Aunque ya he hablado en
alguna ocasión sobre este tema, es necesario abordarlo nuevamente porque entre
la juventud actual se pone cada vez más de manifiesto el problema que genera la
falta de este criterio en la educación de nuestros hijos. Y no es solo en
nuestro país; es general. Ha habido muy recientemente algunos casos en USA que
alarman a cualquiera. A modo de ejemplo, adolescentes que trataron de matar a
una profesora envenenando su bebida, u otros adolescentes que prendieron fuego
a la casa de un profesor. Todo ello pone de manifiesto no solo una simple falta
de respeto a la autoridad, sino, sobre todo, una muy preocupante falta de
control sobre la frustración. Y se trata de un tema educativo fundamental, porque
es el resultado de no poner límites en la educación de nuestros hijos desde muy
pequeños.
Por ello quiero ahondar en
las consecuencias de no ser estables y contundentes con las negativas a los
hijos, sobre todo en edades muy tempranas de su desarrollo. Cuando el niño está
en el útero materno existe una clara delimitación de su espacio; debido a eso,
cuando nacen procuramos no dejarlos en espacios grandes (cama, cuna) por si
solos sino que les damos "seguridad" con almohaditas que colocamos a
su alrededor para que se sientan "seguros". A medida que el niño va
creciendo, su espacio también va aumentando, pero la necesidad de marcar
espacios también es una necesidad emocional. Las rutinas para alimentarlo,
asearlo, dormirlo, sacarlo a pasear, etc., le proporcionan equilibrio y
confort, ya que sabe a qué atenerse. Aunque sus conceptos de tiempo no son tan estructurados
como en el adulto, si son lo suficientemente claros para que tenga una idea
bastante precisa de qué ocurrirá en cada momento de su corta vida.
Cuando los padres
transgreden estos elementales esquemas rutinarios, el niño no sabe qué esperar,
y empieza a manifestarse en ellos la tensión, ansiedad y angustia, que, a su
vez, descontrolan más a los cuidadores, hasta puntos en los cuales la más
pequeña rutina constituye un caos de establecer, ya que ambas partes están
alteradas. Esto produce conductas de rechazo o berrinches, con la consecuente
molestia de ambas partes. La demanda alterada hace que los niños sean cada vez
mas rebeldes, ya que constantemente retan a sus cuidadores para obtener lo que
desean y en el momento que lo desean. En vez de ser consistentes siempre con el
mismo criterio, a veces accedemos y otras nos rebelamos, lo que produce más
rebeldía en ellos. Una rebeldía que es síntoma de inseguridad, ya que nunca
saben qué lograrán cada vez, y hasta dónde los padres o madres podrán resistir
antes de flaquear y terminar cediendo.
Si todo esto continúa se termina convirtiendo en el patrón familiar
educativo. Nuestros hijos irán creciendo rebeldes (han aprendido el juego de
"tal vez me salgo con la mía si tiro de la cuerda un poco más") e
inseguros, ya que ante extraños (que no los quiere como sus padres o madres) no
saben cómo comportarse y sentirse bien. En estas condiciones es difícil criar
buenos hijos, y ciudadanos de bien, ya que buscarán como alterar las reglas sociales
para salirse con la suya. Pero, además, el trato con los demás estará marcado
con este "tira y encoge". Muchos de los hijos provenientes de este tipo
de hogares no encajan en el ámbito escolar y/o laboral.
Acerca de la
Dra. Mendoza Burgos
Consultas on
line
Titulaciones
en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y
Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi
actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos
direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica
privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de
comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de
extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su
tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y
Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La
tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y
teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del
mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia
regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes
que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder
a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que
juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario