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domingo, 6 de agosto de 2017

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: LA NECESIDAD AFECTIVA EN LOS NIÑOS

Cuando pensamos en las necesidades de los niños, en lo que implica el mantenimiento de nuestros hijos, siempre pensamos en alimentación, ropa, techo y educación (no siempre). Y aunque todas ellas son necesidades básicas, tendemos a pensar que las necesidades básicas consisten en necesidades materiales que se resuelven materialmente y cuestan dinero. Incluso la educación, que no es material, sino más bien espiritual, tendemos a darle un sentido material: “La educación es necesaria para poder ganar más dinero”.

Tan poco cultivadas tenemos las necesidades espirituales que no muchas veces reparamos en otra necesidad básica en los niños, como es la necesidad afectiva. Y no significa ello que no haya muchísimas madres y no tantísimos padres (cada vez más) que den afecto a sus hijos, por supuesto, pero no es tan común que haya una clara conciencia de que lo que se está haciendo es realmente una necesidad básica. Es decir, les damos afecto por puro instinto maternal o paternal, porque nos nace, nos gusta y nos gusta cómo ellos responden, etc. Pero sin tener una clara conciencia del beneficio que ello conlleva para ellos, o los perjuicios ocasionados por la carencia de afecto.

¿Y por qué es importante esa conciencia de la necesidad que tienen de afecto? ¿Por qué no basta simplemente con dárselo por instinto? Pues porque los actos instintivos se hacen para satisfacer una necesidad personal y no la necesidad de ellos. Es decir, nosotros, madres y padres, también necesitamos darles ese afecto, sentimos esa atracción, nos complace, y por eso se lo damos. Es como un juego mutuo que nos apetece jugar, y en el ambas partes nos sentimos complacidas, especialmente cuando son pequeños. Pero los padres no siempre estamos de humor para ese juego, no siempre tenemos tiempo, no siempre estamos en disposición de ofrecerles ese cariño, particularmente cuando van dejando de ser pequeños. Hay muchos niños que incluso desde muy pequeños, prácticamente no saben lo que es el afecto.

Frecuentemente llega un momento en el que ese juego ya nos empieza a resultar no tan atractivo, o hasta aburrir un poco, y vamos dejando de practicarlo. Nos atraen más las reuniones sociales, los negocios, el trabajar más para traer más dinero a casa, y lo justificamos pensando que estamos trayendo más dinero para nuestros hijos. Y no es que sea incierto, pero con ello ya estamos convirtiendo en material una necesidad que es puramente espiritual y que no se puede satisfacer materialmente. El afecto no necesita de mucho tiempo, pero sí de presencia continua y dedicada. El beso, el abrazo, la caricia, el apapacho, el contacto físico, las palabras cariñosas… son para ellos mucho más de una muestra de que se les quiere, es una especie de super vitamina que les fortalece enormemente su auto estima, la seguridad en sí mismos, y la sensación de pertenencia a un grupo, que les protege y les guía, su propia familia.
¿Y cuáles son las consecuencias de la carencia afectiva en los niños? Pueden ser muy variadas y en diferentes grados, pero comúnmente estos niños sienten sobre todo desconfianza, inseguridad y temor; falta de referencia y de criterio, dificultad de discernimiento de los valores, confusión entre lo material y lo espiritual (por desconocimiento de esto último); falta de autoestima, tendencia a perjudicarse a sí mismos por agradar a los demás, y dificultad para proyectar afecto a su vez. En el futuro difícilmente estará a gusto con alguien en forma duradera, pero al mismo tiempo también estará a disgusto en soledad. La persona satisfecha de cariño en su niñez aprende a quererse y a tenerse siempre a sí mismo en el futuro, y a no sentir soledad aunque aparentemente esté solo, porque nunca está sólo; siempre está consigo mismo.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.  

sábado, 14 de mayo de 2016

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: EL POR QUE DE LOS LIMITES EN LA EDUCACION



       Aunque ya he hablado en alguna ocasión sobre este tema, es necesario abordarlo nuevamente porque entre la juventud actual se pone cada vez más de manifiesto el problema que genera la falta de este criterio en la educación de nuestros hijos. Y no es solo en nuestro país; es general. Ha habido muy recientemente algunos casos en USA que alarman a cualquiera. A modo de ejemplo, adolescentes que trataron de matar a una profesora envenenando su bebida, u otros adolescentes que prendieron fuego a la casa de un profesor. Todo ello pone de manifiesto no solo una simple falta de respeto a la autoridad, sino, sobre todo, una muy preocupante falta de control sobre la frustración. Y se trata de un tema educativo fundamental, porque es el resultado de no poner límites en la educación de nuestros hijos desde muy pequeños.

