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sábado, 28 de marzo de 2015

“kondea” tu vida. Conserva solo aquello que da gozo a tu corazón

Tomado de The Wall Street Journal
Marie Kondo, la gurú del orden doméstico
Una consultora japonesa se ha transformado en un fenómeno global y parece haber tocado una fibra en los lectores modernos

Por Jennifer Maloney y Megumi Fujikawa

TOKIO— Marie Kondo se sienta con la espalda recta mientras observa un monitor de video en un estudio de televisión en la capital japonesa. Desde que los extraños la empezaron a reconocer en la calle como la autora del libro superventas La magia del orden ha estado muy consciente de su postura. Una gurú del orden en la casa debe estar a la altura de las circunstancias.

La autora de 30 años, cuyo libro ha vendido dos millones de copias en todo el mundo, acaba de regresar de una gira triunfal por Estados Unidos, donde su libro ha permanecido entre los más vendidos desde su lanzamiento en octubre. En esta ocasión, los presentadores de un programa popular de la televisión japonesa muestran videos del viaje de Kondo.

En una escena aparece en la habitación de una adolescente de Boston cuyas pertenencias —ropa, electrónicos y animales de peluche— llenan un clóset. Siguiendo las instrucciones de la autora, la joven debe sacarlas una por una y formularse la pregunta distintiva de Kondo: ¿Acaso tokimeku? ¿Esto me produce alegría?

El video termina. Kondo se revisa el cabello frente a un espejo compacto y se dirige hacia el escenario.

La magia del orden, un manifiesto místico sobre el desprendimiento de las cosas que no necesitamos, se ha convertido en un fenómeno editorial. Es el tipo de obra que llega justo a tiempo para liderar y reflejar un cambio en la manera de pensar. El libro de Kondo ha cautivado a lectores en todo el mundo en momentos en que mucha gente parece haber alcanzado un punto de inflexión sobre el desorden y la acumulación de cosas en su vida.

La versión en español, titulada La magia del orden: Herramientas para ordenar tu casa... ¡Y tu vida!, fue publicada en abril en forma electrónica y está disponible en Kindle, el lector electrónico de Amazon.com. La edición impresa del libro solo está a la venta en México por el momento, pero aún no está disponible en el resto de América Latina, informó un vocero de la editorial Ten Speed Press.

Los lectores comparten fotos de sus cajones de ropa interior y han lanzado clubs y grupos de Facebook. Utilizan el nombre de la autora como un verbo para referirse a eliminar o doblar algo meticulosamente: “Esperaba a que la tetera hirviera… Por eso Kondeé mis libros de recetas”, proclamó en una entrada reciente de Facebook Elaine Colliar, una columnista de finanzas familiares del periódico escocés Sunday Mail, con una foto para mostrar su trabajo.

La magia del orden pronto estará disponible en más de 30 países, incluyendo Francia, donde fue presentado hace dos semanas. En Japón, donde apareció por primera vez en 2011, Kondo tiene cuatro libros impresos y un CD de música clásica, que incluye dos valses de Chopin y un concierto de Bach, para escuchar mientras uno ordena.

