sábado, 6 de junio de 2020

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: FIEBRE DE LA CABAÑA, ADICCIONES QUE DEJARA EL CONFINAMIENTO


“Que el remedio no sea peor que la enfermedad”.

Esa frase, tan repetida en estos días, la utilizan aquellos que sostienen que el confinamiento y el cierre de la economía puede tener peores consecuencias que la propia pandemia.

“Si no nos mata el virus, nos matará el hambre”, afirman, urgiendo a que la vida comercial e industrial vuelva a su curso lo antes posible.

Es probable que sea una exageración y que la parálisis económica provocada por el COVID 19 no nos mate de hambre.

Lo que sí es más factible es que ese remedio que es la cuarentena obligatoria nos deje graves trastornos psicológicos.  

Además de exacerbar muchos problemas de conducta y alimentarios, por poner algunos ejemplos, también podría haber creado adicciones en las personas, como una forma de "evadirnos" o distraernos en el confinamiento.

La ludopatía es una de ellas, aunque ante el cierre de casinos solo quedó la opción de apuestas y juegos online.

No es un secreto que en varios países se disparó la venta de bebidas alcohólicas. En México se incrementó el consumo un 63%, principalmente de cerveza. En Rusia, las ventas de vodka en las mayores cadenas minoristas aumentaron un 31% mientras que el whisky y la cerveza escalaron un 47% y un 25%.

España tiene números similares. Los que tenían dependencia a los narcóticos seguramente han sufrido la abstinencia a raíz de la escasez de muchas drogas en el mercado, como la heroína. Algunos, incluso, han hecho el paso forzado a la metadona.

Después de dos meses de encierro, uno de los trastornos más comunes es el llamado “Síndrome de la cabaña”. Se empezó a usar a principios del siglo XX, en Estados Unidos, en aquellas zonas donde debido a los largos inviernos, sus habitantes se veían obligados a pasar un extenso período sin salir de su casa.

Si bien realmente no es un término psicológico aceptado, ilustra el temor a salir a la calle después de un confinamiento mayor de 50 días. Se sentirá miedo, desconfianza, sobretodo estando aún latente el temor a ser contagiado con coronavirus.

Cuanto más amena haya sido la cuarentena, más difícil será volver a salir a la calle sin miedos ni prejuicios.

Algo que influye mucho es la actitud de cada uno, y dependiendo de cómo nos hayamos organizado, el confinamiento puede dejarnos hábitos muy beneficiosos. A partir de ahora podemos ser más higiénicos, más económicos, más seguidores de rutinas y más preparados académicamente, además de haber mejorado nuestras relaciones familiares. Pero también, en caso de afrontarla de manera negativa, se verá reflejado en el aumento de peso, el caos en las rutinas, el abandono físico, la falta del deseo de lucir bien, malas relaciones familiares, nuevas manías y obsesiones.

El COVID 19 nos puede cambiar. Una estancia tan grande entre cuatro paredes hará brotar todo aquello que el tiempo fuera del hogar mitigaba y pueden aparecer nuevos trastornos.

Si logramos “sobrevivir” a la cuarentena, probablemente nos volveremos más prácticos y resolveremos más cosas desde el hogar, una de las grandes enseñanzas que nos dejó la pandemia. Además, ya estaremos mejor organizados. Si somos padres de familia de niños pequeños ya estos habrán regresado a la escuela y solo eso será un gran respiro para trabajar mejor

Al final, la pandemia nos puede hacer más fuertes o más vulnerables, dependiendo de cómo cada ser vive esta experiencia tan atípica. Si sentimos que nos ha dejado de bajo estado, debemos buscar un terapeuta para ayudarnos. Difícilmente se nos olvidara, ni siquiera a los más pequeños.

Se ha vivido -y aún lo estamos- en una condición de inminente peligro y eso se clava en la memoria a menos que padezcan de una especie de “Belle indiferencia”, lo cual también es nocivo. Normalmente algo de prevención nos quedará y con ella deberemos vivir el resto de nuestros días.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Consultas on line

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

sábado, 23 de mayo de 2020

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: PROBLEMAS DE SALUD QUE AGRAVA LA CUARENTENA


Nada mejor para evitar el contagio del Coronavirus que la cuarentena.

El aislamiento, ya sea autoimpuesto u obligatorio, ha funcionado como método para contener la pandemia. Sin embargo, el confinamiento produce algunos daños colaterales que conviene mencionar.

Por ejemplo, todas las personas que ya tenían problemas de salud mental y otras conductas verán exacerbada su sintomatología por dos razones muy simples. Primero, por la imposibilidad de atender a sus consultas; y segundo, porque no podrán seguir tan fácilmente sus rutinas de alimentación, ejercicio y sueño, por nombrar algunas.

Lógicamente el encierro ha provocado múltiples efectos secundarios que atacan todos los ángulos de la salud integral, que llegan incluso al maltrato físico y psicológico.

Si comemos peor, si dormimos mal y si nos abandonamos al sedentarismo las consecuencias pueden ser graves.

El encierro, como si fuera poco, genera mucha agresividad y es producto de un estado de tensión, en algunos casos incertidumbre y también depresión, que no ha podido ser manejado correctamente.

En la cuarentena todas las actividades serán afectadas a menos que se haga un meticuloso horario y se respeten rutinas, igualmente no deja de ser difícil si no hay forma de variar un poco las mismas para evitar el aburrimiento.
Es complicado atenerse a una rutina cuando no existe forma de modificarla un poco.

Parece paradójico, pero el ser humano necesita variedad, del mismo modo que los animales.

La tensión o la ansiedad, o como quiera llamarse, es infinitamente superior durante el confinamiento y genera una extraña sensación de impotencia, ya que chocamos con la imposibilidad de manejar la situación a nuestro antojo.

Es, al fin de cuentas, una forma de encarcelamiento apenas aderezada con una pequeña dosis de libertad. Igual es una prisión: la jaula aunque sea de oro, no deja de ser una prisión. Así lo refleja en Gran Bretaña un artículo de la revista Lancet Psychiatry, donde los profesionales reclaman que se refuerce la vigilancia del impacto psicológico que genera la epidemia, que es mayor, según los sondeos, al propio miedo a caer enfermo con el virus.

No es necesario ser claustrofóbico por estos días para que el encierro nos genere stress, ya que se combina peligrosamente con otros factores. Si además se habita en un espacio pequeño, la pérdida de intimidad y de libertad pueden generar situaciones incómodas como roces de pareja, peleas entre padres e hijos, reproches y voces fuera de tono. En España, por ejemplo, el Ministerio de Igualdad, durante los primeros quince días de confinamiento, el teléfono gratuito de atención a las víctimas de violencia de género recibió un 18,21 % más de llamadas que en el mismo periodo del mes de febrero.

Además, el estar inmovilizados terminará por afectarnos aún más.

¿Y dónde dejamos el famoso "mente sana en cuerpo sano"? Aún aquellos que no se ejercitaban demasiado al menos tenían actividades como ir a hacer la compra o salir a hacer trámites que los volvían de cierta forma activos. La cuarentena y sus restricciones paralizaron todo, no solo nuestro humor.

La forma en que vivimos ha cambiado totalmente. O nos adaptamos o las consecuencias serán muy nocivas.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

sábado, 9 de mayo de 2020

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: CUANDO EL CORONAVIRUS NOS SEPARA

 

Encierro. Hastío. Temor. Incertidumbre.
Como si todos esos ingredientes no fueran suficientes en este tiempo de cuarentena prolongada, en algunos casos se le agrega otro elemento que puede resultar demoledor: que este confinamiento forzado sorprenda a una familia separada.

Es decir, por ejemplo, un padre o una madre que estaban de viaje por trabajo y ya no pudieron regresar a casa antes del cierre de las fronteras y la reducción del tráfico aéreo.

La pandemia del Covid19 ha dejado muchas historias como estas. O, lo que es peor, ambos padres en el exterior y los hijos a cargo de la abuela.   

Existe una gran sensación de frustración, miedo y temor a ser olvidados. Esa situación provoca una angustia por el bienestar de unos y otros, angustia de separación en los hijos y en los adultos, además de estrés postraumático.

Cuanto más abrupta es la separación, más difícil de asumir.

Cuando la separación es, como hoy, por una causa natural, se puede entender más que si es por un hecho de violencia.

En el caso de los niños, dependerá de su edad. Si los hijos son pequeños, la rutina más fácil, pero alrededor de los 6 años en adelante, y más si tenían cercanía con el padre que está alejado, pueden llegar a sentir cólera, gran ira, por algo que entienden, pero a medias.

En los adolescentes, si era el padre menos estricto, quizás deseen que regrese lo antes posible. Pero aún si se tratase de alguien exigente, igualmente se resentirá su falta.

Esta separación afecta a padres e hijos por igual, aunque seguramente los padres se sentirán más frustrados por tener mayor responsabilidad.

En el caso de padres separados o divorciados, la rutina de visitas puede verse alterada, sobre todo por las limitaciones de movilidad que impone la cuarentena en algunos lugares. Eso sí, probablemente estarán un poco más acostumbrados, pues de alguna manera la separación ha sido paulatina, pero igual sentirán y resentirán ese distanciamiento.

Peor aún es si la separación familiar involucra a algún adulto mayor, sin duda los más vulnerables en esta crisis del Coronavirus.

Ellos tendrán un gran miedo de ser abandonados, sobretodo si el hijo que está lejos es quien tiene una gran parte la responsabilidad de su cuidado y su sostén económico, por no hablar del aspecto sentimental. Por tratarse de los más proclives a sufrir consecuencias letales a raíz de la edad, toda expresión física de afecto, ya sea un beso o un abrazo, puede ser motivo de contagio.

La tecnología, esa que tanta veces nos aleja y nos distrae de los más cercanos, en circunstancias así puede ayudar enormemente. Aplicaciones como Skype, Zoom, Meet y Whatsapp hacen que las distancias sean cortas y menos dolorosas. Con los adultos mayores, sobre todo aquellos con dificultades para manejar un teléfono inteligente, hay que ser más didácticos y pacientes.

A diferencia de un viaje programado, donde el ausente tiene una fecha de regreso ya determinada, este confinamiento promete eternizarse y eso genera una lógica incertidumbre.

Se necesita de mucha resiliencia. Aún sufriendo, a veces uno puede aguantar distanciado de los seres queridos más de lo que uno cree, pero siempre y cuando exista la idea de que el distanciamiento es temporal. Si la separación es debida a algo más definitivo, obviamente se llevar peor.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

sábado, 25 de abril de 2020

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: RECHAZO Y ESTIGMA EN EPOCA DE CORONAVIRUS


En primera línea frente al Coronavirus. Irremediablemente expuestos al contagio y en muchos casos sin la protección necesaria.

Así afrontan la pandemia los héroes de estos días: médicos, enfermeros, policías, personal de limpieza, empleados de farmacias y supermercados. Sin embargo, no faltan aquellos que los discriminan y tratan de alejarlos de entorno.

Sobran casos, en El Salvador y en el mundo, donde han sufrido discriminación simplemente por el hecho de haber estado cerca de los contagiados.

Así, hay enfermeras que no les permiten subirse a un bus, médicos a los que quieren quitar de sus propias residencias o cajeras de supermercados cuyas vecinas ya no quieren tenerlas cerca. En ese sentido, el Covid 19 no solo mata, sino también provoca una absurda división entre los humanos. De repente, todos parecen sospechosos. Quizás no entienden la importancia de todos aquellos que están en la primera línea de trabajo. Y que gracias a ellos podemos mantener comida en la mesa y disponer de nuestras medicinas.

Claro, además están los médicos y las enfermeras que velan por nuestra salud.

Reacciones así, de rechazo y discriminación, obedecen a la falta de conocimiento y de agradecimiento.

