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sábado, 25 de enero de 2014

“SOCIALISMO” ETIQUETA ARCAICA USADA COMO MANTRA POR DOGMATICOS

Tomado de esglobal 

Obama caricaturizado ignorantemente por ultraconservadores del Tea Party como fascista y socialista al mismo tiempo

¿HA DEJADO DE SER "SOCIALISMO" UNA PALABROTA EN EE UU?

Las percepciones de los estadounidenses sobre el socialismo y el capitalismo están cambiando en las generaciones más jóvenes.
…el gobierno de Estados Unidos, como el de todos los países capitalistas, incluye muchos elementos socialistas, como las escuelas públicas, las prestaciones sociales, las obras públicas, etcétera. Estos programas sólo son calificados como socialismo cuando los conservadores quieren insultarlos. Los demócratas han eliminado el término de su vocabulario, prefiriendo llamar a estos programas "red de seguridad social".
Por Alana Moceri

En 2009 escribí en mi blog que el presidente Barack Obama no era un socialista. La prensa española de derechas ofreció con regocijo el vínculo a este post y también fue objeto de sus comentarios, ya que lo interpretó como un reproche al PSOE, que había utilizado imágenes tanto de Obama como del ex presidente George W. Bush en su campaña al Parlamento de la Unión Europea. A algunos de mis amigos en el PSOE no les hizo ninguna gracia este post, pero quizá ahora, tras haber cumplido cinco años como presidente, está aún más claro por qué resulta problemático caracterizar a Obama como socialista.
Obamacare, su logro legislativo más significativo, desmiente a cualquiera que pretenda llamarle socialista. Esta solución basada en el mercado puede contribuir a hacer el seguro de salud accesible a más ciudadanos estadounidenses, pero no tiene en cuenta la evidencia presentada por el resto de países desarrollados del mundo de que la sanidad de "pagador único", también conocida en Estados Unidos como "medicina socializada", funciona.
El pasado noviembre, el propio Obama ofreció el mejor resumen de sus credenciales capitalistas cuando se dirigió a cien líderes empresariales en la Cumbre de Directores Ejecutivos del Wall Street Journal: "La gente a veces me llama socialista, pero no, tienes que conocer a socialistas de verdad. Así tendrás una idea de lo que es un socialista. Estoy hablando de la reducción del impuesto de sociedades, mi reforma de sanidad se basa en el mercado privado, el mercado de valores tenía bastante buena pinta la última vez que me fijé, y ¿saben? es cierto que me preocupa la creciente desigualdad en nuestro sistema, pero nadie pone en duda la eficacia de las economías de mercado en términos de producción de riqueza e innovación y de mantenernos competitivos".
Desde el primer momento, los republicanos le colocaron a Obama la etiqueta de socialista, una palabra que ha sido vilipendiada en Estados Unidos hasta el punto de que es una etiqueta que los conservadores pegan sobre cualquier progresista al que deseen insultar. Muchos activistas del Tea Party han mostrado su profunda falta de comprensión de estos términos al llamar a Obama no sólo socialista, sino también fascista y Hitler, todo en la misma frase. Pero vamos a centrarnos en la etiqueta socialista, que no sólo es mal entendida por los activistas del Tea Party, sino, en general, en Estados Unidos.
La aversión estadounidense al socialismo tiene dos vertientes, es en parte semántica y en parte cultural. El capitalismo está mitificado en la cultura americana: nos educan para creer que el capitalismo es lo que hace posible el sueño americano, y nos suministran un flujo constante de anécdotas sobre gente que asciende a la riqueza desde la más absoluta miseria. El capitalismo es un valor tan dominante que ni siquiera nos molestamos en contrastarlo con el socialismo, a pesar de que el gobierno de Estados Unidos, como el de todos los países capitalistas, incluye muchos elementos socialistas, como las escuelas públicas, las prestaciones sociales, las obras públicas, etcétera. Estos programas sólo son calificados como socialismo cuando los conservadores quieren insultarlos. Los demócratas han eliminado el término de su vocabulario, prefiriendo llamar a estos programas "red de seguridad social".
Pero está pasando una cosa curiosa mientras los políticos republicanos menosprecian el socialismo y los políticos demócratas huyen de él: las actitudes estadounidenses hacia el socialismo parecen estar cambiando. Una encuesta de Gallup realizada en noviembre de 2012 mostró que el 39 % de los estadounidenses tiene una opinión positiva del socialismo, una subida desde el 36 % de 2010. El capitalismo aún es percibido mucho más favorablemente, con un 61%, una cifra que se ha mantenido sin cambios en este sondeo de opinión desde 2010.
Quizá es más reveladora una encuesta de 2011 del Pew Research Center que muestra un salto generacional cuando se trata de puntos de vista positivos y negativos hacia el socialismo y el capitalismo. Entre la población de 19 a 29 años, el 46% considera el capitalismo positivamente, mientras que el 49% ve al socialismo positivamente. Por el contrario, los puntos de vista positivos sobre el socialismo caen drásticamente con la edad. Entre las personas de 30 a 49 años cae al 34%, entre 50 a 64 años al 25% y para los mayores de 65 al 13%, mientras que el capitalismo se mantiene en 50%, 53% y 52%, respectivamente.
Los costes por las nubes de las matrículas universitarias combinados con el persistente desempleo y el subempleo que han obligado a muchos jóvenes a seguir viviendo con sus padres ofrecen una explicación para este cambio de actitud. El movimiento Occupy dio voz a aquellos alarmados por la creciente desigualdad de ingresos, muchos de los cuales eran de una generación más joven. Los otros dos grupos que preferían el socialismo al capitalismo en esta encuesta eran los afroamericanos (55% frente a 36%) y los demócratas liberales (59% frente a 39%).
Obama caricaturizado por conservadores como fascista