El concepto del orden y el desprendimiento ha estado ganando terreno durante más de una década. Peter Walsh —un consultor sobre organización escribió dos bestsellers sobre el tema en EE.UU., en 2007 y 2008. También hubo reality shows sobre la acumulación de cosas. Su libro más reciente, Lose the Clutter, Lose te Weight: The Six-Week Total-Life Slim Down, (algo así como “Pierda el desorden, pierda el peso: el adelgazamiento total de seis semanas”) acaba de ser publicado.
Kondo ofrece una filosofía para las personas que tienen problemas para deshacerse de las cosas que han ido acumulando.
Fue criada en Tokio y la organización la fascinó desde una edad temprana. De niña, leía revistas sobre estilo y hogar y limpiaba las habitaciones de sus hermanos. En la escuela primaria estaba a cargo de la organización de la clase. A los 19 años, fundó una empresa de consultoría para organizar el hogar y descubrió que muchos de sus clientes tenían problemas para decidir qué botar y con qué quedarse.
Un día le preguntó a un cliente: “¿Esto le produce alegría?”
“Fue capaz de desprenderse de eso sin inconvenientes”, recuerda Kondo en una entrevista realizada después del programa de televisión. “Desde entonces, he estado usando esas palabras”.
Kondo es casada, sin hijos. En un marcado contraste con muchos de sus seguidores, es reservada acerca de su vida privada. Su publicista cuenta que jamás ha invitado a un periodista a su casa. Escribió el libro a pedido de clientes que estaban en su lista de espera. Su método es extremo: hay que botarlo todo de una vez. No hay que dejarlo para mañana ni hacer una pila con los objetos que no está seguro de desechar.
“Preserve sólo las cosas que le hablan a su corazón. Después hay que lanzarse y desechar todo lo demás”, recomienda. “Cuando pone su casa en orden, también pone sus asuntos y su pasado en orden. Así, se puede ver con bastante claridad lo que necesita en la vida y lo que no necesita”.
Una de sus clientas, relata, incluso se desprendió de su marido.
Sus seguidores dicen que sus consejos los libran de la culpa que a menudo acarrea desechar un objeto obsequiado por un ser querido. Kondo aconseja agradecerle a la ropa por el servicio prestado o por enseñarles que tal o cual color no les sienta, antes de botarla.
A diferencia de otras técnicas de organización para el hogar, Kondo rechaza todos los productos de organización y contenedores de almacenamiento. “La palabra almacenamiento contiene una trampa cazabobos’”, escribe. “Puedo declarar honestamente que los métodos de almacenamiento no resuelven el problema de cómo terminar con el desorden. Al final de cuentas, son solamente una respuesta superficial”.
La editorial Ten Speed Press adquirió los derechos para Norteamérica y Sudamérica cuando La magia del orden había vendido más de un millón de copias en Japón. En ese momento, no obstante, no era nada claro que un libro de una consultora japonesa de organización tuviera éxito en otras culturas.
Después de su publicación, sin embargo, el libro recibió críticas positivas y las ventas despegaron.
Ryan Simons, un escritor independiente de 34 años, se deshizo de más de una docena de bolsas repletas de cosas en enero en el departamento de Brooklyn que comparte con su esposa y dos compañeros, y no se detuvo allí. “Kondeé la música en mi teléfono”, escribió en una entrada de Twittercon una imagen de su lista reducida.

Megan Bryant, de 36 años, una escritora de libros infantiles de Carolina del Norte, disfrutó el libro tanto que formó un grupo de Facebook. “No lo podía dejar de leer”, expresó. “Es curioso emocionarse tanto sobre aprender a ordenar y organizar y administrar el espacio… Sentí que tuve una epifanía tras otra, cada vez que daba vuelta la página”.
Kondo ya no acepta nuevos clientes para consultorías personales. En lugar de ello, está capacitando a un grupo de consultores profesionales de orden con su método, con la esperanza de exportar el programa. “Me gustaría poner orden en todos lados en el planeta”, subraya.
— José Healy contribuyó a este artículo.


sábado, 7 de marzo de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: DERECHO A LA VIDA Y A LA MUERTE



            Me pasa con el tema de la eutanasia lo mismo que con otros igualmente polémicos y con posiciones radicalmente enfrentadas, y es que no me siento identificada en absoluto con quienes proclaman argumentos subjetivos desde posiciones radicales, tanto a favor como en contra, pero tengo la sensación de identificarme con una mayoría silenciosa en el medio, cuya conciencia no acepta manejar con frivolidad ciertos temas, pero al mismo tiempo reacciona internamente, aunque no se atreva a manifestarlo, a las sutiles manipulaciones que tradicionalmente han utilizado sectores ultraconservadores en la defensa de la vida, y que rayan en lo contradictorio.