Eso es egoísmo total. El coronavirus no se transmitirá por vivir al lado de alguien que continúe trabajando. Bastará que estos y los que les rodean se laven manos, se cubran la boca y sigan todos los protocolos sanitarios. Suficiente.

Hartos de la tediosa cuarentena, todos desean volver a trabajar, pero no se ponen en el lugar de los que están aún laborando, agotados y con miedo al igual que ellos, solamente que más expuestos. En vez de llevarles algo para comer o ayudarles con sus seres que dejan por servir a otros, los atacan o los excluyen.

En El Salvador, un cobrador de una ruta de buses de Usulután bajó a una enfermera a media calle, en una zona inhóspita, simplemente por la presión del resto de pasajeros, que temían ser contagiados. El colmo.

En Barcelona, España, a una doctora le escribieron en su carro “Rata Contagiosa”.

También en ese país, otro médico se encontró con una nota anónima al volver a su vivienda: "No vuelvas a casa, el Estado tiene refugios para el personal de salud" y "hay lugares donde les están alojando”.

Sin dudas que la pandemia está generando pánico, sobre todo en aquellos poco o mal informados.

Si la gente tiene buen conocimiento, sigue las medidas que están dando los medios y los expertos. La intolerancia tiene mucho que ver con el desconocimiento y la incultura, lo cual exacerba más la discriminación hasta encontrarnos con casos como los mencionados.

De repente, nos volvemos más egoístas. Eso tiene mucho que ver con la escasez y la cultura... A más escasez y menos cultura, más egoístas nos volveremos.

Además, sin que suene a una justificación, esta situación atípica altera psicológicamente a mucha gente, que al final termina sacando lo peor de sí.

En ese sentido, los hogares con poca estructura sufrirán más que aquellos que desde siempre han seguido patrones más ordenados y de rutinas en casa.

Sólo en México se han contabilizado 35 de casos de agresiones al personal médico desde que estalló la pandemia. Sin embargo, esto no es nuevo. La revista The Lancet, especializada en medicina, publicó en 2014 un estudio donde detallaba los inusitados niveles de agresiones que los trabajadores de salud sufren con respecto a colegas de otras profesiones. Médicos y enfermeras están expuestos a diversas formas de ataques físicos y psicológicos: intimidación, golpes y hasta tiroteos.

En este caso puntual se les excluye y ataca por su riesgo de contagio. Así lo explicó, por ejemplo, el médico colombiano Andrés Osorio, que vive en un edificio de Bogotá: “Me prohibieron el uso del ascensor, me toca subir los seis pisos por escalera para llegar a mi casa, y además no puedo hacer uso de las zonas comunes”.

Actitudes discriminatorias como las mencionadas por suerte son solo excepciones y contrastan enormemente con escenas conmovedoras como los ya clásicos aplausos al personal médico desde los balcones, un rito que empezó en Europa y que traspasó fronteras. Así como hay gente intolerante, también hay más que son solidarios.

En muchos países, y aun en los nuestros, existe muchas personas que están trabajando de gratis o regalando cosas de primera necesidad sin nada a cambio.

Ellos, al igual que todos los que trabajan en la primera línea, son auténticos héroes. Es inconcebible que se les trate como villanos.
 Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

sábado, 4 de abril de 2020

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: EL HUMOR Y LA CAPACIDAD DE RESILIENCIA


Al mal tiempo, buena cara.

La crisis que ha provocado la pandemia del Coronavirus, en la mayoría de los casos acompañado de una cuarentena fastidiosa, se puede afrontar de varias maneras, pero la mejor es hacerla con humor.

La risa nos ayuda siempre en momentos de tensión, ya que libera endorfinas y cambia el esquema negativo de las situaciones que afrontamos, llevando dosis de esperanza, relajación y catarsis. Además, como si fuera poco, la risa disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

El humor tiene efectos terapéuticos comprobados.

Incluso en las consultas de Salud Mental, el terapeuta debe ser jovial y esperanzador, aunque no iluso ante las situaciones.

Con los niños, el juego saca en la acción los temores que pueden sentir. Por eso se recomienda utilizar los juguetes para recrear lo que ocurre y sacar adelante el espíritu de lucha y esperanza. Eso vale incluso para los ancianos: la esperanza está allí, solo falta que la saquemos.

Ahora que está de moda la palabra resiliencia, esa capacidad que tienen algunos seres humanos para adaptarse positivamente a las situaciones adversas, vale aclarar algo: entre las principales características de las personas resilientes está su sentido del humor.

Si alguien puede reírse de sí mismo y hacer bromas sobre la adversidad, sin dudas tendrá más facilidad para afrontar los problemas que alguien sin sentido del humor.

La clave es ver la realidad sin perder el buen humor, sin pretender usarlo como recurso para evadir la situación. Al contrario, nos ayuda a entenderla. Hay que ver el lado optimista de las cosas a través del humor, pero humor del bueno: ni grosero ni negro. Hasta nuestros errores, que todos cometemos, pueden verse desde el lado positivo y reírnos de ellos.

Sigmund Freud atribuyó a las carcajadas el poder de liberar al organismo de energía negativa. Por lo tanto, atrévase a contar chistes y a ser jovial en estas situaciones, a pesar de todo. Incluso compartir memes, si estos no salen de tono, puede ayudar a arrancar una sonrisa, y eso tiene un valor inmenso en estos tiempos duros.  

Baile, cante, juegue con sus hijos, con las mascotas, lea, vea comedias, siga en redes sociales cuentas divertidas… Todo sirve. Póngase al frente al espejo y trate de reír a carcajadas hasta que estas salgan de verdad. A una crisis, entre otras cosas, se la enfrenta con la mejor disposición.

El envejecer o las crisis  no deben ser motivo de perder el humor. Muévase, ría y piense que mañana hará un día mejor. La risa es contagiosa, y también mucho más benévola que cualquier virus.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

domingo, 22 de marzo de 2020

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: CORONAVIRUS Y SALUD MENTAL


Cuando el nombre “coronavirus” empezó a ser algo más que un virus que se propagaba en China, se encendió la alerta roja a nivel global. “Nada sucederá”, fue la especulación de la mayoría del mundo. Se trataba, por supuesto, del período de negación, un paso inevitable dentro de un proceso natural para asimilar las crisis.

Sin embargo, cuando esa amenaza se convierte en realidad, como el caso de la pandemia actual, nos invade la ansiedad.
En cierto modo, eso nos empuja a tomar las medidas convenientes, como huir, neutralizar, afrontar o atacar, según la circunstancia lo requiera. Otros, sin embargo, se paralizan de la impotencia.

Como alguna vez escribí, los mecanismos ansiosos tienen dos componentes: físico y psíquico.

Los físicos aparecen ante un detonante, preparando el cuerpo para la situación de defensa ante el mismo. Pero en muchos casos la negación sigue al punto que somos capaces de ignorar las medidas e instrucciones que dan las autoridades en casos de crisis.

A pesar de que nos dicen que hay que quedarse en casa y evitar cualquier contacto humano, hacemos caso omiso, actuando irresponsablemente.

Por eso es importante obedecer las medidas y tener ciertas rutinas en casa para estar mas seguros y preservar nuestra integridad mental.

Cuando nos invade el miedo es cuando más obediente nos volvemos. Pero ese es el miedo sano, el que nos vuelve buenos ciudadanos y prudentes. En medio de la adversidad, somos capaces de sacar lo mejor de cada uno, nuestro lado más solidario: donamos, nos sensibilizamos por las historias ajenas, abrimos nuestros corazones. En este caso de la pandemia, especialmente colaboramos con los dos grupos más afectados: los ancianos y los inmunodeprimidos.

Pero también puede aflorar lo que llaman “el miedo tóxico”, ese que desborda nuestra ansiedad hasta llevarla a límites extremos. Es cuando, presas del pánico, somos capaces de ir a un supermercado y acabar con la existencia de alcohol en gel, comprar una tonelada de papel higiénico o llenar las alacenas de latas de atún “por si acaso se viene el fin del mundo”.

