viernes, 20 de noviembre de 2009

La poesía del viernes, A Margarita debayle, Por Rubén Darío

Por Luis Montes Brito
Rubén Darío
(1867 -1916)
Félix Rubén García-Sarmiento conocido como Rubén Darío, Nació en Metapa, Nicaragua, que hoy lleva el nombre de Ciudad Darío, el 18 de enero de 1867.

Sus padres, Manuel Darío y Josefa Sarmiento, se separaron cuando era apenas un niño, su familia se mudó a León un mes después de su nacimiento y fue criado por su abuela en León, lugar al que siempre consideró el de su origen.

A la edad de doce años Rubén Darío publico sus primos poemas "La Fe", "Una Lagrima" y "El Desengaño". Con apenas 14 años, su abuela lo presentó en Managua, donde fue reconocido por sus dotes literarias y artísticas, como un prodigio. Era creativo, memorioso, recitaba poesía y leía a poetas franceses.

En 1882 cuando Rubén tenía solamente quince años se presento ante el entonces Presidente de Nicaragua Joaquín Zavala. A quién le presentó un poema muy en contra de las injusticias de su patria y de la religión. Solicitó al Presidente una beca de estudios en Europa recibiendo como respuesta del presidente lo siguiente: " Hijo mío, si así escribes ahora contra la religión de tus padres y de tu patria, que será si te vas a Europa a aprender cosas peores?". Negándole el apoyo a Darío.

Posteriormente se casó con Rosario Murillo, y ambos se mudaron a El Salvador donde encontró a Francisco Gavidia, quien le presentó la poesía Castileña. En 1883, volvió a Nicaragua, dedicándose a muchos trabajos para sobrevivir.

Ya con el prestigio ganado como hombre de letras, viajó por Europa y América, representando a su país, como cónsul y embajador.

En 1886, viajó a Chile, donde publicó “Abrojos”, “Canto épico a las gloria de Chile”, y “Rimas”, todas en 1887. En 1888 “Azul…”fue su primer gran libro, elogiado por la crítica, sobre todo por el escritor español, Juan Valera y el uruguayo José Enrique Rodó.

De regreso a Managua, contrajo enlace, en 1891, con Rafaela Contreras, con quien tuvo su primer hijo, pero lo dejó viudo en 1893. Volvió a casarse en Madrid, en el año 1900, con Francisca Sánchez, que lo hizo padre por segunda vez, y fue su compañera durante el resto de su vida.

Representó al gobierno nicaragüense en 1892, en los actos de celebración del IV centenario del descubrimiento de América. Así fue siendo reconocido a nivel mundial, fama que fue creciendo tras sucesivos viajes por Estados Unidos, Chile, Francia y Argentina, donde tras radicarse en Buenos Aires, colaboró con el diario “La Nación”, lo que le permitió volver a España en 1898, como corresponsal.

Tras su paso por París, su poesía se volvió más universal, ya que los poetas parnasianos y simbolistas dejaron su impronta en su creatividad. Abundaron en sus obras imágenes exóticas, metáforas, símbolos y figuras retóricas. Fue proclamado por sus colegas como el padre del modernismo.

Rubén Darío fue el líder de algunos movimientos literarios en Chile, España, Argentina, y Nicaragua. El movimiento modernista era una recopilación de tres movimientos de Europa: romanticismo, simbolismo, y el parnasianismo. Estas ideas expresan pasión, arte visual, y armonías y ritmos como música.

Darío fue un genio de este movimiento. Su estilo es exótico y apasionado. Sus poemas contienen todos estos sentimientos. En su poema "Canción de Otoño en Primavera." hay mucha evidencia de pasión y emociones fuertes.

Pronto muchos literarios comenzaron a usar su estilo en una forma muy legante y cuidadosa, usando además, sus palabras para hacer música con la poesía.

Su poesía muestra los gustos y sentimientos de su época, en forma refinada y elevada, abundando los elementos decorativos y las resonancias musicales. El arte es convertido por su pluma en un triunfador sobre el amor, y también sobre la naturaleza, restableciendo el orden y la armonía, cuando lo natural se presenta caótico.

En España sucumbe a la influencia liberal europea. Rubén Darío es también un poeta cívico, exaltando héroes y hechos nacionales, tomando una posición crítica, con respecto a la realidad socio-política de su país y de la realidad de la época.

Figuran entre sus creaciones: “Abrojos”, “Canto épico a las gloria de Chile” y “Rimas”, dedicada a Becker, todas de 1887. En 1888, “Azul…”, surgió de su romántico pensamiento, para exaltar el amor. Este fue el libro que lo consagró como creador del modernismo. En 1896-1901, “Prosas profanas y otros poemas”, consagraron el triunfo del arte por sobre el amor. En 1901 publicó “Peregrinaciones”.

El arte restableció el orden de la naturaleza en “Cantos de vida y esperanza”, publicado en 1905. En 1910 apareció “Poemas de otoño”. Nació en 1907 “El canto errante”, donde afrontó los eternos problemas de la humanidad y en 1913 “La isla de oro”.

La Argentina también fue parte de su inspiración poética, a la que como homenaje a su centenario le dedicó “Canto a la Argentina y otros poemas” (1914). Su obra, también expresó en muchos casos ideas de compromiso y toma de posición, como en “A Colón”, donde se opuso al descubrimiento expresando su horror. En “A Roosevelt”, evaluó a latinos y anglosajones.

Fue nombrado representante diplomático de Nicaragua en Madrid, en 1907, pero en 1913 fue aquejado por una crisis religiosa y mística, que lo recluyó en Palma de Mallorca.

Regresó a Nicaragua en 1915, a causa del estallido de la Primera Guerra Mundial, pero el alcohol y la enfermedad erosionaron su cuerpo y falleció en León (Nicaragua), el 6 de febrero de 1916.

Fuente: Poetas del alma
Los poetas


Disfute del maravilloso poema dedicado a Margarita Debayle, escuchando Nocturno Op. 9 No. 2 del excelente Compositor nacido en Polonia y de origen Francés Frederic Chopin, interpretada magistralmente por el talentoso jóven pianista chino Li Yun Di, nacido en 1982 y ganador de múltiples premios internacionales.





A MARGARITA DEBAYLE

Rubén Darío

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar:
tu acento.
Margarita, te voy a contar
un cuento.

Éste era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes,

un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.

Una tarde la princesa
vió una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
y una pluma y una flor.

Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.

Pues se fué la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.

Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: "¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho,
que encendido se te ve?"

La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
"Fuí a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad."

Y el rey clama: "¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar."

Y dice ella: "No hubo intento;
yo me fuí no sé por qué;
por las olas y en el viento
fuí a la estrella y la corté."

Y el papá dice enojado:
"Un castigo has de tener:
vuelve al cielo, y lo robado
vas ahora a devolver."

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: "En mis campiñas
esa rosa le ofrecí:
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí."

Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.

La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario