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domingo, 1 de junio de 2014

LA CORRUPCIÓN UN MAL ENDÉMICO, 6 PASOS PARA COMBATIRLA

Tomado de esglobal


CÓMO COMBATIR LA CORRUPCIÓN EN 6 PASOS

Por Augusto Lópes-Claros

Propuestas para eliminar una de las lacras económicas, políticas y sociales que afectan, en distinta medida, al mundo globalizado.
 Después de examinar varios aspectos en los que la corrupción daña el tejido social e institucional de un país, vamos a prestar atención a las opciones de reformas de que disponen los gobiernos para reducir la corrupción y mitigar sus efectos. Rose-Ackerman (1998) recomienda que la base de esas reformas sea una estrategia doble, dirigida a aumentar las ventajas de ser honrado y los costes de ser corrupto, una mezcla sensata de castigo y recompensa. Se trata de un tema muy amplio pero vamos a estudiar seis estrategias complementarias.
Remunerar bien a los funcionarios públicos
El hecho de que los funcionarios tengan un sueldo suficiente o estén muy mal pagados influirá sin duda en la motivación y los incentivos. Si los salarios del sector público son demasiado bajos, los funcionarios pueden sufrir presiones para completar sus ingresos de formas "extraoficiales". Van Rijckeghem y Weder (2001) hicieron un trabajo empírico que reveló que, en una muestra de países menos desarrollados, había una relación inversa entre el nivel de los salarios del sector público y la presencia de corrupción.
Dotar al gasto oficial de transparencia y apertura
Subsidios, exenciones fiscales, adquisición pública de bienes y servicios, créditos blandos, fondos extrapresupuestarios controlados por los políticos: todos estos son distintas maneras que tienen los gobiernos de administrar los recursos públicos. Los gobiernos recaudan impuestos, acuden a los mercados de capitales para obtener dinero, reciben ayuda exterior y elaboran mecanismos para asignar esos recursos a diversas necesidades. Algunos países lo hacen de manera relativamente transparente y se esfuerzan para garantizar que el objetivo sea el interés público. Cuanto más abierto y transparente es el proceso, menos posibilidades hay de actividades ilícitas y abusos. Collier (2007) ofrece pruebas convincentes de las consecuencias negativas que tienen los sistemas ineficaces de control presupuestario. Asimismo destacan los países cuyos ciudadanos pueden vigilar las actividades del Gobierno y debatir las virtudes de diversas políticas públicas. En este sentido, la libertad de prensa y los niveles educativos también contribuyen a crear el contexto de las reformas. Que el país en cuestión cuente con una sociedad civil activa y una cultura de participación puede ser un ingrediente fundamental de las estrategias para reducir la corrupción.
Nueva Zelanda, que ocupa de forma habitual los mejores puestos en el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, es un país pionero en la creación de procesos presupuestarios transparentes desde que aprobó en 1994 la Ley de Responsabilidad Fiscal, que proporciona un marco legal para la gestión transparente de los recursos públicos.
Eliminar la burocracia
La clara correlación entre la presencia de corrupción y el grado de burocracia, reflejada, por ejemplo, en los indicadores de Doing Business, indica que es deseable eliminar todas las normas innecesarias, sin dejar de proteger las funciones reguladoras esenciales del Estado. No solo las normas que imperan en numerosos países -para crear una nueva empresa, registrar una propiedad, realizar una transacción comercial internacional y otros muchos certificados y permisos- son a veces insoportables sino que, con frecuencia, los gobiernos no se han detenido a pensar si el propósito para el que se implantaron tiene algo que ver con las necesidades actuales. Rose-Ackerman (1998) aconseja: "una estrategia más obvia, eliminar las leyes y los programas que engendran corrupción".
Eliminar los subsidios regresivos que causan distorsiones y sustituirlos por transferencias selectivas de dinero
Los subsidios son otro ejemplo de cómo una política oficial puede distorsionar los incentivos y crear oportunidades para la corrupción. Según un estudio del FMI (2013), los subsidios al consumo de productos energéticos ascienden a alrededor de 1,9 billones de dólares anuales, el equivalente al 2,5% del PIB mundial y el 8% de los ingresos de los gobiernos. Estos subsidios se distribuyen de manera muy regresiva: en el caso de la gasolina, más del 60% de los beneficios totales van a parar al 20% más rico de las familias. Su eliminación podría reducir considerablemente las emisiones de CO2 y tener otras consecuencias positivas. Los subsidios, muchas veces, generan contrabando, escasez y la aparición del Mercado negro. Dejando aparte los costes de oportunidad (¿cuántas escuelas podrían construirse con el dinero de un año de subsidios energéticos?) y las repercusiones ambientales que tienen unos precios artificialmente bajos, los subsidios, además, pueden situar al Gobierno en el corazón de la corrupción. Es mucho mejor reemplazar esos subsidios caros y regresivos por unas transferencias selectivas de dinero.
