Los libros de
crecimiento y superación personal están de moda desde hace ya algún tiempo. Se
han publicado miles de ellos. Digo yo que en todo este tiempo deberían haber
servido de algo, y haber provocado la superación en suficientes personas como
para que la sociedad de hoy día sea un poquito mejor que la de principio de
siglo. Sin embargo, me temo que tal cosa no ha sucedido. ¿Por qué?
Hay varias
explicaciones. La principal es que los consumidores de libros de superación
personal son, en gran parte, personas que buscan salida a algún tipo de crisis,
y personas que buscan la fórmula del éxito. Sin embargo, los primeros suelen
buscar como quien busca una receta de cocina para cocinar algo diferente porque
ya se aburrió de comer de todo. Y los segundos buscan fórmulas que les den la
combinación de variables que conducen al éxito y la felicidad.
Incluso, la
mayoría de este tipo de libros son puramente comerciales, y están escritos con
esa orientación, es decir, no pensando en lo que el lector necesita, sino
pensando en lo que el lector busca y espera leer. Así, partiendo de que existe
un error en lo que el lector busca, el error es correspondido por los autores.
El resultado es que muchos de estos libros son una colección de recetas de
vida, ecuaciones y experiencias personales que no tan fácilmente se aplican a
la situación individual de cada quien; y que cada quien, a su vez, hace muy
poco esfuerzo por adaptarlas a su propia situación.
Y es que, en
realidad, formas de entender y alcanzar la superación hay miles de millones;
tantas como personas en el mundo, y los ingredientes básicos son solo unos
cuantos, pocos. Y no están exclusivamente en estos libros; están en la
sabiduría humana desde que el hombre es hombre, y nadie los descubre en estos
libros porque todos los conocemos desde que somos niños, aunque algunos solo
los conozcan de oídas. Me refiero al esfuerzo, la visión, la planificación, la
constancia, la disciplina, etc.
Habiendo pocos
ingredientes básicos, lo que hace que haya tantas formas diferentes de
superación son las circunstancias personales de cada quien. De ahí que el
conocimiento y el análisis de dichas circunstancias es una parte muy importante,
y eso es algo que solo uno mismo, tal vez con ayuda del entorno íntimo, puede
hacer, pero no nos lo puede enseñar un libro. Y ahí es donde muchas personas
fallan; asumen que están en una posición en la que no están, asumen recursos
que no tienen, o desestiman los que sí tienen, no conocen bien sus talentos,
que casi todas las personas tienen alguno, y tampoco conocen bien sus
debilidades y lo que éstas pueden condicionarles en su perspectiva.
Por otro lado,
los libros nos hablan mucho de lo que nos debe impulsar a crecer, pero nos
hablan poco de lo que nos frena en ese crecimiento, a parte de las
circunstancias personales desfavorables; me refiero fundamentalmente al miedo y
la envidia. El miedo puede ser debido a algún fracaso previo, o, precisamente,
al desconocimiento del terreno que pisamos, o bien a haber formado parte de
nuestro proceso de desarrollo desde la niñez o adolescencia, de modo que se ha
hecho crónico, y no tan fácilmente va a desaparecer.
La envidia…
bueno, eso es otra cosa. Es un mal endémico en nuestra cultura latina, y es la
principal responsable de que siempre estemos igual, ni para atrás ni para
adelante. La envidia tiende a frenarnos cuando es de los demás a nosotros, por
razones obvias, pero nos frena mucho más aún cuando es de nosotros hacia los
demás, porque la envidia no estimula en absoluto el crecimiento personal para
subir al nivel de las personas envidiadas, sino que, por el contrario, tiende a
obstaculizar y derribar el crecimiento de las otras personas para que caigan a
nuestro pobre nivel.
El éxito pocas
veces llega de repente y sorpresivamente, que es como la mayoría de las
personas lo imagina y lo sueña; por eso difícilmente les llega. Y cuando llega
de repente, lo más probable es que también se vaya de repente. En general, en
la inmensa mayoría de los casos, el éxito no llega, sino que se consigue, y no
sucede de repente.
Acerca
de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología
Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la
Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El
Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio
de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los
diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también
internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud
mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
Fui la
primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer
dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras
instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de
Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido
también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a
su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de
reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El
Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008
resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional
con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer
métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a
pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad
para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera
permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de
terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de
absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la
prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y
dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de
experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el
desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy
fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió
en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se
independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol
fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el
futuro.