La verdadera medida de si las actitudes hacia el socialismo realmente están cambiando en Estados Unidos puede ser la prueba de la elegibilidad. Y para ello la victoria de Kshama Sawant en el ayuntamiento de Seattle en noviembre ofrece evidencias que fueron noticia en todo el país. Esta profesora de Economía en un centro público de educación terciaria no tuvo miedo de presentarse a las elecciones como socialista –bajo la bandera del partido Alternativa Socialista– y la gente de Seattle no tuvo miedo a votar por ella. El diario Seattle Times la llamó "la primer miembro socialista del ayuntamiento en la historia moderna". Sawant hizo campaña con la promesa de luchar por un salario mínimo de 15 dólares por hora como el que se aprobó en la vecina ciudad de Sea-Tac el mismo día en que fue elegida.
El socialismo municipal no es algo nuevo en Estados Unidos y, de hecho, durante el máximo auge del Partido Socialista en los inicios del siglo XX "cerca de 1.200 miembros del partido tuvieron cargos públicos en 340 ciudades, incluyendo 79 alcaldes de ciudades como Milwaukee, Buffalo, Minneapolis, Reading y Schenectady", según un artículo en Dissent,, un diario socialista fundado en 1953.
Y tampoco fue la de Sawant la única victoria progresista de noviembre. Puede que Bill de Blasio no se presentara como socialista, pero sobrevivió a un artículo del New York Times sobre el activismo izquierdista de su juventud y a los consiguientes ataques de su oponente republicano. Luego pasó a ganar por goleada con el 73% de los votos. Su campaña se centró en torno a la desigualdad económica. A nivel nacional, el senador Bernie Sanders de Vermont se distingue por ser el socialista declarado y simbólico del Congreso de EE UU.
Nada de esto indica un cambio radical de la política estadounidense. Aunque Obama no es socialista, el verdadero cambio se produce a pequeños pasos, y con mayor frecuencia desde abajo hacia arriba. Y en política las palabras importan. A medida que los estadounidenses se desilusionan cada vez más por la desigualdad económica unida a una política dominada por los intereses corporativos, pueden empezar a cuestionarse el capitalismo, acercarse más al socialismo y perder el miedo a llamarlo así. Los recientes comentarios del papa Francisco sobre el capitalismo como la "nueva tiranía" no sólo ayudan a mantener abierto el debate público que comenzó el movimiento Occupy, sino que también da credibilidad y cobertura cultural a otras personas dispuestas a criticar el capitalismo en voz alta. Las palabras importan en la política y, con el paso del tiempo, la palabra "socialismo" podría empezar a sonar menos siniestra en EE UU. 

sábado, 2 de febrero de 2013

Venezuela inundada de petróleo pero sin comida


Tomado de El Nuevo Herald
Madre de familia venezolana improvisa la despensa familiar con lo que encuentra disponible 

Juan Comodoro buscando agua encontró petróleo, pero se murió de sed…

La escasez de alimentos básicos golpea a los venezolanos

Por Antonia María Delgado

Cientos se congregan desde la madrugada en espera de que abran las puertas del negocio en Caracas, pero los presentes no están allí para ser los primeros en adquirir el último IPhone, sino para comprar un pote de leche, un paquete de café y, quizás con suerte, algo de azúcar.
En Maracaibo, en el oeste del país, se corre la voz de que llegó a un mercado popular la harina precocida de maíz, el principal producto en la elaboración de arepas. Cuando abren la reja, cientos de consumidores —entre hombres y mujeres, viejos y jóvenes— corren para entrar al local. La ansiedad es palpable ante el temor de que no haya suficiente para todos.
“¡Corran, corran por el Harina Pan, que se va a acabar!”, grita burlonamente un joven que estaba grabando la escena a finales de enero.
“Mira allá, mira allá. Tumbaron a una”, añadió segundos después, luego que una mujer cayera al piso en medio de la estampida de personas.
Y la desesperación también estaba presente no muy lejos de allí en uno de los supermercados más lujosos de la ciudad. Cuando los empleados del local sacan el pollo congelado, los consumidores se vuelcan sobre las cajas con frenesí, llevándose a empujones y codazos lo que pueden agarrar —dos, tres y hasta cuatro aves a la vez— en una escena de anarquía que hace recordar de las hambrunas en Africa.
Pese a su enorme renta petrolera, Venezuela atraviesa por un nuevo período de agudo desabastecimiento, en el que algunos de los productos de la dieta básica pueden pasar días sin aparecer en los anaqueles, llevando a millones de venezolanos a pasar gran parte de su tiempo rondando de tienda en tienda en busca de alimentos.
Es una situación que ha estado latente en Venezuela en los últimos años, pero que comenzó a agravarse en diciembre, alcanzando nuevos extremos en los últimos días.
“De diciembre para acá hemos estado atravesando un nuevo pico de escasez”, comentó Roberto León Parilli, presidente de la Asociación Nacional de Usuarios y Consumidores.
“El problema es terrible. Ves a la gente peleando en los abastos y en los supermercados por un pedazo de pollo, o por un paquete de harina, pero peleando como si estuviéramos en una guerra, como si estuvieran tirando desde un avión paquetes de alimentos con la gente luchando para llegar a la caja”, agregó.
Para funcionarios del gobierno bolivariano, la escasez es el resultado del acaparamiento de productos, que estaría siendo emprendido, por un lado, por empresarios inescrupulosos y, por el otro, por “grupos económicos apátridas” interesados en generar desestabilización política.
Esas acusaciones fueron reiteradas el viernes por el vicepresidente Nicolás Maduro, quien actualmente encabeza el gobierno en nombre del enfermo presidente Hugo Chávez, quien acusó a grupos empresariales de emprender “una guerra económica contra el pueblo”.
Es una guerra que el vicepresidente advirtió que el sector empresarial perdería.
“A la burguesía que pretenda jugar con el hambre del pueblo, vamos a ir con la ley y con el pueblo, sin contemplaciones”, expresó Maduro.

sábado, 15 de septiembre de 2012

La tragicomedia de la Venezuela de Chavez explicada a la luz de las telenovelas

Tomado de Foreign Policy



Por Ibsen Martinez

A un mes de las elecciones, la sociedad venezolana entendida a través de sus telenovelas. ¿Quién será el próximo galán?
Venezuela cumplió doscientos años en 2010.  Yo creo que los lleva muy mal, pero esto no es una artículo de opinión, sino una entrevista.
Justamente a finales de este  mismo año se cumplirán cien del primer reventón de crudo en un yacimiento al este del Lago de Maracaibo que, ya a mediados de los 30 del siglo pasado, convertiría a Venezuela en uno de los mayores productores de petróleo del mundo. Este simple hecho ha propiciado que el país caribeño, otrora una palúdica república de fallida economía cafetalera,  sea también uno de los petroestados populistas más antiguos del que se tenga noticia en el hemisferio occidental.
En el curso del último siglo, Venezuela, que hoy tiene más de 28 millones de habitantes, ha vivido al menos cuatro vigorosos booms de precios petroleros. El último ha sido el más largo: comenzó en 1999 y se ha prolongado hasta la fecha, atravesando todos los catorce años que Hugo Chávez ha permanecido en el poder. Ha habido trechos de esta larga bonanza en los que el precio del crudo ha rondado los 120 dólares (93 euros). La producción nacional de crudo promedia desde hace ocho años unos dos millones trescientos mil barriles diarios. Se calcula que las arcas del Gobierno ingresaron, entre 1999 y 2010, unos quinientos veinte mil millones de dólares.
Venezuela accede a esta entrevista con FP en español en mitad de una baja estacional que coloca el precio del barril de crudo referencial del oeste de Texas en unos 94 dólares, el marcador Brent del Mar del Norte en unos 114.  Desde 1999 a la fecha ha habido en el país más de ciento cincuenta mil homicidios.