Establecer convenios internacionales
Como, en una economía globalizada, la corrupción posee una dimensión cada vez más transnacional, el marco legal internacional para el control de la corrupción es un elemento clave en las opciones de las que disponen los gobiernos. Ese marco ha sufrido grandes mejoras durante el último decenio. Además del Convenio Anticorrupción de la OCDE, en 2005 entró en vigor el de la ONU (CNUCC). Este último convenio al acabar 2013 lo habían ratificado ya la gran mayoría de sus 140 firmantes. El CNUCC es un instrumento prometedor porque crea un marco mundial que implica a países desarrollados y en vías de desarrollo; abarca una gran variedad de aspectos, como la corrupción nacional y extranjera, la extorsión, las medidas preventivas, las disposiciones contra el blanqueo de dinero, las leyes sobre los conflictos de intereses y los medios para recobrar el dinero ilícito depositado por funcionarios en bancos de paraísos fiscales. Dado que la ONU no tiene poderes para hacer respetar los acuerdos, su eficacia como herramienta contra la corrupción dependerá en gran parte de que se creen los debidos mecanismos nacionales de vigilancia para comprobar su cumplimiento por parte de los gobiernos.
Otros, como Heinemann y Heimann (2006), afirman que, en la lucha contra la corrupción, una estrategia más factible sería quizá el cumplimiento de las leyes contra la corrupción en los 40 Estados firmantes del convenio Anticorrupción de la OCDE. Los gobiernos tendrán que tomar medidas más enérgicas contra las empresas de la OCDE que sigan sobornando a funcionarios extranjeros. Los poderes ejecutivos, deseosos de proteger los intereses comerciales de sus empresas nacionales, han sentido a veces la tentación de no exigirles que cumplan las leyes anticorrupción, en un desafortunado intento de no debilitar su posición frente a los competidores de otros países. No puede ser que el fomento del comercio parezca más importante que el control de la corrupción. Los gobiernos siguen utilizando un doble rasero y consideran delito los sobornos en su propio país pero hacen la vista gorda cuando esos sobornos afectan a funcionarios extranjeros en Estados que no son de la OCDE.
Emplear tecnología inteligente
Si las distorsiones creadas por los gobiernos ofrecen muchas oportunidades para la corrupción, el contacto frecuente y directo entre funcionarios y ciudadanos también puede facilitar las transacciones ilícitas. Una forma de resolver este problema es recurrir a las tecnologías disponibles para promover una relación más distante entre los dos sectores; en este sentido, Internet es una herramienta eficaz para combatir la corrupción (Andersen et al., 2011). En algunos países, el uso de las plataformas de Internet para las relaciones de la administración con la sociedad civil y el mundo empresarial ha prosperado, sobre todo, en las áreas del pago de impuestos, las adquisiciones públicas y los trámites burocráticos.
Quizá uno de los campos más fértiles para la corrupción en el mundo es el relacionado con las adquisiciones que hace el Estado. Las compras públicas de bienes y servicios pueden tener una dimensión importante, entre el 5 y el 10% del PIB en la mayoría de los países. Como la concesión de contratos puede estar sujeta a cierto grado de discreción burocrática -y como la mayoría de los países tienen largos antecedentes históricos de sobornos, comisiones y connivencias en las ofertas públicas de adquisición- cada vez más Estados están escogiendo procedimientos que garantizan unos niveles apropiados de apertura, competencia, igualdad de oportunidades para los proveedores o claridad en las pujas.
Chile ha empleado las últimas tecnologías para crear uno de los sistemas de adquisiciones públicas más transparentes del mundo. En 2003 se creó ChileCompra, un sistema electrónico público de compras y contrataciones a través de una plataforma de Internet, que se ha granjeado en todo el mundo una gran reputación por su calidad, su transparencia y su eficacia. Está al servicio de empresas, instituciones públicas y ciudadanos y es la página web de relaciones empresariales más grande del país, con 850 organizaciones de compra involucradas. En 2012, los usuarios hicieron 2,1 millones de compras y emitieron facturas por valor de 9.100 millones de dólares. Además, ha servido de catalizador para el uso de Internet en todo el país.
En muchas de las medidas presentadas para combatir la corrupción, la filosofía central es la necesidad de eliminar la oportunidad para que haya corrupción a base de cambiar los incentivos, cerrar las lagunas legislativas y eliminar las normas mal concebidas que estimulan los comportamientos corruptos. Pero una estrategia centrada en cambiar las normas y los incentivos, con castigos suficientemente severos para quienes cometan infracciones, será mucho más eficaz si va acompañada de esfuerzos para reforzar las bases éticas y morales de la conducta humana.



