sábado, 17 de enero de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: NIÑOS VICTIMAS DE CHANTAJE EMOCIONAL


El chantaje emocional es la manipulación de emociones y sentimientos sobre otra u otras personas para conseguir algo concreto, o como castigo o venganza. El chantaje emocional es una de las conductas humanas más habituales que existen. En uno u otro momento, en una u otra forma, todos la tenemos o hemos tenido, desde niños; desde muy pequeños incluso. Es discutible que sea una conducta que los niños aprenden de los padres u otros adultos. Más me inclino a pensar que es una inclinación instintiva del ser humano, de la misma manera que lo es la tentación de mentir para evitar un castigo, por ejemplo, y es la educación la que modifica esa conducta instintiva. Un niño de tres años, por ejemplo, le puede decir a su madre “ya no te quiero” porque ésta le acaba de regañar, y hacerlo sin necesidad de que previamente hayan tenido una conducta similar con él.
Sin embargo, sí es probable que los padres tengan una conducta similar con él, porque es demasiado común condicionar el amor que se le tiene a la conducta que muestre, como forma de tratar de forzar un comportamiento determinado, como forma de educar, en definitiva. Y esto es un gran error. Se les puede motivar o incentivar, o incluso castigar de diferentes maneras, pero nunca condicionando el amor por ellos, ya que no solo nos estamos poniendo a su nivel, sino que les estamos reafirmando que esa inclinación que ellos tienen es aceptable (los estamos deseducando), y, lo que es peor, les estamos haciendo un fuerte daño con la inseguridad e incertidumbre que les infundimos. Es difícil imaginar el grado de violencia emocional que ello supone. No podemos pensar que ellos lo interpretan de la misma manera que nosotros cuando ellos nos dicen “ya no te voy a querer”. Los niños son ellos; nosotros somos adultos.
Pero no es esta la única forma en que los niños son víctimas de chantaje o violencia emocional. Cuando las relaciones de pareja entre los padres no son adecuadas, y se utiliza mutuamente el chantaje emocional, incluyendo la búsqueda de “consuelo” en otra pareja, lo hijos sienten ese chantaje igualmente contra ellos porque provoca inestabilidad, inseguridad e incertidumbre en la capacidad de los padres para darles amor y protección. De algún modo, los cimientos sobre los que los hijos se apoyan, se convierten en arenas movedizas.
Pero la situación puede ser aún peor, y, lamentablemente, lo es en muchos casos. Bastantes de los padres que utilizan el chantaje emocional entre sí como forma de manejar sus desavenencias lo utilizan también sobre los hijos envenenándoles la cabeza, de forma más o menos sutil, contra el otro progenitor, tratando con ello de ganarse su favor a la vez que generar odio hacia la otra parte. Con ello, no solo ponemos en evidencia nuestra incapacidad de manejar estas situaciones, sino que les involucramos a ellos mismos en un conflicto que es lo que menos desean en el mundo, los estamos utilizando simplemente como herramienta o como arma para vengarnos y castigar a la otra parte, y les estamos dando un pésimo ejemplo.
Lo he dicho ya bastantes veces, y lo repito. Podemos dejar de ser cónyuges, pero nunca padres de nuestros hijos. Nuestra responsabilidad para con ellos, es decir, para hacer una buena labor como padres, no se termina con un divorcio; al contrario, se hace aún mayor, porque tenemos que sujetar con puntales aquello a lo que nosotros mismos hemos roto los cimientos.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 


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