FP en español: ¿Qué se siente al tener las reservas probadas de crudo más grandes del planeta y una de las tasas de criminalidad mortal más elevadas del continente?
Sociedad venezolana: Si va a comenzar comparando peras con morcillas no llegaremos muy lejos con esta entrevista. Las comparaciones a menudo oscurecen más de lo que se proponen iluminar. Ya me tienen el bigote hinchado los corresponsales y los analistas con eso de que Caracas es la ciudad más peligrosa del continente. A ver si se ponen de acuerdo: hace poco, apenas un par de años,  era Ciudad Juárez (México) el sitio más letal. Luego fue un pueblo perdido en El Salvador. Y hace dos décadas, era Medellín (Colombia).  Tengo otros superlativos que mostrar.
FP: ¿Por ejemplo?
SV: Las coronas de belleza. Entre Miss Universos y Miss Mundos llevamos más de once reinados mundiales de belleza en poco más de medio siglo. ¿No le dice algo eso?
FP: ¿Le importaría aclararlo un poco?
SV: Es la apoteosis del mestizaje. La mezcla de tipos humanos que resplandece en esas chicas habla de uno de nuestros mayores logros como nación independiente: la mezcla de razas nos ha hecho diversos y tolerantes. 
FP:  No parece muy tolerante una sociedad que vive sumida en una polarizada discordia política. Hay quien habla de un millón de venezolanos que han optado por el autoexilio. Por razones tanto políticas como económicas.
SV: ¿Un millón? ¡Qué exageración! Son cifras muy debatibles, pero ya  veo: quiere que hable de política y acaso también de economía. Pues bien, hablemos de política, pero permítame primero hacer historia. History matters, dijo un sabio economista:  La historia cuenta.
FP: Me parece estupendo. Pero, ¿por dónde piensa comenzar? Tenga en cuenta que nuestros lectores se interesan por temas globales y de actualidad. El socialismo del siglo XXI, sin ir más lejos.
SV:  No se alarme, no voy a hablarle del Bicentenario de la Independencia Hispanoamericana ni de la Constitución de Cádiz. Y le prometo que hablaremos del socialismo ese que usted dice. Sólo que necesito echar atrás el vídeo hasta, digamos, 1945, ¿le parece?
FP:  Admita que es una fecha algo lejana. Me gustaría que hablásemos de la sociedad venezolana actual, de sus valores, de sus expectativas y frustraciones.
SV:  Pero es que eso que usted llama “la sociedad venezolana actual” comenzó a cobrar forma justamente por aquellos años. Le ahorraré los detalles, pero el siglo XX comenzó para Venezuela en 1945 cuando un golpe militar barrió con la casta militarista heredera del dictador Juan Vicente Gómez, un personaje francamente decimonónico,  agropecuario, y unos jóvenes coroneles llevaron al poder a sus socios de entonces: varias docenas de líderes civiles de izquierda nacionalista no marxista. Contemporáneos todos de los coroneles. Gente como Rómulo Betancourt  y el otro Rómulo, Gallegos, el novelista. Gallegos fue el primer presidente civil elegido por sufragio universal que tuvo el país. 
Ellos instauraron la tradición populista y los valores igualitaristas (no digo “igualitarios”, sólo “igualitaristas”), avivaron la aspiración colectiva de rápida movilidad social que me caracteriza. Casualmente, y aunque parezca absurdo, Chávez es la última parada –la más reciente, quiero decir— de esa tradición.
Puede sonar paradójico, pero los venezolanos aprecian mucho más la movilidad social que las libertades individuales.  Se dicen justicieros e igualitarios y tal vez no sean más que resentidos. Resentidos joviales, o para decirlo con expresión local: “mamadores de gallo”, como llamamos aquí ,y en la vecina Colombia, a los guasones perennes. Llamo su atención hacia esta categoría, la del “mamador de gallo”. La volveré a invocar en el curso de la entrevista, si me lo permite.
FP:  Fascinante, pero aún no veo que tienen que ver aquellos polvos de antaño con  los bolivarianos lodos del socialismo del siglo XXI.