sábado, 1 de febrero de 2014

CIUDADANOS TIENEN EN SUS MANOS CURA CONTRA LA CORRUPCIÓN

Tomado de esglobal
 DEPENDE: ¿LA CORRUPCIÓN TIENE CURA?
Su solución está en gran medida en manos de los ciudadanos.
Por Alejandro Salas
“Los países, cuanto más pobres, más corruptos”
No necesariamente. No existe una correlación directa entre pobreza y corrupción. El fenómeno de la corrupción es muy complejo y multidimensional. Tiene que ver con valores, creencias, normas, reglas, instituciones, etcétera. Si miramos a Iberoamérica, por ejemplo, estudios como el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia International, publicado en 2013, que mide las percepciones de corrupción en el sector público de los países, muestran a Venezuela y Argentina como dos de los peor calificados, sin embargo, ninguno de los dos es de los más pobres. Más bien, habría que poner el énfasis en la fortaleza o la debilidad de la institucionalidad democrática.
Cuando el ejecutivo de un país domina a los otros poderes del Estado; cuando las fiscalías, contralorías, tribunales electorales y otros viven bajo el mando de uno de los poderes, por ejemplo, del Ejecutivo; cuando la prensa no es independiente o está concentrada en manos de unos pocos; cuando los políticos deben favores a grupos económicos poderosos que financian sus campañas; cuando lo que aprenden los niños sobre ética y valores en la escuela no se practica en casa, y cuando la población es pasiva y solo participa de la vida pública el día de las elecciones, hay un campo fértil para la corrupción. Por ello, la correlación entre pobreza económica y corrupción no es lo fundamental. Se trata más bien de un tema de riqueza o pobreza institucional y de participación ciudadana.

“Todos los políticos son corruptos, por eso nada va a cambiar”
Falso. No todos los políticos son corruptos ni la política es un mal oficio. Tampoco es cierto que nada vaya a cambiar. La política es parte esencial de la vida democrática y de la convivencia en Estados modernos. Hay muchos políticos que hacen las cosas bien y que quieren hacer más. Es necesario que nosotros como ciudadanos los identifiquemos y los apoyemos.
En España, de acuerdo al Barómetro Global de la Corrupción, muy pocos ciudadanos han pagado sobornos para acceder a trámites o servicios públicos, más bien los encuestados identifican como las instituciones más plagadas de corrupción a los partidos políticos (8 de cada 10 españoles) y al Parlamento (7 de cada 10). Estas son dos instituciones clave para una democracia sana, entonces es ahí donde hay que centrar esfuerzos.
Hay que dejar de votar por los corruptos, por aquellos que han estado involucrados en actos indebidos. Es asombroso, independientemente del país o de la ideología del partido político, que se siga votando por alcaldes, diputados y otros que son conocidos por los abusos de poder y delitos de corrupción como fraude, evasión fiscal, enriquecimiento ilícito o que simplemente no hacen más transparente la información sobre ellos a los votantes.
Usemos un ejemplo sencillo. Si tengo que llevar mi automóvil a reparar, ¿lo llevo al mecánico que sé que en las últimas tres ocasiones me cobró muy caro y el coche se volvió a estropear una semana más tarde, o busco un mecánico nuevo en quien pueda confiar? La respuesta es obvia. Entonces, ¿por qué no aplicamos la misma lógica a los políticos y a los partidos y dejamos de apoyar a los que tienen malos antecedentes? El voto es la primera y más accesible herramienta que tienen los ciudadanos para sancionar a los corruptos.

