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miércoles, 20 de junio de 2012

Cristina y Cameron sostienen altercado durante cumbre del G 20

Tomado de La Voz de América

El primer ministro británico se negó a recibir un sobre de las manos de la presidenta argentina durante un receso en la Cumbre del G20.

El primer ministro británico, David Cameron, dejó con el brazo estirado a la presidenta de Argentina Cristina Fernández, cuando ella, quiso darle un sobre que contenía las resoluciones de la ONU acerca de las Islas Malvinas. 

Esta vez, el altercado se produjo durante un receso en la Cumbre del G20, celebrada en México, cuando Cameron se dirigió a Fernández para agradecerle por el apoyo argentino para la creación de un nuevo banco que actúe como prestamista para solventar la crisis europea.

En medio de la conversación Cameron radicalmente le exigió a Cristina Fernández que “respetara el referendo de los habitantes de Las Malvinas”.

De inmediato la mandataria argentina le dijo que solo quiere dialogar tal y como lo ordenan las Naciones Unidas, y en el momento en que le iba entregar el sobre con las 40 resoluciones proferidas por la ONU, sobre las Malvinas, el líder inglés le dio la espalda y se retiró del lugar muy molesto.

Los detalles fueron confirmados por el canciller argentino, Héctor Timerman, quien afirmó que el gobierno británico se encuentra indispuesto porque Argentina ha recibido un gran apoyo mundial, que lo está obligando a responder públicamente.

Por su parte, un funcionario británico, asegura que Cameron no rechazó el sobre intencionalmente y que probablemente la mandataria argentina no fue clara al explicarle su contenido"No creo que fuera totalmente claro que ella estaba intentando darle documentos (...) Estamos buscando a funcionarios argentinos aquí (en Los Cabos) para ver si hay algún documento que quieran darnos", señaló el funcionario a diferente medios.

Timerman, en rueda de prensa atacó a Cameron, acusando su gobierno de promover el imperialismo:"Tantos años de ejercer como potencia colonial se han olvidado de que ellos son los responsables de que exista el colonialismo y los países como Argentina los responsables de haber derrotado a la mayor parte de las acciones colonialistas en el mundo" agregó.

Las Malvinas planean realizar un referéndum para que los propios habitantes decidan su estatus político. Ante este anunció, Fernández se dirigió al Comité de Descolonización de la ONU la semana pasada solicitando negociar con Londres respecto a la soberanía del archipiélago.

sábado, 5 de mayo de 2012

Ingleses contraatacan con sarcasmo campaña publicitaria argentina

Tomado de La Nación

El aviso oficial de Malvinas ya tiene una irónica respuesta

La publicidad apenas editada y con un guiño entre lo cómico y sarcástico, muestra al mismo atleta olímpico corriendo un colectivo inglés para poder tomarlo

Luego de la polémica que levantó en el país y en Gran Bretaña la publicidad del Gobierno sobre los Juegos Olímpicos filmada en Malvinas y del pedido formal de su retiro del aire por parte del holding de comunicación y publicidad WPP, propietaria de la agencia de publicidad inglesa Young & Rubicam que realizó el aviso, el mismo video, apenas modificado, surgió como respuesta en las últimas horas.
El aviso publicitario apenas editado y con un guiño entre cómico y sarcástico, muestra al mismo atleta olímpico corriendo por Puerto Argentino, en Malvinas, y en lugar de estar entrenando aparece queriendo alcanzar un colectivo inglés para poder tomarlo.
Finalmente, el atleta pierde el micro y aparece la leyenda: "Para alcanzar a tomar un colectivo en territorio malvinense, le advertimos no usar un cronograma argentino".
El video concluye con el lema: "En homenaje para aquellos que dieron su tiempo y para quienes nunca lo recuperarán".

