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viernes, 18 de octubre de 2013

McCain, Lindsey Graham y otros expertos republicanos culpan al Tea Party de humillante fracaso

Tomado de El País


Demócratas, 1; Republicanos, 0

Acorralado entre los moderados y el Tea Party, el partido de Lincoln se pregunta el porqué de la derrota


Por Yolanda Monge

Desde la sabiduría que dan los años de experiencia en una arena como la del Capitolio de Washington, el senador republicano John McCain decía aquello tan manido de “si ya lo sabía yo”. Desde que comenzó la crisis fiscal —y no a toro pasado—, que ha tenido a EEUU en vilo y a la que se sumó la posibilidad de entrar en suspensión de pagos si no había un acuerdo entre ambas bancadas del Congreso, el senador por Arizona y antiguo contendiente por la Casa Blanca no ha dejado de repetir el mismo mantra: “Yo sé cómo va a acabar esto”. Mal.
“Lo sabía, sabía que tendría este final”. McCain confirmó sus peores temores la noche del miércoles, cuando la Cámara de Representantes había aprobado una ley consensuada en el Senado que extendía el presupuesto hasta mediados de enero y elevaba el techo de la deuda hasta el 7 de febrero del año próximo. Pero lo que medió, desde que se inició la crisis el pasado 1 de octubre y su resolución más de dos semanas después, han sido 16 días que han dañado la imagen —y los números en los sondeos— del Partido Republicano y han probado que, esta vez, el presidente Barack Obama no iba de farol cuando dijo que no permitiría que los republicanos usaran el cierre del Gobierno o la posible bancarrota para presionarle a hacer cambios en sus decisiones políticas.
McCain calificó lo sucedido estas dos semanas como “uno de los capítulos más vergonzosos” de los años que ha pasado en el Congreso y calificó los debates sobre la crisis fiscal como “una odisea agonizante”. Tras librar una fútil campaña para dañar la reforma sanitaria de Obama a través de arrebatarle los fondos federales, tanto extremistas como moderados del partido de Lincoln se rendían incondicionalmente en la noche del miércoles.
El senador por Carolina del Sur Lindsey Graham, otro dinosaurio del establishment que era Capitol Hill hasta el desembarco del Tea Party, calificaba lo sucedido como de oportunidad perdida para los republicanos y ganada para los demócratas. “Han sido las mejores dos semanas en los últimos tiempos para el Partido Demócrata, porque estuvieron fuera del foco de atención y no tuvieron que exponer sus ideas”, dijo Graham.
Perdidos, los miembros del Partido Republicano intentan responder —sin suerte— a preguntas tan básicas como quién, cómo, por qué y, sobre todo, qué pasará a partir de ahora. En este punto, McCain vuelve a insistir y demanda que alguien responda por lo sucedido, una batalla que ya aventuró perdida de antemano. “Alguien me lo tendrá que explicar”, apostilló el político y veterano de guerra.

Durante los pasados 16 días, en entrevistas con personas que vivieron de cerca el último cierre de la Administración —el que fue a caballo entre 1995 y 1996 con Bill Clinton en la Casa Blanca y Newt Gingrich como presidente de la Cámara— parece haber quedado claro que cada vez que el Gobierno legisla a golpe de crisis lo que se daña de forma alarmante es la confianza del público en las instituciones y los partidos, en este caso el republicano.
“Lo intentamos y fracasamos”, decía Mick Mulvaney, representante republicano por Carolina del Sur. “Quiero olvidarlo y pasar página”, decía la senadora por Alaska, Lisa Murkowski, intentando —como McCain— reconciliarse con la idea de que ya sabía de antemano que era una guerra en la que no ganarían ni siquiera una batalla. Más amarga —si cabe— era la conclusión extraída por el senador republicano por Misuri, Roy Blunt. “Logramos crear una división entre nuestras filas sobre algo en lo que estábamos unidos, sobre un asunto que no era alcanzable”, puntualizó Blunt para confirmar que tras un final de verano pésimo para Obama, los republicanos le habían servido una victoria en bandeja de playa en otoño.
Y por supuesto está Boehner, John Boehner, el presidente de la Cámara de Representantes, un hombre al que el Tea Party ha palmeado la espalda por no dar su brazo a torcer al principio de las negociaciones pero cuyo pulso es ahora más frágil que nunca para tomar las riendas de la que es quizá una de las Cámaras menos productivas de la historia reciente, precisamente por la incapacidad de Boehner de lograr mayorías frente a leyes polémicas. “El presidente no tiene un plan nítido para unificar a una bancada que ha dado muestras constantes de división cuando necesitaba permanecer unida”, editorializaba ayer el diario The Washington Post. “Lo mejor que le puede pasar es que sus congresistas hayan aprendido la lección finalmente y asuman que es mejor permanecer juntos que poner zancadillas a tus líderes de partido”. 

