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sábado, 13 de junio de 2015

Dictadura: un sistema vigente de gobierno perfeccionado por algunos

Tomado de BBC Mundo

¿Desaparecerán algún día los dictadores?


Por Rachel Nuwer
Los ciudadanos que viven en democracia a menudo asocian las dictaduras a la represión, el abuso de los derechos humanos, la pobreza y los disturbios.
De hecho, esos sistemas de gobierno han costado incontables vidas, incluyendo las de los 49 millones de rusos que murieron bajo el régimen de Joseph Stalin y las de llos más de tres millones de camboyanos que fallecieron durante el mandato de Pol Pot, líder de los Jémeres Rojos.

Dadas estas estadísticas, terminar con la dictadura de una vez por todas parecería un objetivo global.
¿Pero es eso probable? ¿Y cómo podrían cambiar las cosas para este tipo de líderes en el futuro?


Los términos "dictador" y "dictadura" pueden ser, por supuesto, subjetivos; incluso peyorativos.

En el mundo académico, sin embargo, tienen definiciones objetivas y medibles.

En Camboya, Pol Pot fue responsable de la muerte de miles de sus compatriotas.
Según Natasha Ezrow, profesora del departamento de gobierno en la Universidad de Essex, Reino Unido, la mayoría de los expertos que comienzan a estudiar las dictaduras lo hacen a partir de una definición simple.

"Cuando no hay rotación en el poder ejecutivo, entonces es una dictadura", dice.


Esto significa que las dictaduras se construyen en torno a un individuo que estableció un culto a la personalidad, un solo partido de gobierno o una oligarquía militar.
Aunque las dictaduras –como las ven los investigadores– suelen también tener otras características.
A diferencia de los monarcas, quienes provienen de un muy pequeño grupo de personas –normalmente una familia real–, los dictadores pueden ser elegidos de entre una mayor porción de población.

Sin embargo, la coalición ganadora suele ser muy pequeña y, de igual forma, suele depender de relativamente poca gente para mantenerse en el poder.
Como comparación, en Reino Unido el partido ganador suele necesitar del apoyo del 25% de la población y en Estados Unidos del 30%. Pero en algunos países el número de personas que realmente tienen algo que decir sobre quién se queda en el poder puede ser tan reducido como unos cuantos cientos.


Las dictaduras pueden o no incluir algún grado de terrorismo de Estado, pero de acuerdo a los investigadores casi siempre implican confabulación,especialmente la apropiación de fondos estatales para una selecta camarilla de amiguetes. 
Los dictadores deben conservar el apoyo de unas pocas personas para mantenerse en el poder o enfrentar la posibilidad de un golpe. En la foto, un niño frente a una estatua derribada del mandatario ganés Kwame Nkrumah, derrocado en 1966.
"Cuando necesitas el apoyo de unas pocas personas para permanecer en el poder, entonces la forma más eficiente de gobernar suele ser a través de la corrupción, el soborno, el chantaje, la extorsión, etcétera", dice Bruce Bueno de Mesquita, profesor de política de la Universidad de Nueva York, EE.UU.
"Puedes hacer que un pequeño grupo de gente te sea leal pagándole muy bien".

Así, un dictador que emplea estas técnicas no trabaja en beneficio de una población mayorsino para favorecer a un puñado de personas de quien él –históricamente siempre ha sido un hombre– depende para seguir teniendo el control.

"Este mal comportamiento no es una patología inherente a las personas, ni se debe a la mala suerte de tener líderes psicópatas", explica Bueno de Mesquita. "Es porque la estructura política induce a esos comportamientos".

Incluso después de pagar a los compinches, siempre habrá una gran cantidad de dinero que manejar y esa es la que de verdad pone a prueba el carácter del dictador, de acuerdo a académicos como Bueno de Mesquita.
Y es que el dictador podría apropiarse del dinero o podría usarlo para mejorar la vida de los ciudadanos.
Pero incluso si optara por la segunda alternativa –muchos dictadores lo hacen–, esto tampoco significa que las cosas vayan a ir bien.

Tener unas intenciones genuinamente buenas para la sociedad no se traduce automáticamente en tener buenas ideas para implementar estas intenciones, tal como algunos demostraron de forma desastrosa.

En sus intentos de mejorar el bienestar de los ciudadanos, algunos de estos líderes autoritarios lo empeoraron. "Así que las dictaduras podrían funcionar, pero apostar por ellas es muy arriesgado", señala Bueno de Mesquita. 
En Brasil, Getulio Vargas disolvió el Congreso y prohibió los partidos en 1937, para ser derrocado en 1945. Pero regresó al poder con el voto popular unos años después.
"Es fácil ser cleptocrático y mucha gente tiene ideas realmente malas".
Además de los anteriores, los investigadores identifican otro problema común asociado a estos sistemas de gobierno.

Los dictadores no son malos por definición, pero muchos comparten unos rasgos de personalidad particulares y desafortunados; delirios de grandeza o falta de empatía, por ejemplo.

"Probablemente la oferta de trabajo de dictador apela a la gama más desagradable de nuestra especie: los narcisistas", dice Steven Pinker, profesor de psicología de la Universidad de Harvard, en EE.UU.

Por lo tanto, vivir bajo una dictadura podría tener muchos inconvenientes.
Y más gobiernos de los que piensas podrían ser etiquetados como dictaduras, de acuerdo a la definición académica.
De hecho, Freedom House, una organización no gubernamental con sede en Washington, EE.UU., que investiga y promueve la democracia, calcula que cerca de dos tercios de la población mundial vive bajo una dictadura y que 2.000 millones de personas sufren un gobierno opresivo.

Además, el organismo asegura que a díade hoy persisten 106 dictaduras y dictaduras parciales, lo que representa el 53% de las naciones del mundo.

Mussolini gobernó constitucionalmente hasta 1925, cuando se hizo dictador.
Los factores causales que dan lugar a estos sistemas no han cambiado mucho con los siglos.
Algunos de los primeros se establecieron en la Roma Clásica en situaciones de emergencia.
"A un individuo como Julio César, por ejemplo, se le daba mucho poder para ayudar a una sociedad a hacer frente a una crisis. Y una vez superada la situación, se suponía que debía abandonar el poder", explica Richard Overy, un historiador de la Universidad de Exeter, Reino Unido.
"Pero por lo general no solían estar dispuestos a renunciar a él", añade.
Y sentencia: "No creo que hayamos visto el fin de las dictaduras, como no hemos visto el fin de las guerras".
Pero así como la violencia en su conjunto ha disminuido a través de la historia, también lo ha hecho el número de dictaduras desde 1970, cuando cayeron los regímenes de América Latina y Europa de Este.
Aunque hay ondulaciones: el colapso de la Unión Soviética estuvo acompañada de un declive de las dictaduras, pero ahora muchos de los países que entonces pertenecían a la unión están dando pasos en dirección a esa forma de gobierno.
En general, sin embargo, los regímenes autoritarios son más escasos que en el pasado.
El colapso de la Unión Soviética estuvo acompañada de un declive de las dictaduras en Europa del Este.

"Es más difícil justificar las dictaduras hoy, en parte porque todo el mundo está bajo la mirada de los medios de comunicación", dice Overy.

Como consecuencia, al menos algunos de estos regímenes podrían tener los días contados; especialmente si están contribuyendo a los problemas económicos internos.

"Cuando estás operando en una economía que está perpetuando tu colapso, tus partidarios se ponen nerviosos porque piensan que nos vas a poder ayudarlos, así que empiezan a buscan qué comprar alrededor", dice Bueno de Mesquita.

Y estas situaciones resultan a veces en golpes militares, agrega, lo que tiende a empujar a los países en una dirección más positiva para el bienestar de los ciudadanos, al menos en base a ejemplos del pasado.

Algunas dictaduras, sin embargo, no muestran señales de agrietamiento.

"Lo que tenemos ahora son, en gran medida, dictaduras extremadamente duraderas", indica Erica Chenoweth, profesora asociada de estudios internos de la Universidad de Denver, EE.UU. "Las que persisten son las que perfeccionaron el arte".
Las dictadoras suelen venir acompañadas de una buena dosis de adoctrinamiento.
Por ejemplo, algunos gobiernos de África y de Medio Oriente que encajan en la definición de dictadura son lo suficientemente saludables como para perpetuar su existencia.
"En África ha habido más de un impulso hacia la democracia, pero el hecho de tener recursos como diamantes, petróleo y minerales no solo crea inestabilidad, sino que el gobierno los utiliza para comprar a gente", dice Ezrow.
"Mientras tanto, en Medio Oriente no ha habido mucha presión para que estos sistemas se vuelvan democracias, ya que son estables y otros quieren que sigan siendo así", añade.

Y es que otra de las razones por la que las dictaduras persisten o por la que nacen nuevas es que la propia democracia las puede propiciar.


"La gente tiene la ingenua noción de que las democracias están interesadas en promover la democracia", explica Bueno de Mesquita. "Pero eso no cierto, y no lo es por muy buenas razones".

A Julio César se le daba mucho poder para ayudar a una sociedad a hacer frente a una crisis. Y entonces se suponía que debía abandonar el poder.

