lunes, 8 de febrero de 2010

China y Japón: cooperación y ambigua reticencia

El ascenso económico y militar de China es un fenómeno que impacta, en primera instancia, a su periferia geográfica inmediata; provocando esto oscilaciones de diferente magnitud debido a la complejidad del área. Desde la creciente y coyuntural cooperación con los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés), hasta una muy reservada postura con tendencias defensivas y conservadoras del gigante de la región, Japón.

La Asociación Japonesa de Cooperación Internacional (JICA) registra en su oficina central en Beijing una numerosa cartera de proyectos sociales que el gobierno japonés está actualmente diseñando, patrocinando y ejecutando en China; estas actividades cubren áreas desde la educación y la salud, hasta el desarrollo de tecnologías sustentables y la capacitación de funcionarios públicos. La provincia central de Hunan es la que más beneficiada se ha visto de la loable labor de cooperación que el gobierno japonés, a través de la JICA, realiza en China.

La mayor parte de los proyectos consisten en apoyo financiero para los gobiernos locales chinos que, en conjunto con otros sectores sociales, son los encargados de ejecutar y evaluar los resultados en primera instancia. El segundo rubro en el cuál Japón está cooperando más con China es en el desarrollo de tecnología, en tercer lugar y con una presencia sumamente escueta, aparece la investigación científica. La segunda mitad de la década de los 90’s (1996 – 2000) fue la que observó el despunte más alto en los presupuestos que la JICA estaba destinando a sus proyectos.

Sin embargo, la situación comenzó a cambiar. La administración de Junichiro Koizumi (político conservador que fue ampliamente repudiado por haber hecho homenaje a los soldados japoneses en el imperialista Recinto de Yasukuni) comenzó a cortar los presupuestos.
En el 2007, la JICA había visto una disminución de un 75% de su capacidad financiera para dotar de préstamos a los proyectos de desarrollo social realizados en China. El 2006 observó una reducción de aproximadamente el 60% en la cooperación tecnológica en comparación con lo que se había hecho en 1997. Las razones y consecuencias de la desaceleración en el trabajo que la JICA emprende en China debe situarse en la creciente modificación que la geometría del poder está sufriendo en Asia Pacífico.

El ascenso de la economía china, sus millonarias reservas internacionales (que sobrepasan a las de Japón), las alianzas que este “poder blando” le está permitiendo consolidar a Beijing en Asia Pacífico y un incremento considerable en el presupuesto militar chino han prendido los focos de alerta en el gobierno y la opinión pública de Japón. Por una parte, la consolidación del mercado chino beneficia directamente a la economía japonesa, como centro exportador de capital y productos de valor agregado; sin embargo, la creciente capacidad financiera de los chinos está llevándolos a tomar otro lado de la ecuación, presentándoles la posibilidad de comenzar ellos mismos a aportar liquidez a zonas en ultramar.

Dos ejemplos ilustrativos lo demuestran: África, con las zonas económicas especiales y la infraestructura que ha estado construyendo el capital chino durante los últimos años, y América Latina, particularmente el Banco Interamericano de Desarrollo, que ya está recibiendo capitales chinos para financiarlo. En última instancia, China podría iniciar su propia Agencia de Cooperación Internacional, lo que sería una plataforma de consolidación de poder internacional innegable para la economía emergente más grande del mundo.

Ante esta situación, el gobierno japonés está poniendo en duda la “necesidad” de China como país en vías de desarrollo de recibir apoyo externo. Al mismo tiempo, los Estados Unidos (que siguen como la potencia mediadora de Asia, con todo el Comando del Pacífico estacionado desde Tokio hasta Okinawa) observan todo esto con cautela, manejando a sus dos aliados para “contener” a China: Japón y la provincia rebelde de Taiwán (que durante los últimos años se ha armado con la última generación de misiles Patriot para “defenderse” de un posible ataque de Pekín, situación que ha provocado una beligerancia latente como solamente Estados Unidos la puede crear en cualquier parte del mundo).

Conforme se suceden ciclos en los mercados internacionales, el Consenso de Beijing sigue mostrando una dureza temible para las ondas destructivas que emanan desde el filibustero y especulativo dolarcentrismo. Ante esta situación, China ha consolidado un nuevo polo de desarrollo, por lo cuál la cooperación japonesa no podría ser “necesaria” en términos reales en un mediano plazo. Sin embargo, la historia sigue definiendo el trayecto del futuro. Junichiro Koizumi alguna vez expresó que posiblemente Japón ya debería de retirar su línea de ayuda a China; a lo que el Premier Wen Jiabao contestó brillantemente que, si tal fuera la decisión del gobierno japonés, entonces deberían de recordar los políticos en Tokyo cuántas muertes provocó el ejército imperial nipón en China.

*Miguel Ángel Hidalgo es Internacionalista. Residente en China donde aprende el idioma e imparte clases de cultura y sociedad latinoamericana. Actualmente estudia la "Maestría en Desarrollo Internacional" en la Escuela de Políticas Públicas y Administración en la Universidad Qinghua en Beijing. Ha impartido conferencias sobre la economía y la sociedad China en diversas universidades de México, Estados Unidos e Indonesia. Ha pertenecido a diversos centros de investigación desde donde ha publicado. Se desempeña como especialista en asuntos Asia-Pacífico para CEINPOL.

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