domingo, 22 de enero de 2012

Christopher Hitchens, uno de los más influyentes y controvertidos intelectuales recientemente desaparecido

Tomado de EL TIEMPO

Por Enrique Santos Calderón

Enrique Santos Calderón evoca el paso del escritor por Cartagena en el Hay Festival del 2007.

Lo conocí hace cinco años exactos, en el Hay Festival de Cartagena. No sabía quién era, ni mucho menos que ya figuraba como uno de los más influyentes y controvertidos intelectuales angloamericanos de las últimas décadas.

Iba caminando sin prisa por la plaza de Santo Domingo cuando lo vi por primera vez, rojo, sudoroso y embutido como una salchicha en un vestido de lino blanco.

"Uy... allá va el insoportable Hitchens", me dijo Sir Simon Jenkins, solemne y veterano periodista inglés con quien yo acababa de cenar y tenía al otro día un conversatorio sobre el futuro de los medios impresos en la era digital. Me comentó que el personaje era una especie de bufón travieso y pervertido de las letras inglesas, con lo que luego entendí era una mal disimulada envidia de la iconoclasta celebridad de Hitchens.

Quedé intrigado, y la noche siguiente me tropecé con el vilipendiado colega en la plaza de la Aduana, durante la presentación del roquero irlandés Bob Geldof. Deambulaba medio perdido y apenas me le presenté preguntó dónde podría tomarse un whisky, que era precisamente lo que yo estaba buscando. Encontramos un bar y a partir de ahí nos vimos casi todas las noches, en otros bares y en mi casa, a donde lo invité dos veces a conversar con periodistas y escritores invitados al Hay.

El "insoportable Hitchens" me pareció, de lejos, el más brillante y divertido de todos. Culto, locuaz e irreverente como pocos, siempre en busca de emociones, discusiones y estimulantes tropicales, siempre de blanco y sudoroso, con cigarrillo en la izquierda y escocés en la derecha, burlándose de todo (en especial de las demás luminarias del festival), pero indagando con respeto por Colombia, de la cual poco sabía, y seducido por la magia colonial de la ciudad, cuyo calor no dejaba de agobiarlo.

De aquellas veladas cartageneras del Hay-2007 guardo la imagen de un ser intensamente vivo, abierto a todo y presto a cualquier polémica. Me di cuenta de que estaba ante una personalidad excepcionalmente lúcida, erudita e irónica. Amigo de los excesos a la manera de William Blake, fumador y bebedor incansable, era de los que no se aburrían y no aguantaban a los aburridos. Cuando le conté que me había tocado coloquio con su colega londinense Simon Jenkins, me dijo compasivamente: "Qué de malas... con ese petardo".

Hombre apasionado

Solo poco después de aquel certamen literario, cuando comencé a saber más de la vida y obra de Christopher Hitchens, me di cuenta de la verdadera dimensión del personaje, que estaba en la cima de su fama cuando lo sorprendió el cáncer que le causó la muerte, el pasado 15 de diciembre, a los 62 años. Autor de cerca de 20 libros y decenas de ensayos sobre religión, política y literatura; mezcla brillante y explosiva de periodista y escritor, polemista y orador; buscapleitos intelectual y provocador incorregible, no era por supuesto universalmente querido. No podía serlo un tipo sin pelos en la lengua ni respeto por lo políticamente correcto. Entre los blancos predilectos de su pluma feroz figuran la madre Teresa de Calcuta ("enana farsante"), Bill Clinton ("cínico mitómano") y Henry Kissinger ("criminal de guerra").

Pero en los breves días en que lo traté no me constó para nada la matonería intelectual que le endilgan sus malquerientes. "El ateo más famoso de nuestra era", "el mejor polemista vivo de habla inglesa", "el intelectual público por excelencia" son algunos de los calificativos que acompañaron a Christopher Hitchens en los últimos años de su vida apasionada y contradictoria.

Una vida marcada por la oposición al totalitarismo en todas sus formas. Y por la crítica de la religión, también en todas sus formas: el cristianismo, el "islamo-fascismo" y hasta la madre Teresa, objeto de un demoledor ensayo titulado 'La posición misionera'. Dos libros suyos me fascinaron. El de sus memorias (Hitch 22), que publicó en el 2010, y el que escribió en el 2002 sobre George Orwell (Por qué importa Orwell), una documentada exaltación de uno de los intelectuales más íntegros y valientes del siglo XX, a quien Hitchens admiró sin reservas.

En sus memorias, un descarnado libro de 450 páginas, Hitchens repasa desde el suicidio de su madre y sus traumáticas experiencias homosexuales en el colegio, hasta su conversión de trotskista radical en los años 70 a partidario de Bush y la guerra de Irak, en el 2003. En el último capítulo ('¿Declive, mutación, o metamorfosis?'), analiza su proceso de ruptura con la izquierda tradicional, para llegar a la conclusión de que "el que más razón tenía de todos es Karl Marx, cuando recomendó la duda y autocrítica permanentes". Hitchens termina el largo texto sobre su vida declarando que la defensa de la ciencia y la razón es el gran imperativo de nuestro tiempo, y que ser un no creyente forma parte de la actitud antitotalitaria.

