"Este COENA no margina a ningún arenero que desee trabajar duro, con mística y patriotismo; este COENA ve hacia adelante, no hacia atrás, suma, no resta, quiere unir, no desunir; nuestro compromiso es institucionalizar y fortalecer el Partido, porque El Salvador necesita de instituciones fuertes y bien organizadas". Discurso de Alfredo Cristiani en su reciente visita a Cabañas.
Habría que empezar el presente artículo señalando que es una situación normal y saludable, el que después de un proceso eleccionario se dé el relevo de las dirigencias partidarias, sobre todo en aquellos institutos políticos que no obtuvieron los resultados esperados. Desafortunadamente, este proceso normal, es aprovechado por grupos de poder al interior de los partidos políticos para hacerse del mismo o en otros casos para recuperar feudos y afianzar posiciones para sus intereses personales y de grupo con vistas a los siguientes procesos electorales.
La experiencia ha demostrado que el quedarse con la posesión de la marca de partido es muy importante y por lo tanto es el botín perseguido por los diferentes bandos en todos los conflictos intestinos partidarios, aunque en el nuevo escenario político salvadoreño podría no tener la misma importancia que en el pasado, ya que se está dando una apertura en la mentalidad del electorado con tendencia a romper con dogmatismos, miedos y tradiciones políticas.
Los conflictos visibles y los no visibles dentro de los diferentes institutos políticos, así como sus causas, sus métodos, la intensidad con que se desarrollan, las manipulaciones de personas, de estatutos y de las bases son un reflejo de un sistema caduco y agotado, el cual está obligado a evolucionar. Más que un cambio de dirigencias o un mero relevo generacional es imperativo remozar pensamientos y métodos de hacer política.
El sistema político salvadoreño debe avanzar hacia un sistema más pluralista donde se permita una mayor participación política que no obligue a los ciudadanos a inscribirse en un partido político para aspirar a un cargo de elección popular y que en las elecciones para diputados, alcaldes y presidentes no se vote por banderas sino por candidatos.
Los acontecimientos surgidos en El Salvador después del 1 de Junio de este año, reflejan un nuevo escenario político, en el cual hay un desplazamiento del electorado hacia el centro,tanto desde la derecha como desde la izquierda. ARENA y el FMLN, bajo la conducción de sus dirigencias actuales, se ubican en este nuevo escenario como los representantes de los extremos del espectro político.
Sin proponérselo, con sus acciones recientes, el FMLN cada vez más en contra del presidente Funes y en el caso de ARENA expulsando a Tony Saca, han creado las condiciones propicias para que se dé un relevo generacional en la política salvadoreña que la conduzcan a una nueva dimensión.
Esta visión generalizada es producto de que sus dirigencias o más específicamente las personas que toman las decisiones en los diferentes partidos, son actores desde tiempos del conflicto armado y que en la práctica han demostrado que su mentalidad no ha evolucionado acorde a los nuevos tiempos.
En la coyuntura actual se da la oportunidad para que se fortalezca una posición política moderada o centrista, la cual tiene como caras más visibles en los movimientos progresistas en la izquierda a Mauricio Funes y en la derecha, con mucha más convulsión hoy por hoy, a Tony Saca.
Cristiani al igual que Sánchez Cerén tienen el poder dentro de sus partidos para castigar, desacreditar o expulsar a quien los contradiga, pero no gozan del favor del pueblo para quitarles el capital político, entendiendo este como popularidad, a sus principales obstáculos, Saca y Funes. Para intentar reducirles su popularidad Cristiani y Sánchez Cerén tendrían que intensificar su campaña confrontativa en contra de estos líderes lo cual en el corto y mediano plazo les sería contraproducente.
Siempre han existido luchas de grupos de poder dentro de todos los partidos políticos. Durante la presidencia de Saca, Cristiani estuvo siempre en contra de la conducción de éste, sin embargo, en una posición lógica no fue expulsado, lejos de eso se le defendió institucionalmente de los constantes ataques de los que todavía es objeto.
La publicitada renovación de ARENA, con Cristiani al frente se reduce a un cambio de un grupo de poder, integrado por gente proveniente de la clase media, por otro grupo de poder presidido por alguien del gran capital.
Queda demostrado que la manipulación de estatutos y estructuras más temprano que tarde acarrean problemas, Cristiani ha logrado resolver la parte institucional obligando a sus correligionarios que lo adversan a tomar cualquiera de los siguientes tres caminos: a someterse a él, a apartarse “voluntariamente” del partido o a expulsarlos. Es evidente que estas tres opciones son típicas en una dictadura ya sea partidaria o de país, los ejemplos sobran.
Se le ha reconocido al Presidente Cristiani como una de sus principales fortalezas su capacidad negociadora. Habría que preguntarse por qué si se fue capaz de negociar la paz con los entonces enemigos políticos que habrá faltado y sobrado ahora en esta diferencia entre hermanos. Aunque a veces se elaboren tesis de respuestas complicadas la respuesta es muy simple, VOLUNTAD e INTERESES.
Qué significa para el tinglado político salvadoreño la expulsión de Saca
La expulsión de Saca es un retroceso para ARENA, ya que su dirigencia evidencia intolerancia a la diversidad de opiniones y una tendencia a la verticalidad y al autoritarismo que son elementos que claramente van en contra de los conceptos democráticos.
La posición de ARENA se debilita y se empantana en la confrontación, generando una mayor dificultad para crear consensos en detrimento de la tan necesaria gobernabilidad que requiere un país, sobre todo en un momento de crisis económica.
Por su parte Saca con su expulsión de ARENA queda liberado de la influencia de poder de los grandes grupos económicos, de las cargas dogmáticas y sobre todo del compromiso de facturas políticas que estaba obligado a pagar estando dentro de ARENA. Mismas cargas que durante su presidencia no le permitieron profundizar en las reformas sociales y fiscales que implementó, las cuales fueron boicoteadas desde el interior del partido por las mismas fuerzas que ahora lo expulsan.
La dirigencia de ARENA por atender la lucha intestina se ha desenfocado de los temas de interés nacional situación que beneficia ampliamente al FMLN. Por ahora los temas importantes como son: los masivos despidos de empleados de gobierno por criterios políticos ideológicos, la discusión del paquete fiscal, la profundización de la crisis económica, el auge de la delincuencia y la alineación pública del FMLN a la posición de Chávez ha quedado relegada en la agenda del COENA a un lugar que claramente no es prioritario, lo que refleja una falta de interés por los problemas de las mayorías privilegiando los intereses de los reducidos grupos de poder.
Pienso que los salvadoreños en general debemos dejar la cómoda posición de meros espectadores y expresarnos por diferentes medios, a fin de que la clase política reciba una retroalimentación de sus mandantes. No obstante debemos entender que nuestros comentarios son opiniones compartidas que no pretenden gozar del monopolio de la verdad y que se limitan a un punto de vista personal.
Deseo terminar adoptando la frase de mi amigo José Alfredo Ávila, la cual creo que refleja el sentir de muchos salvadoreños y salvadoreñas:
Si bien es cierto que estoy en contra del socialismo del Siglo XXI, tampoco estoy a favor de la oligarquía del Siglo XX