Radicalismo del Tea Party condujo a Boehner a una derrota humillante

Tomado de El País


La derrota de John Boehner
El presidente de la Cámara de Representantes de EE UU simboliza el fracaso de la estrategia republicana

Por Yolanda Monge

Arrastrando su profundo acento sureño, el senador republicano de Carolina del Sur Lindsey Graham reconocía estos días haber participado en varios intentos por echar del poder al expresidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich, quien dimitió en 1998 tras ser culpado del anterior cierre de la Administración y de la dolorosa pérdida de escaños republicanos en la Cámara. “Me gustaría esta vez participar en mantener al presidente en su puesto porque, francamente, creo que se lo merece”, finalizó Graham en referencia a John Boehner, presidente de la Cámara de Representantes del Congreso de EE UU.
John Boehner, la segunda persona en la línea de sucesión de Barack Obama después del vicepresidente Joe Biden —lo que en teoría le convierte en el tercer hombre con más poder del país— ha sido la figura clave sobre la que han estado todos los ojos desde que comenzó la crisis hace ya tres semanas. En teoría, en su mano estaba acabar con la incertidumbre y el caos político que se han adueñado del país y permitir la extensión del presupuesto y aumentar el techo de la deuda.
Por qué no lo hizo puede responderse con varias teorías, desde la más común —que las filas del Tea Party tenían secuestrada su voluntad— hasta la más pueril, que toda la negociación se le ha ido de las manos y ha sucumbido al pulso de la Casa Blanca, que desde el principio anunció que no daría ni un solo paso atrás en la reforma sanitaria, barco insignia —y posiblemente único logro— de la era Obama.
La escenificación de la derrota de Boehner llegó cuando este hombre de humildes orígenes de Reading (Ohio) tuvo que morderse el labio y presentar a votación en la Cámara el acuerdo alcanzado en el Senado para evitar la suspensión de pagos y permitir que el dinero abriera la Administración cerrada desde el pasado día 1. Con 63 años —a un mes de cumplir 64—, Boehner, alcanzó el punto máximo de su bochornosa caída el pasado martes cuando no fue capaz de que los miembros de su partido aprobasen un plan para sortear la bancarrota y poner fin al famoso shutdown.
El manejo por parte de Boehner del penúltimo capítulo de la crisis ha sido calificado de “desastre” y “humillante fracaso”. Tanto fue así, que el conservador Wall Street Journal editorializaba destrozando la estrategia —si es que la había— del Partido Republicano diciendo que más hubiera valido que “este hubiera entregado el mazo de mando al líder de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid”.
Los analistas lo definieron como “un negociador clásico” cuando asumió el cargo en 2011 —tras hacerse los republicanos con la Cámara en las legislativas de 2010—, de esos que desde el Capitolio alimenta sus lazos con las grandes corporaciones y los hombres de negocios. Boehner lleva sufriendo tres años de batallas internas en su partido, con la reforma sanitaria como caballo de batalla de los radicales adscritos al Tea Party, con nada que perder y mucho que ganar.
No es el caso de Boehner, segundo de 12 hermanos y primer miembro de su familia en acceder a la universidad. Tras un cierre de la Administración que ha durado 16 días y ha sido provocado por los republicanos, al final del día y de la crisis, esos republicanos —con Boehner a su cabeza— no tendrán nada que colocar en la columna del haber excepto pérdidas.
Mucho se ha especulado sobre si Boehner podría perder su puesto debido a la actual y última crisis y por no haber frenado las veleidades del Tea Party, que ya votó en contra del político como líder del caucuscuando este inició su actual mandato. Criticado tanto por demócratas como republicanos por ser en exceso acomodaticio con esa pequeña facción que responde a la ideología de la extrema derecha, Boehner puede que haya pensado más en su puesto que en el país a la hora de tomar decisiones en este conflicto, pero lo cierto es que no hay ningún caso en la historia del Congreso de un presidente de la Cámara que haya sido expulsado en medio de la legislatura.
En un ejercicio de comparación cinematográfica —y sumando lo aficionado a las lágrimas que es Boehner—, una publicación digital se preguntaba esta semana si John Boehner no sería el equivalente a Fredo, la oveja negra de la familia Corleone en la saga de El Padrino. La buena noticia, proseguía la tesis siguiendo la analogía, es que Boehner acabaría traicionando a su propia sangre y conspirando con el enemigo. The Daily Beast acababa su artículo con una recomendación siniestra para el presidente de la Cámara: “Evitar salidas en barca a pescar al amanecer”. 

jueves, 17 de octubre de 2013

Aprobado acuerdo fiscal, ahora es momento de volver a la Reforma Migratoria dice Obama

