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sábado, 21 de febrero de 2015

Calificadoras de riesgo ubican crédito de Puerto Rico a nivel de chatarra

Tomado de The Wall Street Journal

Moody’s hunde más la calificación de crédito de Puerto Rico en territorio chatarra

Por Aaron Kuriloff

Moody’s  Investors Service redujo a niveles más profundos de territorio chatarra su calificación crediticia de la deuda de Puerto Rico, fundamentando la rebajo en déficits en los ingresos tributarios y un débil crecimiento económico que podrían acelerar un declive en la liquidez del gobierno.

La rebaja de dos peldaños coloca la calificación de los bonos de obligación general de Puerto Rico en Caa1 —siete peldaños por debajo del grado de inversión— y la agencia calificadora dio señales de posibles reducciones en el futuro al dejar su panorama en negativo.
La isla tiene una alta probabilidad de incumplir en los pagos de su deuda del gobierno dentro de los próximos dos años, apuntó Moody’s en su reporte. Si la isla no puede completar una programada venta de bonos para refinanciar alrededor de US$2.000 millones en préstamos internos y reabastecer al Banco Gubernamental de Fomento (BGF) de Puerto Rico, el efectivo para operaciones podría acabarse.
Un juez federal bloqueó el 6 de febrero una ley que permite que algunas corporaciones públicas reestructuren sus deudas, subrayando la necesidad de reestructuración que podría ir más allá de la Autoridad de Energía Eléctrica de Puerto Rico, que está negociando con acreedores, dijo Moody’s.
“El continuo debilitamiento económico y fiscal junto con este fallo podría significar que las opciones de Puerto Rico de evitar una reestructuración consolidada de deuda, incluyendo todas sus obligaciones, están disminuyendo”, apuntó el reporte.
Puerto Rico, que tiene más de US$70.000 millones en deuda, sigue batallando con una economía débil, declives en su población y una decreciente liquidez pública. Muchos fondos mutuos e individuos en EE.UU. poseen sus bonos debido a sus ventajas tributarias.
Moody’s también rebajó su calificación de los bonos sénior y subordinados de la Corporación del Fondo de Interés Apremiante ( Cofina ) de Puerto Rico a B3 y Caa1 de Ba3 y B1, respectivamente, y las notas del BGF a Caa2, desde Caa1.
La reducción de calificación impacta a un total de US$48.000 millones en deuda, incluyendo la que adeuda la Autoridad de Carreteras y Transportación (ACT) y Autoridad para el Financiamiento de la Infraestructura (AFI), junto con bonos de pensión y de asignación. Moody’s mantuvo su calificación en Caa1 de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA), manteniendo una perspectiva negativa de la misma.
La reducciones de la calificación de Moody’s siguen los recortes similares de Standard & Poor’s Ratings de la semana pasada.


martes, 30 de septiembre de 2014

Economía venezolana al borde del precipicio total

Tomado de The Wall Street Journal

El billete de mayor denominación, el de 100 bolívares, vale apenas US$1 en el mercado negro

El nuevo mínimo del bolívar marca un hito en la caída económica de Venezuela

Por Kejal Vyas

CARACAS—Venezuela alcanzó un nuevo y dudoso hito en la caída en cámara lenta de su economía: su billete de mayor denominación, el de 100 bolívares, vale apenas US$1, al menos en el mercado negro.
El lunes, la moneda venezolana cerró a 100,68 por dólar, igual que el viernes, cuando superó la barrera de los 100 por primera vez, según DolarToday.com, un declive dramático frente a los 17 bolívares por dólar a comienzos de 2013.
DolarToday.com es un sitio web que hace seguimiento del vibrante mercado informal de divisas de este país, al que muchos venezolanos acuden para comprar dólares y que las empresas usan como referencia de precios.
El billete de menor denominación del país, el de dos bolívares, vale apenas dos centavos de dólar en el mercado negro.
La situación ha dejado a los venezolanos con grandes fajos de efectivo que llevan a todas partes, algo riesgoso en un país con una de las tasas de delincuencia más altas del mundo.
David Varela, dueño de un puesto de diarios, registra unos 20.000 bolívares al día en ingresos, principalmente en billetes pequeños. Así que al menos una vez al día, este hombre de 43 años llena discretamente un bolso con efectivo y luego guarda el dinero en el baúl de su auto. Al final del día laboral, hace un ritual: llenar sus medias de billetes. "Si me roban, al menos no podrán llevarse todo", dijo Varela hace poco mientras le pasaba un fajo de billetes de 50 y 20 bolívares a un proveedor que le entregaba una caja de chocolates.

