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domingo, 14 de octubre de 2012

En el 50 aniversario de la crisis de los misiles revelan nuevos detalles

Tomado de BBC Mundo  

La Crisis de los Misiles duró más de lo que se cree

"La crisis de los misiles cubana no terminó el 28 de octubre de 1962, Cuba se iba a convertir en una potencia nuclear, justo en las narices de Estados Unidos y a 140 kilómetros de Florida".

La que habla es Svetlana Savranskaya, directora de operaciones rusas del National Security Archive, una institución no gubernamental de Estados Unidos.

Savranskaya revela en entrevista exclusiva con la BBC que existió una segunda y secreta Crisis de los misiles, como se le conoce en EE.UU., o de Octubre o del Caribe, como se le dice en Cuba y Rusia, respectivamente.

El conflicto entre Washington, Moscú y La Habana se desató el 14 de octubre de 1962, cuando EE.UU. descubrió que la Unión Soviética tenía bases de misiles nucleares en Cuba.

A la crisis de los misiles se la suele considerar como el momento de máximo peligro del siglo XX, pero en su 50º aniversario la BBC accedió a nueva información que pinta un cuadro aún más peligroso de cómo se desarrolló la crisis.

El mundo respiró aliviado cuando el presidente soviético acordó retirar sus 42 misiles nucleares de sus bases en Cuba. A cambio, su par estadounidense prometió no invadir la isla.

Documentos que serán publicados el 17 de octubre revelan que, lejos de poner fin a la crisis con el acuerdo alcanzado por John Fiztgerald Kennedy y Nikita Krushev, a finales de octubre hubo una segunda crisis.

Los papeles forman parte del archivo personal de Anastas Mikoyan, número dos del Kremlin durante la crisis y enviado a Cuba.

Castro está "muy molesto"

"Castro está muy molesto con la traición soviética, los cubanos se sentían traicionados porque para ellos el gobierno soviético hacía una concesión tras otra a los estadounidenses, sin consultar a su aliado cubano, un sentimiento compartido por los militares soviéticos en la isla" Svetlana Savranskaya, directora de operaciones rusas del National Security Archive

Aunque Kennedy insistió en un estricto monitoreo de las posiciones de los misiles, en un fallo de inteligencia, comandantes estadounidenses no advirtieron la presencia de más de 100 armas nucleares tácticas.

Mientras tanto, Fidel Castro, excluido de las negociaciones entre las superpotencias, comenzó a dejar de cooperar con Moscú.

"Castro está muy molesto con la traición soviética, los cubanos se sentían traicionados porque para ellos el gobierno soviético hacía una concesión tras otra a los estadounidenses, sin consultar a su aliado cubano, un sentimiento compartido por los militares soviéticos en la isla", dice Savranskaya.

"Castro creía en primer lugar en la dignidad, y su obsesión con el orgullo y la dignidad de la Cuba revolucionaria condujo su conducta a lo largo de la crisis", agrega Philip Brenner, profesor de relaciones internacionales e historia, quien ha escrito varios libros sobre la relación entre Estados Unidos y Cuba.


El líder soviético Nikita Krushev y el presidente estadounidense John Fiztgerald Kennedy se enfrentaron en la crisis de los misiles.

Krushev, temeroso de perder el control y de que su aliado cada vez menos confiable pudiera obstaculizar el acuerdo, inmediatamente envió a La Habana a su camarada de más confianza, su viceprimer ministro Anastas Mikoyan.

El pedido llegó en un momento complicado: la esposa de Mikoyan estaba gravemente enferma, pero él "sintió que era su deber ir y se dio cuenta del peligro que representaba que Castro tuviera el orgullo herido", señala Brenner.

A su llegada a La Habana, Mikoyan se enteró de la muerte de su esposa y Castro, que todavía estaba furioso y había rechazado recibir al enviado, cedió tras enterarse del fallecimiento.

El enviado encontró a Castro nervioso y conspirativo, convencido que Moscú había perdido interés en defender la isla. Sin embargo, bajo claras instrucciones de Krushev, Mikoyan hizo su oferta: podía quedarse con las armas nucleares tácticas, con la condición de que no se lo dijeran a los estadounidenses.

