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Todos sabemos que estas fechas
de celebraciones que se acercan son proclives a accidentes y a múltiples
circunstancias que demandan gran cantidad de sangre; la propia situación de
violencia social extrema que vive el País es demandante de sangre
permanentemente. Son situaciones dolorosas para todos, pero más aún para
algunas familias que necesitarán de la colaboración de los demás para que sus
seres queridos sigan viviendo. Numerosos voluntarios salvavidas, derrochando
esa generosidad y espíritu de servicio siempre están listos para, incluso,
arriesgar sus vidas para salvar a otros. Los cuerpos de seguridad también están
dispuestos.
Sólo faltan dos grandes actos de generosidad, y en
ambos el protagonista es usted. El primero es que, por favor, done sangre. Es
un acto sencillo en el que uno nada pierde, puesto que la sangre no es algo que
se gaste; la dosis de sangre que nos extraen la regenera el propio cuerpo en
poco tiempo. Y de esa sangre no se va a hacer mal uso; puede estar seguro que
sólo servirá nada menos que para conservar la vida a alguien. El segundo acto
de generosidad, es que extreme precauciones y nos honre con su existencia y su
salud después de las fiestas. Disfrute con sensatez; se supone que la sangre
que va a donar es para otros; no para usted mismo. Y... si tuviera que ser para
Usted, qué bueno que usted y otras personas generosas la habían donado.
Y después de las fiestas...
vuelva a donar sangre. Hágalo cada cierto tiempo y eduque también a su familia como donantes.
Lo ideal sería no tener que recurrir a los llamados apelando a la generosidad,
sino sentir el compromiso de solidaridad de una forma sistemática, del mismo
modo que se pueda sentir el compromiso con los ritos o preceptos de una
religión, por ejemplo; y eso es algo que se vive y se educa desde la niñez. Si
le dan una tarjeta de donante frecuente no es para obtener descuentos en
ninguna parte, sino para que pueda mirarla y sentir la satisfacción que da el
ser generoso; el orgullo de ser “héroe nacional”.
Acerca de la
Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones
en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y
Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad
profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones
fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la
segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación
nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la
conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional
estigma.
Fui la
primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer
dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La
tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y
teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del
mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia
regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes
que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos
acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente
convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o
va a ser en el futuro.
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