       El tema es enormemente complejo como para ser analizado en corto espacio, pero haré alguna reflexión. En mi opinión todo el problema gira en torno a dos cuestiones fundamentales: Cuáles son las condiciones de vida que se cuestionan; y quién es el dueño de la vida, es decir, quién tiene derecho a decidir. Empecemos por la segunda. En sociedades con marcada fe religiosa parece bastante atrevido pensar algo diferente a que Dios sea el dueño de la vida, y que, por tanto, nadie puede decidir sobre la misma. Contradictoriamente, algunos de los que defienden esto abogan por la pena de muerte, y hasta la aplican por su mano a escondidas.

       En cualquier caso, la creencia de que Dios es el dueño de la vida es defendible solo desde un punto de vista religioso, y, como he dicho tantas veces, la fe religiosa es algo opcional, personal e individual que puede ser compartido o no, pero no puede servir de base al derecho civil. Entonces, civilmente, ¿Quién es el dueño de la vida? Será difícil, si no imposible, encontrar alguna alusión explícita a este tema en cualquier constitución de cualquier país. Lo que sí hacen todas las constituciones es reconocer el derecho a la vida, lo que viene a significar que nadie tiene derecho a quitar la vida a otra persona, o, lo que es lo mismo implícitamente, que la vida le pertenece a cada quien.

       Por tanto, civilmente cada persona es dueña de su vida, y es su opción personal transferir esa propiedad a Dios en función de sus creencias, y en tal caso ello aplica para uno mismo; no para los demás. Pero si la vida pertenece a uno mismo, ¿por qué no se acepta el suicidio? La constitución defiende el derecho a la vida, pero no la obligación de vivir. Sin embargo, lo natural es el deseo de vivir; cuando uno no es capaz de decidir por sí mismo, tiene sentido que otros lo hagan asumiendo que el deseo de uno es vivir. Incluso en un intento de suicidio de una persona sana, cabe asumir que el deseo de quitarse la vida es anómalo, temporal y circunstancial, y que es posible recuperar el deseo de vivir.

Sin embargo, cuando conscientemente una persona desea morir porque su sufrimiento es más fuerte que su deseo de vivir, y la situación es objetivamente irreversible, solo puede ser comprensible oponerse a su voluntad en forma personal por objeción de conciencia, pero negarle su voluntad desde el punto de vista civil parece contradecirse con el reconocimiento implícito de cada persona es dueña de su vida. Más parece que somos los demás los dueños de su vida al decidir sobre ella en contra de su voluntad.

       Y en este punto entra en juego la otra cuestión fundamental que motiva el debate, es decir, las condiciones de vida que provocan el deseo de no seguir luchando por vivir. Siempre he defendido la vida entendiéndola con un mínimo de dignidad. Cuando por la situación de sufrimiento la vida ya no es vida y la posibilidad de recuperación es nula, me parece perfectamente entendible el deseo de no seguir viviendo. Incluso, viéndolo desde el punto de vista religioso, tratar de prolongar artificialmente la vida de alguien a quien Dios ya está llamando a su lado, parece contradictorio y una falta de respeto a Dios, y a la persona por prolongarle inútilmente el sufrimiento.
Yo no veo la vida como un valor absoluto. Si la vida pertenece a cada quien, el valor de la vida es relativo al valor que cada quien dé a su vida. Con la misma naturalidad con que se reconoce el derecho a la vida debería reconocerse también el derecho a la muerte digna. Sin embargo, hacemos mucho más esfuerzo para ofrecer una muerte indigna que para ofrecer una vida digna a la sociedad. Se reconoce el derecho a vivir por el simple hecho de nacer, pese a que no es uno mismo quien ha decidido nacer, y sin embargo, no se reconoce el derecho a morir aun cuando sea uno mismo, dueño de su vida, quien decida que ya no desea vivir.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.


Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

sábado, 20 de diciembre de 2014

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: NAVIDAD, ALEGRIA... NO PARA TODOS

  

Tradicionalmente se ha asociado a la época de Navidad una imagen de alegría y de felicidad. Independientemente de su significado religioso, desde hace mucho tiempo ha quedado instituida socialmente como la época de reunión con los seres queridos, especialmente con aquellos con los que, por la distancia, el contacto no es muy frecuente. Pareciera que obligadamente es una época para compartir y pasarla bien. La publicidad, que en esa época ejerce mayor presión mediática que en ninguna otra, contribuye a fomentar esa imagen.