AVISO ORIGINAL

El director de la filial argentina Young & Rubicam, Martín Mercado indicó que el aviso llegó a la Casa Rosada a través del secretario de Medios, Alfredo Scoccimarro. La producción del spot se hizo de manera clandestina en el marco de la octava edición de la carrera de 42 kilómetros Standard Chartered Stanley Marathon, que se corrió en las islas el 18 de marzo pasado.
Para realizar el comercial, la agencia de publicidad contrató a Fly Films, de José Luis Marqués y Horacio Ciancia, los mismos realizadores de la película Fuckland, también hecha en secreto en las Malvinas en 1999..

Campaña publicitaria argentina sobre olimpíadas genera protestas del Reino Unido


Agencias Noticiosas

En el aviso, un reconocido atleta argentino corre por las calles y pasa por sitios emblemáticos de las islas. En una de las escenas más fuertes, el deportista, ya exhausto, hace flexiones en una playa y besa el suelo malvinense.


El gobierno argentino difundió un polémico aviso publicitario filmado en secreto en las Islas Malvinas, en el que un atleta argentino se entrena para los próximos Juegos Olímpicos de Londres bajo el lema: "Para competir en suelo inglés, entrenamos en suelo argentino". 
El aviso oficial, que se dio a conocer el miércoles por los cinco canales de aire en el horario central de las 22 horas, provocó el rechazo de las autoridades de las Falklands, como llaman los ingleses a las Malvinas y abrió nuevamente el debate sobre la estrategia utilizada por el gobierno de Cristina Fernández para reclamar la soberanía del archipiélago.
El protagonista de la publicidad es Fernando Zylberberg, capitán del seleccionado argentino de hockey sobre césped que competirá en los juegos de Londres. 
El jugador se hizo pasar por corredor de un maratón realizado el 18 de marzo en Malvinas, del que participaron ex combatientes argentinos e ingleses de la guerra que mantuvieron en 1982 en el Atlántico Sur. 
"Se eligió la fecha del maratón para disimular", explicó Zylberberg el jueves en diálogo con distintas radios de Buenos Aires. 
"La idea era hacer llegar el mensaje de que las Malvinas son argentinas. Me pasé toda la semana corriendo en la isla. La recorrí toda haciendo diferentes tomas. Es una experiencia increíble, porque estábamos rodeados de excombatientes", relató el deportista.
Luego de la polémica leyenda referida a la preparación en "suelo argentino", aparece la frase "Homenaje a los caídos y ex combatientes de Malvinas. Presidencia de la Nación". 
El gobierno argentino difundió un polémico aviso publicitario filmado en secreto en las Islas Malvinas, en el que un atleta argentino se entrena para los próximos Juegos Olímpicos de Londres bajo el lema: "Para competir en suelo inglés, entrenamos en suelo argentino". 
El aviso oficial, que se dio a conocer el miércoles por los cinco canales de aire en el horario central de las 22 horas, provocó el rechazo de las autoridades de las Falklands, como llaman los ingleses a las Malvinas y abrió nuevamente el debate sobre la estrategia utilizada por el gobierno de Cristina Fernández para reclamar la soberanía del archipiélago.
El protagonista de la publicidad es Fernando Zylberberg, capitán del seleccionado argentino de hockey sobre césped que competirá en los juegos de Londres. 
El jugador se hizo pasar por corredor de un maratón realizado el 18 de marzo en Malvinas, del que participaron ex combatientes argentinos e ingleses de la guerra que mantuvieron en 1982 en el Atlántico Sur. 
"Se eligió la fecha del maratón para disimular", explicó Zylberberg el jueves en diálogo con distintas radios de Buenos Aires. 
"La idea era hacer llegar el mensaje de que las Malvinas son argentinas. Me pasé toda la semana corriendo en la isla. La recorrí toda haciendo diferentes tomas. Es una experiencia increíble, porque estábamos rodeados de excombatientes", relató el deportista. 
Luego de la polémica leyenda referida a la preparación en "suelo argentino", aparece la frase "Homenaje a los caídos y ex combatientes de Malvinas. Presidencia de la Nación". 