Tomado de The Huffington Post  

Crisis de gobierno: se llega a un acuerdo

Por Gabriel Lerner

Pasada la medianoche del miércoles, el presidente Barack Obama ratificó con su firma la resolución de ambas cámaras del Congreso por la cual se reabren las agencias de gobierno federal y se sube el tope de la deuda de Estados Unidos, evitando así una crisis financiera de grandes proporciones.
Dos horas antes, la Cámara de Representantes de Estados Unidos había aprobado la moción para llevar a su fin el cierre escalonado de las agencias del gobierno federal y para evitar que el país carezca de fondos suficientes para pagar sus obligaciones.
Con ello llegó a su fin el más encarnizado ataque por parte de una facción del partido de oposición republicano - la del movimiento radical Tea Party - contra la administración Obama, en su intento de anular, suspender o enmendar la Ley de Cuidado de Salud de Bajo Costo, llamada Obamacare.
La moción fue generada en el Senado al cabo de arduas negociaciones entre el líder de la mayoría demócrata Harry Reid y republicana Mitch McConnell. El Senado aprobó una medida idéntica una hora antes por 83 votos contra 18.
El voto en la Cámara baja fue de 285 contra 144, en donde los 200 demócratas votaron a favor y los 217 republicanos se dividieron.
El costo de la crisis, según una agencia financiera, fue de más de 24,000 millones de dólares.
Actualización 8:29 PM hora de Washington
Obama habló por tres minutos a la nación en momentos que el Senado ya aprobó el acuerdo fiscal y antes de la votación de la Cámara de Representantes.
Sugirió el mandatario que ahora es el momento de volver a la reforma migratoria, a una propuesta presupuestaria bipartita y de común acuerdo, poniendo "las últimas tres semanas tras nuestro", sin "enfocarnos en las elecciones sino en las vidas concretas de la gente".
Obama agradeció a los líderes del Congreso que llevaron al acuerdo y manifestó su esperanza de que la próxima vez no sea en el último momento.
Actualización 8:11 PM hora de Washington
El Senado de Estados Unidos aprobó por 81 votos contra 18 el acuerdo que lleva a su fin la crisis fiscal, reabre el gobierno e impide que el goiberno se quede sin fondos autorizados para pagar sus deudas.
La ley ahora pasa a aprobación de la Cámara de Representantes.
El Presidente Barack Obama anunció que hablaría a la nación en pocos minutos, incluso antes de la votación en la Cámara Baja, lo cual es criticado por el liderazgo de la agrupación de oposicion.
El artículo en el Huffington Post que así lo anuncia detalla: el cierre de gobierno (shutdown) está muerto. Obamacare está vivo.
Una nueva encuesta del instituto PEW anunciada hoy dice que la mitad de los republicanos no ven al movimiento Tea Party como parte de su agrupación.
Actualización 7 30 PM hora de Washington
Comienza el voto. La primera resolución ("cloture") requiere 60 votos para finalizar el debate y pasar a la votación de la medida que abrirá el gobierno e impedirá el cese de pagos. Esta medida requiere de mayoría simple de 51 votos.
El Senado votó 83 a 15 para finalizar el debate y pasar a la votación regular del acuerdo, lo cual tiene lugar en estos instantes.
En entrevista con CNN, el senador republicano Lindsey Graham dijo que su partido ha perdido en todos los frentes, aunque también perdió el presidente y los demócratas en menor medida, y expresó su esperanza de que "esta película" no tenga "una segunda parte" en la próxima discusión en enero y febrero. Se opuso a la caracterización de la situación por parte del senador Ted Cruz de su mismo partido, como una gran victoria.
"Esta fue una derrota para nosotros, hemos hecho más por Obamacare en estas dos semanas que cualquier demócrata podía haber hecho", dijo Graham.
Actualización 6 PM hora de Washington
El Senado de Estados Unidos se aprestaba a aprobar el acuerdo bipartito que pondrá fin al cierre de agencias federales y alejará el peligro de cese de pagos y derrumbe del dolar en los mercados internacionales.
Iniciado el debate, el líder del movimiento radical Tea Party Ted Cruz expresó su desagrado del acuerdo, al que calificó "terrible" para el pueblo estadounidense.
El voto tendría lugar a las 7 PM hora de Washington o antes.
A estas horas - alrededor de seis hasta que venzan las medidas del gobierno federal para asegurar el pago de servicios prestados - se descontaba que la propuesta anunciada esta manaña por los líderes de ambos partidos - Harry Reid por los demócratas y Mitch McConnell por los republicanos - contaría con el apoyo de una gran mayoría. La propuesta además no sería bloqueada por el archienemigo del acuerdo, el senador republicano Ted Cruz del Tea Party, de quien se temía postergara la aprobación de la moción hasta después de medianoche. Además, el presidente de la Cámara Baja John Boehner hizo público su apoyo al acuerdo y anunció que lo llevará, tal cual y sin modificaciones, a votación en el pleno de la cámara.
Otros representantes del populista Tea Party en el Congreso como Mike Lee criticaron el acuerdo y se comprometieron a combatirlo pero solo con su voto y no bloqueándolo.
A esta altura, la agencia financiera Standard and Poor anunció que los 16 días de cierre de las agencias federales costó al país 16,000 millones de dólares.
La primera consecuencia del acuerdo en el plano político es una ola de críticas dentro del Partido Republicano, incluyendo a conservadores como Grover Norquist, tradicionales como el senador John McCain y muchos más, que lamentaron que su propio partido llevó al país a una crisis innecesaria. Analistas consideraron inicialmente que el movimiento intransigente Tea Party está entre los grandes perdedores, lo cual, expresaron, se podrá comprobar en los próximos meses, en elecciones parciales y especiales en diversos estados, como New Jersey. Agregan a ello a Ted Cruz, pero señalan que John Boehener consolidó su posición y Obama demostró la validez de su insistencia en no negociar con los extremistas.
Sin embargo, Cruz mismo acotó esta tarde que se trata de una gran victoria, ya que millones de estadounidenses se levantaron, participaron en la protesta contra "Obamacare", hicieron oir su voz, desoida por "Washington", de donde no llegarán respuestas porque "está quebrada".
Ante la debilidad y la fragmentación del Partido Republicano, son las voces extremistas, que presentan la situación en términos de blanco y negro (literalmente), buenos contra malos, las que resuenan en este partido.
Pese al optimismo, el acuerdo de hoy solamente posterga el momento de la verdad y en enero y febrero habrá nuevas fechas topes y la posibilidad de nuevas crisis. Pero muchos creen que la política oficial de "no negociar con secuestradores" quitó de los extremistas la motivación para anotarse logros en este tipo de batallas dramáticas.
...
Este miércoles 16 de octubre, a las 9 de la mañana hora de Washington, 16 días después de que venciera la autorización de gastos presupuestales, y faltando menos de 24 horas para que el Estados Unidos se vea ante la posibilidad de cesación de pagos, republicanos y demócratas anunciaron llegaron a un acuerdo preliminar que permite reabrir las actividades del gobierno federal hasta el 15 de enero y que aumenta el tope de la deuda hasta el 7 de febrero, momento en el cual las partes esperan poder llegar a una solución de más largo plazo.
"La solución de compromiso a la que hemos llegado proveerá a nuestra economía con la estabilidad que tan desesperadamente requiere", dijo el líder demócrata del Senado Harry Reid al anunciar el arreglo en el pleno del Senado, hace pocos momentos. "Este no es el momento de acusaciones. Es un momento para la reconciliación", agregó.
