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sábado, 14 de agosto de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: AMOR, PASION; SIENTES AMBOS POR TU PAREJA?

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos


¿Enamorado o apasionado? 

 

Se parecen, pero no es lo mismo, aunque con frecuencia suele confundirse. El amor es algo más complejo que la pasión. Podemos sentir pasión sin sentir el más mínimo amor. 

Antes se daba, sobre todo en los hombres, que aunque amen a alguien siempre intentan buscar pasiones por doquier. Sin embargo, ahora con la liberación sexual femenina, las mujeres reclaman más esta parte. Pero pueden ceder y vivir únicamente con el amor. La pasión es más desbordante, pero también más efímera. El amor, en cambio, se construye con el tiempo y una vez consolidado es difícil de derribar. 

 

Cuando una relación se inicia, generalmente suele ser más apasionada, la sostiene más la pasión que el amor total y verdadero. Poco a poco esa pasión va adquiriendo una serie de matices a medida que comprometemos más información de nuestras vidas y la intimidad es más grande. Así, el amor va creciendo y le va ganando terreno a la pasión.

 

Según un estudio reciente, “la pasión, todo un tumulto de emociones, dura generalmente de 12 a 18 meses”. La antropóloga estadounidense Helen Fisher, autora del libro ¿Por qué amamos?, explica lo siguiente: “Cuando la pareja se acostumbra a lo cotidiano de la unión, ese fuego empieza a disminuir y es sustituido por sentimientos de cariño, unión y serenidad con el ser amado”. 

 

En el sexo femenino, pasión y amor son dos sentimientos que van casi de la mano. Los hombres, por el contrario, pueden separar más fácilmente el amor de la pasión. Una prueba de ello es que tienen relaciones fugaces e incluso amantes. Encuentran la pasión en un lado, materializado a través de las relaciones sexuales, y el amor en otro, con la pareja con la que les ha llevado a formar un primer hogar y a tener hijos a los cuales "dan su apellido

 

Aún así, generalmente las relaciones suelen iniciarse con una gran dosis de apasionamiento y este puede disminuir, pero va creando más intimidad y conocimiento. 

 

Con el tiempo, tanto el amor y la pasión han ido evolucionando, más si se considera a la pasión como expresiones de exaltación y conducta. Antes era tomado más de forma común que el apasionamiento podría llegar a tener tintes apasionados como un grito, bofetada o un tirón de pelo... Y algunos llamaban la atención de sus objetivos pasionales hasta tirándoles piedritas o siendo groseros con el objeto de su seducción. 


También, imposible negarlo, todos estamos influenciados por lo que vemos en la ficción, y esto incluye películas, novelas, libros… y hasta ejemplos de la vida real con las celebridades. Tendemos a extrapolarlos, a tomarlos de ejemplos y eso no siempre es bueno.  

 

Aunque a veces se envidia más a las parejas con pasión que con amor, lo cierto es que es algo muy relativo. Depende de la madurez de las personas y sus propios objetivos en la vida. Un Don Juan empedernido -o lo mismo en su versión femenina- tardará más en encontrar el verdadero amor. Sobre todo si solamente se da tiempo para vivir de pasión en pasión, sin atreverse a concretar lazos más fuertes y afectivos. Lo peor, en todo caso, es cuando alguien piensa que encontró su amor y el desengaño es grande al descubrir que de la otra parte solo se busca la pasión. 

 

También hay casos que por quemar etapas no se logra desarrollar la pasión, y eso es contraproducente. Por ejemplo, cuando una pareja establece lazos más fuertes, incluyendo casamiento e hijos, antes de haber disfrutado de una buena pasión e ir, poco a poco, dando pie a mayor intimidad y conocimiento.

 

En el mundo ideal, pasión y amor se combinan en aquella pareja que después de hacer el amor dedica tiempo a conversar y no solamente se levantan, toman una ducha y se van. Otra mala señal es cuando poco a poco, sobre todo más común en varones, se quedan dormidos después del coito. Hay pasión, pero no hay amor, y eso nunca son buenas noticias.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

domingo, 1 de agosto de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR. VERGUENZA: PROS Y CONTRAS

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

 

“No tenga pena”. La frase, muy escuchada y repetida hasta el hartazgo, se replica como si bastaran esas simples palabras mágicas para controlar la vergüenza. No, definitivamente es algo más complejo. La vergüenza es parte tanto de la naturaleza animal como  humana.

Está muy conectada con los principios y valores, con el agrado o desagrado que causamos para nosotros mismos y para el resto. Por eso tememos  enfrentarnos al miedo, al juicio negativo de los otros y el propio.

 

Gran parte de esa pena interior es aprendida a través de la crianza. Y así, cuanto más represiva sea la crianza, mayor serán los sentimientos de vergüenza. Esta es una consecuencia lógica: la represión mina nuestra autoestima.

 

Definitivamente hay una relación entre la autoestima y la vergüenza. 

 

Lo que normalmente nos provoca vergüenza son aquellas situaciones en las cuales nos sentimos humillados y cuanto más personas se dan cuenta, mayor será el grado de la misma. Hacer algo incorrecto es una de ellas, ya sea de forma involuntarias o porque fue a propósito y alguien nos haya descubierto.  

 

Es curioso porque los seres humanos nacemos sin vergüenza. Esa sensación de pena la adquirimos a medida que crecemos. Esto ocurre entre los dos y tres años de vida, cuando el niño ya es consciente de sí y sabe que las personas que se encuentran a su alrededor consideran que algunos de sus comportamientos son impropios.  De hecho, no es casualidad que la gente suela desinhibirse con el alcohol o las drogas, porque precisamente esas sustancias provocan la pérdida de contacto con la realidad.   

 

Algo es seguro: la vergüenza condiciona nuestro actuar, y en muchos casos puede ser una mochila pesada de llevar.

 

Hay personas que pueden sentir excesivo temor a quedar en ridículo o a ser rechazados y debido a ello se aplican una especie de autocensura. Es decir, dejan de intentar muchas situaciones o actos en los cuales sienten que no darán el ancho y quedarán expuestos a la humillación.

 

Es cierto que la vergüenza nos evita, muchas veces, hacer el ridículo. Pero también es la excusa perfecta para evitar esforzarnos por intentar algo para lo cual al final hasta podemos ser muy buenos. 

 

Entonces se convierte en un lastre para nuestro desarrollo. Por ejemplo, cuando evitamos determinadas situaciones que realmente nos harían bien solo porque tenemos miedo a cometer un error y quedar expuestos.

 

Para eso es importante identificar si la nuestra es una vergüenza funcional o disfuncional. La primera es la que nos ayuda a evitar errores y protegernos en determinados contextos amenazantes. La otra, en cambio, es la que tiende a invadirlo todo para bloquearnos y no dejarnos progresar. 

 

Un buen ejemplo de cómo superar una vergüenza disfuncional es el caso de Demóstenes, gran orador griego, quien era tartamudo. Sin embargo, esa incapacidad no le paralizó ni le frustró. Todo lo contrario, se metía piedritas en la boca para practicar hasta lograr vencer su impedimento y llegar a ser un renombrado orador. Recordemos que la tartamudez aumenta con el temor y/o ansiedad de quedar mal al hablar. Por eso es importante, antes que nada, identificar cuáles son las cosas que nos dan vergüenza y trabajar en ellas. 

 

Puede ser hablar en público, bailar, ser más sinceros con los demás, etc. Si la vergüenza es debido a baja autoestima o temores infundados se puede mejorar muchísimo. 

 

Será más difícil cuando sea provocada por algo que realmente hemos hecho mal y queda en evidencia. El tiempo y el tratar de resolver la situación de la mejor manera posible también pueden ayudar.

 

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

 

sábado, 17 de julio de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: AMAXOFOBIA: LA PADECES?

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos


Probablemente no sea una de las patologías más famosas, pero la amaxofobia puede complicarnos la vida, precipitar nuestras ansiedades y desafiar nuestro autoestima hasta bloquearnos mentalmente.

Del griego “amaxos” (carro) y “phobos” (miedo), se trata del temor irracional que muchos sufren al conducir un vehículo. 

 

Tampoco es casualidad que esta particular fobia la sufran más las mujeres que los hombres. La cultura machista y tercermundista de Latinoamérica imposibilita acabar con el paradigma del slogan “mujer al volante, peligro constante”. Por lo tanto, ese tipo de etiquetas no hace más que transmitirles miedo e inseguridad.    

 

En España, la Fundación CEA comprobó que la amaxofobia es un problema al que tiene que hacer frente más del 28% de los conductores. Dentro de ese universo, el 55% son mujeres frente al 45% de los hombres. Además, el estudio afirma que es un problema que tiende a agravarse con la edad.

 

Aquí pareciera que subirse a un automóvil y manejar equivale a subirse a un ring de boxeo y pelear por sobrevivir en un mundo agresivo y sin reglas, donde todo vale.

 

 Por eso el miedo podría ser una respuesta lógica ante semejante escenario y predispone a la persona al punto de ver peligro donde no lo hay.

Alguien que padece amaxofobia no solo sobrestima el peligro que podría tener enfrente sino que además subestima sus propias capacidades para conducir. Y eso le anula y le limita, provocando pánico y descontrol a través de sudores, vértigos, mareos, taquicardias, depresión y agarrotamiento muscular. 

 

Según estadísticas globales, uno de cada 9 conductores tienen episodios de ansiedad al volante, y uno de cada 5 deja de conducir a causa de ello. 

 

En muchos casos, el origen de la fobia está relacionado con experiencias pasadas negativas, especialmente si han protagonizado accidentes viales traumáticos. Sin embargo, también hay gente primeriza que no desea tomar esa responsabilidad con todos los riesgos que conlleva.  

 

También influye la manera en que aprendimos a manejar. Es importante que quien nos enseña nos infunda no solo conocimiento sino también seguridad. Curiosamente, aquellos que aprenden a conducir solos son los menos temerosos.

 

Si bien conducir un vehículo es algo sencillo, lo que a veces provoca temor es la peligrosidad que representa la interacción con otros choferes en un ambiente caótico, la estrechez de las calles, la mala señalización, la imprudencia y/o el exceso de peatones. En ese sentido, la persona con miedo que inevitablemente está obligada a conducir tiene muchas más posibilidades de sufrir un accidente: sus reacciones tenderán a ser más lentas e inseguras. 

A pesar de todo, muchos de estos problemas se pueden resolver practicando hasta ir soltándose y tomando confianza. Pero si ya es parte de una fobia desarrollada, el panorama es más complicado, en ese caso requerirá una terapia más a fondo con técnicas cognitivo conductuales y relajación.


Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

sábado, 3 de julio de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: FORJANDO AUTOESTIMA EN ADOLESCENTES

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Si manejar la autoestima de los adolescentes siempre fue un tema complicado, ese vaivén de emociones se ha potenciado con la llegada de las redes sociales.

Un determinado número de “likes” en Instagram puede hacerla trepar hasta picos insospechados o provocar bajones abruptos como si se tratase de fluctuantes acciones en la Bolsa de Valores. 

 

No es para menos. La adolescencia no es otra cosa que la transición entre la niñez y la vida adulta. 

 

Obviamente este proceso de cambio es muy difícil de sobrellevar, sobre todo porque a esa edad todavía son influenciados en mayor medida por los comentarios de sus pares, no son autónomos en su concepto de ellos mismos.

 

Precisamente a esa edad es cuando los adolescentes están en una etapa fundamental de la creación de la personalidad. Una situación de baja autoestima podría anclarlos en este proceso. Otro escenario es que su personalidad base no los impulse a crear una más sólida y resistente ante cualquier avatar de su vida. 

 

Ante esto, la mejor manera de elevar la autoestima es hacerles ver lo bueno y positivo de forma adecuada por parte de los padres. Sin gritos ni incriminaciones, sino dejando atrás lo negativo. No juzgándolos, sino analizando situaciones y aciertos o fallos en la forma de sobrellevar los problemas y aun las circunstancias positivas de su vida. 

 

Maltratarlos, hacerles sentir culpables de las cosas que les ocurren, no ayudándoles a pensar aunque nos pidan ayuda o comentando delante de otros que son insoportables, no hará más que dañarles su dignidad. 

 

Ser víctima de bullying, sin un apoyo familiar o profesional, puede lesionar aún más  su  confianza, especialmente si nadie de alrededor les hace visualizar lo valioso que tienen. En síntesis, sin minimizarlo, pero tampoco sobreprotegerlo.

 

Una persona con baja autoestima -y mucho más con la inmadurez de un adolescente- es capaz de lo peor, incluso del suicidio.

 

Con una personalidad aún no integrada ni segura  al sentirse rechazados, podrían tomar la decisión de quitarse la vida como medida más extrema. Sin embargo, también tienden a autolesionarse o a recurrir a ciertos “refugios” como el alcohol, las drogas, los juegos de azar  e incluso el sexo lascivo y dañino con una o muchas parejas. 

 

Además, la baja autoestima es un factor de riesgo para la aparición de problemas psicológicos y sociales como los trastornos de alimentación como la bulimia y la anorexia debido a la preocupación exagerada por la imagen corporal. Por eso, ante crisis de bajo autoestima, además de toda la ayuda familiar probablemente el adolescente necesite psicoterapia con un profesional.

 

Aquellos con autoestima alta tampoco están exentos de problemas, pero son menores. A menos que se trate de adolescentes cuya confianza y seguridad en sí mismos ha sido creada y fomentada por falsos halagos de sus padres. En ese caso es igual de mala y peligrosa que una baja autoestima, incluso hasta más dolorosa… Sobre todo en el momento en que se dan cuenta que sus padres les han engañado y ellos mismos no han sido capaces de darse cuenta de lo que realmente valen. Recordemos que es más fácil construir sobre bases reales que sobre falsas.

 

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.   

sábado, 19 de junio de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: ALCANZAR FELICIDAD

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Entre las obstinaciones más implacables del ser humano está la búsqueda de la felicidad. 

Como decía el filósofo francés Voltaire, “buscamos la felicidad sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una”. Pero, por supuesto, no hay una respuesta para los perjuicios en caso de no encontrarla.

Si la gente vive obsesionada con la felicidad es porque está planteada como la panacea de todos los tiempos. Desgraciadamente ese estatus de máxima felicidad cada vez más se asocia con tener más y más.

 

Hemos convertido la felicidad en sinónimo de gasto, en comprar todo lo que vemos, en usar las mejores marcas de ropa y lucir bien, aunque todo sea superficial. Para algunos la felicidad es ponernos lo que está de moda aunque no nos siente bien, incluso emulando a muchos de los nuevos cantantes que hasta se quitan sus dientes para sustituirlos por oro o brillantes. 

 

La felicidad puede encontrarse en los lugares más insospechados, como lo describe el relato de León Tolstoi en La Camisa del Hombre Feliz. Allí narra la historia de un deprimido zar y la receta que le dan para curar su mal: debe enfundarse la camisa de un hombre feliz. Pero la sorpresa es que después de una intensa búsqueda sus súbditos descubren que el único hombre feliz que habían encontrado… no tenía camisa debido a su pobreza.

 

Sin embargo, la sociedad nos empuja al consumo como sinónimo de la felicidad.

 

Nos venden que la podemos obtener nadando en lujos obscenos, como probar las comidas con láminas de oro, lucir el carro del año, una mansión fastuosa y todo tipo de excentricidades, más propias de una estrella de Hollywood que de una persona normal. 


El problema, además, es que el listón cada vez queda más alto y por lo tanto se necesitará algo que supere lo anterior para mantener el “nivel de felicidad”. Y eso, se sabe, es imposible de lograrlo todo el tiempo. 

 

Son pocos los que entienden que en realidad la felicidad es una utopía.

 

La felicidad consiste en las cosas efímeras o sencillas. Son momentos, abrazos, besos, conversaciones, un trabajo bien hecho, una puesta de sol, oír el trino de los pájaros, una plática con los verdaderos amigos, el placer de la familia reunida. También lo son momentos de disfrute de nuestro ser interior, de escuchar música que nos agrade, el disfrutar de la vida pacífica sin grandes peligros, el dar y ayudar a otros, ser altruistas y disfrutar de dar alegría a otros con nuestros actos.

 

La felicidad es ser libre, ser independiente, no ser esclavo de una droga, del alcohol, del juego o de las relaciones peligrosas.

 

Por todo eso antes descrito, es más fácil lograrla de lo que parece. Sin embargo, desgraciadamente nos creemos lo que nos venden y muchas veces teniendo todo para serlo no lo disfrutamos.

 

Creemos que la felicidad no es eso sino el momento en que podamos  comprar, tener y acumular… “Éramos felices y no lo sabíamos”, es la frase de un meme muy popular que sirve para describir un momento pasado que no supimos valorar. 


En síntesis, ser feliz es más una actitud, es el disfrute de las cosas sencillas que tenemos. De hecho, obligarnos a ser felices puede ser la mayor condena del ser humano. “Vivimos una época en la que la felicidad se ha convertido en una obligación, y eso es terrible”, afirmó la terapeuta Lizzi Matusevich.

 

 Al ver el ranking de los países más felices del mundo, siempre me ha llamado la atención que muchas veces los países más fríos -es decir los del mal clima- son los que se ubican en las primeras posiciones, especialmente los países escandinavos. Quizás la respuesta es que ellos aprenden a valorar todo lo demás y las cosas sencillas. 

 

Otra cosa importante es diferenciar la felicidad y su disfrute de la enfermedad depresiva o la melancolía de alguien enfermo del ánimo. En esto último hay una dificultad genética, somática, que no nos deja poder disfrutar de la vida. Así como un diabético que no procesa bien sus azúcares necesita insulina, así como el hipertenso que aun haciendo ejercicio y alimentándose bien no logra bajar su presión arterial y necesita un fármaco, así sucede con el depresivo. Hay personas que no disfrutan de las cosas y una terapia podría servirles para cambiar sus prioridades. Primero debería someterse a terapias analíticas para conocerse mejor, pero si alguien no puede disfrutar porque está enfermo necesitará fármacos y terapias orientadas específicamente a manejar  y mejorar su problema.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.   

sábado, 5 de junio de 2021

SALUD MENTAL, LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR. HIJOS NO DESEADOS : NO MAS

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos


Childfree. Esa es la palabra.

 

Está en el diccionario de Oxford desde el año 1913 y se refiere concretamente a aquellas parejas que deciden, por voluntad propia, no tener hijos. 

 

No obstante, el término navegó en el mar del ostracismo por casi sesenta años, hasta que en 1973 la revista Time lo revivió con un artículo.

 

Y pasaron otros cuarenta años para que la misma revista, en 2013, desarrollara ampliamente el tema y le dedicara la portada. Cada vez son más las parejas childfree, que en la traducción sería algo así como “libre de hijos”, casi del mismo modo que productos se promocionan como “sugar free” o “gluten free”.

 

Así como hay muchos matrimonios en el mundo que están impedidos de tener hijos por una cuestión de infertilidad e invierten miles de dólares en diversos métodos de fecundación, también están aquellos que siendo completamente aptos deciden no procrear. 

 

Una parte de las nuevas generaciones ha adoptado esta postura, argumentando razones varias: que el mundo está demasiado mal como para seguir sobre poblándolo, que no quieren ataduras o simplemente que prefieren adoptar. 

 

Hace un par de años, el tema volvió a cobrar relevancia cuando un muchacho de la India llamado Raphael Samuel, 27 años, intentó denunciar a sus padres por haberle engendrado sin consultarle, al mismo tiempo que anunciaba una campaña Stop Making Babies (Dejen de tener bebés), un movimiento antinatalista, cuyos defensores lamentan haber nacido. 

 

Samuel y sus seguidores no son los únicos que sostienen esta postura. Probablemente el máximo exponente de esta filosofía es el escritor sudafricano David Benatar, que en su libro Mejor no haber existido: El daño de venir al mundo (2017) explica que “mientras gente buena hace lo posible para evitar el sufrimiento de sus hijos, unos cuantos se han dado cuenta de que la única forma que garantiza prevenir todo sufrimiento de sus hijos es no traerlos al mundo en primer lugar”.

 

Además de la razón proteccionista, también pueden existir otros argumentos menos filosóficos y sí más prácticas.

 

Una pareja sin hijos generalmente disfruta más de viajar y hacer todas aquellas actividades que de otra forma se dificultan, incluso estudiar y obtener maestrías. Si de verdad hay amor, se mantendrán unidos de todos modos más allá de procrear o no. También es cierto que los hijos unen y ayudan a fortalecer una pareja. Por el contrario, cuando los hijos no representan un pegamento, la pareja se disuelve sin demasiadas consecuencias.   

   

“Haber sido arrojado a la existencia no es un beneficio, sino que siempre es un mal”, opina Benatar.

 

En cierto modo tiene razón: solo la certeza de la muerte ya es un dolor inevitable para todos los seres humanos. De sumar adeptos, esta corriente podría beneficiar a los niños que se encuentran en orfanatos, sobre aquellos miembros con intenciones de adoptar; y, por supuesto, al medio ambiente.

 

Sin embargo, bajar el índice de natalidad global no necesariamente representa un gran progreso en sí mismo, dependerá del caso. Es que desgraciadamente la natalidad baja más de forma proporcional a la educación, que también tiene relación con el poder adquisitivo de forma inversa.

 

Solo si se lograse reducir la natalidad exagerada en los estratos más desfavorecidos notaríamos la diferencia, y eso es bastante difícil. 

 

Según estudios, las parejas que han decidido no tener hijos tienen un nivel educativo mayor, más posibilidades de ser empleadas en trabajos medios y altos, viven en zona urbana, son menos religiosos, menos tradicionales y menos convencionales.

 

Y esto lo reafirma el economista David Foot, de la Universidad de Toronto, quien ha probado que cuanto mayor es el nivel educativo de una mujer, es menos probable que tenga hijos.

 

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

sábado, 8 de mayo de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: PADRES QUE ODIAN

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Es bastante común escuchar a hijos que odian a sus padres, y las razones pueden ser múltiples. Sin embargo, es difícil encontrar procesos inversos. 

Es decir, padres que odian a sus hijos. Difícil, pero no imposible… Por supuesto que se puede rechazar a un hijo y hay un abanico de posibles argumentos: nos recuerda a alguien no querido, pensamos que puede quitarnos el amor de pareja o porque verdaderamente ha incurrido en una falta grave, entre otros.

 

El sentimiento surge del amor entrelazado con la vergüenza por sentir esa emoción. “Este proceso tiene una base científica, ya que el amor y el odio comparten los mismos circuitos cerebrales”, explica en su libro el psicólogo británico Simon Baron-Cohen.

 

La intensidad y algunas razones probablemente dependerá de la edad de los hijos, pero la animadversión puede ser producto de una violación o de una relación romántica de la cual ya no deseamos ni acordarnos. Cuando ocurre que el odio puede ocasionar daño -incluso físico- en un hijo. “Amor y odio son dos emociones intensas que circulan en dirección contraria por la misma carretera”, agrega Baron-Cohen.

 

Un buen ejemplo de una relación tóxica entre madre e hija está muy bien representada en la reciente película Corre (Run), disponible en Netflix y entre las 10 más vistas en El Salvador en las últimas semanas.

 

En dicha historia, una madre somete a todo tipo de daños físicos a una hija que va un poco más allá de la típica relación inestable entre padres e hijos. Pero la posibilidad de un daño está latente, sobre todo cuando es provocado por factores ajenos al hijo o sobre los cuales éste no tiene posibilidad de hacer nada. 

 

En algunas ocasiones el odio puede ser generado por una decepción. Es decir, el hijo no cumple las expectativas que se planteaban sus padres. Definitivamente en estos casos estará mezclado con una dosis de culpa, además de la vergüenza.  El progenitor puede sentir que no logró darle a su hijo herramientas para lograr lo que él o ellos esperaban de este hijo. Además, es probable que haya cargado en las espaldas de su hijo todo lo que él quiso y no pudo ser.  

 

La psicóloga estadounidense Susan Forward escribió un libro llamado 'Padres que odian' que describe algunos de sus comportamientos. 

 

Se trata de emociones bastante comunes de desagrado, que no se identifican con cierto  odio por la connotación tan negativa de esta emoción hacia un hijo, pero esto llevará a pleitos sin explicación o incluso a sabotear inconscientemente a este hijo.  “Creo que los padres también odian a sus hijos.

 

Lo que pasa es que no es lícito decirlo”, afirma la colombiana Pilar Quintana, autora de la novela La Perra, en la que trata con crudeza las frustraciones de la maternidad.

 

En algunos casos, los más extremos, ese odio hacia los hijos puede llegar al asesinato, algo que técnicamente se llama filicidio. 

 

Según un estudio de la revista Forensic Science International, cada año hay al menos 500 casos en los Estados Unidos. Casi el 72% de los niños que fueron asesinados por sus propios padres tenían 6 años o menos. Otro dato: el 41,7%% de los asesinos fueron mujeres, mientras en el 58,3% de los casos fueron hombres. Pero quizás lo que llama la atención es que apenas el 10% de las víctimas fueron asesinadas por sus padrastros o madrastras, por lo que el 90% de las víctimas fueron hijos e hijas biológicos de los asesinos. 

 

Por eso lo recomendable es un buen terapeuta que no tome partido sino que sea bien objetivo y pueda hacer entender estas emociones negativas o sea identificarlas para ir pasando luego a su mitigación.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.