lunes, 2 de abril de 2012

Argentina recuerda la guerra de Las Malvinas

Tomado de RFI

Los homenajes se iniciaron el domingo 1 de abril de 2012 con una vigilia de ex combatientes de la guerra de Malvinas en la ciudad de Ushuaia, en el extremo sur del país, donde la presidenta argentina Cristina Kirchner presidió el lunes 2 el acto central de conmemoración.
A 30 años del desembarco argentino en Malvinas, el gobierno de Cristina Fernández impulsa una estrategia regional para que Londres se siente a negociar la soberanía del archipiélago. Mientras tanto, la sociedad argentina mantiene el reclamo, pero se cuestiona su incondicional apoyo a la aventura militar de 1982.
El 2 de abril de 1982, las tropas argentinas desembarcaban en las Islas Malvinas, ocupadas por el Reino Unido desde 1833. En un último intento por aferrarse a poder, la agonizante Junta militar presidida por Leopoldo Fortunato Galtieri desviaba con éxito la atención de un país sumido en la feroz represión del terrorismo de Estado. De la derecha nacionalista a la izquierda perseguida por los militares, que veía en la guerra contra el Reino Unido una causa anti-imperialista, la población apoyaba eufórica la “gesta”. Sólo hubo alguna voz disonante, la sorpresiva excepción del entonces futuro presidente Raúl Alfonsín, quien cuestionaba la legitimidad de los que llamaban a presentar batalla, o de las Madres de Plaza de Mayo, que sostenían: “Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también”.
Hoy, 30 años después, Argentina continúa descubriendo los detalles de los tormentos a los que eran sometidos los jóvenes conscriptos mal entrenados y peor vestidos para combatir en el gélido sur, comandados por una jerarquía mucho más preparada para torturar y desaparecer a sus compatriotas que para llevar a cabo una guerra contra una potencia mundial. Lo nuevo es la percepción por un parte de la sociedad argentina de que los jóvenes combatientes tal vez fueron héroes, pero también son nombres que hay que computar como víctimas de una dictadura que cayó gracias a la derrota argentina y la victoria de Margaret Thatcher.
En este sentido, un grupo de intelectuales influyentes encabezado por la ensayista Beatriz Sarlo, el filósofo Juan Sebreli, el periodista Jorge Lanata o el historiador Luis Alberto Romero piden en estos días que los soldados muertos sean considerados“víctimas” y no “héroes”, y no se conmemore el 2 de abril.
"Se atribuye a los soldados y oficiales que allí murieron una condición heroica. No se trata de negar que muchos de ellos hayan tenido, en lo personal, comportamientos heroicos, pero sí de resistirse a que su memoria sea objeto de manipulación cuando han sido básicamente víctimas: la heroicidad supone una gesta, el triunfo o la derrota en una pugna fundada en valores que se comparten y en virtud de los cuales se sostiene nuestra comunidad política y ese no es el caso de esta penosa aventura militar", sostienen.
“Como argentinos, desaprobamos que el 2 de abril haya sido declarado 'Día del veterano y los caídos en la guerra en Malvinas' como si esa efeméride conmemorativa pudiera ocultar que, feriado mediante, es la causa Malvinas la que se está reivindicando, como si fuera una causa justa pero 'en manos bastardas'", agregan.
Los firmantes aseguran que esta manera de recordar es "ambigua" porque por un lado "no se deja de execrar a la dictadura" y "por otro, se instituye la recordación de esa guerra como parte de una justicia que implica aceptarla (en la historia argentina) como episodio positivo a ser rescatado más allá de lo que pretendían sus ejecutores". Además, piden que se tengan en cuenta los intereses y la opinión de los isleños, un tema tabú hasta hace poco.
El texto completo de los intelectuales:
A treinta años de la guerra de Malvinas
Próximos a las tres décadas de la guerra de las Malvinas, una reflexión fecunda exige pensarla en toda su singularidad. Único episodio bélico en el que la Argentina se involucró desde el siglo XIX, fue disparado a partir de una invasión decidida por la dictadura militar más cruenta de nuestra historia y acompañado por una sociedad imbuida del espíritu de las "guerras justas". En la aventura se conjugaron mezquinas motivaciones políticas de corto plazo con convicciones territorialistas profundamente arraigadas en los argentinos, que aprendieron en la experiencia que sus imágenes del mundo y de la propia Argentina poco tenían que ver con la realidad.
La guerra de Malvinas debe ser condenada sin cortapisas. Como argentinos, desaprobamos que el 2 de abril haya sido declarado "Día del veterano y los caídos en la guerra en Malvinas" como si esa efeméride conmemorativa pudiera ocultar que, feriado mediante, es la causa Malvinas la que se está reivindicando, como si fuera una causa justa pero "en manos bastardas". La elección del 2 de abril es, en verdad, un ejemplo claro de la ambigüedad oficial que en relación a la guerra mantuvo la democracia y que se agravó en los últimos años. Por un lado, no se deja de execrar a la dictadura pero, por otro, se instituye la recordación de esa guerra como parte de una justicia que implica aceptarla en nuestra historia como episodio positivo a ser rescatado más allá de lo que pretendían sus ejecutores.
El veterano de Malvinas Héctor Jacinto Lucero junto a su mujer frente al cenotafio de Malvinas en Ushuaia. La presidenta argentina pronunciará un discurso pasado el mediodía del lunes ante veteranos de la guerra y manifestantes.