Poco después, se supo que el presidente Obama "aplaudía" el acuerdo al que se llegó en el Senado y esperaba que sea aprobado tanto por el plenario de la Cámara Alta como por la Cámara de Representantes en este día.
También el presidente de la Cámara Baja se plegó a quienes apoyan el acuerdo, en un comunicado difundido por su oficina.
"No será nuestra táctica bloquear el acuerdo bipartito al que llegaron hoy los miembros del Senado", dijo Boehner.
En una moción separada, el Senado votará para instruir a los negociadores de ambas cámaras que lleguen a un acuerdo, antes del 13 de diciembre, sobre las prioridades de gastos de gobierno e impuestos para la próxima década.
La propuesta todavía necesita presentarse en forma de resolución legal en el Senado para su debate, voto y aprobaciónen la tarde de este miércoles. En caso de ser aprobada por la Cámara Alta, se derivará a la Cámara de Representantes, donde hasta ahora han dominado aquellos opuestos a todo acuerdo. Es allí donde todavía se temen problemas y donde hay posibilidad de que el presidente del organismo, el republicano John Boehner de Ohio, no tome el paso de ignorar la facción extremista de su propio partido.
Una señal de que la esperanza de que la Presidencia anularía Obamacare a cambio de que se reabra el gobierno cede ante el dictado de la realidad es que los congresistas republicanos entrevistados después de anunciado el acuerdo hablaban de la necesidad de reducir los presupuestos generales y combatir el déficit, lo que fue su principal objetivo desde 2008.
Aunque la razón de la crisis fue el intento del grupo intransigente relacionado con el movimiento Tea Party en la Cámara de Representantes de anular, suspender o enmendar la Ley de Cuidado Médico de Bajo Costo u Obamacare, el logro tal como se perfila por el momento del partido de oposición es que los recortes del año pasado bajo el llamado "sequester" seguirán en pie por el momento.
Aunque se había indicado que para ganar tiempo, el Congreso debatiría el acuerdo primero en la Cámara Baja, según el New York Times, lo cual hubiese ahorrado una ronda de votación en cada cámara al parecer el primer voto será el del plenario del Senado.
Uno de los principales motivos de optimismo entre los líderes de ambos partidos es que el dirigente del Tea Party, senador de Texas Ted Cruz, anunció que no bloqueará el debate y permitirá la votación. Las reglas del Senado permiten a cualquiera de sus miembros postergar el voto por un mínimo de 30 horas, que en este caso hubiera significado pasar el límite de medianoche y entrar a una situación crítica para los mercados financieros.
"No lo haré y nunca quise postergar el voto", dijo Cruz a los reporteros. "El momento no tendrá impacto sobre el resultado". Sin embargo Cruz anunció su oposición al acuerdo y dijo que votará en contra, por ser un ejemplo de cómo el "establishment de Washington" engaña al pueblo estadounidense. 
El acuerdo se hizo entre Harry Reid, líder de la mayoría demócrata y Mitch McConnell, de la minoría republicana. Debió hacerse en el Senado porque las negociaciones directas entre el Presidente Obama y sus asesores y el Presidente de la Cámara de Representantes John Boehner estaban estancadas. Una propuesta que trató de impulsar Boehner el miércoles fracasó dentro de su propio grupo republicano al oponérsele los delegados del grupo intransigente Tea Party, lo que en la noche de ayer había dejado la situación estancada e incierta.
Lejos de quedar relegado, Boehner queda nuevamente en el centro de la atención pública. Este congresista de Ohio deberá decidir si sigue acatando las demandas del grupo radical de congresistas republicanos que responde al movimiento Tea Party - entre 60 y 80 del los 224 republicanos - como hasta ahora, o si retoma la senda independiente. Para que pase una propuesta, Boehner necesitará incumplir su promesa de que cualquier resolución presentada a votación en el pleno debe contar previamente con la mayoría republicana, una medida destinada a preservar la unidad del partido, para él un objetivo crucial.
Un tercer canal de comunicación se desarrolló alrededor de la senadora republicana moderada Susan Collins, cuya propuesta la semana pasada fue opuesta por la mayoría demócrata, pero que mantiene negociaciones con senadores del otro partido.
En todo caso, Boehner necesitará el apoyo de los demócratas - que suman 200 de los 435 miembros - para aprobar el plan. Si efectivamente, da la espalda a los poderosos elementos intransigentes, éstos ya han prometido tratar de derrocarlo de su puesto, por lo que, según la fuente "es una de las decisiones más difíciles de sus 30 años en la política".
Sin embargo, se calcula que cualquier decisión que lleva a reabrir el gobierno y prevenir el "default" tiene la mayoría asegurada. Incluso al comienzo de la crisis, 18 republicanos se declararon en favor de esta solución, los cuales unidos a los demócratas ya hacían una mayoría.
Hasta donde se sabía, en el acuerdo no hay mención de anulación, suspensión o enmienda a la Ley de Cuidado Médico de Bajo Costo o Obamacare, lo cual era el motivo declarado de que los republicanos iniciaron la crisis. Sin embargo y con el objetivo de impedir "la humillación" del partido Republicano los demócratas aceptaron los siguientes cambios en esta ley, según el Washington Post.
"Se requerirán garantías adicionales para asegurar que las personas que reciben subsidios federales para comprar un seguro de salud bajo la ley tengan el derecho a recibirlos". Por su parte los demócratas pedían retrasar la aplicación del impuesto "belly button" que subiría en 63 por año el costo del seguro de salud el próximo año, pero en aras de lograr el acuerdo, renunciaron a esta solicitud.
En el plan del Senado no se hace mención de cambios en los recortes de enero que afectan especialmente al Pentágono. Estos recortes son la segunda parte de la reducción de gastos determinada en 2011 y 2012 en lo que se llamó el "sequester". Los recortes de gastos acordados en aquel entonces eran tan severos, tan rechazados por todas las partes, que servían como como elemento disuasorio: entrarían en efecto solo si no se llegaba a un acuerdo. Pero no hubo acuerdo y los recortes ya se sienten en numerosos servicios sociales.
La diferencia esta vez es que la segunda ronda de los recortes afecta principalmente al Pentágono - gastos militares - algo a lo que los republicanos están totalmente opuestos.
El aumento del tope de la deuda federal ha sido hasta el año pasado un trámite administrativo y no politizado del Congreso, que lo hizo 42 veces desde 1980. Con el advenimiento de un fuerte contingente del Tea Party al poder legislativo, éste se convirtió en otra arma de influencia para lograr sus objetivos.
El cierre de gobierno ha causado la suspensión - por ahora sin pago - de alrededor de un millón de empleados de gobierno y la clausura paulatina de servicios para quienes no tienen recursos: madres de bajos recursos, educación especial, jubilados, veteranos de guerra sin suficientes ingresos. En general, la población pobre. En este momento son pocos los adalides de éstos en nuestro poder legislativo.
En estados como North Carolina, el cierre del gobierno hace 16 días significaba que en los próximos días se interrumpirían servicios de ayuda en alimentos a 20,000 familias pobres.
Y sí, todo se reduce a una confrontación política, ideológica, titánica, histórica. Se centra en la división del partido Republicano después de su debacle electoral de hace un año. Se debe al intento de su liderazgo de prevenir la crisis interna, por lo que está dispuesto a ceder ante el sector más combativo. 