 “En España y América Latina existe mucha corrupción, es una cuestión cultural”
Depende. Si entendemos cultura como una región geográfica con ciudadanos con orígenes, historia y otros elementos comunes, como podría ser Iberoamérica, definitivamente no. Los ciudadanos de España, Perú, Costa Rica, Brasil o Argentina, por ejemplo, no son por nacimiento o cultura más o menos corruptos que los de los Balcanes, Asia Central, Escandinavia o el Norte de África.
Cuando miramos los resultados del más reciente Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia International vemos que Estados como Uruguay y Chile obtienen calificaciones muy positivas, a la par de países como EE UU, Irlanda y Francia, incluso por encima de Austria o Estonia. Por el contrario, otros países de la región como Venezuela o Paraguay están en la parte más baja de la tabla, peleándose las últimas posiciones con Angola, Congo, Myanmar o Yemen, solo por nombrar algunos. España es un país de media tabla, obtiene una calificación de 59, donde 100 es un país percibido como muy limpio y cero como muy corrupto.
La corrupción ha estado presente en la historia de la humanidad y se ha manifestado en las diversas sociedades. Por ello, más que un tema de cultura en el sentido más amplio de la palabra, es importante entender aspectos puntuales que se repiten ampliamente en una sociedad y se transmiten y replican a través del tiempo. Por ejemplo, el nivel de tolerancia que ciertas sociedades muestran a la corrupción. Ahí sí se observa que en varios países de América Latina existe un alto grado de tolerancia.
En México, por ejemplo, existe la figura del coyote, un individuo que ronda las oficinas donde hay que hacer trámites con la administración pública como son las licencias, pasaportes, etcétera. El coyote te da un servicio, hace que el trámite sea más rápido y sencillo, y esto lo hace gracias a sus amigos en la burocracia o al pago de sobornos. Esta es una manifestación de la corrupción. Muchos utilizamos sus servicios porque nos sirve, nos conviene no perder el tiempo. Es decir, demandamos el servicio y ellos proveen. Se podría decir, entonces, que en México está muy difundida la cultura del coyote como un facilitador de trámites para el ciudadano.
Esto no se da solamente a nivel personal y en trámites puntuales, ¿qué pasa cuando a pesar de haber sido descubierto que el ex presidente peruano Alberto Fujimori estaba en el centro de una red de corrupción que capturó al Estado durante diez años, un alto porcentaje de la población le sigue apoyando? Estamos, sin darnos cuenta, premiando al corrupto. Estos y muchos otros ejemplos son expresiones de esa tolerancia a la corrupción. La tolerancia y la resignación son elementos que sí determinan que en ciertas sociedades esté más extendida esta lacra que en otras.

“España ha demostrado ser uno de los países más corruptos del mundo”
No se sabe, pero no es lo más relevante. Al ser un fenómeno que se maneja en secreto, no existen mediciones que te permitan decir exactamente que un país es más corrupto que otro. Es más, aunque existieran dichas mediciones, en el fondo tampoco es lo importante. ¿De qué serviría saber si Noruega o Francia son países más o menos corruptos que España? Lo importante es identificar que hay un problema, cómo se manifiesta, cuáles son sus causas y a partir de ello atajarlas. Es en esto último donde se vuelve importante mirar a otros Estados, para aprender de aquellos que han hecho las cosas bien.
Tampoco nos hagamos una idea falsa en cuanto al incremento reciente de la corrupción, es decir, la corrupción no es nueva, no es un fenómeno que surge en los últimos dos o tres años o que va de la mano con la crisis económica. La corrupción siempre ha estado presente, con mayor o menor énfasis en algún sector u otro. Lo que muchas veces sucede es que en épocas de bonanza económica suele ser un problema secundario para los ciudadanos, es decir, existe en el fondo una falta de interés basada en el pensamiento “mientras algo no me afecta directamente, no me importa”. A raíz de la crisis económica, que tuvo vinculaciones con temas de corrupción, ahora a todos parece molestarnos. En gran medida, los ciudadanos somos responsables, ya que la dejamos florecer durante mucho tiempo, ahora juntos debemos frenarla.
Hay que aprovechar de manera positiva el descontento. El Barómetro Global de la Corrupción de Transparencia International de 2013 muestra que el 60% de los españoles creen que los ciudadanos comunes pueden hacer algo en la lucha contra la corrupción.