Precisamente el 2 de abril, día de la invasión a las islas, fue el momento culminante de aquella tragedia, ya que lo demás se dio por añadidura. Ese movimiento ilegal en arreglo al derecho internacional y criminalmente irresponsable en términos del valor de la vida humana no permite hablar, estrictamente, de una derrota. Esa invasión fue celebrada por la Argentina. El nacionalismo territorial cristalizado en Malvinas se aunó con el deseo de un país entero de concretar un logro después de tantos golpes y tantos sinsabores, para organizar una fiesta de la que poquísimos se sustrajeron. 
De derecha e izquierda, muchos sostienen hoy que al haberse regado el suelo del archipiélago con sangre de argentinos el cultivo de la causa Malvinas se hace obligatorio. Es, otra vez, el empleo del conocido mecanismo del mandato. En este caso, se trata de otra perla del nacionalismo territorial: al sacralizar la tierra regada con sangre perdemos la libertad de elegir, nos debemos a ella y no a nuestros valores y a nuestras preferencias, ya que es la tierra la que está cargada de valores.
También se atribuye a los soldados y oficiales que allí murieron una condición heroica. No se trata de negar que muchos de ellos hayan tenido, en lo personal, comportamientos heroicos (muchos fueron ejemplarmente solidarios con sus compañeros), pero sí de resistirse a que su memoria sea objeto de manipulación cuando han sido básicamente víctimas: la heroicidad supone una gesta, el triunfo o la derrota en una pugna fundada en valores que se comparten y en virtud de los cuales se sostiene nuestra comunidad política y ese no es el caso de esta penosa aventura militar. Nosotros - y estamos seguros que como nosotros muchísimos argentinos -no compartimos ni los motivos ni los valores que le dieron su terrible sentido.
Los caídos deben ser recordados, pero no del modo en que el oficialismo nos propone. La memoria de las víctimas - quienes cayeron en las islas, en aguas del Atlántico Sur y, debido al escandaloso menosprecio al que fueron sometidos, en la dolorosa posguerra en el continente - debe ser preservada porque evoca una serie de tragedias que todavía recorren la Argentina como fantasmas: las violaciones de los derechos humanos, el doloroso extravío colectivo al que nos llevó la causa Malvinas, los peligros de unas fuerzas armadas poseídas por un espíritu de cruzada y los desastres que son consecuencia de acompañar procesos de concentración del poder.
La visión alternativa que proponemos es una disputa en el interior de nuestra sociedad nacional y versa sobre los valores en la que debe ser fundada. Elegir la posición que adoptaremos en la cuestión Malvinas -como problema a solucionar respetando principios constitucionales y compromisos internacionales en materia de derechos humanos, o como causa irredenta y absoluta ante la cual sacrificarlos-es elegir el país que queremos, la Argentina del futuro. Una Argentina cerrada y ensimismada en el victimismo y sus propias razones o una Argentina abierta al mundo y capaz de articular sus intereses y aspiraciones con las de todos los seres humanos, comenzando por los vecinos. La dolorosa tragedia provocada en 1982 por una dictadura sin escrúpulos y exaltada aún hoy por un nacionalismo retrógrado convoca nuestra responsabilidad y la de todos los argentinos.

