lunes, 10 de agosto de 2015

Mi versión de lo que ocurrió en la historia un día como hoy 10 de Agosto

Compilado por Luis Montes Brito

Un día como hoy 10 de Agosto de 1759 Carlos III es proclamado rey de España. El 20 de enero de 1716, entre las tres y las cuatro de la madrugada, en el viejo, inmenso y destartalado Alcázar, nacía el niño que con el paso de los años iba a ser investido como rey de España con el nombre de Carlos III. Hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio. Su reinado duró 29 años iniciando un día como hoy 10 de agosto de 1759 prolongándose hasta el 14 de diciembre de 1788, coincidiendo con el inicio de los movimientos independentistas en el contiente americano conocido como el nuevo mundo. Rey de Nápoles (1734-59) y de España (1759-88), perteneciente a la Casa de Borbón (Madrid, 1716-88). Era el tercer hijo de Felipe V, primero que tuvo con su segunda mujer, Isabel de Farnesio, por lo que fue su hermanastro Fernando VI, quien sucedió a su padre en el Trono español. Carlos sirvió a la política familiar como una pieza en la lucha por recuperar la influencia española en Italia: heredó inicialmente de su madre los ducados de Parma, Piacenza y Toscana (1731); pero más tarde, al conquistar Nápoles Felipe V en el curso de la Guerra de Sucesión de Polonia (1733-35), pasó a ser rey de aquel territorio con el nombre de Carlos VII. La muerte sin descendencia de Fernando VI, sin embargo, hizo recaer en Carlos la Corona de España, que pasó a ocupar un día como hoy 10 de agosto de 1759, dejando el Trono de Nápoles a su tercer hijo, Fernando IV. Carlos III, en contacto con el pensamiento europeo, continúa el reformismo de Fernando VI. De carácter sencillo y austero, su gobierno realizó reformas que provocaron un amplio descontento social. Superado el «motín de Esquilache» (1766), que fue un estallido tradicionalista instigado por la nobleza y el clero contra los aires renovadores que traía Carlos III, se extendería un reinado largo y fructífero. En cuanto a la política exterior, el tercer Pacto de Familia firmado con Francia en 1761 alineó a España con Francia en su conflicto permanente con Gran Bretaña. Ello llevó a España a intervenir en la Guerra de los Siete Años (1756-63) y en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de América (1775-83); como resultado final de ambas, España recuperó Menorca, pero no Gibraltar (al fracasar el asedio realizado entre 1779 y 1782). A partir de entonces, las dificultades financieras obligaron a volver a la política «pacifista» del reinado de Fernando VI, mientras se ensayaban diversas mejoras en la Hacienda Real, como la emisión de vales reales (primer papel moneda) o la creación del Banco de San Carlos (primer banco del Estado). En la línea del despotismo ilustrado propio de su época, Carlos III realizó importantes reformas -sin quebrar el orden social, político y económico básico- con ayuda de un equipo de ministros y colaboradores ilustrados como Esquilache, Aranda, Campomanes, Floridablanca, Wall y Grimaldi. Reorganizó el poder local y las Haciendas municipales, poniéndolos al servicio de la Monarquía. Puso coto a los poderes de la Iglesia, recortando la jurisdicción de la Inquisición y limitando -como aconsejaban las doctrinas económicas más modernas- la adquisición de bienes raíces por las «manos muertas»; en esa pugna por afirmar la soberanía estatal expulsó de España a los jesuitas en 1767. Fomentó la colonización de territorios despoblados, especialmente en la zona de Sierra Morena, donde las «Nuevas Poblaciones» contribuyeron a erradicar el bandolerismo, facilitando las comunicaciones entre Andalucía y la Meseta. Reorganizó el ejército, al que dotó de unas ordenanzas (1768) destinadas a perdurar hasta el siglo XX. Creó la Orden de Carlos III para premiar el mérito personal, con independencia de los títulos heredados. Protegió las artes y las ciencias; apoyó a las Sociedades Económicas de Amigos del País, en donde se agrupaban los intelectuales más destacados de la Ilustración española; sometió las universidades al patronazgo real y creó en Madrid los Estudios de San Isidro (1770) como centro moderno de enseñanza media destinado a servir de modelo. Creó manufacturas reales para subvenir a las necesidades de la Monarquía (cañones, pólvora, armas blancas, cristal, porcelana.), pero también para estimular en el país una producción industrial de calidad. En esa misma línea, impulsó la agricultura (decretando el libre comercio de granos y organizando cultivos experimentales en las huertas reales de Aranjuez) y el comercio colonial (formando compañías como la de Filipinas y liberalizando el comercio con América en 1778). Cuando el rey murió en 1788 terminó la historia del reformismo ilustrado en España, pues el estallido de la Revolución francesa al año siguiente provocó una reacción de terror que convirtió el reinado de su hijo y sucesor, Carlos IV, en un periodo mucho más conservador. Y, enseguida, la invasión francesa arrastraría al país a un ciclo de revolución y reacción que marcaría el siglo siguiente, sin dejar espacio para continuar un reformismo sereno como el que había desarrollado Carlos III. Entre los aspectos más duraderos de su herencia quizá haya que destacar el avance hacia la configuración de España como nación, a la que dotó de algunos símbolos de identidad (como el himno y la bandera) e incluso de una capital digna de tal nombre, pues se esforzó por modernizar Madrid (con la construcción de paseos y trabajos de saneamiento e iluminación pública) y engrandecerla con monumentos (de su época datan la Puerta de Alcalá, el Museo del Prado -concebido como Museo de Ciencias- o la inauguración del Jardín Botánico) y con edificios representativos destinados a albergar los servicios de la creciente Administración pública. El impulso a los transportes y comunicaciones interiores (con la organización del Correo como servicio público y la construcción de una red radial de carreteras que cubrían todo el territorio español convergiendo sobre la capital) ha sido, sin duda, otro factor político que ha actuado en el mismo sentido, acrecentando la cohesión de las diversas regiones españolas.

