Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Coincido con esa visión. Definitivamente, somos menos sensibles
que antes. La proliferación de los medios de
comunicación con sus imágenes descarnadas ha hecho que se una el morbo
natural en el ser humano con la costumbre de ver cada día imágenes y sucesos
más desgarradores con la lejanía de nuestra realidad. “Eso le pasa a otros, no
a mí....” Nos impacta, pero nos vamos
acostumbrando, pues el bombardeo de noticias e imágenes hace que la mente se
vaya acostumbrando y así perdemos nuestra capacidad de sentirlo. Algo parecido
pasa con la violencia: nos vamos acomodando a sus manifestaciones, aunque por
otro lado parece que hay más énfasis por
erradicarla.
Y así, de a poco nos estamos convirtiendo en autómatas, seres que
van “a lo suyo” y "pasan de largo todo lo
demás". Son comunes imágenes
de gente pasando al lado de seres humanos sufriendo, muriéndose o siendo
atacados, y lo hacen con una total indiferencia. Somos como autómatas, ya sea
por prisa, por no meternos en problemas, por desinterés o simplemente por
distracción…Cualquier sea de las cuatro razones, es preocupante. Vamos en
nuestro mundito, nuestra zona de confort,
como los caballos con ojeras. Solo vemos hacia dónde vamos.
En la entrevista, Antonio Damasio también habla de los primeros
organismos. Y ahí también coincido, ya que los
primeros organismos hacían vida comunitaria y de autoayuda. Eran parte
de ciclos integrados de trabajos dirigidos al mantenimiento de las especies.
Eso aún lo vemos en la simbiosis de algunas plantas, en la vida de las abejas y
las hormigas. Los seres humanos, cuanto más
difícil es la vida y los recursos o por la falla educativa de la sociedad, se
viven poniendo zancadillas para que el otro no avance, aunque esto signifique
perder algo ellos. (ver Los Cangrejos, en esta misma página de blogs).
Por eso insisto que los sentimientos están devaluados. Cada vez estoy
más convencida que las computadoras nos
reemplazarán en un futuro no muy lejano. De hecho, las máquinas ya hacen
muchos trabajos mecánicos y repetitivos, pero empiezan a crear seres
computarizados con sentimientos también. Pero los sentimientos no están
devaluados sólo por la tecnología sino por
la respuesta humana a las mismas.
Cada día es más común hablar de la deshumanización de la sociedad,
incluso hay personas que llegan a decir que
los mal llamados animales son más humanos que nosotros, las personas. Y
esto no es solo porque las máquinas no pueden reemplazar sino porque por encima
de los sentimientos está el valor del dinero como bien máximo y la avaricia de
no conformarse con tener algo: siempre
queremos algo mejor, o más moderno, o más joven, o más sofisticado o más caro.
En síntesis, la deshumanización es el síntoma del Siglo XXI.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones
en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y
Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi
actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos
direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica
privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de
comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de
extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su
tradicional estigma.
Fui
la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en
ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La
tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y
teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del
mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia
regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes
que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos
acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato
de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a
la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.