El desplome del bolívar en el mercado negro es apenas una señal de la acumulación de problemas económicos en el país que se jacta de tener las mayores reservas de crudo del mundo. Hay escasez de todo, desde aceite de cocina hasta medicamentos para tratar el cáncer debido a que el gobierno, falto de efectivo, libera cada vez menos dólares para importaciones. Se prevé que la economía se contraiga entre 2% y 3% este año, a pesar de los altos precios del petróleo.
Venezuela también sufre de una de las mayores tasas de inflación del mundo, aunque determinar exactamente cuán rápido están subiendo los precios es motivo de debate. El banco central, que ha publicado datos de forma esporádica este año, indicó el mes pasado que la inflación se ubicaba en una tasa anual de 63%.
No obstante, economistas independientes como Steve H. Hanke, profesor de la Universidad Johns Hopkins que estudia divisas en problemas, calcula la tasa de inflación de Venezuela en más del doble de ese porcentaje. La semana pasada, el fabricante de productos de limpieza Clorox Co.  citó una inflación de tres dígitos y controles de precios que lo obligaban a vender productos a pérdidas como factores para el cierre de sus operaciones en Venezuela.
Parte del problema es el complicado sistema de controles de divisas. Existen tres tasas de cambio oficiales, desde 6,3 bolívares por dólar hasta 50 bolívares por dólar, pero el gobierno limita estrictamente el acceso a dólares a las tasas oficiales. Así que muchos ciudadanos comunes acuden al mercado negro para tratar de convertir sus bolívares en algo que pueda retener su valor.
La diferencia entre las tasas de cambio es tan amplia que Venezuela puede ser uno de los países más baratos o más caros del mundo, dependiendo de cuál parámetro se use. Una Big Mac de McDonald's  cuesta US$2,16 a la tasa del mercado negro, pero US$32,53 al tipo de cambio más fuerte. Esto significa que los consumidores que tienen acceso a dólares tienen una gran ventaja sobre los que ganan en bolívares.
La combinación tóxica de inflación y escasez empeora la situación para la divisa. Por ejemplo, la producción de autos ha colapsado durante el presente año debido a que las empresas no pueden conseguir dólares para comprar los suministros que necesitan para su fabricación.
"Los venezolanos solían invertir en autos y apartamentos para proteger sus ganancias", dice Luis Oliveros, un economista y profesor universitario de Caracas. "Pero esos no son activos que se pueden comprar y vender con facilidad, así que la gente está frenéticamente concentrada en conseguir dólares".
Durante la última década, el gobierno socialista de Venezuela se ha embarcado en una ola de gastos, con subsidios a la gasolina y los alimentos, entre otros. En 2008, el entonces presidente Hugo Chávez le quitó tres ceros al bolívar en lugar de reducir el ritmo del gasto. La moneda fue rebautizada temporalmente el "bolívar fuerte".
La denominación más alta desde entonces ha sido el billete de 100. En 2008, esa nota valía casi US$50 al tipo de cambio oficial, y cerca de US$20 en el mercado negro.
Hoy en día, se puede ver a los vendedores de lotería sosteniendo fajos de billetes mientras venden boletos a los autos que pasan. Los operadores de carritos de hamburguesas y hot dogs barajan fajos de bolívares con una mano mientras ponen los condimentos con la otra.
Zimbabue imprimió billetes de 100 billones (millones de millones) antes de permitir en 2009 transacciones en divisas y eliminar la vieja moneda.
La depresión alemana de los años 20 produjo imágenes de residentes cargando pilas de marcos en carretillas o incluso usando efectivo para encender hornos.
Un billete de 500 o de 1.000 bolívares podría ser de ayuda en Venezuela, afirma Orlando Ochoa, profesor de economía de la Universidad Católica Andrés Bello. "Pero el gobierno nunca haría eso porque tendrían que reconocer que el problema de la inflación se está saliendo de las manos".
Un vocero del banco central no respondió a llamadas en busca de comentarios. Las cifras de la entidad muestran que el número de billetes de 50 y 100 bolívares en circulación casi se ha duplicado desde comienzos de 2013, con una tasa de crecimiento más veloz que la de billetes de menor denominación.
De todas formas, los venezolanos se quejan de que los billetes de más valor son difíciles de encontrar.
"Es una locura", dice Yliana Osorio, una residente de Caracas. "Vas al banco a cambiar un cheque de 10.000 bolívares y el banco no te da sólo billetes de 100 sino una pila de 20 también. Dicen que tienen que racionar los billetes de 100 entre todos los clientes", señala Osorio.

La queja también se escucha de residentes de la frontera con Colombia. Muchos de los billetes de bolívares terminan en casas de cambio en ciudades colombianas como Cúcuta debido a la alta demanda entre los colombianos que quieren convertir sus pesos a la moneda venezolana en el mercado negro y luego cruzar la frontera para comprar bienes baratos subsidiados por el gobierno.

domingo, 17 de agosto de 2014

Washington, D.C. y los estados de Texas y Nueva York son los mayores receptores de niños indocumentados

Tomado de La Voz de América

Washington D.C. recibe 5.898 niños migrantes, Texas 5,208, Neva York 4,244, California 3,909 y Florida 3,809

La Oficina de Refugiados presentó sus últimas estadísticas que revelan que Nueva York, Texas y Florida son los estados donde más niños migrantes se han entregado en custodia.

El área metropolitana de Washington —que incluye los estados de Maryland y Virginia más el Distrito de Columbia— ha entregado hasta el pasado 31 de julio casi 6.000 niños migrantes a sus familias.
De ellos 2.804 han sido recibidos en un hogar en Maryland, 2.856 en Virginia y 238 en el Distrito de Columbia.
Los menores de edad son parte de la ola de niños sin compañía adulta que han ingresado de manera ilegal por la frontera en los últimos meses y que luego de estar en custodia, en albergues temporales y bajo el cuidado de la Oficina de Refugiados (ORR, por sus siglas en inglés), son entregados a un tutor legal, que puede ser un padre o una madre que vive en EE.UU. o un pariente.  
Para ello la ORR realiza una revisión de los antecedentes de la persona que se hará cargo del niño y verifican la identidad y la relación que tiene con el menor. En algunos casos, si es necesario, se realiza una evaluación del hogar que albergará al niño.  
La persona que recibirá al menor debe estar de acuerdo con cooperar con todos los procedimientos migratorios.
Si la oficina de OCRR no puede identificar a un pariente o familiar que se haga responsable del niño, éste permanecerá bajo el cuidado de la ORR hasta que se presente ante un juez de inmigración, quien puede ordenar su deportación u ofrecer algún tipo de alivio legal si el caso lo amerita.
La ola de niños migrantes ha generado una preocupación nacional porque la polémica no solo se centra en si son o no deportados, sino también en la falta de una reforma migratoria y los elevados costos que implican el mantenimiento de los menores.
Los estados que deberán absorber una mayor cantidad de inmigrantes menores de edad son Texas (5.208), Nueva York (4.244), California (3.909) y Florida (3.809).
En el caso específico de los estados y localidades con una mayor presencia de estos nuevos “residentes temporales” las preocupaciones giran en torno a la administración de servicios básicos para ellos, que van desde la educación y acceso a escuelas hasta los servicios médicos.
Los niños que ya están viviendo con sus padres o familiares pueden empezar a ir a la escuela este próximo semestre.