Un día como hoy 10 de Agosto de 1792 en Francia se deroga la monarquía durante la revolución. La monarquía constitucional francesa constituye la primera etapa de la Revolución francesa. Se situó entre la monarquía absoluta del rey Luis XVI y la Primera República, y duró del 4 de septiembre de 1791 hasta el 21 de septiembre de 1792. El 3 de septiembre de 1791, al jurar la Constitución. Luis XVI hace pasar a Francia de monarquía absolutista a monarquía constitucional. Como símbolos nacionales se escogió la escarapela tricolor y la bandera tricolor (la actual se originaría más tarde, al invertir los colores). Estos símbolos se originaron por la unión de los colores de la bandera de París (azul y rojo) y el de la monarquía (blanco). La monarquía constitucional terminó el 21 de septiembre de 1792 cuando la Asamblea legislativa proclamó la abolición de la monarquía, dando paso a la Primera República francesa. La actitud del rey Luis XVI a las nuevas instituciones fue ambiguo, pues pretendió seguir al pie de la letra la constitución para evidenciar la inviabilidad del sistema. Pero la Asamblea también sospechaba del rey especialmente tras la huida de la población de Varennes y se veía en la responsabilidad de vigilar al poder ejecutivo del rey, y es por ello por lo que creó la Asamblea unos comités permanentes. Como la Asamblea Legislativa no podía destituir a los ministros del rey, creó un comité para seguir incidentes de traición, con el fin de revocar ministros por crimen de traición. Pero la Asamblea legislativa no sólo quería vigilar al poder ejecutivo, también quería prevenir los liderazgos de diputados individuales que ganaran demasiada experiencias, por lo que prohibió que un mismo diputado estuviera a la vez en varios comités, y que los comités se renovaran cada seis meses. Otra fuerza que atrajo el interés político eran los émigrés. Los émigrés que habían escapado durante los primeros tiempos de la Revolución, ya desde el verano de 1789, dirigidos por el hermano del rey, el conde de Artois, se establecieron en Coblenza desde comienzos del 1791, para recobrar apoyo y fuerza para una contrarrevolución. Tras la intentona de fuga de Varennes,  se unieron a los emigrés, miles de nuevos émigrés entre lo que se encontraban el conde de Provenza otro hermano del rey, y alrededor de dos tercios de cuerpo de oficiales del ejército. El 10 de julio el Emperador Leopoldo II emitió la circular de Padua en la que invitaba a los demás monarcas a restaurar la monarquía absoluta de Luis XVI, pero sólo el rey Federico Guillermo II de Prusia se adhirió, en la Declaración de Pillnitz, el 27 de agosto de 1791. La aceptación de Luis XVI de la constitución en septiembre paralizó por el momento todo movimiento internacional en favor de los émigrés. Por su parte, el Rey no confió en los émigrés porque socavaban la credibilidad de la posición del rey como monarca constitucional dentro del país, y podrían causar una guerra civil en Francia. Los émigrés fueron considerados por la Asamblea como un severo peligro y a causa de ello resultó el decreto de 9 de noviembre de 1791, exigiendo el retorno de los emigrés so pena de la pérdida de sus propiedades y posiciones, el decreto parecía violar la Declaración de Derechos y Luis XVI usó su veto el 11 de noviembre de 1791 en favor de los émigrés. Uno de los últimos decretos de la Constituyente fue anexar Aviñó y el Condado Venaissin, tras la condena del Papa de la Constitución civil del clero. En octubre, siguió la lucha entre los anexionistas y los que se oponían a la anexión, y esto animó a la Legislativa para perseguir a los sacerdotes refractarios como conspiradores. La Asamblea Legislativa promulgó que los sacerdotes refractarios tomaran el juramento a la constitución civil, pero Luis XVI usó su veto el 19 de diciembre. Pero a pesar de esos vetos, el Rey obró para ganarse a la Asamblea anunciando el 14 de diciembre un ultimátum para que los electores de Tréveris