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martes, 15 de abril de 2014

Leonardo Da Vinci su vida, su obra, sus aportes

Texto tomado de Biografía y Vidas


Nació en 1452 en la villa toscana de Vinci, hijo natural de una campesina, Caterina (que se casó poco después con un artesano de la región), y de Ser Piero, un rico notario florentino. Italia era entonces un mosaico de ciudades-estados como Florencia, pequeñas repúblicas como Venecia y feudos bajo el poder de los príncipes o el papa. El Imperio romano de Oriente cayó en 1453 ante los turcos y apenas sobrevivía aún, muy reducido, el Sacro Imperio Romano Germánico; era una época violenta en la que, sin embargo, el esplendor de las cortes no tenía límites.

A pesar de que su padre se casó cuatro veces, sólo tuvo hijos (once en total, con los que Leonardo acabó teniendo pleitos por la herencia paterna) en sus dos últimos matrimonios, por lo que Leonardo se crió como hijo único. Su enorme curiosidad se manifestó tempranamente, dibujando animales mitológicos de su propia invención, inspirados en una profunda observación del entorno natural en el que creció. Giorgio Vasari, su primer biógrafo, relata cómo el genio de Leonardo, siendo aún un niño, creó un escudo de Medusa con dragones que aterrorizó a su padre cuando se topó con él por sorpresa.

Consciente ya del talento de su hijo, su padre lo autorizó, cuando Leonardo cumplió los catorce años, a ingresar como aprendiz en el taller de Andrea del Verrocchio, en donde, a lo largo de los seis años que el gremio de pintores prescribía como instrucción antes de ser reconocido como artista libre, aprendió pintura, escultura, técnicas y mecánicas de la creación artística. El primer trabajo suyo del que se tiene certera noticia fue la construcción de la esfera de cobre proyectada por Brunelleschi para coronar la iglesia de Santa Maria dei Fiori. Junto al taller de Verrocchio, además, se encontraba el de Antonio Pollaiuollo, en donde Leonardo hizo sus primeros estudios de anatomía y, quizá, se inició también en el conocimiento del latín y el griego.

Juventud y descubrimientos técnicos


Era un joven agraciado y vigoroso que había heredado la fuerza física de la estirpe de su padre; es muy probable que fuera el modelo para la cabeza de San Miguel en el cuadro de Verrocchio Tobías y el ángel, de finos y bellos rasgos. Por lo demás, su gran imaginación creativa y la temprana maestría de su pincel, no tardaron en superar a las de su maestro: en el Bautismo de Cristo, por ejemplo, donde un dinámico e inspirado ángel pintado por Leonardo contrasta con la brusquedad del Bautista hecho por Verrocchio.

El joven discípulo utilizaba allí por vez primera una novedosa técnica recién llegada de los Países Bajos: la pintura al óleo, que permitía una mayor blandura en el trazo y una más profunda penetración en la tela. Además de los extraordinarios dibujos y de la participación virtuosa en otras obras de su maestro, sus grandes obras de este período son un San Jerónimo y el gran panel La adoración de los Magos (ambos inconclusos), notables por el innovador dinamismo otorgado por la maestría en los contrastes de rasgos, en la composición geométrica de la escena y en el extraordinario manejo de la técnica del claroscuro.

Florencia era entonces una de las ciudades más ricas de Europa; sus talleres de manufacturas de sedas y brocados de oriente y de lanas de occidente, y sus numerosas tejedurías la convertían en el gran centro comercial de la península itálica; allí los Médicis habían establecido una corte cuyo esplendor debía no poco a los artistas con que contaba. Pero cuando el joven Leonardo comprobó que no conseguía de Lorenzo el Magnífico más que alabanzas a sus virtudes de buen cortesano, a sus treinta años decidió buscar un horizonte más prospero.

Primer período milanés

En 1482 se presentó ante el poderoso Ludovico Sforza, el hombre fuerte de Milán por entonces, en cuya corte se quedaría diecisiete años como «pictor et ingenierius ducalis». Aunque su ocupación principal era la de ingeniero militar, sus proyectos (casi todos irrealizados) abarcaron la hidráulica, la mecánica (con innovadores sistemas de palancas para multiplicar la fuerza humana), la arquitectura, además de la pintura y la escultura. Fue su período de pleno desarrollo; siguiendo las bases matemáticas fijadas por León Bautista Alberti y Piero della Francesca, Leonardo comenzó sus apuntes para la formulación de una ciencia de la pintura, al tiempo que se ejercitaba en la ejecución y fabricación de laúdes.