El trabajo fundamental de los líderes democráticos, explica el experto, es implementar políticas que beneficien a sus votantes, no a otros países.

Y como los líderes dictatoriales necesitan pagar a sus compinches, los líderes democráticos a menudo suelen descubrir que pueden simplemente pagar a estos para hacer lo que quieran.

Es una situación ganadora para el dictador, quien necesita dinero, y para el demócrata, quien necesita que sus políticas satisfagan a sus electores.

Así que, mientras es imposible predecir dónde nacerán los sistemas autoritarios y dónde persistirán durante mucho tiempo, lo que es casi seguro es que nos acompañarán siempre.

"Creo que cada país tiene cierto riesgo de convertirse en una dictadura", advierte Chenoweth.

¿Pero es una mala democracia mejor que una dictadura humana?

No hay pruebas de que el deseo de libertad y democracia sea innato en la naturaleza humana, dice Ezrow.

Al contrario de la creencia popular occidental, este sistema no es necesariamente malo para toda la gente y todos los países.

No todas las dictaduras terminan con miseria y no todos quieren vivir en una democracia.
"Una democracia mala podría ser peor que una dictadura humana", reconoce en ese sentido Pinker.

No hay pruebas de que el deseo de libertad y democracia sea innato en la naturaleza humana, dice Ezrow.

Siempre y cuando la calidad de vida siga siendo alta y a los ciudadanos se les permita vivir sus vidas como lo desean, estos podrían ser completamente felices bajo una dictadura.
Algunos incluso se vuelven nostálgicos del régimen autoritario cuando cae.
"Cuando era más joven, cuando estudiaba en la universidad, suponía que todo el mundo quería vivir en democracia", recuerda Ezrow.
"Pero si nos fijamos en las encuestas llevadas a cabo en algunos países bajo regímenes autoritarios, la gente es feliz", señala.

En otras palabras, el fin de las dictaduras podría no ser el ideal para todos.

Mientras los líderes eviten las trampas inherentes a este modo de gobierno y tomen en cuenta los deseos de sus ciudadanos, las dictaduras sólo serán un enfoque distinto a la hora de regir un país; uno que valora el orden por encima de las libertades individuales.

Como dice Ezrow: "Algunas culturas podrían simplemente preferir la seguridad y la estabilidad que la libertad".

domingo, 23 de marzo de 2014

Primera Dama peruana el verdadero poder tras el trono de su país

Tomado de Revista Semana

 

El poder detrás del trono en el Perú


Nadine Heredia no solo es la mujer de Ollanta Humala, pues muchos sostienen que ella es quien lleva las riendas.


No es raro que en un país como Perú el Congreso no respalde al presidente. Lo que sí es extraño es que la razón principal sea su mujer. Nadine Heredia se ha convertido en la primera dama más poderosa de su país y muchos la ven como la cabeza de gobierno. En las calles la llaman “presidenta Nadine”.

y en el Palacio de Pizarro sobran los rumores de que puertas adentro, ella es la que manda. Si antes Perú se sentía gobernado por una mujer, ahora no parecen caber dudas. Luego de renovar su gabinete por quinta vez en dos años y medio, esta semana Ollanta Humala se enfrentó a un Congreso incrédulo de su autoridad. Aunque finalmente logró el voto de confianza del Parlamento, las dudas frente a su esposa no se han disipado. Mientras tanto, Nadine sonríe ante las cámaras, le susurra al oído a Humala y evade los micrófonos. 

Para muchos, o por lo menos para algunos sectores del Congreso, Nadine no solo es la esposa del presidente. Es tambi
én una amenaza frente a la ‘institucionalidad’ del país, pues el Ejecutivo no parece ponerle límites. En el último mes, Heredia ha cumplido públicamente funciones del presidente del Consejo de Ministros y algunos miembros del nuevo gabinete de Humala fueron reclutados por ella. Para completar las sospechas, el presidente ha empezado a llamarla la ‘compatriota’, lo que da la impresión de que su rol dentro del gobierno es todo menos secundario. El problema es hasta qué punto el protagonismo de Heredia le favorece a Humala, porque aunque es cierto que el liderazgo de una primera dama puede favorecer la imagen del presidente, nunca debe opacarla. 

Pero es evidente que la voz de Nadine tiene mas eco que la de Humala. Cuenta con m
ás de 652.000 seguidores en Twitter y un canal propio en YouTube que ya supera las 38.000 visitas. Además, después de dos extranjeras en el cargo, como lo eran la belga Eliane Karp de Toledo y la argentina Pilar Nores Martínez de García, el país se entusiasmó con el regreso de una peruana al Palacio de Pizarro. Tanto así, que más de una vez han llegado a pedirle que se pronuncie antes que el propio Humala, dando la impresión de que se trata de un gobierno de dos cabezas. “Es mejor gobernar como familia que solo” dijo el presidente hace poco en una entrevista. 