Republicanos derrotados por opinión pública ceden y llegan a acuerdo para reabrir gobierno

Tomado de The Wall Street Journal
Miembros de la Cámara de Representantes salen del Congreso tras la votación.

El Congreso de EE.UU. llega a un acuerdo sobre el presupuesto y la deuda y evita una cesación de pagos

Por Janet Hook y Kristina Peterson

El Congreso de Estados Unidos evitó el miércoles por la noche una cesación de pagos que podría haber trastocado su economía. Los legisladores aprobaron una ley que rompió con un estancamiento político que sacudió los mercados financieros, dividió al Partido Republicano y puso en evidencia las disfunciones de Washington.
La Cámara de Representantes votó 285 a 144 para reabrir el gobierno hasta el 15 de enero, suspender el límite de deuda hasta el 7 de febrero y sentar las bases para iniciar negociaciones sobre temas presupuestarios más amplios. El Senado ya había aprobado el proyecto con una votación de 81 a 18.
El acuerdo forjado por los dos líderes del Senado ofrece apenas un alivio temporal a los enfrentamientos políticos que se han convertido en el pan de cada día del dividido gobierno estadounidense. Aun así, la noticia de que el proyecto de ley avanzaba camino a su ratificación fue suficiente para impulsar el Promedio Industrial Dow Jones 205,82 puntos, o 1,4%, a 15.373,83, colocándolo 1,6% por encima de su nivel del 30 de septiembre, el último día en el que el gobierno estuvo abierto por completo.

El acuerdo marca una victoria para los demócratas y el presidente Barack Obama, quienes bloquearon los esfuerzos de los republicanos por reducir o eliminar la financiación de la ley de salud promulgada en 2010. Los republicanos exigían recortes a la ley como condición para aprobar la financiación de las agencias federales, lo que desató una batalla con los demócratas y condujo al cierre parcial del gobierno desde el 1 de octubre.

"Estas han sido dos semanas muy malas para la marca republicana", dijo el senador de ese partido Lindsey Graham, quien buscará la reelección en 2014. "Para el partido, este es un momento de autoevaluación. O vamos a analizar cómo llegamos a este punto y corregir o, de lo contrario, si seguimos por este camino, vamos a perjudicar al Partido Republicano a largo plazo".

Obama firmó el proyecto para convertirlo en ley, poniendo fin a un cierre parcial del gobierno que obligó a enviar a sus hogares a más de 800.000 trabajadores federales y redujo servicios estatales a lo largo del país. La ley restablece la autoridad del Departamento del Tesoro para tomar dinero prestado, justo antes que agotara sus medidas de emergencia para emitir nueva deuda.
Obama dijo que la legislación levantará la "nube de incertidumbre" que la crisis fiscal creó. "Ahora tenemos la oportunidad de concentrarnos en un presupuesto sensato", dijo, agregando que desea enfocarse en la reforma inmigratoria y otros temas que podrían ser abordados este año. 

martes, 15 de octubre de 2013

Fracasó acuerdo en Congreso. Líder Republicano no convence a su fracción

Tomado de La Voz de América 
Fracasa voto en Cámara de Representantes
Aunque parecía que surgía un acuerdo bipartidista para reabrir el gobierno y aumentar el techo de la deuda, el líder republicano, John Boehner, no logró convencer a los republicanos de aceptar la nueva propuesta.

Los líderes del Senado se manifestaron optimistas en las últimas horas de poder alcanzar pronto un acuerdo que reabra el gobierno y evite el cese de pago de su deuda, pero los republicanos se encargaron de hacerlos despertar de ese sueño.

La propuesta que surgió del Senado, y que parecía sería compartida por la Cámara de Representantes,  extendería la autoridad del Departamento del Tesoro para prestar dinero hasta el 7 de febrero, reabriría el gobierno y proporcionaría fondos al gobierno hasta mediados de enero.

No obstante, el líder republicano John Boehner no logró convencer a su bancada de votar este martes para alcanzar el acuerdo, que también incluía algunos cambios mínimos en el Obamacare.

Antes del desplante de los republicanos de la Cámara, a su propio líder, los senadores expresaban su confianza en lograr un acuerdo este mismo martes.

“Hemos tenido un buen día”, dijo el líder de la minoría republicana, Mitch McConnell, en un discurso con el que cerró la sesión nocturna del Senado. “Creo que es seguro decir que hemos avanzado sustancialmente y esperamos poder progresar más en el futuro”.

El líder de la mayoría demócrata, Harry Reid, concordó con su colega. “Hemos hecho tremendos progresos. Todavía no hemos terminado, pero hemos progresado. Y hay que ser pacientes. Tal vez mañana sea un día brillante”.

La pregunta que falta contestar es si el acuerdo que se alcance en el Senado va a ser apetecible en la Cámara de Representantes, donde ha estado la mayor resistencia de parte de un pequeño grupo de conservadores republicanos afiliados al Tea Party.

Una reunión entre el presidente Barack Obama y los legisladores de ambas cámaras, fue suspendida ayer en dos ocasiones para no obstruir el proceso de negociación en el Senado. Todavía no hay nueva fecha para esa reunión.
 

“Shutdown” arriba a 15º día. Solución pareciera estar cerca

Tomado e La Voz de América
Harry Reid, líder de Mayoría en el Senado; Mitch McConnell líder de la minoría en el Senado y John Boehner líder de la mayoría en la Cámara de Representantes.
Senado: Esperanza de luz al final del túnel
Un acuerdo bipartidista, que parece estar surgiendo, extendería la autoridad del Departamento del Tesoro para prestar dinero hasta el 7 de febrero y reabriría el gobierno.

Los líderes del Senado se manifestaron optimistas de poder alcanzar pronto un acuerdo que reabra el gobierno y evite el cese de pago de su deuda.

El acuerdo que parece estar surgiendo extendería la autoridad del Departamento del Tesoro para prestar dinero hasta el 7 de febrero, reabriría el gobierno y proporcionaría fondos al gobierno hasta mediados de enero.

A pesar de algunos puntos en los que todavía no hay acuerdo, los líderes del senado estaban satisfechos con los esfuerzos hasta la fecha.

“Hemos tenido un buen día”, dijo el líder de la minoría republicana, Mitch McConnell, en un discurso con el que cerró la sesión nocturna del Senado. “Creo que es seguro decir que hemos avanzado sustancialmente y esperamos poder progresar más en el futuro”.