Estimulado por la dramática peste que asoló Milán y cuya causa veía Leonardo en el hacinamiento y suciedad de la ciudad, proyectó espaciosas villas, hizo planos para canalizaciones de ríos e ingeniosos sistemas de defensa ante la artillería enemiga. Habiendo recibido de Ludovico el encargo de crear una monumental estatua ecuestre en honor de Francesco, el fundador de la dinastía Sforza, Leonardo trabajó durante dieciséis años en el proyecto del «gran caballo», que no se concretaría más que en una maqueta, destruida poco después durante una batalla.

Resultó sobre todo fecunda su amistad con el matemático Luca Pacioli, fraile franciscano que en 1494 publicó su tratado de la Divina proportione, ilustrada por Leonardo. Ponderando la vista como el instrumento de conocimiento más certero con que cuenta el ser humano, Leonardo sostuvo que a través de una atenta observación debían reconocerse los objetos en su forma y estructura para describirlos en la pintura de la manera más exacta. De este modo el dibujo se convertía en el instrumento fundamental de su método didáctico, al punto que podía decirse que en sus apuntes el texto estaba para explicar el dibujo, y no éste para ilustrar a aquél, por lo que Da Vinci ha sido reconocido como el creador de la moderna ilustración científica.

El ideal del saper vedere guió todos sus estudios, que en la década de 1490 comenzaron a perfilarse como una serie de tratados (inconclusos, que fueron recopilados luego en el Codex Atlanticus, así llamado por su gran tamaño). Incluye trabajos sobre pintura, arquitectura, mecánica, anatomía, geografía, botánica, hidráulica, aerodinámica, fundiendo arte y ciencia en una cosmología individual que da, además, una vía de salida para un debate estético que se encontraba anclado en un más bien estéril neoplatonismo.

Aunque Leonardo no parece que se preocupara demasiado por formar su propia escuela, en su taller milanés se creó poco a poco un grupo de fieles aprendices y alumnos: Giovanni Boltraffio, Ambrogio de Predis, Andrea Solari, su inseparable Salai, entre otros; los estudiosos no se han puesto de acuerdo aún acerca de la exacta atribución de algunas obras de este período, tales como la Madona Littao el retrato de Lucrezia Crivelli. Contratado en 1483 por la hermandad de la Inmaculada Concepción para realizar una pintura para la iglesia de San Francisco, Leonardo emprendió la realización de lo que sería la celebérrima Virgen de las Rocas, cuyo resultado final, en dos versiones, no estaría listo a los ocho meses que marcaba el contrato, sino veinte años más tarde. La estructura triangular de la composición, la gracia de las figuras, el brillante uso del famoso sfumato para realzar el sentido visionario de la escena, convierten a ambas obras en una nueva revolución estética para sus contemporáneos.

La Virgen de las Rocas

A este mismo período pertenecen el retrato de Ginevra de Benci (1475-1478), con su innovadora relación de proximidad y distancia y la belleza expresiva de La belle Ferronière. Pero hacia 1498 Leonardo finalizaba una pintura mural, en principio un encargo modesto para el refectorio del convento dominico de Santa Maria dalle Grazie, que se convertiría en su definitiva consagración pictórica: La última cena. Necesitamos hoy un esfuerzo para comprender su esplendor original, ya que se deterioró rápidamente y fue mal restaurada muchas veces. La genial captación plástica del dramático momento en que Cristo dice a los apóstoles «uno de vosotros me traicionará» otorga a la escena una unidad psicológica y una dinámica aprehensión del momento fugaz de sorpresa de los comensales (del que sólo Judas queda excluido). El mural se convirtió no sólo en un celebrado icono cristiano, sino también en un objeto de peregrinación para artistas de todo el continente.

El regreso a Florencia

A finales de 1499 los franceses entraron en Milán; Ludovico el Moro perdió el poder. Leonardo abandonó la ciudad acompañado de Pacioli y tras una breve estancia en casa de su admiradora la marquesa Isabel de Este, en Mantua, llegó a Venecia. Acosada por los turcos, que ya dominaban la costa dálmata y amenazaban con tomar el Friuli, la Signoria contrató a Leonardo como ingeniero militar.