Las dudas soviéticas

 
"(Mikoyan) entiende que con el orgullo cubano y con la forma en que los cubanos veían la posibilidad de una guerra nuclear muy diferente a cómo los soviéticos la veían, sería muy peligroso e incluso irresponsable dejar las armas en manos cubanas, pero sus manos estaban atadas, ese fue el acuerdo" Svetlana Savranskaya, directora de operaciones rusas del National Security Archive

En privado, Mikoyan tenía dudas sobre dejarle las armas nucleares a Castro.

"Pensaba que con el orgullo cubano y frente al hecho de que los cubanos consideraban la posibilidad de una guerra nuclear de una manera muy diferente a los soviéticos, sería muy peligroso e incluso irresponsable dejar las armas en manos cubanas, pero sus manos estaban atadas: ese fue el acuerdo", señala Savranskaya.

Durante noviembre, Castro se volvió cada vez más beligerante hacia Washington y Moscú: se oponía a los vuelos de vigilancia estadounidense que vigilaban el retiro soviético y, desesperado por marcar su postura ante lo que considera una provocación, decidió que el ejército cubano tendría órdenes de disparar a las aeronaves.

Savranskaya asegura que Castro lo hizo sin consultar a los soviéticos, lo que "sorprendió" a los líderes porque constituía "claramente un paso hacia la escalada de la crisis".

Una serie de cartas entre Kennedy, Krushev y Castro arroja luz sobre sobre la tensa situación diplomática. "Las cartas Armagedón" revelan que mientras Mikoyan estaba en La Habana, el presidente estadounidense y el líder soviético llegaron a la conclusión de que el problema tras la crisis no era entre ellos, sino con Fidel Castro.

 
Fidel Castro pidió a la URSS quedarse con las armas nucleares estratégicas.

Aislado en La Habana, Mikoyan se enfrentaba a una decisión que podría tener consecuencias incalculables para el mundo. Y se dio cuenta que, una vez más, el tiempo se estaba agotando.

Luego de que Castro ordenara disparar contra una de las aeronaves estadounidenses, "Mikoyan –dice la directora del National Security Archive– tomó una decisión sin consultar al gobierno central soviético: que las armas nucleares tácticas iban a tener que ser removidas".

Era poco después de mediados de noviembre. Pero los acontecimientos se movían más rápido que lo que el enviado soviético había anticipado.

El 19 de noviembre los cubanos le dieron instrucciones a su representante Carlos Lechuga para que revelara el secreto. En la sede de Naciones Unidas en Nueva York, el embajador cubano estaba a punto de decirle al mundo sobre las armas secretas. Mikoyan inmediatamente se comunicó con Moscú.
Pero desde allí nunca recibió "instrucciones claras" sobre qué hacer con las armas nucleares, explica Savranskaya: "Mikoyan estaba esperando instrucciones, pero tenía que reunirse con Castro en la noche del 22 de noviembre de 1962 y sabía que esta conversación sería sobre las armas y sobre el destino del acuerdo militar entre la Unión Soviética y Cuba".

"En mi opinión –agrega– la transcripción palabra por palabra de esta conversación a la medianoche entre Castro y Mikoyan probablemente sea el documento más fascinante de toda la crisis de los misiles".

"¿Nos las podemos quedar?"

Ésta es la primera vez que se conocen detalles de esa reunión.

Cuba quería asegurar ante la ONU que tenía armas nucleares secretas.

"Castro –dice Savranskaya– anticipa que los soviéticos están a punto de hacer otra concesión a Estados Unidos y le pregunta a Mikoyan: '¿Qué pasa con las armas nucleares tácticas? ¿Nos las podemos quedar?'. 'No, no se las pueden quedar', dice Mikoyan. Castro señala que en el intercambio de cartas entre Kennedy y Krushev no se mencionaban las armas nucleares tácticas, por lo que 'los estadounidenses no tienen idea de que están acá, así que ustedes no tienen que sacarlas, las podemos esconder en nuestras cuevas'. Mikoyan luego dice: 'Vamos a retirar estas armas no porque los estadounidenses lo hayan demandado, sino porque nosotros decidimos retirar estas armas'. Y luego, interesantemente, le dice a Castro una mentira: 'Tenemos una ley secreta no publicada que nos prohíbe transferir armas nucleares a un tercer país'. No había tal ley en la Unión Soviética, pero le dice a Castro: 'Tenemos esta ley'".