y Maguncia expulsaran a las fuerzas émigrés de sus territorios. De esta manera, el Rey se aseguraba la guerra con principados alemanes favorecería la intervención austriaca, la destrucción del ejército francés y la restauración de su monarquía. Por su parte, los girondinos dirigidos por Brissot enardecieron a la Asamblea hacia la guerra para subyugar a los emigrés y a los poderes extranjeros que les apoyaran, ya que disponían un ejército de ciudadanos libres y no de soldados de paga. El resultado no fue el esperado, los electores expulsaron a los émigrés. En marzo de 1792, los girondinos imputaron al ministro de exteriores, y el rey renovó ministros, designó a Dumouriez, de entre los girondinos de Brissot, como nuevo ministro de exteriores, y con él otros dos girondinos más: Roland para interior y Clavière para economía. Entretanto el emperador Leopoldo había fallecido, y el 20 de abril de 1792 Luis XVI anunció a la Asamblea la guerra a su sucesor, el soberano austriaco Francisco II, ante el entusiasmo de la Asamblea, pues sólo 7 diputados votaron en contra.  La guerra se inició como un desastre francés, las fuerzas francesas fueron puestas en retirada en Bélgica. Y entre la turbulencia por las revueltas por disturbios callejeros por la comida, el asignado cayó un 63%, se buscaron y encontraron culpables tanto en el origen austriaco de la reina, que la hicieron sospechosa de conspirar para la derrota francesa, como en sospechas de un comité austriaco en las Tullerías. Los ejércitos de Austria y Prusia y los emigrados se dirigieron a Francia. La Asamblea votó un decreto para reclutar un tropa de 20.000 voluntarios, pero Luis XVI impuso su veto a la leva. El ministro Roland dio queja al Rey por la necesidad de la movilización ya que la mayor parte de oficiales se había pasado a los emigrados. Pero Luis XVI despidió a los ministros girondinos el 13 de junio e insistió su veto. Esto condujo a la crisis que precipitó la caída de la monarquía.  Los Jacobinos organizaron una irrupción a las Tullerías el 20 de junio de 1792, donde 10.000-20.000 sans-culottes sitiaron al Rey, quien defendió su lealtad a la constitución. Ante esto el duque de Brunswick, que comandaba ejército austro-prusiano emitió su manifiesto el 15 de julio, en el que amenazaba a quien cometiera daño al monarca. El 11 de julio la Asamblea decretó la patria en peligro y movilizó a la nación permitiendo a los voluntarios acudir armados a París (fédérés). Un día como hoy 10 de agosto de 1792, el club Jacobino derribó el gobierno municipal de París y organizó una comuna revolucionaria que se opuso a la Asamblea Legislativa. Las Tullerías fueron asaltadas por una fuerza de 20.000 personas entre los que se hallaban los sans-culottes, los fédérés venidos de las Brest y Marsella, y Guardias nacionales parisienses. Ante esto, la familia Real tomó refugio en la Asamblea. Finalmente la Asamblea se doblegó a las fuerzas parisinas y suspendió al monarca en sus funciones y lo encarceló, y convocó elecciones por sufragio universal masculino para constituir una Convención para sustituir a la Asamblea legislativa. Un día como hoy 10 de agosto de 1792 la asamblea legislativa suspendió las funciones constitucionales del rey. La asamblea convocó elecciones por sufragio universal que más tarde recibiría el nombre de convención. Aumentaba la tensión politica y social en francia y la amenaza militar. El nuevo parlamento abolió a la monarquía y proclamó la República. Creó también un nuevo calendario. Más tarde se creó un cuerpo legislativo llamado Convención.  Las semanas posteriores al 10 de agosto se caracterizaron por el primer terror marcado por las deportaciones de curas refractarios, el arresto de aristócratas y las masacres de miles de prisioneros sospechosos realistas del 2 al 5 de septiembre, coincidiendo con las elecciones a la Convención. En la primera sesión de la Convención el 21 de septiembre de 1792, la monarquía fue abolida.