       Pareciera que en Navidad no puede existir otra cosa que no sea alegría; sin embargo, no es así. Mucha gente vive la Navidad con un sabor agridulce; algunos porque la alegría por la reunión con los familiares y seres queridos se ve empañada por la silla vacía de alguien que tiempo atrás la ocupaba, y que ya no está; y cuya ausencia se percibe en esta época de una forma especial, de la misma forma especial que se siente la presencia de los demás. Otros porque con una alegría aparente, superficial, frívola, y hasta forzada, tratan de esconder la frustración de no  poder ver reunidos a sus familiares por existir diferencias “supuestamente insalvables”; o por no haber sido capaces de forjar una cohesión familiar que invitara, al menos, a este acercamiento anual. Otros porque se involucran en una serie de compromisos, a veces innecesarios, a veces incluso, completamente alejados del verdadero espíritu de la Navidad, y que les ocasionan una preocupación y un estrés que, lejos de permitirles disfrutar, les pone de mal humor. Otros porque, por la razón que sea, simplemente están solos, y la soledad también se siente en forma especial en esta época.


       Y en general, cada vez más se tiene la experiencia de que estos días acaban dejando una sensación de hastío, y hasta de depresión, porque, en el fondo, no dejamos de reconocer la creciente futilidad e hipocresía que suele rodear estas fiestas. Hay cada vez más personas que afirman odiar la Navidad porque dicen que es una farsa, un montaje comercial que disfraza con papel de regalo lo mal que está nuestro mundo. Basta una mínima reflexión para darnos cuenta de que aunque existe una fuerte presión mediática que nos puede hacer verla de esa manera, en realidad la Navidad no es eso; es otra cosa; algo tan sencillo como reunirse y dar un repasito a unos cuantos valores que están simbolizados por Jesús, y que son precisamente los que permiten que el mundo funcione.

       Inevitablemente, todos nos vemos envueltos en esa parafernalia cada vez mayor que rodea la Navidad. Parece que a nosotros mismos nos cuesta entender cómo algo tan grande puede ser, a la vez, algo tan sencillo, y nos dejamos llevar por dicha presión, tratando de adornar, complementar y engrandecer exagerada e innecesariamente la Navidad con infinidad de regalos, comidas, licores, viajes, etc; pero a la vez, desvirtuándola. No sabemos ver dónde está la grandeza de la Navidad. Si existe una farsa, es precisamente ese exceso de parafernalia; pero no la Navidad en sí misma. Si tratamos de no poner mucha atención al montaje mediático y de vivir la Navidad simplemente como lo que es, con seguridad evitaremos la sensación de hastío, depresión, y de odio a la Navidad.

       Las otras razones que tienden a apagar la verdadera y sana alegría de esta época también son superables en mayor o menor medida. Si el sabor amargo es porque pasa horas cocinando el pavo, para que luego algo falle y encima se lo hagan ver en la mesa, no se complique; llévelo ya cocinado y dedique esas horas a compartir, que para eso son. Si le angustia no poder comprar regalo a todos los de la lista, regale simplemente lo más bonito: una llamada, un abrazo sincero, un beso...; es gratis y quedarán encantados, y usted también. Complicarse la vida es opcional.


       Para quienes estén enemistados con sus familiares, la Navidad puede ser un excelente pretexto para iniciar un acercamiento, aunque si prefiere sentirse ofendido que sentirse querido; también es opcional. Aquellos que simplemente están solos, podrían tomar la iniciativa de contactar con otros en similar circunstancia, que son bastantes, y reunirse entre ellos; aunque siempre hay quienes prefieren la soledad; eso también es opcional. Con respecto a los que no pueden ver reunidos a sus familiares por no haber creado en el pasado una cohesión familiar que invitara a ello, para estos no hay receta. Si el imán no se fabrica en la etapa oportuna, luego es difícil hacer que funcione.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.


Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.