"Castro anticipa que los soviéticos están a punto de hacer otra concesión a Estados Unidos y le pregunta a Mikoyan: '¿Qué pasa con las armas nucleares tácticas? ¿Nos las podemos quedar?'. 'No, no se las pueden quedar' Svetlana Savranskaya, directora de operaciones rusas del National Security Archive

"Durante el resto de la reunión, –prosigue Savranskaya– Castro vuelve una y otra vez a la misma cuestión, el líder cubano básicamente le ruega a Mikoyan mantener lo que él ve como el último medio de defenderse de Estados Unidos, y falla. Incluso sugiere que la 'ley' debe ser derogada, pero Mikoyan no cede, y dice que todas las armas nucleares deben salir de Cuba. Con esa conversación, se resolvió la crisis, las armas nucleares fueron cargadas en barcos soviéticos y retiradas en diciembre de 1962".

Los cubanos quedaron "dolidos" por las acciones de los soviéticos y hasta finales de la década de los sesenta permanecieron "resentidos" por haber sido puestos en una posición en la que "básicamente no tenían otra opción más que ceder a los deseos de Krushev", considera Brenner.

Para Savranskaya, los soviéticos y los estadounidenses no trataban a Cuba como un "actor", para ellos era un "pequeño peón", pero luego "se dieron cuenta de lo cerca que Castro había estado de hacer la crisis mucho, mucho peor".


Tanto Krushev como Kennedy comprendieron lo cerca que se estuvo de una catástrofe. En diciembre de 1962, el líder soviético le escribió a JFK para sugerirle que trabajaran en aras de la eliminación de las armas nucleares en el mundo para el esperado segundo mandato del estadounidense.

Pero eso nunca se dio. Kennedy fue asesinado 11 meses después y Krushev fue obligado a retirarse en 1964.  

lunes, 25 de abril de 2011

Tragedia nuclear de Chernobyl cumple un cuarto de siglo

Tomado de La Voz de Rusia

En los últimos años se ha reducido en un 50% el número de poblados contaminados por la radiación como consecuencia de la catástrofe ocurrida en la Central de Chernobyl. Hoy en día, el nivel de radiación peligroso para la vida se registra en cuatro mil poblados donde vive un millón y medio de habitantes.

Las escenas de la crónica soviética están descoloridas tras el cuarto de siglo transcurrido. De toda la URSS llegan a la zona de la tragedia soldados profesionales, especialistas militares, voluntarios. Se pone en marcha la movilización total del país. El coronel Vitali Jristenko recuerda: “En la central reinal a confusión; la gente tenía una idea muy turbia del peligro que representaba la radiación. Escaseaban los trajes especiales y los medios de protección. De ahí que trabajaban en trajes corrientes”.

Jristenko tuvo suerte pues viajó a Chernobyl ya después de que fue apagado el reactor ardiente, por lo que fue atacado por una dosis de radiación no letal. Pero, 134 héroes que en los primeros días lanzaron un desafío al átomo civil estaban condenados. Aunque resulta difícil de creer, pero los bomberos de Pripiati se afanaban en neutralizar, literalmente, a patadas el grafito altamente radiactivo en el techo de la central. Leonid Ilyn, ex director del Instituto de Moscú de Biofísica del Ministerio de Salud de la URSS. Hasta esa clínica fueron trasladados los primeros pacientes con síntomas agudos de radiación.

-Luego de recorrer los pacientes quedó todo claro por una serie de síntomas; 30 personas estaban vivas aún, aunque sacrificadas por la radiación. Y solo entonces comprendimos que en Chernobyl había ocurrido algo horrible, que nunca antes había enfrentado en la práctica.