       Por ello quiero ahondar en las consecuencias de no ser estables y contundentes con las negativas a los hijos, sobre todo en edades muy tempranas de su desarrollo. Cuando el niño está en el útero materno existe una clara delimitación de su espacio; debido a eso, cuando nacen procuramos no dejarlos en espacios grandes (cama, cuna) por si solos sino que les damos "seguridad" con almohaditas que colocamos a su alrededor para que se sientan "seguros". A medida que el niño va creciendo, su espacio también va aumentando, pero la necesidad de marcar espacios también es una necesidad emocional. Las rutinas para alimentarlo, asearlo, dormirlo, sacarlo a pasear, etc., le proporcionan equilibrio y confort, ya que sabe a qué atenerse. Aunque sus conceptos de tiempo no son tan estructurados como en el adulto, si son lo suficientemente claros para que tenga una idea bastante precisa de qué ocurrirá en cada momento de su corta vida.

       Cuando los padres transgreden estos elementales esquemas rutinarios, el niño no sabe qué esperar, y empieza a manifestarse en ellos la tensión, ansiedad y angustia, que, a su vez, descontrolan más a los cuidadores, hasta puntos en los cuales la más pequeña rutina constituye un caos de establecer, ya que ambas partes están alteradas. Esto produce conductas de rechazo o berrinches, con la consecuente molestia de ambas partes. La demanda alterada hace que los niños sean cada vez mas rebeldes, ya que constantemente retan a sus cuidadores para obtener lo que desean y en el momento que lo desean. En vez de ser consistentes siempre con el mismo criterio, a veces accedemos y otras nos rebelamos, lo que produce más rebeldía en ellos. Una rebeldía que es síntoma de inseguridad, ya que nunca saben qué lograrán cada vez, y hasta dónde los padres o madres podrán resistir antes de flaquear y terminar cediendo. 
Si todo esto continúa se termina convirtiendo en el patrón familiar educativo. Nuestros hijos irán creciendo rebeldes (han aprendido el juego de "tal vez me salgo con la mía si tiro de la cuerda un poco más") e inseguros, ya que ante extraños (que no los quiere como sus padres o madres) no saben cómo comportarse y sentirse bien. En estas condiciones es difícil criar buenos hijos, y ciudadanos de bien, ya que buscarán como alterar las reglas sociales para salirse con la suya. Pero, además, el trato con los demás estará marcado con este "tira y encoge". Muchos de los hijos provenientes de este tipo de hogares no encajan en el ámbito escolar y/o laboral.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.  

sábado, 27 de febrero de 2016

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: MENORES ACOSADORES



       Recientemente publicaba un blog sobre el acoso escolar, en el que llamaba la atención de padres e instituciones educativas por la forma en cómo se manejan tales situaciones de acoso, convirtiendo al acosado no solo en víctima del problema, sino también en víctima de la solución, mientras que la verdadera raíz del problema, el acosador, suele quedar impune, y hasta victorioso. Y mientras esto sea así, el problema no parará de crecer.

Es necesario crear mecanismos en las instituciones educativas para prevenir estas situaciones y para detectarlas en forma temprana, porque continuamente suceden infinidad de ellas que, o pasan desapercibidas, o no se toman en serio hasta que el caso se vuelve extremadamente grave. Es como no prestar atención a alguien que va por ahí apuntando a la gente con una pistola hasta que ya mató a alguien. Pero sobre todo, es necesario crear conciencia en los propios padres sobre la gravedad del problema, pero no en el sentido de la gravedad de la situación del acosado, sino en la gravedad del problema que tiene el acosador, y del daño que causa, de modo que los padres no sólo se pregunten si su hijo será víctima de acoso, sino si su hijo será un acosador.

