Tomado de
Infobae
Haití,
Venezuela y Bolivia los más corruptos de una región corrupta
Cómo hicieron Chile y Uruguay para
ser los países menos corruptos
Por Darío Mizrahi
A siete de cada diez haitianos alguna autoridad
civil o policial le pidió un soborno durante 2012,
según revela la última edición del Barómetro de las Américas que
realiza el Proyecto Opinión Pública de América Latina (LAPOP,
por sus siglas en inglés), con sede en la Universidad de Vanderbilt.
Según Transparencia Internacional, los que tienen mayores niveles de corrupción son Haití
y Venezuela, que apenas suman
19 y 20 puntos respectivamente.
En Bolivia, el segundo país más
corrupto de la región para este sondeo, un 44,8% asegura haber sido
víctima de cohecho. La media latinoamericana ronda el 20 por
ciento.
En el otro extremo, sólo 5,8 de cada 100 chilenos se vieron expuestos a este delito.
La proporción es equivalente a la de Estados Unidos y se ubica apenas dos
puntos por encima de Canadá, uno de los países con instituciones más consolidadas
del mundo.
"Chile y Uruguay están por encima de la
media e incluso mejor que algunas naciones desarrolladas"
No muy lejos queda Uruguay, el segundo más honesto. El 8,2% reconoció
haber sido extorsionados por alguna autoridad.
El Barómetro no es el único
estudio que destaca a estos dos países por sobre el resto.
"Si miramos el Índice
de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, que
es la encuesta más completa, hay dos países que claramente despuntan
favorablemente. Uno es Chile y el otro es Uruguay. Ambos están por encima de la media e incluso mejor que algunas naciones
desarrolladas", dice aInfobae el
abogado peruano José Carlos Ugaz Sánchez Moreno, consultor
internacional en políticas contra la corrupción.
Uruguay aparece en el puesto 19
a nivel mundial del ranking 2013 de la ONG, con 73 puntos
(100 es el máximo posible, que supondría la virtual ausencia de
corrupción). Tres puestos más abajo está Chile, con 71
puntos.
Ambos están mejor posicionados que países desarrollados como Francia, España, Italia y Austria. Les sacan casi 30 puntos de ventaja al resto de los latinoamericanos mejor
posicionados, Cuba y Brasil.
Según Transparencia Internacional, los que tienen mayores niveles de corrupción son Haití y Venezuela,
que apenassuman 19 y 20 puntos respectivamente.
"Curiosamente -continúa
Sánchez Moreno-, Chile limita con Perú y Argentina, que tienen muchos problemas
de corrupción. Una primera pregunta es cómo países vecinos, con historias
comunes, terminan teniendo performances tan diferentes".
América Latina, una región
corrupta
"Un problema grande es la falta de coordinación entre las distintas instituciones del Estado.
No se puede tener una investigación de corrupción si no hay cooperación entre la contraloría pública, las fiscalías y el poder
judicial. Si se manejan apartadas es muy difícil que un juez pueda
de verdad examinar cuentas bancarias y transacciones económicas", explica Luis Salas, director del
Centro de Administración de Justicia de la Universidad de Florida, en diálogo
con Infobae.
"Uno de
los factores que más ha contribuido a la corrupción es la impunidad, que se
genera cuando no hay sanción"
"Tiene que ver con la debilidad institucional. No hemos tenido instituciones debidamente estructuradas, con un
servicio civil profesionalizado. El clientelismo ha fomentado el intercambio de
favores. Una burocracia ineficiente que se
mueve según los turnos políticos genera nichos de corrupción muy altos,
porque no ha habido tampoco un orden administrativo", dice Sánchez Moreno.
Una consecuencia de la
debilidad de las instituciones es que los gobiernos pueden arrasar con ellas. Al reducir a su mínima expresión a los organismos de control,
se vuelve muy difícil investigar hechos de corrupción.
La falta de autonomía del
poder judicial en relación al poder político termina haciendo casi imposible que un funcionario público sea condenado por
defraudar al Estado.
"Uno de los factores que
más ha contribuido al desarrollo de la corrupción es la impunidad,
que se genera cuando no hay sanción. Ni de las autoridades que deben
investigar, como son la policía, las fiscalías y la justicia, ni de las contralorías, que son muy ineficientes,
cuando no están directamente digitadas por el poder político", explica
Sánchez Moreno.
La impunidad refuerza la
corrupción porque los políticos deshonestas obtienen enormes
ventajas frente a los que se someten a las reglas. A la larga,
esa competencia desigual lleva a una naturalización de estas
prácticas, que en algunos casos se vuelven casi inevitables para
tener éxito política.
Cuando el Estado no cumple su función, la última instancia que
queda son los controles externos. "Un factor
determinante -dice Salas- es lo fuertes o débiles que son
los medios de comunicación y las ONG, que son los vigilantes de la
probidad de los gobiernos. Si son débiles, la cultura de corrupción va a estar
muy activa".