La avería de Chernobyl fue una tragedia personal para millones de personas de regiones de Ucrania, de Rusia y de Bielorrusia. Una zona de aislamiento de 30 kilómetro en torno a la central quedó inhóspita. Pero, el tiempo cura. Desde hace un tiempo, el gobierno de Ucrania autorizó oficialmente realizar excursiones de turismo hasta la zona de Cherbobyl, con la observancia de medidas especiales de seguridad. La tarifa de la excursión para un extranjero es de 200 euros. Según se cuenta, sobran los que desean viajar a Chernobyl.

Las autoridades locales no hacen mucho para disuadir a los que desean entrar ilegalmente en la zona, donde según testimonios viven de 200 a 600 personas, sobre todo de la tercera edad. Ellos se dedican a la agricultura y crían animales domésticos. Por cierto que no creen en la radiación.

En tanto, el nivel de radiación en los territorios contaminados está volviendo, gradualmente, a lo que podría considerarse relativamente normal. Los científicos explicaban que, la mayor parte de los elementos radiactivos se desintegraron a medias en un período de dos a tres años. El profesor Serguei Vakulovski, de la empresa científica y de producción “Tifón” señalaba por su parte:

-Ahora queda allí cesio 137, cuyo período de semidesintegración es de 30 años; cada 30 años disminuye su aporte en la dosis general de radiación. Además, está en marcha el entierro de isótopos, la absorción y la disminución de la radiación exterior. Al mismo tiempo existe allí el isótopo de plutonio 39, con un período de semidesintegración de 24 mil años. Es verdad que es muy poco el plutonio. Valga destacar que la contaminación revestía el carácter de manchas. Sin embargo, en la ciudad de Pripiati, la que fue deshabitada, hay un nivel elevado de radiación y hasta allá no será posible regresar muy pronto.

Las consecuencias de la tragedia de Chernobyl serán sentidas largo tiempo aún por los habitantes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia. El pavor ante Chernobyl está arraigado en la conciencia. Radiofobia es el nombre de la nueva enfermedad del hombre contemporáneo. La tragedia de Fukushima no hace mas que verter queroseno a las llamas. En tanto, la humanidad no está dispuesta a renunciar a los bienes de la civilización, lo que significa a la electricidad, creada en las centrales atómicas. Según los últimos sondeos del Centro de Estudio Mundial de las Opinión Pública, solo un 9% de los consultados considera la energía atómica un mal y exigen renunciara la energía nuclear civil.

domingo, 12 de diciembre de 2010

La Hoz y el Martini: El Colapso de la Unión Soviética

Por Luis Montes Brito

Por respeto a la época navideña, tiempo de recogimiento y armonía, la Hoz y el Martini se tomará un receso hasta mediados de enero de 2011, ya que consideramos injusto invertir tiempo en nefastos personajes que le han dado vida en la realidad al personaje de la ficción conocido como el “Grinch” creado por el caricaturista Theodor Seuss Geisel, en las historias donde un malvado personaje (el Grinch) se roba la navidad.

Todos los miembros del selecto club de la Hoz y el Martini han creado con sus acciones un hecho donde una vez más la realidad supera a la ficción y es así que han oprimido a millones de personas prohibiéndoles festejar y elevando la mayoría de ellos a la categoría de delito en sus respectivos feudos, la sola celebración de estas fiestas con las que se recuerda el nacimiento de Jesucristo.

Mientras tanto dejaremos para la reflexión de ustedes un tema producto de la gestión de gobierno de estos nefastos personajes el cual es la historia de “El colapso de la Unión Soviética”.

Continuaremos con nuestra gustada sección el próximo año, a la vez que deseamos a usted y los suyos paz, progreso y libertad recordándole que bien puede celebrar estas fiestas degustando un exquisito Martini sin la necesidad de valerse de la hoz para oprimir a los suyos.

Feliz Navidad a todas y todos!!!


El Colapso de la Unión Soviética 1/6


El colapso de la Unión Soviética 2/6


El colapso de la Unión Soviética 3/6


El colapso de la Unión Soviética 4/6



El colapso de la Unión Soviética 5/6


El colapso de la Unión Soviética 6/6