Un día como hoy 10 de Agosto de 1945 Japón solicita de los aliados un armisticio a través del Gobierno suizo. Los aliados piden la "rendición incondicional". Después de la bomba atómica lanzada por Estados Unidos, en Hiroshima el 6 de agosto a Tokio llegaron informes detallados de la escala de destrucción sin precedentes causada, pero pasaron dos días antes de que el gobierno se reuniera para considerar la nueva situación. Mientras tanto, en cuanto supo sobre el bombardeo atómico, Stalin decidió proceder contra Japón de acuerdo con el plan original de los soviéticos (suponiendo que de verdad tuviera intenciones de alterarlo). A las 04:00 del 9 de agosto llegaron a Tokio noticias de que la Unión Soviética había roto el Pacto de Neutralidad, declarado la guerra a Japón y comenzado la invasión a Manchuria. Esta doble conmoción (la bomba atómica sobre Hiroshima y la invasión soviética) tuvo efectos inmediatos y profundos sobre el primer ministro Suzuki y el ministro de asuntos exteriores Tōgō Shigenori, quienes coincidieron en que el gobierno debía detener la guerra inmediatamente. Sin embargo, los líderes del Ejército japonés se lo tomaron mejor, infravalorando enormemente la escala del ataque. Comenzaron las preparaciones para imponer la ley marcial en el país, con el apoyo del ministro de la guerra Anami y evitar así que cualquiera intentara declarar la paz. Hiroito le dijo a Kido que debía "controlar rápidamente la situación" porque "la Unión Soviética nos ha declarado la guerra y hoy han iniciado hostilidades contra nosotros". El Consejo Supremo se reunió a las 10:30. Suzuki, que acababa de llegar de una reunión con el emperador, dijo que era imposible continuar con la guerra. Tōgō Shigenori dijo que no podían aceptar los términos de la Declaración de Potsdam, sino que necesitaban garantías sobre el cargo del Emperador. El ministro de la armada Yonai dijo que debían hacer alguna propuesta diplomática; no podían seguir permitiéndose estar a la espera de circunstancias más favorables. En mitad de la reunión, poco después de las 11:00, llegaron noticias de que Nagasaki, en la costa oeste de Kyūshū, había sido alcanzada por una segunda bomba atómica (llamada "Fat Man" por los estadounidenses). Al terminar la reunión, los Seis Grandes estaban divididos tres a tres. Suzuki, Tōgō, y el almirante Yonai apoyaban la condición adicional a Potsdam que proponía Tōgō, mientras que los generales Anami, Umezu y el almirante Toyoda insistían en tres términos más que modificaban Potsdam: que Japón controlaría su propio desarme, que Japón se ocuparía de cualquier criminal de guerra japonés y que no habría ninguna ocupación de Japón. El gabinete completo se reunió el 9 de agosto a las 14:30, y pasó casi todo el día debatiendo sobre la rendición. Al igual que los Seis Grandes, el gabinete quedó dividido, sin que ninguna de las posturas de Tōgō o Anami atrajera a la mayoría. Anami le dijo a otros ministros del gabinete que, bajo tortura, un prisionero estadounidense, piloto de un B-29, le había dicho a sus interrogadores que los estadounidenses poseían 100 bombas atómicas que Tokio y Kioto serían bombardeadas "en los próximos días". El piloto, Marcus McDilda, estaba mintiendo. No sabía nada del Oroyecto Manhattan y sencillamente le estaba diciendo a sus interrogadores lo que él pensaba que querían oír, para terminar con la tortura. La mentira, que hizo que lo clasificaran como prisionero de alta prioridad, probablemente le salvó de la decapitación. En realidad, Estados Unidos habría tenido lista la tercera bomba alrededor del 19 de agosto, y una cuarta en septiembre de 1945. Probablemente la tercera bomba se habría utilizado contra Tokio. La reunión del gabinete se suspendió a las 17:30 sin consenso. Una segunda reunión, que duró desde las 18:00 hasta las 22:00, también terminó sin consenso. Tras esta segunda reunión, Suzuki y Tōgō se reunieron con el emperador, y Suzuki propuso una conferencia Imperial improvisada, que comenzó justo antes de la medianoche de la noche del 9 al 10 de agosto. En los primeros minutos de un día como hoy 10 de agosto de 1945 Suzuki presentó la propuesta de las cuatro condiciones de Anami como si fuera la postura de consenso del Consejo Supremo. Los otros miembros del Consejo Supremo hablaron, como también lo hizo el barón Hiranuma Kiichiro, el presidente del Consejo Privado, que explicó la incapacidad de Japón para defenderse y también describió los problemas internos del país, como la escasez de alimentos. El gabinete debatió de nuevo sin alcanzar un consenso. Finalmente, alrededor de las 02:00 (de un día como hoy 10 de agosto de 1945), Suzuki se dirigió al Emperador Hirohito y le pidió que se decidiera entre ambas posturas. Aunque no quedó registrada, a partir de los recuerdos de los participantes, la declaración del Emperador fue la siguiente:

He reflexionado seriamente sobre la situación que impera en nuestra patria y en el extranjero y he llegado a la conclusión de que continuar con la guerra solo puede significar la destrucción de la nación y la prolongación del baño de sangre y la crueldad en el mundo. No puedo soportar ver sufrir más a mi pueblo inocente...

Los partidarios de continuar con las hostilidades me dijeron que en junio estarían preparadas nuevas divisiones en posiciones fortificadas [este de Tokio], listas para cuando el invasor intente desembarcar. Estamos en agosto y las fortificaciones todavía no están completas...

Hay quien dice que la clave para la supervivencia de la nación está en una batalla decisiva en la madre patria. Sin embargo, las experiencias del pasado demuestran que siempre ha habido una discrepancia entre los planes y la realización. No creo que la discrepancia, en el caso de Kujukuri, se pueda rectificar. Ya que el cariz de los acontecimientos es igual, ¿cómo podemos repeler al invasor? (Luego hizo referencia específicamente al poder destructivo de la bomba atómica)

No hace falta decir que me resulta insoportable ver desarmados a los valientes y leales guerreros de Japón. Me resulta igualmente insoportable que otros que me han prestado un devoto servicio puedan ser ahora castigados como instigadores de la guerra. No obstante, ha llegado la hora de soportar lo insoportable...

Me trago mis lágrimas y otorgo mi sanción a la propuesta de aceptar la proclamación de los aliados según ha explicado el ministro de exteriores. 

Según el general Sumihisa Ikeda y el almirante Zenshirō Hoshina, el presidente del Consejo Privado, Hiranuma Kiichiro, se dirigió después al emperador y le preguntó: "Su majestad, usted también tiene responsabilidad (sekinin) en esta derrota. ¿Qué disculpa va a ofrecerle a los espíritus heroicos del fundador imperial de su casa y a sus otros ancestros imperiales? Cuando se marchó el emperador, Suzuki presionó al gabinete para que aceptara la voluntad del éste, y así lo hizo. Esa misma mañana de un día como hoy 10 de agosto de 1945, el ministro de exteriores envió telegramas a los Aliados (mediante el Departamento Político Federal Suizo, concretamente a través de Max Grässil ) anunciando que Japón aceptaría la Declaración de Potsdam pero no aceptaría ninguna condición de paz que "perjudique las prerrogativas" del emperador. Eso suponía de hecho que no se produciría ningún cambio en la forma de gobierno de Japón: que el emperador de Japón seguiría siendo un cargo de poder real dentro del gobierno.

Un día como hoy 10 de agosto de 1962 aparece la primera publicación del personaje ficticio y superhéroe "El Hombre Araña" (Spider-Man). Indiscutiblemente es una de las más grandes estrellas de Marvel Comics, Spider-Man es un nombre muy conocido y un icono de la cultura pop. Debutó en una modesta historia de 11 páginas un día como hoy 10 de agosto de 1962 en el “Amazing Fantasy #15”, “Spider-Man se convirtió en un éxito inmediato y pronto se ganó un título propio en un cómic que se sigue publicando más de 50 años después. Y mientras la mayoría de la gente está familiarizada con la historia de Peter Parker, quien es un estudiante al que una araña radioactiva lo convierte en un superhéroe, hay muchos capítulos de su increíble historia que no son tan conocidos. En la década de 1950, los superhéroes no estaban de moda entre el público de los cómics. Los aventureros disfrazados que tuvieron éxito en la década de 1930 y durante la década de 1940 fueron poco a poco dando paso a los títulos de monstruos e historias de ciencia ficción. Y mientras que DC Comics hacia una revitalización de héroes como The Flash y Green Lantern aprovechando la Edad de Plata de la industria del cómic, Marvel no lograría alcanzar a su principal competidor hasta el lanzamiento de “The Fantastic Four” en noviembre de 1961. Un mes antes de que el escritor Stan Lee y el artista Jack Kirbck dieran forma al cuarteto, uno de los últimos estertores del “movimiento monstruo” llegó en forma de “Journey Into Mystery #73” (en la foto) en un título extraño titulado “¿Dónde estarás cuando… las arañas ataquen”. En esta historieta, una araña común era expuesta a los rayos radiactivos. Pero en vez de morder a un estudiante colegial llamado Peter Parker, la araña comenzó a desarrollar la inteligencia de un ser humano y crecer a proporciones enormes. Capaz de hablar, e incluso disparar, esta especie de araña-hombre era exterminada en el final de la historia, el tiempo de la llamada “Era Marvel Comics” acababa de empezar. Dato curios poco conocido. Peter Parker, el Hombre Araña, es fan del equipo de baseball de Long Island Nueva York los Mets, ya que creció en Forest Hills, parece natural que Peter Parker se convirtiera en un fan del club de béisbol más cercano, los Mets de Nueva York. Pero la verdadera razón es por el apoyo inquebrantable de Peter para que su equipo se reveló en ‘Peter Parker: Spider-Man # 33 (en septiembre de 2001), del escritor Paul Jenkins con el arte de Marck Buckngham. El super-héroe más desafortunado del mundo, Peter, ama a los Mets por identificarse con ellos. En sus propias palabras, los Mets son “un puñado de adorables perdedores que hicieron un home run ocasional por accidente”. Pero para ser más puntual, al igual que cualquier fanático de un equipo en particular, Peter ama a los Mets porque fue criado para amar la Mets. Ir al Shea Stadium fue una tradición anual con su amado tío Ben, que Peter continúa incluso después de la prematura muerte de su tío.