A sus 37 a
ños, Heredia es la mujer más poderosa de Perú. Fue cofundadora del Partido Nacionalista Peruano y desde finales de 2013 su presidenta. El hecho de que sea la cabeza del partido le otorga facultades nunca antes vistas para una primera dama. No solo porque tiene funciones ilimitadas, sino además porque puede nombrar a los miembros de su comité político. Y aunque no hay nada de malo en su elección pues no viola la Ley de Partidos, el país no parecía estar del todo contento con su nombramiento. Hay quienes creen que Heredia se aprovecha de su nuevo rol para hacer proselitismo político y abonar terreno para las elecciones presidenciales de 2016. Sin embargo, la ‘primera dama-presidenta’, como también la llaman, niega que se trate de un plan de ‘reelección conyugal’: “Yo conozco mi lugar y sé que es al lado de Ollanta apoyándolo, nunca adelante.”

Por ahora el verdadero prop
ósito de Heredia es un enigma. Nadie sabe qué es lo que sigue para el ‘cerebro político’ detrás del presidente. Si entre sus planes está lanzarse. Como le dijo a SEMANA Santiago Pedraglio, académico de la Universidad Católica de Perú “El problema reside en el debate legal que su candidatura abriría porque aunque la Constitución no impide que una primera dama sea candidata a la Presidencia, la ley electoral sí lo hace.” Muchos creen que esperará hasta 2021, para así evitar acusaciones de nepotismo. Lo grave es que el oficialismo no tiene un reemplazo convincente y ahí entra Heredia a completar el rompecabezas. 

Junto a Cristina Fern
ández de Kirchner en Argentina, Rosario Murillo en Nicaragua y Xiomara Castro en Honduras, Nadine se sumaría al creciente fenómeno de primeras damas poderosas en América Latina. Lo anterior confirma que el ‘efecto K’, como se le conoce al matrimonio presidencial del Kirchnerismo, ha salpicado a otros países de la región. Por eso cuando se llega a la obvia pregunta de si tiene planes de seguir los pasos de su esposo, Nadine solo sonríe. Pero a veces una sonrisa vale más que mil palabras.

martes, 2 de julio de 2013

Los huevos de Fabergé continúan siendo símbolos de poder en Rusia

Tomado de BBC Mundo
Los huevos de Fabergé otra vez símbolos de poder en Rusia

Por Stephen Smith

En los anales de la locura humana, es dudoso que en alguna otra ocasión se haya derrochado sangre y dinero por algo tan fabuloso y frívolo como los huevos de Fabergé.

La historia de estos tesoros adornados con diamantes, los glorificados huevos de Pascua de los zares de Rusia, es una de poder imperial, revolución y asesinato.

El joyero y empresario Carl Fabergé diseñó sus epónimos huevos de gemas y metales preciosos en su taller de San Petersburgo.

Los exquisitos huevos eran regalos de Pascua para los miembros de la familia del zar de Rusia.

El primero de ellos se lo dio el zar Alejandro III a su esposa, la emperatriz Maria Fyodorovna, en la Pascua de 1885, y empezó una tradición anual que su hijo Nicolás II continuó, regalándole huevos a su madre y su esposa cada Domingo de Pascua.

De los aproximadamente 50 huevos hechos para la familia imperial entre 1885 y 1916, 42 han sobrevivido.

En una bóveda en el sur de Londres, posé mis ojos en cuatro de los llamativos adornos, que se hicieron exclusivamente para un gobernante que era uno de los hombres más poderosos de la Tierra.

La última vez que un huevo salió al mercado, en 2007, se vendió por casi US$14 millones.

Así que al tocarlos, rogaba para que no se me resbalaran de las manos.

Sorpresa escondida


Los adornos que estaba manoseando torpemente pertenecen a Viktor Vekselberg, un magnate del petróleo y el gas que tiene una fortuna estimada en US$18 mil millones y es a menudo descrito como el hombre más rico de Rusia.

Exquisitamente adornados por fuera, y con sorpresas por dentro.

En 2004, pagó US$100 millones por nueve huevos imperiales, apenas uno menos que colección más grande de 10 que está en el Museo la Armería del Kremlin, en Moscú.

Encantado con las sorpresas que escondían los huevos -uno se partió en dos para mostrarme una réplica en miniatura de un carruaje- empecé a entender por qué plutócratas como Vekselberg se dejan seducir por las insuperables alhajas del zar.