“La corrupción es incurable, hay que aprender a vivir con ella”
Para nada. Definitivamente se puede cambiar. Los ciudadanos no tienen que aceptar y resignarse a vivir con la corrupción. Hay que reducir la tolerancia hacia estas actividades y trabajar en generar cambios. Además, hay que ser realistas, esto no es tarea solamente de un presidente o de un solo individuo. Se necesita de alianzas entre los ciudadanos y los sectores público y privado.
Hay que empezar por entender que la corrupción, por más pequeña que parezca, tiene consecuencias muy severas. Por ejemplo, si se le da un soborno a un inspector de una municipalidad para que me deje operar un club nocturno sin las medidas de seguridad en regla, el día que hay un incendio y fallecen varios jóvenes, el origen del problema fue, en gran medida, ese soborno. Es responsabilidad de todos entender que un acto indebido, por más mínimo que parezca, tiene consecuencias.
También hay que fortalecer y mejorar las reglas e instituciones que previenen y castigan la corrupción. Necesitamos leyes que permiten el acceso a la información, mejores sistemas de compras públicas, más esquemas de gobierno electrónico, controles efectivos y autónomos por parte de las instituciones responsables del control y auditoria, entre muchas otras.
Además, es clave contar con ciudadanos que activamente demanden transparencia. La democracia no se vive solamente el día de las elecciones, es ahí donde empieza. Es necesario vivir en democracia pidiendo rendición de cuentas de los políticos que elegimos y a los funcionarios, cuestionándolos cuando no estamos de acuerdo.
Finalmente, y este es un elemento clave, es preciso que exista el castigo a los corruptos. La impunidad se da cuando no se castiga a alguien que ha cometido una falta. Lamentablemente, con los casos de corrupción esto sucede con frecuencia. Quienes tienen los medios o la capacidad de evitar el castigo, ya sea por su influencia, recursos financieros o porque conocen bien las debilidades del sistema, suelen evadir el castigo o negociar uno mucho menor al que correspondería en proporción al daño cometido.
Es imperante que no les permitamos salirse con la suya. De otra manera, no existe un incentivo para ir por el buen camino, para que aquellos que están en posición de corromperse se inhiban. Cuando empecemos a ver a más corruptos que son castigados, ya sea formalmente por las instituciones encargadas de impartir justicia o por la población, a través de medidas simples como dejar de votar por ellos si son políticos, dejando de comprar sus productos y servicios si son empresas, o simplemente marginándolos socialmente, habremos dado grandes pasos en el duro camino para eliminar la corrupción.
Por todo esto, no es sorprendente que en la más reciente medición de percepción de la corrupción de Transparencia Internacional España haya sido uno de los países, junto con Siria, que más retrocedió. A pesar de los escándalos frecuentes y las denuncias, hay muy pocos castigos, muy pocos cambios profundos e incluso se promovió una reforma a través de la Ley de Transparencia, aprobada el noviembre pasado, que se queda muy corta ante las necesidades actuales del país.

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domingo, 26 de mayo de 2013

Investigan gastos pagados por contribuyentes usados por Netanyahu y su familia

Tomado de El Clarín
Los gastos personales de Netanyahu desatan un escándalo en Israel

POR Shlomo slutzky


Orian Weitzman se encargó de conseguir el presupuesto de Benjamín Netanyahu; tiene reservados dos mil euros anuales para la compra de helado. 

Pagó US$ 130.500 para instalar una cama en un avión. Viaja con peluquero y maquillador. Lo investiga la Justicia

Al juez Iosef Shapira, Contralor del Estado de Israel, no le quedó al final más remedio que iniciar una investigación sobre los gastos de la familia del primer ministro, Benjamin Netanyahu. Fue luego de que estallaran protestas callejeras y un verdadero escándalo mediático que dura ya semanas, mientras afloraban más y más datos probados de los exorbitantes gastos de “Bibi” y su mujer, Sara. El magistrado no pudo sino aceptar la exigencia de los parlamentarios de la oposición, con la salvedad de que la comisión que investigará ahora los gastos escudriñará asimismo las cuentas de “todos los políticos” y no sólo al jefe de gobierno.
Sin embargo, nadie en Israel dejó de entender que la investigación se concentraría esencialmente en Netanyahu y en las últimas revelaciones. Y en ello tiene particular relevancia Sara, quien –según allegados a la pareja– es la que da el tono en los comportamientos de la familia. Desde presupuestos especiales para helados de una heladería determinada (3.500 dólares anuales) pasando por gastos de mantenimiento de tres residencias familiares (crecieron en un 100% en los últimos tres años), presupuestos para peluqueros y maquilladores que acompañan a la pareja a todo viaje nacional o al extranjero, hasta maleteros, asistentes y choferes innecesarios y –por sobre todo– el escándalo del gasto adicional de US$ 130.500 para instalar una cama doble en un vuelo de Tel Aviv a Londres.
Este viaje de no más de cinco horas –de las que, quizás, la pareja apenas durmió tres– hace ya veinte días que le quita el sueño al premier israelí. La noticia se publicó en la semana en la que se dieron a conocer también duros recortes presupuestarios, aumentos de tarifas e impuestos que deberán pagar en su mayor parte las clases sociales más necesitadas. Y si la justificación del castigo económico que ha caído sobre la sociedad israelí es el déficit presupuestario de US$ 10.000 millones y el “cuco” de no llegar a la situación de Argentina en 2001 o Grecia y España en 2012, ni el más excelente asesor de medios podría lograr que el público israelí no asociara esa tijera presupuestaria con “la cama voladora” de los Netanyahu.
“Un vuelo de cinco horas en la cabina de primera clase sería nada para ellos”, escribió días atrás Sima Kadmón en el diario Yedioth Ahronot.
Kadmón señaló que el presidente Shimon Peres, con casi 90 años, hizo recientemente un viaje de 11 horas a Corea del Sur sin ningún favor. “Pero él es sólo el presidente.
Bibi es el rey. Y en una monarquía, cuando el rey y la reina vuelan, no hay precio que valga para ellos”, añadió Kadmón. Un día después el veterano fotógrafo David Rubinguer buscó y encontró una foto de tres décadas atrás, en la que el entonces premier Menajem Beguin aparece durmiendo incómodamente, acostado en dos asientos de avión, en un vuelo de 12 horas de Tel Aviv a Washington.
Pero mientras “La cama voladora” es producto de una investigación periodística del canal 10 de la TV israelí, el tema de la exorbitante inflación de los gastos de las residencias de los Netanyahu fue producto del empecinamiento de una estudiante de Derecho de 27 años, Orián Weizman. Weizman se convirtió en estas semanas en una estrella de todos los medios cuando reclamó por la vía legal lo que el “Departamento de Transparencia Informativa de la Oficina del Primer Ministro” trató de ocultar durante meses. “Al día siguiente de acudir a la justicia, ya tenía en mi correo un informe con los gastos del primer ministro desde 2009 hasta 2012”, declaró la joven.
Las duras medidas económicas, sumadas a los noticias sobre los gastos de la “familia real”, indignaron aún más a los miles de manifestantes que salieron también ayer a protestar frente a la casa de Bibi Netanyahu y a las de algunos de sus ministros. A la vez, una campaña en Facebook exige animismo que Netanyahu no se limite a pedir perdones por “gastos de los que no tenía conciencia” y que pague de su bolsillo los 130.500 dólares que costó instalar la ahora célebre “cama voladora”