En pocas semanas proyectó una cantidad de artefactos cuya realización concreta no se haría sino, en muchos casos, hasta los siglos XIX o XX, desde una suerte de submarino individual, con un tubo de cuero para tomar aire destinado a unos soldados que, armados con taladro, atacarían las embarcaciones por debajo, hasta grandes piezas de artillería con proyectiles de acción retardada y barcos con doble pared para resistir las embestidas. Los costes desorbitados, la falta de tiempo y, quizá, las excesivas (para los venecianos) pretensiones de Leonardo en el reparto del botín, hicieron que las geniales ideas no pasaran de bocetos. En abril de 1500 Da Vinci entró en Florencia, tras veinte años de ausencia.

César Borgia, hijo del papa Alejandro VI, hombre ambicioso y temido, descrito por el propio Maquiavelo como «modelo insuperable» de intrigador político y déspota, dominaba Florencia y se preparaba para lanzarse a la conquista de nuevos territorios. Leonardo, nuevamente como ingeniero militar, recorrió los terrenos del norte, trazando mapas, calculando distancias precisas, proyectando puentes y nuevas armas de artillería. Pero poco después el condottiero cayó en desgracia: sus capitanes se sublevaron, su padre fue envenenado y él mismo cayó gravemente enfermo. En 1503 Leonardo volvió a la ciudad, que por entonces se encontraba en guerra con Pisa y concibió allí su genial proyecto de desviar el río Arno por detrás de la ciudad enemiga cercándola y contemplando la construcción de un canal como vía navegable que comunicase Florencia con el mar: el proyecto sólo se concretó en los extraordinarios mapas de su autor.


Pero Leonardo ya era reconocido como uno de los mayores maestros de Italia. En 1501 había causado admiración con su Santa Ana, la Virgen y el Niño; en 1503 recibió el encargo de pintar un gran mural (el doble del tamaño de La última cena) en el palacio Viejo: la nobleza florentina quería inmortalizar algunas escenas históricas de su gloria. Leonardo trabajó tres años en La batalla de Angheri, que quedaría inconclusa y sería luego desprendida por su deterioro. Importante por los bocetos y copias, éstas admirarían a Rafael e inspirarían, un siglo más tarde, una célebre de Peter Paul Rubens.

También sólo en copias sobrevivió otra gran obra de este periodo: Leda y el cisne. Sin embargo, la cumbre de esta etapa florentina (y una de las pocas obras acabadas por Leonardo) fue el retrato de Mona Lisa. Obra famosa desde el momento de su creación, se convirtió en modelo de retrato y casi nadie escaparía a su influjo en el mundo de la pintura. La mítica Gioconda ha inspirado infinidad de libros y leyendas, y hasta una ópera; pero poco se sabe de su vida. Ni siquiera se conoce quién encargó el cuadro, que Leonardo se llevó consigo a Francia, donde lo vendió al rey Francisco I por cuatro mil piezas de oro. Perfeccionando su propio hallazgo del sfumato, llevándolo a una concreción casi milagrosa, Leonardo logró plasmar un gesto entre lo fugaz y lo perenne: la «enigmática sonrisa» de la Gioconda es uno de los capítulos más admirados, comentados e imitados de la historia del arte y su misterio sigue aún hoy fascinando. Existe la leyenda de que Leonardo promovía ese gesto en su modelo haciendo sonar laúdes mientras ella posaba; el cuadro, que ha atravesado no pocas vicisitudes, ha sido considerado como cumbre y resumen del talento y la «ciencia pictórica» de su autor.

De nuevo en Milán: de 1506 a 1513

El interés de Leonardo por los estudios científicos era cada vez más intenso: asistía a disecciones de cadáveres, sobre los que confeccionaba dibujos para describir la estructura y funcionamiento del cuerpo humano. Al mismo tiempo hacía sistemáticas observaciones del vuelo de los pájaros (sobre los que planeaba escribir un tratado), en la convicción de que también el hombre podría volar si llegaba a conocer las leyes de la resistencia del aire (algunos apuntes de este período se han visto como claros precursores del moderno helicóptero).