E insisto en que la conciencia de los padres es fundamental, y no solo porque es un claro problema educativo de valores, que es responsabilidad de los padres, sino porque frecuentemente sucede que la actitud de los padres tiende a atar de manos a los centros educativos y a inhibirlos de hacer lo que deberían hacer, y también porque esos padres tienen entre sus manos un pequeño delincuente escolar y un potencial futuro delincuente social, maltratador o acosador laboral, o maltratador doméstico. Si los síntomas que ya son graves siendo menor de edad no se atajan a tiempo, muy difícilmente se podrán frenar en la vida de adulto.

Aunque no es fácil establecer un perfil típico del acosador escolar, hay ciertos patrones que tienden a repetirse en casi todos ellos. Suelen tener liderazgo, aunque lo apliquen en forma negativa; suelen tener cierta gracia social, ser lo que llaman “populares” y arrastran sus seguidores, de quienes tiene su reconocimiento; pero carecen de empatía y de razonamiento moral. Tienen afán de protagonismo, pero suelen carecer de habilidades que les hagan sobresalir, y si las tienen no creen en ellas, normalmente por baja autoestima. Básicamente, el liderazgo que muestran, y en el que creen, es el basado en la fuerza, el dominio y la sumisión.

Suelen ser impulsivos, faltos de límites, y con muy baja tolerancia a la frustración. Suelen ser prepotentes y mostrar falta de respeto hacia las normas y dificultad en la relación con las figuras de autoridad. No tienen pensamiento autocrítico ni remordimiento o sentimiento de culpabilidad; más bien al contrario, el daño provocado les fomenta sensación de victoria. Curiosamente, los acosadores no suelen pertenecer a las clases sociales más desfavorecidas; al contrario, la conciencia de pertenecer a una familia bien posicionada económica y socialmente con respecto al entorno les crea una errónea autoestima, una sensación de superioridad que alimenta esa prepotencia.

¿Por qué lo hacen? No hay una respuesta única. Las circunstancias que llevan a un menor a actuar de esta manera pueden ser múltiples, pero en todas y cada una de ellas se refleja una falta de control por parte de los padres, y ello es también la razón por la que los padres difícilmente aceptan que su hijo ser un acosador. Pueden hacerlo simplemente porque han encontrado en la burla una forma de diversión y no son conscientes del daño que hacen. Estos son los casos con mejor pronóstico.
Otros lo hacen como una forma de trasladar a los demás algún tipo de situación de maltrato o deficiencia educativa en casa, o bien como una forma de reaccionar ante una sensación de fracaso, aunque no haya una situación de fracaso tangible; simplemente sentirse fuera de lugar en la vida. En cualquier caso, es un claro síntoma de baja autoestima. Una persona con buena autoestima no acosa. En el peor de los casos puede tratarse de pequeños psicópatas, que simplemente, disfrutan haciendo daño solo porque sí.
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Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 




sábado, 20 de febrero de 2016

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: EL AMOR A NUESTROS HIJOS

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos
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Cuando hablamos de amor hacia nuestros retoños casi siempre pensamos en un amor incondicional, que lo perdona todo y no cuestiona nada. Sin embargo, esto no es suficiente, y, en ocasiones hasta es incompatible con la adecuada forma de amar a nuestros hijos, es decir, en la racionalidad, en la educación de valores, premios, consecuencias y castigos. Frecuentemente creemos que eso no es amor, y, por otro lado, a veces pensamos que es más difícil amarlos de esta manera, ya que si accedemos a todo lo que piden, pasamos por alto malas acciones y rehuimos los regaños, la disciplina y el establecimiento y cumplimiento de límites, nos resulta más cómodo, menos complicado.
Sin embargo, nada más equivocado. Amar a un hijo implica educarlo; y educarlo implica amarlo, porque el esfuerzo y la dedicación que requiere una buena educación solo se hace por alguien a quien se ama; difícilmente se hace por alguien a quien no se ama, y si se hace, al hacerlo automáticamente se le ama, porque la educación es una entrega a él (ella), y él(ella) se convierte en la obra de nuestro esfuerzo, dedicación y entrega. Amar con el corazón, y educar con la razón. Y la razón nunca puede ir por detrás del corazón; muchas veces tiene que ir por delante, y esa es la parte dolorosa y difícil de la educación, pero nos debe reconfortar el pensar no en el hijo que tenemos delante, sino en el que queremos tener en el futuro.
Educar a un hijo no es consentirlo, sino prepararlo para ser en el futuro un miembro valioso de la sociedad, que la enriquezca, que aporte sus valores, su esfuerzo y conocimiento; y que disfrute de su integración a la misma. Amar a un hijo es hacerlo feliz cada día, si fuera posible; educar a un hijo es hacerlo feliz mañana y cada día del futuro, aun cuando ello implique no hacerlo feliz hoy. ¿Cuántos sacrificios somos capaces de hacer por nosotros mismos en el presente para tener un futuro mejor? Pues la educación de nuestros hijos no es una excepción; es simplemente el más importante y más grato de todos ellos.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