Cuando a principios del siglo XX las cosechas fracasaron y el hambre acechaba el vasto imperio del zar, los cada vez más adornados huevos que se presentaban en la corte eran el premio de consolación de la historia para una dinastía que estaba irremediablemente fuera de contacto con la realidad.

Ni Fabergé ni sus suntuosas mercancías protegieron a los Romanov de su trágico final.

Se dice que tras la Revolución rusa, las mujeres Romanov cosieron los huevos en sus vestuarios para que no se los robaran y que las balas del pelotón de fusilamiento bolchevique rebotaban sin dañarlos. Pero los adornos no las protegieron de las bayonetas.

Vendido a Occidente


Los huevos, cada vez más sobrecargados, llegaron a ser un símbolo de un gobernante alejado de la realidad.

En cuanto al propio Fabergé, uno de los hombres más perspicaces que haya fijado la mirada a través de una lupa de joyero, fue denunciado públicamente como un "especulador".

Huyó a Europa occidental, con casi nada que mostrar de sus años como el preferido del zar. A su hijo, Agatón, le fue peor. Lo expulsaron de su mansión en las afueras de San Petersburgo y lo encarcelaron en el Kremlin, donde lo obligaron a valorar el tesoro de los Romanov y su corte, para una venta de liquidación a los especuladores occidentales.

Y es ahí donde la historia de Fabergé y sus magníficos y ridículos adornos podría haber terminado, si no fuera por la embriagadoramente mórbida combinación de joyas excepcionales manchadas con sangre imperial.

La procedencia de los regalos de Pascua les hacía irresistibles para hombres como el rico coleccionista estadounidense Malcolm Forbes, fundador de la revista Forbes. Adquirió los nueve huevos que, tras su muerte, llegaron volando a las manos de Vekselberg.

Vekselberg me concedió una rara entrevista en Moscú para hablar de su colección y su plan de retornar los huevos a la "Madre Rusia"; los cuatro que he toqueteado en Londres se encontraban en tránsito entre exposiciones.

La vuelta de la elite


Comencé por preguntarle si pensaba que valía la pena gastar tanto dinero en nueve huevos imperiales.

"Si me pregunta cuál es la valoración de los bienes, cuál es el precio real, para mí es muy difícil decirlo", respondió.

Éste fue el primer huevo. De los casi 50 hechos, 42 sobrevivieron.

Cuando le mencioné el hecho de que su compatriota ruso, el magnate Roman Abramovich, había decidido gastar millones en un equipo de fútbol británico -el Chelsea-, dijo: "Yo no veo nada negativo en que cualquier rico, ruso o no, compre de un club de fútbol... ¿por qué no?".

Pero él prefiere invertir en huevos de Fabergé que en fútbol y dice que los huevos no son trofeos personales, sino parte de la herencia de su país. Y un orgullo.

"Los huevos de Fabergé son parte de la historia de Rusia y de la cultura rusa", señaló.

Vekselberg ha creado una fundación cultural llamada Link of Times (o Vínculo de los Tiempos, en español), y uno de sus objetivos repatriar los bienes culturales perdidos por Rusia en el siglo XX.

Cerrando el círculo


El regalo para la zarina en 1898, con retratos miniatura su esposo y dos hijas que salen al apretar una perla.

Muchas de las obras de arte de la Rusia presoviética que Vekselberg colecciona fueron despreciadas como "los juguetes de la clase dominante". Pero ahora son vistas como parte de la herencia legendaria de un Estado ruso que está redescubriendo su historia.

Le pregunté a Vekselberg si el presidente ruso Vladimir Putin le había dado las gracias por comprar huevos de Fabergé.

"Sí, fue emocionante para nuestro presidente y muy importante que un ciudadano ruso trajera esta gran colección", aseguró.

"Rusia tiene una gran historia, con una gran cantidad de artefactos, una gran cultura, y esto es parte de ello", añadió.

Pero la ironía de la historia no le pasa desapercibida. Hoy, otra vez, una élite rica y remota domina en Moscú.

"Si se compara con la situación de Rusia durante la época socialista, hace 25 años, todo el mundo era, por supuesto, igual... Rompimos un sistema y acabamos de empezar a trabajar en uno nuevo", señala Vekselberg.

"Por supuesto que hay algunos resultados negativos por la transición: hay una gran diferencia entre un pequeño grupo de hombres ricos y la mayor parte de la población, que no son tan ricos. Pero esto es un proceso y creo que esta brecha se reducirá".

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Es también una historia de la ambición y las incalculables riquezas de los nuevos gobernantes y oligarcas rusos.