Absorto por estas cavilaciones e inquietudes, Leonardo no dudó en abandonar Florencia cuando en 1506 Charles d'Amboise, gobernador francés de Milán, le ofreció el cargo de arquitecto y pintor de la corte; honrado y admirado por su nuevo patrón, Da Vinci proyectó para él un castillo y ejecutó bocetos para el oratorio de Santa Maria dalla Fontana, fundado por aquél. Su estadía milanesa sólo se interrumpió en el invierno de 1507 cuando, en Florencia, colaboró con el escultor Giovanni Francesco Rustici en la ejecución de los bronces del baptisterio de la ciudad.

Quizás excesivamente avejentado para los cincuenta años que contaba entonces, su rostro fue tomado por Rafael como modelo del sublime Platón para su obra La escuela de Atenas. Leonardo, en cambio, pintaba poco dedicándose a recopilar sus escritos y a profundizar sus estudios: con la idea de tener finalizado para 1510 su tratado de anatomía trabajaba junto a Marcantonio della Torre, el más célebre anatomista de su tiempo, en la descripción de órganos y el estudio de la fisiología humana. El ideal leonardesco de la «percepción cosmológica» se manifestaba en múltiples ramas: escribía sobre matemáticas, óptica, mecánica, geología, botánica; su búsqueda tendía hacia el encuentro de leyes funciones y armonías compatibles para todas estas disciplinas, para la naturaleza como unidad. Paralelamente, a sus antiguos discípulos se sumaron algunos nuevos, entre ellos el joven noble Francesco Melzi, fiel amigo del maestro hasta su muerte. Junto a Ambrogio de Predis, Leonardo culminó en 1508 la segunda versión de La Virgen de las Rocas; poco antes, había dejado sin cumplir un encargo del rey de Francia para pintar dos madonnas.

Ultimos años: Roma y Francia

El nuevo hombre fuerte de Milán era entonces Gian Giacomo Tivulzio, quien pretendía retomar para sí el monumental proyecto del «gran caballo», convirtiéndolo en una estatua funeraria para su propia tumba en la capilla de San Nazaro Magiore; pero tampoco esta vez el monumento ecuestre pasó de los bocetos, lo que supuso para Leonardo su segunda frustración como escultor. En 1513 una nueva situación de inestabilidad política lo empujó a abandonar Milán; junto a Melzi y Salai marchó a Roma, donde se albergó en el belvedere de Giulano de Médicis, hermano del nuevo papa León X.

En el Vaticano vivió una etapa de tranquilidad, con un sueldo digno y sin grandes obligaciones: dibujó mapas, estudió antiguos monumentos romanos, proyectó una gran residencia para los Médicis en Florencia y, además, trabó una estrecha amistad con el gran arquitecto Bramante, hasta la muerte de éste en 1514. Pero en 1516, muerto su protector Giulano de Médicis, Leonardo dejó Italia definitivamente, para pasar los tres últimos años de su vida en el palacio de Cloux como «primer pintor, arquitecto y mecánico del rey».

El gran respeto que Francisco I le dispensó hizo que Leonardo pasase esta última etapa de su vida más bien como un miembro de la nobleza que como un empleado de la casa real. Fatigado y concentrado en la redacción de sus últimas páginas para su tratado sobre la pintura, pintó poco aunque todavía ejecutó extraordinarios dibujos sobre temas bíblicos y apocalípticos. Alcanzó a completar el ambiguo San Juan Bautista, un andrógino duende que desborda gracia, sensualidad y misterio; de hecho, sus discípulos lo imitarían poco después convirtiéndolo en un pagano Baco, que hoy puede verse en el Louvre de París.

A partir de 1517 su salud, hasta entonces inquebrantable, comenzó a desmejorar. Su brazo derecho quedó paralizado; pero con su incansable mano izquierda Leonardo aún hizo bocetos de proyectos urbanísticos, de drenajes de ríos y hasta decorados para las fiestas palaciegas. Su casa de Amboise se convirtió en una especie de museo, plena de papeles y apuntes conteniendo las ideas de este hombre excepcional, muchas de las cuales deberían esperar siglos para demostrar su factibilidad e incluso su necesidad; llegó incluso, en esta época, a concebir la idea de hacer casas prefabricadas. Sólo por las tres telas que eligió para que lo acompañasen en su última etapa, la Gioconda, el San Juan y Santa Ana, la Virgen y el Niño, puede decirse que Leonardo poseía entonces uno de los grandes tesoros de su tiempo.