En el prólogo a Hitch-22 cuenta que mientras escribía estas memorias se encontró un viejo recorte de prensa que hablaba del "fallecido Christopher Hitchens", lo cual lo lleva a irónicos comentarios sobre lo que significa para alguien leer sobre su deceso e imaginar los mensajes de condolencia y los asistentes al funeral. Sostiene que todo intento por imaginar la propia muerte resulta banal, sin ocurrírsele que muy pronto la pálida dama tocaría a su puerta.

El fin

La cruel ironía en la parábola vital de Hitchens es que, justo cuando termina de escribir sus memorias, y se encuentra en las giras promocionales del libro, le diagnostican, en junio del 2010, un cáncer inoperable del esófago, que se lo lleva en año y medio.

Lo más admirable es la forma como asumió su muerte anunciada y, semana tras semana, escribió y habló con enorme coraje sobre su condición de enfermo terminal. En sus últimos artículos en Vanity Fair comentó que quería darle la cara a doña Muerte, mirarla a los ojos y decirle que la estaba esperando, desde que esta le anunció que su ruidosa vida tenía los días contados. Fiel a lo que fue, escribió con lucidez e irreverencia hasta el último aliento.

Por las calles del Corralito de Piedra, en sus bares y rumbeaderos, ronda por estos días, burlona y traviesa, la entrañable presencia de Christopher Hitchens.

Palabras: Hitchens en 20 citas

"Aquello que se afirma sin evidencia también puede descartarse sin evidencia".

"Todo el mundo tiene un libro dentro de sí y en la mayoría de los casos es ahí donde debe permanecer".

"La decencia humana no proviene de la religión. La precede".

"La madre Teresa no era amiga de los pobres; era amiga de la pobreza".

"El gobernador de Texas, al preguntársele si la Biblia también podía enseñarse en español, respondió que 'si a Jesús le bastaba con el inglés, a mí también' ".

"El noble título de 'disidente' debe ser ganado en lugar de reclamado; conlleva sacrificio y riesgo, en lugar de mero desacuerdo".

"Nada opcional -del homosexualismo al adulterio- se vuelve punible, salvo cuando los encargados del castigo tienen un deseo reprimido de participar".

"La esencia de la mente independiente yace no en lo que piensa, sino en cómo piensa".

"Todo sobre la cristiandad está contenido en la patética imagen de 'el rebaño' ".

"Hay días en que añoro mis viejas convicciones como si fueran un miembro amputado. Pero en general me siento mejor, y no menos radical, tras abandonar lo doctrinario y permitir que la mente sin cadenas piense por sí misma".

"La negación es con frecuencia el preludio de la justificación".

"Creo que este planeta es usado como colonia penal, manicomio y basurero por una civilización superior para deshacerse de los indeseables e incapaces. No lo puedo probar, pero usted tampoco puede demostrar lo contrario".

"No se puede ser apolítico (...) y no es que uno no deba no ser neutral; es que uno no puede permanecer neutral".

"El trago barato es una falsa economía".

¿Qué valora más en los amigos?

Su continuada existencia.

¿Qué le desagrada más, en general?

La estupidez, sobre todo en sus más malévolas formas de racismo y superstición.

¿Quiénes son heroínas de la vida real?

Las mujeres de Afganistán, Irak e Irán, que arriesgan sus vidas y su belleza para desafiar la inmundicia de la teocracia.

¿Su virtud menos preferida?

La fe, seguida de cerca por la paciencia.

¿Su virtud preferida?

La apreciación de la ironía.

¿Cómo le gustaría morir?

Plenamente consciente, y ya sea peleando, recitando o tomando del pelo.

Adicionado por Compartiendo mi opinión

Biografía Breve de Christopher Hitchens

Tomado de Wikipedia

Christopher Hitchens (Portsmouth, Reino Unido, 13 de abril de 1949Houston, Texas, EE. UU., 15 de diciembre de 2011)1 2 fue un escritor y periodista británico, residente en Estados Unidos.

Se licenció en Filosofía, Ciencias Políticas y Economía en el Balliol College de Oxford. Tras escribir durante 20 años en el semanario estadounidense The Nation, oponiéndose a las administraciones de los presidentes Ronald Reagan y Bush padre, así como a la primera guerra del Golfo, se despidió en 2003 por diferencias de opinión con la dirección de la revista.

Con relación a su libro The Trial of Henry Kissinger (Juicio a Kissinger), el diario británico The Guardian escribió: «En su nuevo y explosivo libro, Christopher Hitchens explica por qué el ex secretario de Estado Henry Kissinger —venerado como un jefe de estado, invitado y admirado por los grandes de este mundo— debe ser procesado por crímenes contra la humanidad».

Christopher Hitchens fue militante anti-apartheid, se opuso a la guerra de Vietnam,3 se mostró contrario al aborto en décadas durante el siglo XX, pero favorable a la píldora anticonceptiva RU 486, pero en años recientes su postura era favorable al aborto por encontrarlo como un derecho inalienable de los individuos.4 5 6 la legalización de las drogas y la eutanasia. En sus libros y conferencias de los últimos años se centró en la inexistencia de Dios,7 pero también escribía sobre arte, política, literatura con impecable destreza.

Era hermano de Peter Hitchens, también periodista pero de marcada ideología conservadora, y residió en Washington (EE. UU) desde 1981, 8 9 país en donde posteriormente se nacionalizó. Falleció a causa de una neumonía surgida como complicación del cáncer de esófago que en julio de 2010 se supo que padecía.

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