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Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

sábado, 13 de febrero de 2016

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: EL ACOSO ESCOLAR



Está cada vez más de actualidad el tema del acoso escolar, o “bullying”, como se le conoce en inglés. Nunca como hasta ahora han salido a la luz tantos casos y tan graves, lo que nos lleva a preguntarnos si es que esta práctica es cada vez más común. Hay una doble respuesta a esto. Por un lado, el acoso escolar ha existido siempre, aunque siempre se ha considerado simplemente como un aspecto negativo de la experiencia escolar, sin mayor trascendencia, y nunca como hasta ahora se han hecho públicos tantos casos, ni ha habido semejante sensibilización social hacia el problema; sucede como con el maltrato doméstico.

Y, por el otro lado, sí, independientemente de dicha mayor sensibilización, existen cada vez más argumentos que hacen que la práctica del acoso escolar sea cada vez más común y generalizada y se escape cada vez más del control de los centros educativos, que difícilmente tratan de tomar alguna medida, a parte de recomendar cambiar de colegio a la víctima, como entendiendo que el problema es la víctima, y no habiendo víctima ya no hay problema, cuando es obvio que el veneno sigue ahí, y habrá nuevas víctimas. Pero, como siempre digo, la conducta de nuestros hijos no es tanto responsabilidad de los centros educativos como de los propios padres.

En los casos de acoso escolar normalmente el protagonista es la víctima, hacia quien se dirigen las miradas, y quien se ve forzado a buscar salidas a la situación; salidas que, en casos extremos, pueden llegar a incluir el suicidio del niño o adolescente. Salidas que, a parte de casos extremos suelen consistir en cambios de colegio, confirmando con ello que, además de ser víctima de acoso, es también víctima en la solución por la pasividad del centro educativo. Y es probable que en el nuevo centro educativo tenga que enfrentarse al mismo problema, puesto que también habrá acosadores, porque los hay en todas partes, y porque la víctima lo es, probablemente por responder a ciertas condiciones o características que lo diferencian de lo estándar, aun cuando dichas condiciones sean valores sobresalientes.

A tal punto la problemática se centra en la víctima que incluso muchos padres se preguntan si su hijo será víctima de acoso escolar. Sin embargo, tiende a olvidarse que frente a cada víctima de acoso escolar hay siempre un acosador, o más de uno; pequeños delincuentes en potencia que suelen quedar impunes y reincidir en su conducta una vez tras otra, frecuentemente ante la pasividad de los centros educativos, pero, sobre todo, ante la pasividad de los propios padres, porque… ¿Cuántos son los padres que se preguntan si su hijo será un acosador, se preocupan por ello, y toman un papel activo en la solución del problema? Creo que es muy difícil encontrarlos.
Lo que sí es común es la indiferencia y pasividad de los padres de los acosadores, a quienes les da igual el asunto mientras sus hijos no sean víctimas; y es común también el proteccionismo y hasta el aliento y apoyo que estos padres dan a sus hijos, en un erróneo afán de que éstos aprendan y muestren su valentía, poder y liderazgo. Más aún, casi todos estos padres desvirtuarán los hechos y buscarán mecanismos para defender a su hijo de acusaciones y de medidas que pueda tomar la institución educativa; muy lejos de ver que el que tiene realmente el problema es su hijo, y que hay gran responsabilidad de los padres en ello. Seguiremos analizando este tema y desgranando el perfil tanto de víctimas, como sobre todo, de acosadores, puesto que es a ellos a quienes se debe identificar.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

