
Y siendo esto así, algo que todos desearían, no es precisamente algo que todos busquen actualmente, ni, menos aún, algo que muchos consigan. Pareciera que tener una familia bien estructurada y funcional es una de las cosas más difíciles que existen. ¿Por qué? La respuesta es sencilla, aunque encierra innumerables aspectos a analizar. Simplemente, la inmensa mayoría de las personas no están preparadas para formar y hacer funcionar en forma duradera una familia estructurada. Y curiosamente, pese a que el nivel educativo y la formación de las nuevas generaciones se incrementa década tras década, la preparación para la familia no es cada vez mayor; más bien al contrario.
Antes se formaban las familias más por inercia, porque, de algún modo, era lo que tocaba al llegar a ciertas edades, o porque era la consecuencia inevitable de enamorarse, particularmente en ciertos niveles socioculturales. Era el objetivo prioritario en la vida de casi todos. A veces funcionaba bien; otras no, aunque se trataba siempre de disimular, pero, en general, la gente no solía plantearse si estaba preparado o no para la familia. Ahora, el mayor nivel de conciencia que despierta el incremento en el nivel educativo de la juventud actual, provoca en los jóvenes esa conciencia de no estar suficientemente preparado, así como de la posibilidad de fracaso a la hora de plantearse formar una familia.
Sucede también que las nuevas generaciones tienen también otros objetivos en la vida, tan prioritarios o más que la familia, y a veces consideran que la formación de una familia podría suponer un lastre para dichos objetivos. Y sucede también que, siendo la familia un proyecto para el que se necesita un compañero/a, ese mayor nivel de conciencia les provoca dudas sobre cómo encontrar un compañero/a con suficiente preparación y disposición. En otras palabras, ahora los jóvenes se preparan más que antes para casi todo… excepto para la familia, y, por otro lado la conciencia de no estar suficientemente preparados para ella también es mucho mayor. La consecuencia de todo ello es que tienden a formarse cada vez menos familias, y a romperse cada vez más una vez ya formadas. Podría decirse que la familia, como institución, se encuentra en una crisis creciente, sin saberse realmente qué tan profunda podrá llegar a ser.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología
Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la
Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El
Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio
de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los
diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también
internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud
mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
Fui la
primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer
dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras
instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de
Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido
también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a
su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento
especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la
labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida,
Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras
actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer
métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a
pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad
para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera
permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de
terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de
absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la
prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y
dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de
experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el
desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy
fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió
en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se
independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol
fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el
futuro.
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