Así votaron los Representantes en proyecto de presupuesto conocido en al argot político estadounidense como el "cromnibus"
EE UU vuelve a
evitar ‘in extremis’ un nuevo cierre del Gobierno
La ley presupuestaria está pendiente
todavía de su aprobación en el Senado
Por Cristina F. Pereda
El
Congreso de Estados Unidos cerró el
pasado jueves por la noche una de las etapas de mayor división y frustración de
las últimas décadas. Demócratas y republicanos sacaron adelante una ley
presupuestaria que pone el broche final -no sin la tensión imprescindible del
último momento- a una legislatura marcada por la imposible conciliación entre
los miembros de uno y otro partido.
Cuando
quedaban menos de tres horas para agotar los presupuestos federales, la Cámara
de Representantes, de mayoría republicana, se embarcó en una votación para
salvar su proyecto presupuestario, pendientes del apoyo de al menos 40
demócratas. Los presupuestos, aprobados con 219 votos a favor y 206 en contra,
deberán ser ahora ratificados por el Senado y firmados por el presidente Obama, que ya ha confirmado su
respaldo.
El
episodio de este jueves recordó a anteriores enfrentamientos en los que, en los
últimos tres años, las diferencias políticas han amenazado seriamente la
viabilidad económica del Gobierno estadounidense. Pero si en anteriores ocasiones
la pugna fue entre la Casa Blanca y los republicanos, condicionados por el
sector más conservador de su partido, en esta ocasión la batalla la dio un
sector del Partido Demócrata, que consideró que el presidente estaba cediendo a
las condiciones republicanas.
Cuando
quedaban apenas tres horas para que se agoten los fondos de las arcas federales
esta medianoche, la Casa Blanca se vio obligada a desplegar su propia campaña,
intentando recabar apoyos a una ley que no ha convencido a los demócratas más
progresistas. Las dudas estallaron cuando, en la tarde del jueves, los
republicanos lograron convocar el voto en la Cámara por una mayoría de apenas
dos votos. Para proteger el correcto funcionamiento de la Administración,
también negociaron de manera paralela una ley que garantizase los fondos
durante los próximos días y evitar así un cierre completo como el de octubre de 2013.
En
medio de la tensión de las últimas horas, los protagonistas de este último
capítulo del 113 Congreso de EE UU, contaban votos en las salas del Capitolio
para asegurarse que podían sacar adelante los presupuestos. Ni los
republicanos, ni los demócratas, ni la Casa Blanca querían despertar el viernes
sin haber aprobado la legislación, pero ninguno de los tres actores en este
juego de malabares políticos sabía con seguridad que podría impedirlo.
Sobre
el tablero estaba una ley presupuestaria de más de 1.600 folios para garantizar
1,1 billones de dólares al gobierno federal hasta septiembre del año próximo.
Entre todas sus provisiones, demócratas y republicanos han encontrado razones
para el desencuentro, como la revocación de algunos aspectos de la reforma
financiera de Wall Street que impulsó Barack Obama tras
el estallido de la crisis o la ampliación del límite a las donaciones a
candidatos políticos.
“¿Para
quién trabajamos?” preguntó este jueves la senadora de Massachusetts, Elizabeth
Warren, en protesta. La demócrata lidera al bloque de legisladores de su
partido que se opone a los presupuestos por incluir lo que considera un
servicio a los “millonarios, multimillonarios y compañías gigantes con armadas
de lobbistas y
abogados”.
La
ley presupuestaria contempla revocar algunos aspectos de la reforma financiera
impulsada por Obama tras el estallido de la crisis
La
líder de la minoría demócrata en la Cámara, Nancy Pelosi, también demostró su
“decepción” al conocer el respaldo del presidente Obama a los presupuestos, a
pesar de que recortan uno de sus mayores éxitos legislativos, la ley Dodd-Frank
en la que se apoya gran parte de la recuperación económica por las regulaciones
a los grandes bancos. “Deben sentir que esta es la única manera de sacar
adelante los presupuestos”, aseguró Pelosi. “Es la única razón por la que
firmarían esta ley”.
Apenas
unas horas antes, el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, había adelantado
que Obama está listo para firmar los presupuestos, a pesar de que fueron concebidos como un castigo por su orden ejecutiva para
impedir la deportación de cinco millones de indocumentados. Y este
es el aspecto que ha unido, en su rechazo a la ley, a los políticos más
progresistas como Warren y a los más conservadores. Los miembros del Tea Party
consideran que las diferentes adiciones que han hecho los líderes republicanos
a los presupuestos no son suficientemente duras con los intereses del
presidente.
Para
lograr su apoyo, el presidente de la Cámara de Representantes y líder de la mayoría republicana, John Boehner,
ya ha hecho varias concesiones antes del jueves. La más importante de ellas es
que los presupuestos excluyen al Departamento de Seguridad Nacional, del que
dependen las agencias de inmigración. Solo se le concederán fondos hasta dentro
de tres meses, por lo que los republicanos podrán negociarlos al comienzo del
próximo año, cuando ya dispongan de mayoría de votos tanto en la Cámara como en
el Senado, gracias a su victoria en las pasadas elecciones legislativas.
El
vicepresidente Biden y el jefe de gabinete de Obama han participado con
reuniones y llamadas telefónicas, según informa el diario The
Washington Post, para sacar adelante los presupuestos e impedir que
se repita el final de año de 2012, cuando se rozó el cierre del gobierno en las
últimas horas del 31 de diciembre. Pelosi, en sus duras declaraciones de la
mañana, afirmó que los demócratas estaban siendo “chantajeados”.
Los
presupuestos pendientes de aprobación este jueves incluyen partidas como 1.300
millones de dólares para el servicio ferroviario del país, la ampliación de las
donaciones personales a políticos -el máximo queda multiplicado por diez, de
32.400 dólares a 324.000-; la asignación de casi 7.000 millones de dólares a
los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, junto con otros 5.400
millones para la lucha contra el virus del ébola, así como 1.300 millones en
ayuda militar a Egipto.
Los
republicanos han incluido en el texto también algunas condiciones defendidas
por los representantes en las últimas campañas electorales. La ley prohibiría,
por ejemplo, destinar fondos federales a financiar abortos y obligaría a las
aseguradoras a especificar claramente si la póliza contratada por una persona
cubre “servicios abortivos”. El texto es especialmente duro con la reforma sanitaria de Obama. Sin apoyos para
revocar la ley, los republicanos han optado por negarle la financiación necesaria
para implementarla, por lo que las agencias relacionadas podrían quedarse sin
fondos para su funcionamiento.
Estos
últimos apartados pueden marcar la ya difícil relación del presidente Obama con
el Capitolio, donde a partir del 5 de enero su partido será minoritario en
ambas Cámaras, reduciendo aún más su ya deteriorado margen de maniobra para
sacar leyes adelante.