Muchos
padres tienen serios problemas con sus hijos al llegar éstos a la edad de la
adolescencia. Desde el punto de vista opuesto, los propios adolescentes dirían
que son ellos los que tienen problemas con sus padres. De una u otra forma,
tiende a producirse un distanciamiento basado en la falta de entendimiento
mutuo y deterioro de la comunicación. No les falta razón a los padres al
quejarse de la dificultad de entendimiento con sus hijos adolescentes, pero
tampoco les falta razón a éstos cuando se quejan de que sus padres no saben
entenderles, porque... ¿Realmente estamos los padres preparados para entender
esta etapa, tan complicada como inevitable?.
Siempre
pretendemos que sean ellos los que cambien; para hacer más sencilla nuestra
labor, supongo. Pero ellos difícilmente van a cambiar, precisamente porque son
adolescentes. ¿Por qué será que nos resulta tan difícil entenderlo, si nosotros
mismos también pasamos esa etapa hace algún tiempo?. Podemos verlo desde el
punto de vista práctico. En primer lugar, los adultos somos nosotros; no ellos.
Los padres somos nosotros; no ellos. Entonces nos corresponde a nosotros crear
soluciones. Segundo, nosotros somos adultos y fuimos adolescentes, y podemos
entender ambos puntos de vista. Ellos solo son adolescentes; aún no han sido
adultos, y difícilmente pueden ponerse en nuestros zapatos. Tercero, si
permitimos el distanciamiento, los grandes perjudicados serán ellos, pero ellos
no son nuestros enemigos; son nuestros hijos, y por tanto, nosotros somos
igualmente perjudicados.
Muchos
padres reconocen que es cierto que ellos también fueron adolescentes, y ahora,
como adultos, comprenden los riesgos a los que estuvieron expuestos y que
entonces quizás no eran capaces de reconocer, y no quieren que sus hijos corran
los mismos riesgos. De acuerdo, muy lógico. Pero el problema es la forma en que
frecuentemente manejamos la situación, casi reprimiéndoles su adolescencia. ¿No
sería más sencillo dejarles ser adolescentes y educarles sobre los riesgos
existentes y sobre la naturaleza del proceso biológico y psicológico de la
adolescencia? Se sorprenderían de cómo es capaz de comportarse un adolescente
educado en estos aspectos.
Sí,
pero ¿Cómo hacerlo? Bueno, este es el primer paso, aceptar que, por lo general,
no estamos bien preparados para ser padres, y menos aún, padres de
adolescentes. No es para sentirse culpable, porque nunca tuvimos oportunidad de
aprender, y además, quizás asumíamos que el talento para ser buenos padres es
instintivo, o que los hijos se educan solos, quizás porque así nos tocó a
nosotros mismos. Luego nos damos cuenta de que los hijos nacen sin manual de
instrucciones.
Pero eliminar la culpa no
elimina el problema. De alguna manera tenemos que aprender. Ese talento para
ser buenos padres es como otros talentos; es instintivo en parte, y en parte se
desarrolla. Y aún la parte instintiva es notable en algunas personas, pero no
tanto en otras. Pero estar preparado no significa solamente conocer qué es lo
que podemos esperar en ellos, sino también qué es lo que se espera de nosotros
como padres, para que esta etapa transcurra con normalidad y cumpla su objetivo
de convertir un niño o niña en una persona adulta. Comenzar temprano, antes de
que llegue, es la mejor forma de prepararse para la adolescencia.
Acerca de la
Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones
en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y
Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi
actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos
direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica
privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de
comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de
extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su
tradicional estigma.
Fui la
primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer
dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La
tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y
teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del
mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia
regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes
que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos
acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.
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