SV: Comencé por hablarle de las reinas de belleza como emblemas del mestizaje y del igualitarismo. Puedo mostrar otro producto de esa tradición que ha trascendido mis fronteras y que quizá ilumine los porqués  del bolivarianismo chavista y también, entre tantas otras cosas, las causas de esas decenas de miles de asesinatos que tanto le impresionan. Pero advierta que mi estilo es el del Caribe: soy digresiva y arbórea cuando hablo. Téngame paciencia porque sé donde quiero llegar, pero el camino es culebrero.
FP: Iba usted a mostrarme  otros producto de la tradición populista. ¿En cuál está pensando? 
SV: En la telenovela, sin ir más  lejos.
FP: ¡Ah, vamos! Hoy está usted de broma.
SV: Al contrario; hablo muy en serio. Si algo me singulariza, si algo expresa esa tradición igualitarista es la telenovela venezolana. Es nuestro otro gran rubro de exportación, además del petróleo. En el plano de la producción simbólica es el que mejor expresa a los venezolanos del siglo XXI. Me explicaré.
El relato canónico de la telenovela comienza con un despojo. La víctima de ese despojo es una mujer de extracción muy humilde. ¿De qué la han despojado? ¿De su virginal virtud? No; al menos no solamente de ella: le ha sido arrebatado también, y quizá es lo más importante, un enorme patrimonio que le corresponde por derecho natural pues la protagonista del culebrón es hija bastarda del amo de esa gran riqueza.
Característico de la telenovela venezolana es que el origen de la riqueza nunca esté claro. Lo llamativo es que a nadie le importe que el modo en que se crea riqueza no sea relevante porque al venezolano no le interesa crearla sino elucidar a quién le corresponde disfrutarla. ¿Me sigue?
FP: Más o menos…Todavía no diviso al socialismo del siglo XXI. Tampoco la violencia criminal ni la inflación galopante.
SV: Ya vamos llegando. Observe que en el melodrama gringo, en Dinasty o Falcon Crest, vemos minuciosamente de dónde procede la riqueza. Los personajes van al trabajo, se reúnen a menudo a discutir  temas financieros, a elucubrar modos de aumentar la productividad. En la telenovela venezolana, tanto como en el imaginario de nuestro pueblo, el origen de la riqueza es, en cambio, enigmático pero no esencial para el relato: lo esencial es que, al final de la teleserie, la chica entre en el disfrute de lo usurpado. Que el galán la saque de la abyecta miseria y la haga entrar en posesión de lo que es suyo.
La riqueza petrolera es para millones de venezolanos tan enigmática en su origen como lo es el del patrimonio señorial de la telenovela. Bastan mucho menos de cuarenta mil personas para producir  todo el caudal de dinero que provee la industria petrolera. El resto de los venezolanos no sabe de petróleo ni está interesado en saber cómo se produce todo ese dinero.
Le interesa más saber en virtud de qué el dinero puede llegar a sus manos. El venezolano común sólo sabe que, desde que su país es un petroestado, la riqueza del subsuelo le pertenece a la nación y, transitivamente, a todos los habitantes de ella. De ahí la relación comensal con el Estado y sus oficiantes: los políticos. Los caudillos civiles o militares del populismo reinante en Venezuela desde Gallegos... a Chávez.
FP: Ha podido ahorrarse la conferencia sobre la telenovela y entrar, sin más, a discurrir sobre populismo latinoamericano.
SV: Me interesa mostrar el específico modo venezolano de ser populista.  La telenovela es la metáfora cabal de todo lo bueno y lo malo que cien años de negocio petrolero han infundido en la sociedad venezolana. Sus valores son justicieros y, sobre todo, redistributivos. Un guionista de culebrones venezolano penaliza el lucro que acompaña al emprendedor privado exitoso tan sañudamente como lo haría un planificador tributario gubernamental argentino. 
Allá afuera creen que somos mayoritariamente católicos, pero no es verdad: nuestra religión es el populismo redistributivo
Por otra parte, el petróleo nos hizo un país de incautos. Extravagantemente incautos. La certidumbre de que vendemos un producto esencial para la civilización posindustrial ha llevado a nuestros gobiernos a disipar los proventos del negocio en faraónicos proyectos encaminados a cegar los abismos que nos separan del primer mundo. Y en esto, Chávez no se diferencia de Carlos Andrés Pérez, otro imprudente beneficiario, en el pasado, de los booms petroleros.