El líder de la mayoría demócrata, Harry Reid, concordó con su colega. “Hemos hecho tremendos progresos. Todavía no hemos terminado, pero hemos progresado. Y hay que ser pacientes. Tal vez mañana sea un día brillante”.

La pregunta que falta contestar es si el acuerdo que se alcance en el Senado va a ser apetecible en la Cámara de Representantes, donde ha estado la mayor resistencia de parte de un pequeño grupo de conservadores republicanos afiliados al Tea Party.

Una reunión entre el presidente Barack Obama y los legisladores de ambas cámaras, fue suspendida ayer en dos ocasiones para no obstruir el proceso de negociación en el Senado. Todavía no hay nueva fecha para esa reunión.
 

sábado, 12 de octubre de 2013

Extremismo del Tea Party conduce a Republicanos a una baja en la popularidad

Tomado de esglobal
(Foreign Policy en Español)

Bandera del Tea party
LA OBSESIÓN DE LOS KOCH TUMBA AL PARTIDO REPUBLICANO

Por Mario Saavedra

Incapaces de frenar la reelección de un presidente con un 8% de desempleo, sin el voto latino y el de los jóvenes y dominados por un grupo radical capaz de secuestrar la economía del país para revisar leyes como el Obamacare los republicanos ponen en peligro su popularidad.
El Partido Republicano está sufriendo su mínimo de popularidad de las dos últimas décadas. Sólo un 28% de los estadounidenses alberga una opinión favorable del Viejo Gran Partido (GOP, por sus siglas en inglés), según Gallup. Mientras el Demócrata se mantiene en el 43% de aceptación, los conservadores ven cómo su imagen está en caída libre, incluso entre sus propios votantes. Peor, incluso, que en 1999, cuando sólo tres de cada diez americanos aprobaban la actitud de los republicanos, que por entonces llevaron al presidente Bill Clinton a un impeachment (impugnación) impopular.
Washington lleva dos años dando espectáculos bochornosos. En verano de 2011, una revolución de los recién elegidos para el Congreso un año antes (los llamados freshmen, muchos pertenecientes al ultraconservador Tea Party) llevó a Estados Unidos al borde del impago. No querían elevar el techo de deuda y EE UU acabó con las bolsas hundidas y perdiendo su triple A crediticia de la agencia Standard & Poors.
Pero la situación ha alcanzado su cénit dramático con el cierre del Gobierno del pasado 1 de octubre. El Congreso tenía que aprobar una extensión del presupuesto gubernamental, pero la Cámara de Representantes, de mayoría republicana, se negaba a hacerlo si no se cancelaba la financiación para la Ley de Sanidad Asequible. Se trataba de su última oportunidad para acabar con el Obamacare, una ley cuya última fase entra en vigor el próximo 1 de enero.
El Obamacare es el anatema para el Partido Republicano. Lo han convertido en su principal caballo de batalla, precisamente porque, de salir adelante en su totalidad, sería el principal legado de la Administración demócrata de Barack Obama. Los grupos más conservadores han concentrado toda su artillería en tratar de liquidarlo. Aunque como daño colateral la popularidad de su partido político se está desplomando.
En el cálculo político de los republicanos estaba el hecho de que el último cierre del Gobierno, contra Bill Clinton en 1995-1996, no supuso un cambio significativo en las cifras de aprobación de los políticos de uno u otro signo en el largo plazo. Pero este contexto es distinto: el país está tratando de recuperarse de una dura crisis económica y los votantes tienen poco margen de tolerancia hacia la inestabilidad en el Congreso.
Es por ello que los grupos que más han apostado por cerrar el Gobierno, financiados por las grandes fortunas como los hermanos Koch, empiezan a dar marcha atrás.
“Exclusiva: el banco secreto de los hermanos Koch”. Con este titular, Político, uno de los medios de referencia en Washington, explicaba recientemente la existencia de un grupo de acción política llamado Freedom Partners. En 2012 recaudó hasta 236 millones de dólares (unos 174 millones de euros). Tiene como muñidores principales a los empresarios David y Charles Koch, los famosos Koch Brothers cuyo nombre pone los pelos de punta a la izquierda estadounidense.
Gran parte de esos fondos ha ido a parar a asociaciones sin ánimo de lucro cuyo principal objetivo es luchar contra el Obamacare, que consideran una “socialización” de la medicina. Así, el Centro para la Protección de los Derechos del Paciente (Center to Protect Patient Rights), un grupo que se “opone vehementemente” al Obamacare, ha recibido 115 millones de dólares, según la información de Político, basada en los datos de Hacienda. Otros 15 millones habrían ido a parar a la 60 Plus Association, también contraria a la ley.
Hasta aquí todo podría parecer razonable y aséptico. La ley en Estados Unidos permite donaciones ilimitadas y anónimas a los grupos de acción política y hay una cierta asunción de que los grandes empresarios mueven los hilos de Washington. Pero esta vez algo ha salido tremendamente mal. El Partido Republicano ha visto como parte del empresariado y de Wall Street, sus aliados naturales, les han dado la espalda. La estrategia de cerrar el Gobierno o coquetear con el default es considerada suicida por los hombres de negocios.
Uno de los primeros golpes lo han recibido del todopoderoso Consejero Delegado del banco de inversión Goldman Sachs. Frente a la Casa Blanca, y tras una reunión con Barack Obama, Lloyd Blankfein abroncó educadamente a los congresistas: el cierre del Gobierno y una eventual negativa a elevar el techo de deuda el 17 de octubre son catastróficos para la economía, vino a decir. “Se pueden pelear estos asuntos sobre políticas [como el Obamacare]. Se pueden volver a pelear por segunda vez [la primera fue durante su aprobación en 2010] en un foro político si se quiere. Pero no se debe utilizar la amenaza de causar un impago de la deuda por parte de Estados Unidos como un garrote para negociar”, sentenció Blankfein.

