situación del hijo único, basándose en que se vuelven más egoístas y difíciles en la relación con los demás. Sin embargo, frecuentemente se han tratado de opiniones un tanto hipotéticas, y cuando se había hecho algo de investigación al respecto, no se tomaban en cuenta en los resultados otros factores como el modelo educativo aplicado por los padres.

Las investigaciones actuales son más amplias, completas y objetivas, y ofrecen un panorama menos sombrío para los hijos únicos. Y no es que necesariamente estuvieran erradas las hipótesis tradicionales, pero sí es demostrable que los típicos defectos señalados sobre los hijos únicos son, en parte, un problema de los padres en su modelo educativo más que un asunto intrínseco de la condición de hijo único. En otras palabras, que si vamos a ser padres de un solo hijo, hay que saber ser padres de hijo único, que no es igual que ser padres de dos, o de tres, o de más. Es decir, que nuestro desempeño como padres debemos siempre adaptarlo a las situaciones de la misma manera que adaptamos nuestra forma de manejar un carro a las condiciones de la carretera. Por ello es importante conocer los riesgos potenciales a los que se enfrentan los hijos únicos para manejar nuestra paternidad en forma conveniente.

Los estudios actuales tienden a mostrar que los hijos únicos, cuando la actitud de los padres no les alienta el egocentrismo, al sociabilizar con los compañeros y amigos tienden a mostrar similar capacidad de integración y habilidad en el manejo de conflictos que otros niños. Y bien integrados socialmente, normalmente no sienten la soledad que se les supone a los hijos únicos. Más aún, en el lado positivo de la balanza, parece ser que el hecho de estar más solos en el hogar les da más fortaleza de carácter frente a la soledad, y desarrollan mayores vínculos consigo mismos, con su interior, que aquellos que siempre están o con amigos o con hermanos. Digamos que no sienten soledad, porque a veces están con otros, y a veces están consigo mismos, nunca solos; y saben estar bien consigo mismos.

Sin embargo, más adelante en la vida, ya de adultos, cuando la relación con amigos y compañeros es más esporádica, y cuando las experiencias de la niñez, adolescencia y juventud vuelven a la memoria con recurrencia, y pesan más que los momentos presentes, los hijos únicos sí tienden a echar de menos las experiencias que otros niños viven y comparten con sus hermanos en la intimidad del hogar. Un día los padres faltarán, y los hijos únicos no tendrán ese vínculo con sus hermanos, que suele ser el más duradero de toda la vida.

Hay estudios que también muestran que desarrollan un nivel de inteligencia algo superior, mejor desempeño académico, y como consecuencia, mayor autoestima, probablemente debido a que el tiempo y estímulo recibido de los padres se concentra solo en él. Sin embargo, en el otro lado, también las expectativas de los padres se concentran solo en él, por lo que un nivel alto de presión y de exigencia por parte de los padres puede afectarle negativamente.


Sí parece haber una mayor posesividad por parte de los hijos únicos, y una mayor tendencia al control total de sus cosas, sus espacios, etc., por lo que les cuesta más compartir, y ello se nota cuando van a casa de amigos, donde no pueden tener ese control. Se recomienda invitar a amigos a la casa propia y estimular así el compartir desde pequeños. Por todo ello también, los hijos únicos tienden ser menos luchadores y a desarrollar una menor tolerancia a la frustración, se frustran más fácilmente cuando algo se escapa a su control. Los padres deben incluir ejercicios de frustración en la educación, lo cual no es fácil, pues tienden a ser más permisivos y consentidores con los hijos únicos. Si los padres se dejan vencer por esa tendencia, lo tendrán más difícil.

Como se ve, parecen ser más las desventajas que las ventajas de ser hijo único, pero si se decide tener un solo hijo, con la adecuada educación, los padres pueden fortalecer las ventajas y compensar algunas de las desventajas. En definitiva, como casi siempre, es un tema de educación.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.


Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.