FP:  De todo lo que lleva dicho sólo me queda claro que produce usted petróleo y telenovelas. Para ser francos, equiparar a Carlos Andrés Pérez con Hugo Chávez sí me parece que es mezclar peras con morcillas. Y no explica la crispación política en que vive su sociedad ni el viraje a la izquierda radical. Tampoco ayuda a entender la criminalidad desenfrenada ni la corrupción, ni mucho menos la inflación más alta de América Latina.
SV: Pues fíjese que, con tres décadas de diferencia, Pérez, y Chávez, se constituyeron en los galanes de la telenovela redistributiva. Los dos, en sus momentos respectivos, proclamaron “el petróleo es nuestro” en sendas nacionalizaciones. Ambos desplegaron faraónicos planes de desarrollo. Los dos se propusieron hacer de su pequeño país un major player en la política global usando la palanca del petróleo.
FP: Pérez fue un demócrata a carta cabal que propició importantes acuerdos regionales. Apoyó decididamente la transición española. Chávez, en cambio,  simpatiza con indeseables tiranos como Assad y Lukashenko.
SV: Pérez, ciertamente, fomentó iniciativas tan loables como pudieron serlo un vasto plan de becas de postgrado, el Sistema Nacional de Orquestas y la editorial Ayacucho. Todo ello subproducto benigno de la fase maniaca que se apodera de todo galán de petroestado en temporada de precios altos del crudo. Esa fase maniaca se expresa en el lema “todo puede hacerse, todo debe hacerse”.
El colosal ingreso petrolero genera todo tipo de incentivos para que el Estado asuma más y más competencias pues, claro,  ahora todo puede hacerse. Surgen nuevas capas medias y se añaden competidores al empresariado, tanto el honrado como el corrupto, ambos comensales del megaestado. Pero, al mismo tiempo, prosperan incentivos para la corrupción. Y todo en aras de devolverle al público – al electorado, al pueblo— lo que le corresponde de la riqueza de todos. Al costo de la moral pública y del descrédito de los partidos, también estos comensales del Estado. Entonces todo está listo para que llegue un nuevo galán.
FP: ¿Se refiere a Enrique Carriles Radonski?
SV: Venezuela: Pudiera ser. El modelo de culebrón petrolero no solo explica los porqués de Hugo Chávez. También lo del rival más fuerte que ha tenido hasta ahora.
FP:  Lo tiene usted todo muy bien masticadito. ¿Qué pasa cuando llegan las vacas flacas?
SV: ¡Ah!, cuando caen los precios llega la fase depresiva del gobernante y es entonces cuando decide endeudarse. Al fin y al cabo, siempre puede ofrecer la factura petrolera como garantía. Es lo que actualmente hace Chávez con los créditos chinos.
FP: ¿Tanto se ha endeudado Chávez? ¿No quedamos en que estaban ustedes en mitad de un boom?
SV: Aun así, el dispendio ha sido tan grande que en doce años la deuda ha pasado de ser de 34 mil millones de dólares a más de 150 mil millones, pero no me distraiga usted: déjeme contarle el resto del culebrón.
FP: Adelante.
SV: Chávez ha aportado dos elementos verdaderamente nuevos al petroestado populista. Uno  proviene  del bolivarianismo y del militarismo: su vocación autoritaria. El otro elemento es el colectivismo digamos leninista, algo que no entraba, que ha encontrado mucha resistencia entre los millones de mamadores de gallo a quienes se pretende colectivizar a la cubana.
Su autoritarismo lleva a Chávez a antagonizar las instituciones,  los contrapesos,  la separación de poderes. Y a pervertir el sistema judicial, lo cual a su vez trae consigo un, nunca antes visto, ambiente de impunidad que ha hecho crecer las cifras de criminalidad.  Súmele a ello el efecto envilecedor de política que tiene el narcotráfico y tendrá el cuadro completo.
FP: ¿Y qué me de dice de la inflación?
SV: Es inherente al populismo: Si privilegias al gasto público sobre cualquier otra consideración es porque te importa poco el equilibro fiscal. No es algo idiosincrásico de Chávez: es dogma en la religión redistributiva.
FP: Parece que es la historia de nunca acabar.
SV: Es de invariable invención. Indefectible. Como la telenovela.
FP: Y ante ello, ¿qué actitud toma la sociedad venezolana?
SV: Muy sencillo: espero al siguiente galán.