Un día como hoy 10 de agosto de 1998 Jamil Mahuad asume la presidencia de Ecuador, convirtiéndose en el último de la historia reciente que iniciaría su período de gobierno un 10 de agosto, fecha que coincide con el de la Independencia de Ecuador que era dominado por España, gesta heróica ocurrida un día como hoy 10 de agosto de 1809. Por Luis Montes Brito. El Presidente de la República del Ecuador es el jefe de Estado y Jefe de Gobierno del país andino. Esta alta investidura es ejercida actualmente por Rafael Correa Delgado quien gobierna desde el 15 de enero de 2007. El Presidente de la República es el jefe de la Función Ejecutiva, siendo asistido por un vicepresidente y un equipo de colaboradores agrupados en el Gabinete de Ministros. El término de la presidencia solía ser para desempeñarse en el mismo durante 4 años, una vez en el poder Rafael Correa a la usanza tradicional de la historia de los caudillos latinoamericanos, quienes al alcanzar el poder se enamoran enfermizamente del mismo, sintiéndose ungidos por una fuerza superior o creerse los únicos capaces de conducir adecuadamente el país, usan su influencia y se valen de todo tipo de medios para manipular y modificar las leyes a su conveniencia y perpetuarse en el poder en detrimento de una real democracia que pasa por la alternancia en la presidencia. Desde un día como hoy 10 de agosto de 1979 fecha en la que asumió como presidente constitucional Jaime Roldós Aguilera, el inicio del mandato presidencial iniciaba cada 4 años en el mes de agosto. Sin embargo, Osvaldo Hurtado, vicepresidente y sucesor de Roldós asumió el 24 de mayo de 1981 debido a que Jaime Roldós Aguilera murió repentinamente en un accidente de aviación durante su presidencia, completando Hurtado el resto del mandato y entregando la presidencia a León Febres Cordero un día como hoy 10 de agosto de 1984. Cuatro años más tarde un día como hoy 10 de agosto de 1988 recibió la presidencia Rodrigo Borja entregándola a su sucesor Sixto Durán Ballén un día como hoy 10 de agosto de 1992. Durán Ballén quien es recordado como el presidente en cuyo mandato bajó la inflación anual del 60% al 24%, aumentó la reservas internacionales del país e inició la modernización del estado entregó el mandato a su sucesor, el excéntrico y polémico presidente Abdalá Bucaram (conocido popularmente como “el loco”) un día como hoy 10 de agosto de 1996 quien apenas duró alrededor de 7 meses en el poder, siendo destituido por le congreso del Ecuador el 6 de febrero de 1997 cuando el Congreso de Ecuador aprobó por mayoría simple el cese de Bucaram en la primera magistratura, respaldado en un artículo de la Constitución que le facultaba destituirle sin juicio político en caso de "incapacidad mental". En la misma resolución, los parlamentarios designaban "presidente interino" al titular del Congreso, Fabián Alarcón, alegando un "vacío constitucional" que impedía la sucesión automática de Arteaga. Esto provocó la "noche de los tres presidentes". Antes de la medianoche del 6 de febrero, Rosalía Arteaga firmaba un decreto mediante el cual asumía la Presidencia, apelando a la Constitución vigente. Era un documento similar al firmado por Osvaldo Hurtado tras la muerte de Jaime Roldós y que también se amparaba en la Carta de 1978. Sin embargo el Congreso insistió en el nombramiento de Fabián Alarcón y el depuesto Abdalá Bucaram por su parte reclamaba la inconstitucionalidad de su cese. Ecuador amaneció el 7 de febrero de 1997 con tres personas reclamando para ser el jefe del Estado. La intervención de las Fuerzas Armadas propició dos días más tarde un acuerdo entre Arteaga y Alarcón mediante el cual la presidenta accedía a asumir el poder de manera temporal mientras el Congreso solucionaría el "vacío constitucional" que impedía la investidura. Sin embargo el Parlamento se autoconvocó para el 11 de febrero con la intención de votar la investidura de Fabián Alarcón como Presidente Constitucional Interino, una figura no existente en la Carta Magna de 1978. Tras su fallido intento de ser recibida en el Congreso, Rosalía Arteaga redactó un manifiesto que leyó en los exteriores del Palacio Legislativo, en el cual renunciaba a la Presidencia de la República. Pocas horas más tarde una mayoría simple de diputados elegía a Alarcón como Presidente Constitucional Interino. Arteaga se convirtió así en ser la primera y única mujer hasta hoy en haber ostentado el cargo de presidenta de la república, aunque en condiciones muy especiales y por un período muy breve. Fabián Alarcón, convocó a elecciones y entregó la presidencia al vencedor de las mismas, Jamil Mahuad un día como hoy 10 de agosto de 1998 quien fue electo para un período de 4 años, el cual no culminó ya que también fue destituido debido a la severa crisis financiera que se desató durante su mandato, provocada por la dolarización de la economía, crisis en la cual desaparecieron una docena de bancos ecuatorianos y un número similar de instituciones del sistema financiero perjudicando a miles de usuarios y cuentacorrentistas provocando un éxodo de ecuatorianos principalmente hacia Estados Unidos y Europa. Creándose una nueva crisis de poder en la cual hubo un golpe de estado por parte de la línea militar encabezado por el coronel Lucio Gutiérrez y el expresidente de la Corte Suprema de Justicia Carlos Solórzano Constantine quienes proclamaron la Junta de Salvación Nacional misma que fue desconocida por el congreso que destituyó a Mahuad nombrando como su sucesor a Gustavo Noboa quien fungiera como vicepresidente de Mahuad y por lo tanto en ausencia o afalta del presidente siguiente en la línea constitucional de sucesión del mando presidencial. Gustabo Noboa asumió la presidencia el 21 de enero de 2000, terminando así el ciclo histórico del relevo presidencial ecuatoriano el cual solía darse un día como hoy 10 de agosto.

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