domingo, 20 de julio de 2014

Crisis humanitaria de niños migrantes: Causas y efectos

Tomado de El País

Niños inocentes y oligarcas voraces

Guatemala, El Salvador y Honduras están cayendo en un círculo que conecta remesas con violencia


Por Joaquín Villalobos

La prolongada crisis social y de seguridad de Guatemala, Honduras y El Salvador ya se convirtió en una emergencia humanitaria sin precedentes. Decenas de miles de niños están huyendo al norte por una ruta de 3.000 kilómetros plagada de peligros. La causa fundamental de esta crisis reside en las economías brutalmente extractivas que dominan a estos países. Seis millones de migrantes que constituyen el 12% de los guatemaltecos, el 14% de los hondureños y casi el 40% de los salvadoreños viven en Estados Unidos. En los últimos veinte años estos centroamericanos han enviado a sus países la fabulosa suma de ciento veinticuatro mil millones de dólares en remesas. Exportar pobres se ha convertido en el más lucrativo negocio de los oligarcas locales.
El debate sobre esta crisis se está colocando sobre las consecuencias y no sobre la causa. Se habla de las responsabilidades de México por las amenazas en la ruta o del retraso en la Reforma Migratoria en Estados Unidos e incluso del crimen organizado que genera la cocaína colombiana. El problema es que las remesas han fortalecido el modelo extractivo creando una economía de consumo artificialmente financiada cuyas ganancias van a parar a las familias dominantes de cada país. Al igual que la renta petrolera, que permite ser rico con poco esfuerzo, la renta de las remesas está deformando las economías, acabando con los incentivos para producir, multiplicando la riqueza de los oligarcas, creando una desigualdad de proporciones trágicas, destruyendo familias y comunidades y generando violencia social y criminal a gran escala.
El Salvador importa alrededor de 8.500 millones de dólares anuales y la mitad de estas importaciones las paga con remesas. Se multiplicaron los grandes centros comerciales, la agricultura fue abandonada, la economía lleva veinte años sin crecer, el desempleo se volvió crónico, la población emigra masivamente, los coyotes son el motor de la economía y las pandillas gobiernan los barrios pobres. Honduras y Guatemala se han sumado a este modelo. Los ricos captan las remesas supliendo el consumo, sacan el dinero de sus países y se transforman en empresarios regionales o globales.
Las familias pudientes de estos países tienen inversiones en la Florida, Panamá, República Dominicana, Colombia, Nicaragua y Costa Rica. Sólo uno de ellos invirtió 250 millones de dólares en un complejo turístico en República Dominicana. No hay razones objetivas para que los ricos de Guatemala, Honduras y El Salvador inviertan en sus países y se esfuercen en reducir la emigración. Los peligros de la ruta y las deportaciones masivas de emigrantes son para ellos riesgos de transportación y devolución de mercadería. Las remesas los volvieron mucho más ricos que cuando eran sólo terratenientes.
De acuerdo con los datos de la consultora Wealth-X, en Guatemala, Honduras y El Salvador existen 610 ultra-ricos que poseen 80.000 millones de dólares y éstos captan la mayor parte de los 12.000 millones de dólares que cada año llegan de Estados Unidos. Frente a tanta riqueza de los oligarcas, lucen absurdos los 3.700 millones de dólares que el presidente Obama piensa utilizar para atender la emergencia.
Guatemala, El Salvador y Honduras están cayendo en un círculo vicioso que conecta las remesas con la violencia. A más emigración, más remesas, a más remesas menos productividad, a menos productividad más desempleo, a más desempleo más violencia y a más violencia más emigración. Las pandillas resultan de la multiplicación exponencial de las familias disfuncionales y de la destrucción del tejido social familiar y comunitario que deja la emigración. Las pandillas dominan barrios y comunidades afectando prácticamente sólo a los pobres con extorsiones que pagan hasta los vendedores de periódicos. Conforme a datos de la gremial de pequeños empresarios de El Salvador, el 90% de las microempresas pagan extorsión. En la capital de Honduras 1.600 pequeños comercios cerraron por la violencia sólo en el 2012. La emigración es una violenta catástrofe social para los pobres y un gran negocio para los ricos.
A los ricos de los tres países no les importa la seguridad pública, ellos se protegen con seguridad privada, los policías son mal pagados y pocos. En Guatemala se ha creado una ciudad privada para ricos llamadaPaseo Cayalá. Es un espacio de catorce hectáreas, cerrado por muros, que cuenta con todos los servicios en su interior, creando un mundo alejado del crimen y la inseguridad. La seguridad privada en Guatemala cuenta con 125.000 efectivos mientras la policía sólo son 22,000. Es al mismo tiempo el país de Latinoamérica donde, en proporción a sus habitantes, se venden más vehículos blindados. Tiene registrados 406 aviones y 142 helicópteros de uso privado, una de las mayores flotas áreas en manos de particulares del continente.
Los ricos de Guatemala, Honduras y El Salvador se han vuelto totalmente insensibles a la realidad que les rodea. Se protegen con sus propios guardias, pagan salarios de hambre, no invierten en sus países y se resisten a pagar impuestos. Son fanáticos de la idea de Estados raquíticos a los cuales la inversión externa les resuelva los problemas. Honduras creó en el 2011 un programa llamado Honduras abierta a los negocios que supone regalar espacios del territorio a cambio de que otros se hagan cargo del país. A tres años de iniciado el programa no han llegado inversionistas porque Honduras es el país más violento del mundo. Los empresarios salvadoreños quieren ahora copiar este fracaso.
No se puede culpar a Estados Unidos, México o a la cocaína por esta crisis. ¿Por qué no hay niños costarricenses, nicaragüenses y panameños huyendo al norte? Muy a pesar de que presentan problemas de desigualdad la realidad es que la revolucionaria Nicaragua, la keynesiana Costa Rica y la Panamá que fundó Torrijos con la recuperación del Canal, mantienen sus economías creciendo, atraen turistas e inversión externa, no tienen crisis de seguridad a gran escala y, en los casos de Panamá y Costa Rica, no expulsan trabajadores, sino que los demandan. Panamá recibe remesas por valor de 214 millones de dólares y envía 374 millones. Si China construye el canal en Nicaragua, los tres países del Sur de Centroamérica se volverán un potente polo de desarrollo y los del tres del Norte se terminarán de hundir.
En el 2011 se llevó a cabo en Guatemala una cumbre de los presidentes de Centroamérica con Estados Unidos, México y la Unión Europea. En esa ocasión, la entonces secretaria de Estado Hillary Clinton les dijo a los empresarios de la región: “Los ricos de cada país deben pagar impuestos justos, la seguridad no deben financiarla los pobres”. Efectivamente, la principal generadora de la emergencia es la voracidad de los oligarcas salvadoreños, guatemaltecos y hondureños. Esta emergencia humanitaria no es un terremoto que ha dejado damnificados, es el modelo económico extractivo el que está creando refugiados. Sin duda es indispensable ser solidarios con estos niños inocentes que huyen, pero los oligarcas deben presionados y sancionados. Los contribuyentes mexicanos y estadounidenses no tienen por qué asumir los costos de esta emergencia, eso equivaldría a que subsidien las mansiones, los yates y los aviones de los culpables de la crisis.

Joaquín Villalobos fue guerrillero salvadoreño y es consultor para la resolución de conflictos internacionales.