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 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

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sábado, 6 de febrero de 2016

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: LOS NI NI´s



 Recientemente leía una estadística que cifraba en más de 20 millones la cantidad de NI NIS en Latino América. Para los que no estén familiarizados con este término de nueva acuñación, se ha dado en llamar NI NI´s a aquellos jóvenes que Ni estudian NI trabajan; en otras palabras, que están al margen del mercado laboral, bien sea real o potencialmente, ya que la condición de estudiante se considera como fase de preparación para acceder al mercado laboral.

No conozco bien los criterios considerados para ofrecer esta estadística, pero aun siendo muy alta, dista bastante de la realidad, de la misma manera que dista muchísimo de la realidad la estadística de personas desempleadas que se nos ofrece oficialmente (pero si incluso la cantidad de mareros es mayor que esa). Probablemente en uno y otro caso se consideran personas empleadas a personas del mercado laboral informal que ofrecen algún servicio tan innecesario como intrascendente, y a quienes damos alguna propina más por temor que por gratitud, como los “cuidacarros”, por poner un ejemplo.

No deben ser incluidos en el “Ni trabaja” a las personas que están activamente en la búsqueda de empleo, ni a las que realizan las tareas domésticas de su casa, puesto que esta es una labor necesaria que requiere una dedicación, y que está considerado como trabajo por la OIT. Más bien, el “Ni estudia ni trabaja” se refiere a aquellos jóvenes que no hacen ni lo uno ni lo otro, y que, además, no muestran estímulo o iniciativa alguna por ello; en otras palabras, que no saben qué hacer con su vida, ni les importa mucho.

El problema de los NI NI´s va mucho más allá de la situación de parasitismo en la que viven y en la que tienden a perpetuarse. Hay una serie de consideraciones que les van a arrastrar, probablemente, hacia caminos poco sanos. En primer lugar está el cómo disponer del tiempo libre, que es todo. Las probabilidades de que antes o después tiendan a ocupar su tiempo en actividades nocivas son altas, entre otras cosas, porque las actividades nocivas surten el aliciente que necesitan y que falta en su vida.

Por otro lado, en casa serán objeto de críticas y reproches, y, además, su baja autoestima por la situación que viven, les hará sentirse en inferioridad respecto a los otros miembros del hogar, y tenderán a evitar la compañía familiar. Por todo ello, tenderán a casi no pasar tiempo en casa, y a pasar mucho tiempo en la calle, donde coincidirán con otros jóvenes en similar situación. Es fácil suponer que los riesgos de caer en drogadicción o en pandillas es alto.

Pero la cuestión es, sobre todo, buscar la causa del problema para tratar de resolverlo desde ahí, porque una vez que la situación de NI NI se hace crónica, es cada vez más difícil activar el estímulo del joven para orientar su vida sana y productivamente. Tanto familia como sociedad tendemos a culpabilizar al joven por esa situación; sin embargo, difícilmente hacemos una reflexión sobre nuestra propia culpa como familia o como sociedad. Como sociedad cabe preguntarse si se ofrece suficientes oportunidades de capacitación y de empleo digno a los jóvenes. Seguramente la respuesta es que no.
Y, por otro lado, como familia, hemos de preguntarnos cómo orientamos la vida de nuestros hijos desde que son pequeños, porque esa, a fin de cuentas, es labor de padres y madres. La respuesta, en la mayoría de los casos, es que no hay ningún tipo de orientación, de plan, de proyecto o de estímulo para nuestros hijos en su desarrollo. Los hijos van creciendo a como dé lugar, por sí solos; y si algo se tuerce, tendemos a maltratarlos, o simplemente a rezar para que se enderecen. No sabemos hacer otra cosa. ¿Cómo esperamos que cuando tienen quince o veinte años tengan un estímulo que nunca les hemos dado? Nuestros hijos no son lo que son; son lo que los padres hacemos de ellos.

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Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

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Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.