Firmantes: Emilio de Ípola, Pepe Eliaschev, Rafael Filippelli, Roberto Gargarella, Fernando Iglesias, Santiago Kovadloff, Jorge Lanata, Gustavo Noriega, Marcos Novaro, José Miguel Onaindia, Vicente Palermo, Eduardo Antín (Quintín), Luis Alberto Romero, Daniel Sabsay, Beatriz Sarlo, Juan José Sebreli, Graciela Fernández Meijide, Jorge E. Torlasco, Marcos Aguinis, Carlos D. Malamud, José Emilio Burucúa, Liliana De Riz, Pablo Avelluto, Susana Belmartino, Rogelio Alaniz, Cristina Piña, Sylvina Walger, Federico Monjeau, Marcela Ternavasio, Luis Príamo, Patricio Coll, Ricardo López Göttig, Hugo Caligaris, Raúl Mandrini, Rodrigo Moreno, Emilio Perina, Héctor Ciapuscio, Hugo Vezzetti, Juan Villegas, Anahí Ballent, Edgardo Dobry, Marylin Contardi, Osvaldo Guariglia, Raúl Beceyro, Emilio Gibaja, Jorge Goldenberg, Rubén Perina.

domingo, 1 de abril de 2012

Las Malvinas 30 años después de la guerra


Tomado de La Nación

Las banderas británicas y de las islas se veían ayer a cada paso en la calle principal de la capital del archipiélago.

El 2 de Abril se cumplen 30 años de la guerra de Las Malvinas

Por Nicolás Balinotti

PUERTO ARGENTINO.- A diferencia de hace 30 años, no habrá mañana un desembarco de soldados argentinos en las islas. Tampoco irrumpirá una delegación de ex combatientes de la guerra de 1982. Ayer, del vuelo de LAN 991 apenas bajó un veterano de la Fuerza Aérea que, durante el conflicto, voló un Hércules que surcaba el aire yendo y viniendo de Comodoro Rivadavia y Río Gallegos para abastecer de víveres y armas a los soldados.

Tal vez a ninguno de los otros 56 pasajeros se le arrugó tanto el corazón como al suboficial (R) Juan Carlos Luján, un experimentado de los aires de 70 años y con más de 15.000 horas de vuelo. Ayer pisó las Malvinas por segunda vez desde que finalizó la guerra. Ya lo había hecho en 2000, cuando bajó de un crucero turístico.

Para los isleños, el 2 de abril es una fecha funesta. La recuerdan como el "día de la invasión" e intentan que pase rápidamente. Creyendo que llegarían decenas de argentinos, vistieron ayer sus casas y autos con banderas inglesas y de las Malvinas. El frío y una tenue llovizna los empujaron a refugiarse en sus casas. Salvo a los más jóvenes, que amontonaban botellas de cerveza vacías en la barra de los bares hasta que la cogorza no los dejaba mantenerse en pie.

En el trato con el hombre cualquiera, uno percibe desconfianza y cierta intolerancia con la visita. La mayoría dedica miradas hostiles u observa con sospecha. Son pocos los lugareños amigables ante el primer apretón de manos. Ni siquiera en The Globe Tavern, en la solitaria calle Crozier, las imágenes del partido de River con Ferro en una pantalla gigante pudieron distender la atmósfera.

La tensión ya había quedado al descubierto desde antes de bajar del avión. "Señores pasajeros, estamos por aterrizar en la ciudad de Mount Pleasant, por favor regresen a sus asientos." La voz monótona del comisario de a bordo de LAN evitó mencionar a las islas ni como Malvinas ni como Falklands. "Es por decisión de la empresa, para evitar herir susceptibilidades", dijo.

Después de la consulta de LA NACION al azafato, un isleño giró su cabeza y fulminó a los cronistas argentinos con la mirada. "Si nadie los invitó a la fiesta, es probable que no sean bien recibidos. Esas preguntas son de mal gusto", se molestó Willis, un malvinense que huyó con su familia a los suburbios de la isla cuando las tropas argentinas conquistaron Puerto Argentino.

Sentada en la fila tres de la clase turista, Ellis Sally trató de ser algo más gentil. "No nos gusta que se muestren banderas, que nos provoquen. Queremos vivir tranquilos y vivir con lo que tenemos", intentó mediar la isleña, nacida aquí hace 40 años y con una infancia breve en Córdoba, empujada por el conflicto bélico de 1982.

Una hora y media antes, en la escala obligatoria en la ciudad de Punta Arenas, un empleado de LAN hizo un papelón ante la consulta de un pasajero. "Mount Pleasant city, ¿dónde es?", preguntó un hombre con apariencia de sudamericano. "Es una zona internacional", respondió el operador, detrás del mostrador de la línea aérea chilena, que anunció el vuelo a las islas Malvinas como un destino doméstico.


Los isleños no dudan de su nacionalidad inglesa

Ya a punto de llegar, el soplido del viento hizo que el avión diera dos bandazos y una sacudida hasta que asomó la trompa entre la neblina y se divisó la primera imagen de las Malvinas: la pista de aterrizaje de Mount Pleasant, la base militar donde habitan unos 2000 soldados británicos, más de la mitad de la población total de las islas.

En Mount Pleasant (monte agradable) uno no se siente protegido por la uniforme impersonalidad que convierte a todos los aeropuertos del mundo en territorio neutral. Aquí no hay free shops ni taxis, y mucho menos pasajeros en tránsito. Sólo hay soldados de mirada de acero y advertencias para el visitante. Mucho más si éste es argentino. "Agitar una bandera argentina en cualquier lugar de las islas Falkland podría causar alarma y angustia", se lee en la carta que entregan las autoridades de migración después de sellar el pasaporte con el dibujo de un pingüino y garabatear con lapicera azul el tiempo permitido de estada en este rincón del Atlántico Sur.

Una vez al mes, el vuelo semanal de LAN que aterriza en las islas Malvinas hace escala en Río Gallegos. Para los argentinos, esta alternativa es mucho más económica y accesible que viajar a través de Santiago de Chile, vía en la que el pasaje de ida y vuelta podría costar casi el doble que un boleto a precio de remate desde Ezeiza al corazón de Europa. Esta podría ser una de las razones sobre la ausencia de los ex combatientes argentinos para rendirles homenaje a los 649 soldados que murieron aquí hace 30 años.

Puerto Argentino descansa sobre las gélidas costas del Atlántico Sur. En las islas Malvinas viven unas 3000 personas. Ayer, el Penguin News, el único periódico local, tituló con entusiasmo que una comitiva de empresarios de Uruguay los visitará para tender un nuevo puente comercial con el continente. La noticia fue celebrada entre los lugareños.