El 2 de mayo de 1519 murió en Cloux; su testamento legaba a Melzi todos sus libros, manuscritos y dibujos, que éste se encargó de retornar a Italia. Como suele suceder con los grandes genios, se han tejido en torno a su muerte algunas leyendas; una de ellas, inspirada por Vasari, pretende que Leonardo, arrepentido de no haber llevado una existencia regido por las leyes de la Iglesia, se confesó largamente y, con sus últimas fuerzas, se incorporó del lecho mortuorio para recibir antes de expirar, los sacramentos.
  

domingo, 22 de enero de 2012

Christopher Hitchens, uno de los más influyentes y controvertidos intelectuales recientemente desaparecido

Tomado de EL TIEMPO

Por Enrique Santos Calderón

Enrique Santos Calderón evoca el paso del escritor por Cartagena en el Hay Festival del 2007.

Lo conocí hace cinco años exactos, en el Hay Festival de Cartagena. No sabía quién era, ni mucho menos que ya figuraba como uno de los más influyentes y controvertidos intelectuales angloamericanos de las últimas décadas.

Iba caminando sin prisa por la plaza de Santo Domingo cuando lo vi por primera vez, rojo, sudoroso y embutido como una salchicha en un vestido de lino blanco.

"Uy... allá va el insoportable Hitchens", me dijo Sir Simon Jenkins, solemne y veterano periodista inglés con quien yo acababa de cenar y tenía al otro día un conversatorio sobre el futuro de los medios impresos en la era digital. Me comentó que el personaje era una especie de bufón travieso y pervertido de las letras inglesas, con lo que luego entendí era una mal disimulada envidia de la iconoclasta celebridad de Hitchens.

Quedé intrigado, y la noche siguiente me tropecé con el vilipendiado colega en la plaza de la Aduana, durante la presentación del roquero irlandés Bob Geldof. Deambulaba medio perdido y apenas me le presenté preguntó dónde podría tomarse un whisky, que era precisamente lo que yo estaba buscando. Encontramos un bar y a partir de ahí nos vimos casi todas las noches, en otros bares y en mi casa, a donde lo invité dos veces a conversar con periodistas y escritores invitados al Hay.

El "insoportable Hitchens" me pareció, de lejos, el más brillante y divertido de todos. Culto, locuaz e irreverente como pocos, siempre en busca de emociones, discusiones y estimulantes tropicales, siempre de blanco y sudoroso, con cigarrillo en la izquierda y escocés en la derecha, burlándose de todo (en especial de las demás luminarias del festival), pero indagando con respeto por Colombia, de la cual poco sabía, y seducido por la magia colonial de la ciudad, cuyo calor no dejaba de agobiarlo.

De aquellas veladas cartageneras del Hay-2007 guardo la imagen de un ser intensamente vivo, abierto a todo y presto a cualquier polémica. Me di cuenta de que estaba ante una personalidad excepcionalmente lúcida, erudita e irónica. Amigo de los excesos a la manera de William Blake, fumador y bebedor incansable, era de los que no se aburrían y no aguantaban a los aburridos. Cuando le conté que me había tocado coloquio con su colega londinense Simon Jenkins, me dijo compasivamente: "Qué de malas... con ese petardo".

Hombre apasionado

Solo poco después de aquel certamen literario, cuando comencé a saber más de la vida y obra de Christopher Hitchens, me di cuenta de la verdadera dimensión del personaje, que estaba en la cima de su fama cuando lo sorprendió el cáncer que le causó la muerte, el pasado 15 de diciembre, a los 62 años. Autor de cerca de 20 libros y decenas de ensayos sobre religión, política y literatura; mezcla brillante y explosiva de periodista y escritor, polemista y orador; buscapleitos intelectual y provocador incorregible, no era por supuesto universalmente querido. No podía serlo un tipo sin pelos en la lengua ni respeto por lo políticamente correcto. Entre los blancos predilectos de su pluma feroz figuran la madre Teresa de Calcuta ("enana farsante"), Bill Clinton ("cínico mitómano") y Henry Kissinger ("criminal de guerra").

Pero en los breves días en que lo traté no me constó para nada la matonería intelectual que le endilgan sus malquerientes. "El ateo más famoso de nuestra era", "el mejor polemista vivo de habla inglesa", "el intelectual público por excelencia" son algunos de los calificativos que acompañaron a Christopher Hitchens en los últimos años de su vida apasionada y contradictoria.

Una vida marcada por la oposición al totalitarismo en todas sus formas. Y por la crítica de la religión, también en todas sus formas: el cristianismo, el "islamo-fascismo" y hasta la madre Teresa, objeto de un demoledor ensayo titulado 'La posición misionera'. Dos libros suyos me fascinaron. El de sus memorias (Hitch 22), que publicó en el 2010, y el que escribió en el 2002 sobre George Orwell (Por qué importa Orwell), una documentada exaltación de uno de los intelectuales más íntegros y valientes del siglo XX, a quien Hitchens admiró sin reservas.

En sus memorias, un descarnado libro de 450 páginas, Hitchens repasa desde el suicidio de su madre y sus traumáticas experiencias homosexuales en el colegio, hasta su conversión de trotskista radical en los años 70 a partidario de Bush y la guerra de Irak, en el 2003. En el último capítulo ('¿Declive, mutación, o metamorfosis?'), analiza su proceso de ruptura con la izquierda tradicional, para llegar a la conclusión de que "el que más razón tenía de todos es Karl Marx, cuando recomendó la duda y autocrítica permanentes". Hitchens termina el largo texto sobre su vida declarando que la defensa de la ciencia y la razón es el gran imperativo de nuestro tiempo, y que ser un no creyente forma parte de la actitud antitotalitaria.

En el prólogo a Hitch-22 cuenta que mientras escribía estas memorias se encontró un viejo recorte de prensa que hablaba del "fallecido Christopher Hitchens", lo cual lo lleva a irónicos comentarios sobre lo que significa para alguien leer sobre su deceso e imaginar los mensajes de condolencia y los asistentes al funeral. Sostiene que todo intento por imaginar la propia muerte resulta banal, sin ocurrírsele que muy pronto la pálida dama tocaría a su puerta.

El fin

La cruel ironía en la parábola vital de Hitchens es que, justo cuando termina de escribir sus memorias, y se encuentra en las giras promocionales del libro, le diagnostican, en junio del 2010, un cáncer inoperable del esófago, que se lo lleva en año y medio.

Lo más admirable es la forma como asumió su muerte anunciada y, semana tras semana, escribió y habló con enorme coraje sobre su condición de enfermo terminal. En sus últimos artículos en Vanity Fair comentó que quería darle la cara a doña Muerte, mirarla a los ojos y decirle que la estaba esperando, desde que esta le anunció que su ruidosa vida tenía los días contados. Fiel a lo que fue, escribió con lucidez e irreverencia hasta el último aliento.

Por las calles del Corralito de Piedra, en sus bares y rumbeaderos, ronda por estos días, burlona y traviesa, la entrañable presencia de Christopher Hitchens.

Palabras: Hitchens en 20 citas

"Aquello que se afirma sin evidencia también puede descartarse sin evidencia".

"Todo el mundo tiene un libro dentro de sí y en la mayoría de los casos es ahí donde debe permanecer".

"La decencia humana no proviene de la religión. La precede".

"La madre Teresa no era amiga de los pobres; era amiga de la pobreza".

"El gobernador de Texas, al preguntársele si la Biblia también podía enseñarse en español, respondió que 'si a Jesús le bastaba con el inglés, a mí también' ".

"El noble título de 'disidente' debe ser ganado en lugar de reclamado; conlleva sacrificio y riesgo, en lugar de mero desacuerdo".

"Nada opcional -del homosexualismo al adulterio- se vuelve punible, salvo cuando los encargados del castigo tienen un deseo reprimido de participar".

"La esencia de la mente independiente yace no en lo que piensa, sino en cómo piensa".

"Todo sobre la cristiandad está contenido en la patética imagen de 'el rebaño' ".

"Hay días en que añoro mis viejas convicciones como si fueran un miembro amputado. Pero en general me siento mejor, y no menos radical, tras abandonar lo doctrinario y permitir que la mente sin cadenas piense por sí misma".

"La negación es con frecuencia el preludio de la justificación".

"Creo que este planeta es usado como colonia penal, manicomio y basurero por una civilización superior para deshacerse de los indeseables e incapaces. No lo puedo probar, pero usted tampoco puede demostrar lo contrario".

"No se puede ser apolítico (...) y no es que uno no deba no ser neutral; es que uno no puede permanecer neutral".

"El trago barato es una falsa economía".

¿Qué valora más en los amigos?

Su continuada existencia.

¿Qué le desagrada más, en general?

La estupidez, sobre todo en sus más malévolas formas de racismo y superstición.

¿Quiénes son heroínas de la vida real?

Las mujeres de Afganistán, Irak e Irán, que arriesgan sus vidas y su belleza para desafiar la inmundicia de la teocracia.

¿Su virtud menos preferida?

La fe, seguida de cerca por la paciencia.

¿Su virtud preferida?

La apreciación de la ironía.

¿Cómo le gustaría morir?

Plenamente consciente, y ya sea peleando, recitando o tomando del pelo.

Adicionado por Compartiendo mi opinión

Biografía Breve de Christopher Hitchens

Tomado de Wikipedia

Christopher Hitchens (Portsmouth, Reino Unido, 13 de abril de 1949Houston, Texas, EE. UU., 15 de diciembre de 2011)1 2 fue un escritor y periodista británico, residente en Estados Unidos.

Se licenció en Filosofía, Ciencias Políticas y Economía en el Balliol College de Oxford. Tras escribir durante 20 años en el semanario estadounidense The Nation, oponiéndose a las administraciones de los presidentes Ronald Reagan y Bush padre, así como a la primera guerra del Golfo, se despidió en 2003 por diferencias de opinión con la dirección de la revista.

Con relación a su libro The Trial of Henry Kissinger (Juicio a Kissinger), el diario británico The Guardian escribió: «En su nuevo y explosivo libro, Christopher Hitchens explica por qué el ex secretario de Estado Henry Kissinger —venerado como un jefe de estado, invitado y admirado por los grandes de este mundo— debe ser procesado por crímenes contra la humanidad».

Christopher Hitchens fue militante anti-apartheid, se opuso a la guerra de Vietnam,3 se mostró contrario al aborto en décadas durante el siglo XX, pero favorable a la píldora anticonceptiva RU 486, pero en años recientes su postura era favorable al aborto por encontrarlo como un derecho inalienable de los individuos.4 5 6 la legalización de las drogas y la eutanasia. En sus libros y conferencias de los últimos años se centró en la inexistencia de Dios,7 pero también escribía sobre arte, política, literatura con impecable destreza.

Era hermano de Peter Hitchens, también periodista pero de marcada ideología conservadora, y residió en Washington (EE. UU) desde 1981, 8 9 país en donde posteriormente se nacionalizó. Falleció a causa de una neumonía surgida como complicación del cáncer de esófago que en julio de 2010 se supo que padecía.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Libro biográfico de Richard M. Nixon lo señala como homosexual

Tomado de Página 12

Charles Rebozo, J. Edgar Hoover y Richard M. Nixon

El libro que se lanzará en enero en Estados Unidos dice que el ex presidente Richard Nixon mantuvo una relación homosexual con el banquero Charles “Bebe” Rebozo, supuestamente vinculado con la mafia. En su libro Los secretos más oscuros de Nixon: la historia íntima del presidente con más problemas de Estados Unidos, Don Fulson, su autor, revela la relación supuestamente turbulenta que el ex presidente tuvo con su amigo de origen cubano y residente en Miami, según el diario Huffington Post en su edición digital.

Nixon, quien gobernó Estados Unidos entre 1969 y 1974, tenía fama de homofóbico. Por lo menos públicamente lo era. El libro recuerda que cuando un ayudante de Lyndon Johnson, su predecesor en la Casa Blanca, fue encontrado manteniendo relaciones con un marinero, Nixon los llamó “enfermos” y dijo que esas personas no podían ocupar puestos de confianza. La amistad de Nixon y Rebozo fue muy conocida durante los años en que el primero gobernó el país. Nixon solía frecuentar la casa del banquero en Key Biscayne, a veces con su mujer Pat y a veces solo. Según el FBI, Rebozo estuvo vinculado con dos de los mayores mafiosos de los años ’60, Santo Trafficante y Alfred “Big Al” Polizzi. Rebozo utilizaba su banco, con sede en Tampa, para lavar el dinero sucio de la mafia.