A pesar de reprimendas como estas, muchos republicanos seguían tratando de quitar hierro a los efectos que para la economía del país tenía el hecho de que el Gobierno estuviera parado unos días. Los más atrevidos, como el icono del Tea Party, Ted Cruz, opinaban que Estados Unidos podría pagar sus facturas sin endeudarse más, tan sólo con lo que ingresaba de impuestos, algo totalmente alejado de la realidad económica.
La mayoría de los medios de derechas y de izquierdas, salvo los más conservadores como Fox News, empezaron a lanzar señales de alarma. Los periódicos The Wall Street Journal y The New York Times, entre otros muchos, publicaron sendos artículos retratando a estos republicanos como negacionistas. El semanario liberal The Economist aseguraba “esta no es forma de gobernar un país” sobre una foto de Barack Obama y el portavoz republicano de la Cámara de Representantes peleando junto al precipicio de Monte Rushmore, ante la mirada atónita de las efigies escavadas en roca de los padres fundadores. Uno de los medios favoritos de los inversores, Bloomberg, llevaba a la portada de su revista semanal el titular: “Los republicanos no son ya el partido de los empresarios: el cierre del Gobierno y aún otra crisis del techo de deuda alienan a los aliados tradicionales del GOP”.
Dentro del propio partido el asunto es más delicado. Está en plena guerra interna por el control entre dos facciones: la ultraconservadora del Tea Party y una mayoría silenciosa, más moderada. Algunos, como el ex candidato presidencial John McCain, han afeado la conducta de sus correligionarios por haber dejado a las familias de los soldados muertos sin viajar a Dover a recoger sus restos debido al cierre del Ejecutivo. Pero actitudes públicas como esta son minoritarias. ¿Por qué? 2014 es año de elecciones al Congreso y muchos republicanos temen perder el sillón ante un candidato de su mismo partido que les pase por la derecha, como ocurrió con la revolución del Tea Party de 2010, en la que consiguieron ganar decenas de circunscripciones y colocar a sus miembros en las dos Cámaras.
Algunos creen que el problema no es lo que piensen realmente los representantes, sino lo que puede ocurrirles si lo expresan en público: unos 150 de los 234 representantes del GOP en la Cámara habrían pasado ya la extensión del presupuesto si el voto fuera secreto, según el republicano Peter King.
Organizaciones financiadas por los Koch Brothers llevan tiempo atacando a los republicanos blandos, según la comentarista política de MSNBC Rachel Maddow. La organización Heritage Action, por ejemplo, ha dedicado más de medio millón de dólares en anuncios en 100 distritos controlados por los republicanos para desacreditar a los candidatos conservadores moderados o no suficientemente entregados a la causa de acabar con el Obamacare a cualquier precio.
Pero el juego parece haber tocado a su fin. La presión de empresarios y medios de comunicación está siendo demasiado intensa. La multinacional financiera Fidelity Invest, que gestiona más de 400.000 millones en fondos de inversión, ha vendido toda la deuda pública estadounidense con vencimiento inferior a un mes, por si acaso. El índice del miedo de Wall Street, el conocido como VIX, ha subido de manera drástica.
Como consecuencia, la Heritage Action y otros grupos como Freedom Works han cambiado de doctrina y piden que se eleve el techo de deuda, aunque sea solo para poder centrarse en acabar con Obamacare sin interferencias.
Después de que se apuntara a su responsabilidad en el asunto, Industrias Koch emitió un comunicado desmintiendo estar detrás del cierre del Gobierno: “Koch cree que Obamacare incrementará el déficit y llevará a una caída del estándar del sistema de salud en Estados Unidos y elevará los impuestos. Pero Koch no ha tomado ninguna posición sobre la táctica legislativa de ligar la aprobación de una resolución de continuidad [para extender los presupuestos] y la suspensión de la financiación a Obamacare, ni hemos hecho lobby para que se legisle con el fin de eliminar la financiación de Obamacare”.
El Partido Republicano contiene la respiración. Se trata de conservar lo más posible su histórica reputación hasta que pasen las legislativas del año que viene. Después, con los escaños renovados, habrá que enfrentarse a la dura realidad: han sido incapaces, por primera vez en la Historia, de frenar la reelección de un presidente con un 8% de desempleo. Han perdido el voto latino y el voto joven, y se están dejando dominar por un grupo radical capaz de secuestrar la economía del país para revisar leyes como el Obamacare, ya aprobado por las Cámaras, refrendado por el Tribunal Constitucional y por las urnas en la reelección del presidente que lo aprobó.