No sucedió así cuando conocieron la oferta de tres vuelos semanales de Aerolíneas Argentinas que había ofrecido Cristina Kirchner desde un atril. "Con ustedes no queremos saber nada", cortó en seco Willis, el isleño que se disgustó por las preguntas de los argentinos durante el vuelo de LAN.

domingo, 5 de febrero de 2012

Continúa polémica por visita del príncipe William a las Malvinas

Tomado de El Clarín

Preparados. Tercero en la foto, el príncipe, conocido en la fuerza aérea como William Walles.

Por Natasha Niebieskikwiat

William llegó a las islas para un “trabajo de entrenamiento militar

No había rastro, guiño o señal alguna en las Malvinas que se hiciera eco ayer del comunicado del ministerio de Defensa que informaba con transmisión de fotos y todo que el teniente William Wales, heredero de la corona británica comenzó ayer su entrenamiento militar en la base de Mount Pleaseant. Tanto es así que al llegar el equipo de Clarín al aeropuerto internacional de estas islas ubicado en el corazón de este gigantesco complejo militar, cualquiera podía pensar que era un sábado más en la llegada de civiles a las islas con el vuelo semanal de LAN. Ninguna alteración siquiera en las habituales medidas de seguridad, siempre muy estrictas.

Tampoco se ve un cartel, un mínimo movimiento, o estampita alguna en la capital de las islas que refleje una bienvenida para con la llegada del príncipe. Salvo un pintoresco aviso impreso en el Penguin News que saludaban la llegada del príncipe en ocasión de que el Stanley Garden Center (el vivero de Puerto Argentino) informaba a la población que por falta de espacios frescos en el vuelo de LAN no habría flores este año para vender a los enamorados en el Día de San Valentín. Pero los isleños ven este viaje como un apoyo a su posición frente a la Argentina .

La actual sobriedad local frente a la llegada de William es lo que marca la primera diferencia con la que en 1999 hizo aquí su padre, Carlos, primer heredero al trono. Entonces hubo una fiesta popular para recibir al hijo de Isabel II, en momentos en los que además había buenas relaciones con el gobierno de Carlos Menem.

Fuera de la militarización del Atlántico Sur que inició el Reino Unido, por otro lado da la sensación de que aquí creen que la visita de William se entiende poco en la Argentina.

Marcada en la agenda hace tiempo del ministerio de Defensa británico, para la Argentina es una provocación en víspera de los 30 años de la guerra y para el Reino Unido un “ejercicio de rutina”. Según pudo palpar Clarín en diálogo con varios isleños, aquí se hace una distinción muy clara entre una “visita real” como la de Carlos, y otra de “trabajo de entrenamiento militar como la del príncipe”, quien sin embargo es junto a su esposa Kate Middleton más popular que Carlos y Camila.

El hijo de Carlos con lady Diana, llegó a Malvinas a entrenarse por seis semanas como piloto de búsqueda y rescate con la Fuerza Aérea Real. Y en ese sentido se maneja bajo los cánones de la fuerza militar y la del resto de sus compañeros según se ha informado.

Christine, recepcionista del hotel donde se aloja este diario señaló ayer que en las islas estaban encantados con la llegada del príncipe, que esperaban que en algún momento se acercara “al pueblo” pero que no tenían apuro.

Más dura y politizada, la editora del Penguin News escribió en el último número de este semanario lo siguiente: “Además del gran afecto que se tiene por la familia real, nuestro gran placer por el arribo de su HRH proviene del hecho de que en un momento de tensión política y económic a ésta (la visita) consolidó que el gobierno británico ignorara las sensibilidades argentinas al permitir su mismo despliegue en las islas”. Es el punto de tantos isleños: la presencia del heredero es un gesto político hacia su postura frente a la posición argentina sobre las islas.

En un orden más frívolo, es casi seguro que William va a hacer un paseo por la capital de las islas. Cómo no hacerlo. La puerta la abrió el propio comandante de las fuerzas británicas, Bil Aldrige, en una entrevista, donde dijo: “Yo les digo lo mismo a los que recién llegan (a Mount Pleasant). L os animo a salir lo más posible”, aseguró el brigadier .