Los rumores de una supuesta homosexualidad de Nixon no son nuevos en Miami, donde desde hace décadas se ha especulado acerca de la verdadera naturaleza de la relación entre ambos hombres. Para escribir el libro, Fulson recurrió a informes oficiales y se entrevistó con ex funcionarios de la Casa Blanca y ex congresistas. Un antiguo cronista de la revista Time asegura haber visto a Nixon tomándole la mano al banquero bajo la mesa durante una cena en Washington.

Otros despachos informativos informan así:

Richard Nixon: ¿Gay, Maltratador y borracho?

Agencias Noticiosas

Según una biografía realizada por el veterano corresponsal de la Casa Blanca, Don Fulsom, que verá la luz en enero, la personalidad del único presidente de USA renunciante presentaría todas aquellos rasgos

Un libro que se lanzará en enero en USA dice que el expresidente Richard Nixon mantuvo una relación homosexual con el banquero Carlos "Bebe" Rebozo, supuestamente vinculado con la mafia.

En 'Nixon's Darkest Secrets: The Inside Story of America's Most Trouble President' (Los secretos más oscuros de Nixon: La historia interna del presidente con más problemas de USA), el veterano corresponsal de la Casa Blanca, Don Fulsom revela la relación supuestamente turbulenta que el expresidente tuvo con su amigo de origen cubano y residente en Miami, dijo este martes 27/11) el periódico Huffington Post en su edición online.

Nixon, quien gobernó USA entre 1969 y 1974, tenía fama de homofóbico. Por lo menos, públicamente lo era, El libro recuerda que cuando un ayudante de Lyndon Johnson, su predecesor en la Casa Blanca, fue encontrado manteniendo relaciones con un marinero, Nixon los llamó "enfermos" y dijo que esas personas no podían ocupar puestos de confianza.

La amistad de Nixon y Rebozo fue muy conocida durante los años en que el primero gobernó el país. El expresidente solía frecuentar la casa del banquero en Key Biscayne, Florida, tanto con su mujer Pat como por sí sólo. Según el FBI, Rebozo era muy cercano a 2 de los mayores mafiosos de los años 60, Santo Trafficante y Alfred "Big Al" Polizzi.

Según el FBI, Rebozo utilizaba su banco, con sede en Tampa, en la costa occidental de Florida, para lavar el dinero sucio de la mafia. Sin embargo, nunca fue llevado ante los tribunales, aparentemente por la protección que gozaba por parte del exmandatario. Nixon fue presidente de 1969 a 1974, y falleció 20 años después en el ostracismo, tras el escándalo del Watergate que le forzó la renuncia. Rebozo también mantenía una fluida relación con el entonces director del FBI, J. Edgar Hoover.

Los rumores de una supuesta homosexualidad de Nixon no son nuevos en Miami, donde desde hace décadas se ha especulado acerca de la verdadera naturaleza de la relación entre ambos hombres. Incluso el General Alexander Haig solía hacer chistes respecto de la "muñeca quebrada" de Rebozo.

Para escribir el libro, Fulsom recurrió a informes oficiales y se entrevistó con exfuncionarios de la Casa Blanca y excongresistas. Un antiguo reportero para la revista Time asegura haber visto a Nixon tomándole la mano al banquero bajo la mesa durante una cena en Washington.

El libro también refuerza la idea de que el expresidente era un misógino, asegurando que abusó de su esposa. Además, afirma que Nixon tenía un problema con la bebida y que sus más cercanos colaboradores lo trataban como "nuestro borracho".

La relación con su esposa no era buena. Dormían en cuartos separados. Y otro cuarto de la Casa Blanca estaba siempre disponible para Rebozo, quien entraba con la ayuda del Servicio Secreto, afirma el libro.

Según otro libro, 'The Last Days', de Bob Woodward y Carl Bernstein, los periodistas del Washington Post que desvelaron el escándalo del Watergate, en los últimos días de su presidencia, Nixon deambulaba por las noches por los pasillos de la Casa Blanca hablando y con un vaso de whisky en la mano.