En todo caso, en crisis como las del coronavirus normalmente la fase del miedo suele ser breve, e inexorablemente conduce a una etapa de desesperanza. Es cuando la cifra de infectados y muertes calan psíquicamente en nuestra mente. Y de aquel “a mí no me va a tocar, esto sucede en China” pasamos al “de esta no me salvo, seré la próxima víctima...”

De esa desazón, sin embargo, tarde o temprano también se sale. Y cuando esto ocurre, normalmente el individuo emerge reforzado anímicamente.

Esto viene acompañado de una autoestima alta y nuevos hábitos. Entonces ayudamos a otros desde la serenidad y ya no desde el miedo. Al final, la crisis será una anécdota y un invalorable aprendizaje.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

sábado, 14 de marzo de 2020

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: VIVIR EN SOCIEDAD CON GARBO


Existe un tema muy en boga en estos días y sobre el que se debate mucho: las habilidades sociales.

Se trata de una serie de actitudes y desempeños ante otros, congruentes con nosotros mismos y nuestros deseos, pero también compatibles con el entorno social. La clave, argumentan los especialistas, es saber manejar adecuadamente y de forma satisfactoria nuestro liderazgo.

Me impactó mucho desde pequeña el libro "Cómo hablar bien en público e influir en la gente de negocios", de Dale Carnegie, un clásico de la literatura de autoayuda.

Todas estas herramientas -libros, cursos, consejos, casos emblemáticos- tienen por objetivo ayudarnos a desenvolvernos en la vida siendo mejor aceptados por los demás, creando una mejor autoestima.

Es importante aprender habilidades sociales simples, pero siempre a la orden del día. Por ejemplo, cómo tocar una puerta antes de entrar a un lugar o ante una puerta cerrada, aprender a sentarnos cuando nos lo ofrecen, a contestar llamadas telefónicas, a modular nuestra voz al hablar y una serie de actuaciones de mera cortesía, atención al cliente y su gestión.

Aunque ahora la tendencia indica un comportamiento menos riguroso -sobre todo con la irrupción de la generación Millennial y su rebeldía-, estas habilidades sociales nos ayudarán a salir airosos ante cualquier entrevista de trabajo o actividad social.

Y mucho más en esta época, donde en cada esquina hay una cámara que retrata cada uno de nuestros movimientos. Además, las buenas maneras y la cortesía no pasan de moda y deben ser básicas en la educación en el hogar.

Muchos coinciden en que una habilidad clave es saber decir "no" cuando no estamos convencidos de algo. Se puede, cortésmente, negarse a una petición específica aunque tratando de ofrecer una opción que nos agrade y nos convenga más, de manera de no generar rechazo. Sin embargo, a veces no habrá otra más que el NO contundente, pero tratemos de buscar acciones intermedias.

A la hora de hacer alguna observación u opinar ante alguien se corren dos riesgos. El primero es ser demasiado consecuente y caer en el elogio desmedido cuando no lo merece. El segundo, ser muy crítico y provocar una situación incómoda. Lo ideal es aprender a hacer críticas constructivas sin caer mal, encontrando un punto intermedio en lo que diremos que propicie el halago y a la vez ser sinceros sin ser ofensivos. Esta actitud busca, que el otro pueda asimilar las críticas, también debe ser recíproca. Debemos estar preparados para recibirlas con total naturalidad, sin especular con que detrás de eso hay un ataque personal.

Las personas, y sobre todo nosotros los latinos, no estamos acostumbrados a escuchar criticas, ni aun cuando se trata de ser constructivo. Es importante aprender a reconocer nuestros errores o puntos débiles y agradecer, incluso, la critica. Solo eso nos hará cambiar y mejorar, aunque en el momento resulte amargo.

Desarrollar habilidades sociales es fundamental. Nadie mejor que el profesor David Deming, doctor en educación y economía de la Universidad de Harvard, para explicarlo, él realizó un estudio que demuestra que "en nuestra sociedad para tener un trabajo o para aspirar a un puesto de relevancia se necesitan algo más que habilidades técnicas".

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.