En los últimos
meses el mundo entero ha vivido sobrecogido debido a múltiples acciones
terroristas en distintas ciudades del mundo, que han ocasionado gran cantidad
de víctimas, y que parecen definir una situación de guerra que al mundo le
costará cierto tiempo reconocer, porque es un tipo de guerra nada convencional,
diferente a las guerras que hemos conocido antes o que la Historia nos ha
enseñado. Diferentes formas, diferentes armas, pero, a fin de cuentas, la misma
intención, y los mismos resultados.
Aparentemente
el Estado Islámico está detrás de todas estas acciones, pero en realidad, ese
vínculo entre el Estado islámico y la autoría de algunas o bastantes de estas
acciones es un tanto confuso. El Estado Islámico tiene un ejército para hacer
la guerra a nivel local, pero no lo necesita para hacer la guerra a nivel
internacional; le bastan pequeños comandos, pequeñas células establecidas en
todas partes; le bastan incluso personas radicales aisladas, o ni siquiera eso.
Y la pregunta que surge es ¿Cómo es posible que con tan escaso recurso se pueda
hacer tanto daño y tener atemorizada a la población mundial?
En primer lugar
ha habido cierta pasividad por parte de las autoridades de distintos países
afectados, cosa entendible, dado el factor sorpresa, No es la forma tradicional
de entender la guerra, y pasará un tiempo hasta que nos demos cuenta de que se
trata de una guerra, solo que “de otra manera”. En segundo lugar, la cobertura
mediática que se da a estas acciones no pretende fomentarlas, por supuesto,
pero indirectamente lo está haciendo. No pensemos que todos nos horrorizamos
ante tales acciones; para algunas personas, cada vez más y más, dichas acciones
son vistas como heroicos actos victoriosos que tenderán a ser emulados. ¿Cómo
es posible que haya gente que lo pueda ver así? Esa es una pregunta lógica para
una mente sana y normal, pero… aquí vamos al tercer punto, el principal.
Personas
dispuestas a acabar con su vida ha habido siempre, por múltiples razones,
normalmente razones personales. Actualmente, además de razones personales, hay
cada vez más razones sociales. Personas que cada vez se sienten más segregadas,
desplazadas y marginadas por cuestiones raciales, culturales, o de personalidad;
personas crecidas en ambientes desestructurados, con o sin medios económicos,
pero sin valores sólidos, y sin un sentido de vida o un ideal que perseguir;
personas, además, desengañadas de gobernantes y políticos corruptos y sin
respuestas ni propuestas; personas jóvenes casi siempre buscando ideales que no
encuentran (los más adultos manejan estas cosas de otra manera); personas que
permanente ven, a través de los medios de comunicación y de las redes sociales,
lo “felices” que son todos los demás, y ellas no se sienten identificadas. Personas,
en definitiva, sin control de la frustración, en las que germina un odio hacia
esa sociedad en la que no encajan, o que, simplemente no es como ellos quieren.
Tradicionalmente,
las personas dispuestas a acabar con su vida se disparaban un tiro en la
cabeza, se tiraban desde un puente, o ingerían doscientas pastillas. Ahora parecen
haber descubierto que no es difícil morir matando, y cada vez más eligen ser
abatidos por las fuerzas de seguridad después de haber hecho mucho daño a la
sociedad a la que odian. ¿Y qué tiene que ver todo esto con una guerra, o con
el Estado islámico? Pues que el Estado Islámico es quien representa hoy por hoy
esa guerra contra Occidente, esa intención de dañar o destruir la sociedad
occidental. Por eso hay bastantes jóvenes occidentales que inexplicablemente
van a unirse a sus filas, a veces directamente; a veces actuando en solitario y
sin un vínculo directo, pero respondiendo al llamado del IS de hacer todo el
daño posible a la sociedad occidental.
La supuesta
radicalización de estos jóvenes no es real, sino solo aparente. Normalmente ni
practican ni siquiera casi conocen el Islam, aun cuando en bastantes casos son
de origen musulmán. La radicalización de estos jóvenes no es hacia el Islam,
sino en contra de la sociedad occidental que les hace daño. A veces incluso
actúan de forma totalmente independiente y sin responder al llamado del Estado
Islámico (les llaman lobos solitarios), y el estado Islámico simplemente saca
provecho de sus acciones para hacer pública su fortaleza; por eso digo que el
vínculo del IS con muchas de estas acciones terroristas es confuso.
Pero aún hay
más. Estas personas sin valores sólidos, con baja autoestima y nulo control de
la frustración son tremendamente susceptibles al protagonismo y a la fama que
ofrecen los medios de comunicación. A sus ojos importa solo la fama y el
protagonismo, aunque sea solo un momento de “gloria” (confunden fama con
gloria); no importan las razones o los méritos para conseguirlo. Por ello tanta
gente se desnuda o hace tantas estupideces por ese “momento de gloria”. Cuando
alguien está dispuesto a acabar con su vida, hacerlo a la manera tradicional
resulta absolutamente intrascendente; haciéndolo mediante terrorismo consigue
al mismo tiempo devolver a la sociedad ese daño que siente que ha recibido de
ella, y crear su “momento de gloria”, su granito de arena en la historia. Esto
es algo que tenderá a generar más y más víctimas en el futuro próximo, y a tener
en vilo a las sociedades occidentales y a sus fuerzas de seguridad, como si de
una guerra se tratara.
Acerca de la Dra. Mendoza
Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y
Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas
en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993,
en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el
ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la
colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en
ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la
necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra
infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas
especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también
con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir,
Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador.
He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la
atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de
reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El
Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008
resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional
con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido
establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a
distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo
cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque
esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en
ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos.
Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la
prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y
dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de
experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el
desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy
fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió
en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se
independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental
que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.